“Me gusta hacer cirugía sobre la institución de la familia” Entrevista a Pedro Ugarte
Patxi Irurzun. Gara /Naiz (29/10/20)
Tras obtener con “Nuestra historia” el prestigioso Premio Setenil, Pedro Ugarte regresa al género del cuento con “Antes del Paraíso”, una colección de relatos protagonizados por Jorges (sus protagonistas tienen siempre ese nombre) y en los que laten el drama, el humor y la ternura.
Los cuentos de Pedro Ugarte, uno de los más destacados autores del género, se mueven a ras de tierra, en ellos nadie mata dragones. Sus historias trancurren siempre en el marco de escenarios cotidianos y reconocibles: el trabajo, las relaciones sentimentales o de amistad y en el caso de “Antes del Paraíso” -su última colección de relatos, publicada por Páginas de espuma- en especial la familia, ese pequeño escenario, a menudo invisible u oculto, al que el escritor bilbaino rompe la cuarta pared para mostrarnos domésticas tragedias y alegrías, invisibles gestos de generosidad o egoísmo, que desde su aparente pequeñez adquieren una dimensión universal, puesto que son historias que podrían ocurrirnos a todos. Todos somos, por ejemplo, ese padre o esa madre que madruga a regañadientes cada sábado para acompañar a sus hijos al partido de baloncesto y que contiene a menudo las ganas de abofetear a otro padre del equipo un poco gilipollas. Todos somos Jorge.
Supongo que hay en realidad un solapamiento entre la escritura de los cuentos y la concesión del premio, pero ¿qué siente al publicar una nueva colección de relatos tras el Setenil, hay responsabilidad, una exigencia mayor?
El ritmo editorial no se compadece con el ritmo creativo. No me suele ocurrir con las novelas, en cuya escritura me demoro mucho, pero cuando publico un libro de cuentos prácticamente tengo escrito ya el siguiente. Quiero decir que un reconocimiento tan importante como el Premio Setenil para “Nuestra historia” no determinó la creación de los cuentos de “Antes del Paraíso” porque ya estaban escritos. Pero tienes razón en que, después de un premio importante, siempre hay un siguiente texto que escribir, y puedo decir que, por fortuna, esas cosas nunca me han bloqueado: he seguido escribiendo, mejor o peor, pero escribiendo.
Los relatos de “Antes del Paraíso” vuelven a estar protagonizado por ese Jorge que siempre es el mismo y en realidad no, o no lo puede ser, no sé si detrás de esa elección hay una declaración de intenciones, es decir, una pretensión de que cualquiera nos podamos ver reflejados en él, en el hombre común…
Sí, esa es la intención. Desde un punto de vista técnico, que mis cuentos los protagonice siempre el mismo personaje, Jorge, tiene muchas ventajas: no tengo que presentarlo, por ejemplo, ni siquiera idearle un nombre. Pero es mucho más importante lo que tú comentas: Jorge quiere indicar, sutilmente, una identificación del lector con su mirada, con su modo de hacer y ver las cosas.
Sus cuentos, en ese sentido, tienen cierto toque costumbrista o de crónica de lo doméstico, de lo común, ¿lo ve así?
El término “costumbrismo” siempre ha tenido mala prensa. Y el término “realismo”, en literatura (y fuera de ella) empieza a tenerlo también. Prefiero acogerme a una respuesta que dio el gran poeta inglés, Phillip Larkin, cuando le reprocharon que sus poemas eran realistas, vulgares, y que se movían a ras de tierra. Él contesto: “me gustaría saber cómo pasa el tiempo la gente que dice esas cosas: ¿matando dragones?”.
La familia es un ámbito recurrente en sus relatos y en este libro está de nuevo muy presente. ¿Qué encuentra en ello, el escenario perfecto para poner sobre la mesa nuestras pequeñas alegrías, nuestras frustraciones, el lugar en el que se ve nuestra verdadera cara?
Me gusta hacer cirugía sobre la institución de la familia, también me gusta hacerlo sobre la amistad, los trabajos, las relaciones sentimentales… Pero en “Antes del Paraíso” la familia es mucho más importante que el resto de esos temas. Yo creo que la familia es el espacio humano donde se producen las mayores muestras de generosidad, de grandeza personal, pero también el lugar donde la traición, el egoísmo, el daño, duelen más. Dramáticamente, teatralmente, es un lugar muy interesante.
Muchos de los relatos me parece que tienen ese trasfondo amargo de las derrotas o los pequeños dramas personales, pero también me parece que flota a veces un tono socarrón o humorístico…
He procurado utilizar simultáneamente registros distintos. Mucha gente ha prestado atención a la dimensión trágica de estas historias, pero creo que en varias de ellas el humor, como apuntas, tiene un lugar muy importante. Y junto a lo dramático y lo humorístico también he querido introducir la ternura en los relatos. Muchos personajes atraviesan situaciones de más o menos crueldad, pero la mirada del escritor sobre ellos es de ternura y piedad.
Igual es una apreciación personal, pero me da la impresión de que algunos de los relatos están muy próximos a la novela corta, o que han ganado en extensión respecto a colecciones anteriores…
Puede que en algún caso concreto sea así, pero no es algo premeditado. Lo que sí tengo muy claro es que un cuento, un relato, es una narración, y que una narración exige el desarrollo de una historia. Esta podrá ser más larga o más corta, más sencilla o más ambiciosa, pero no creo en la posibilidad de escribir cuentos sin poner sobre la mesa, ante el lector, una verdadera narración.
Una pregunta recurrente entre cuentistas: ¿cómo escribe relatos habitualmente, cada uno de manera autónoma, tiene en cuenta que después formarán parte de un libro? ¿Cómo se agrupan esos cuentos o cuándo decide que tiene un libro?
Creo que en los libros de cuentos, como en la poesía, la ejecución precede a la concepción de un libro. En la novela, sin embargo, ocurre al revés: no creo que ningún novelista emprenda un viaje de 500 páginas sin un mínimo conocimiento de a dónde quiere ir. Pero con los cuentos es distinto. Yo voy escribiendo piezas (tampoco muchas, entre una y cinco cada año, con algún que otro año vacío) y cuando tengo alrededor de una decena me pregunto si puede haber un libro. Tampoco creo que en los libros de cuentos deba prevalecer una temática espacial o argumental: es el estilo del escritor, su visión del mundo, lo que le puede dar sentido.
Y, para acabar, otra pregunta tópica: ¿Después de “Antes del paraíso” qué, está trabajando en algo, volverá a la novela, por ejemplo?
El ordenador de un escritor (al menos de un escritor como yo) se parece al estudio de un artista plástico: está todo lleno de obras empezadas, con algunas a punto de terminar, otras de inicio muy reciente. Es un estudio donde se confunden las pinturas y las esculturas, los óleos y las acuarelas… Hay muchas cosas en el taller de mi ordenador y confío en que alguna tome la delantera a las demás y me obligue a centrarme en ella.