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CHAFLÁN

May 21, 2018   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Publicado en «Rubio de bote», magazine ON (diarios  Grupo Noticias) 19/05/2018

 

La farmacia de las dos estaciones hace chaflán. En Zarraluki es auténtica locura lo que tenemos por los chaflanes. Todas las tiendas quieren hacer chaflán. Solo porque nos gusta decirlo. Chaflán. Chaflán es una palabra bonita, como si tuvieras dentro de la boca a la banda municipal. Chaflán, chaflán.  Nos gusta tanto la palabra chaflán que el ayuntamiento sacó una ordenanza regulando la obligación de decirla al menos dos veces al día. No vale desgastarla pronunciándola sin ton ni son. Si se tratara de otras como “¿Sabes cómo te digo?” o “Lo siguiente”, que son una birria de expresiones, aún. Pero chaflán hay que usarla con propiedad, cuando venga al caso.

—¿Cuánto es el café?

—Chaflán.

No vale, por ejemplo.

Pero me estoy despistando. Decía que la farmacia de las dos estaciones hace chaflán. Por cada lado de la tienda se desparraman, como dos vetas de piedra, dos calles y al inicio de cada una de ellas, a cada lado de la farmacia, hay sendos termómetros. Uno indica siempre quince grados más que el otro. Así que depende de qué camino cojas estarás en una estación o en otra, en verano o en primavera, en primavera o en otoño, en otoño o en invierno… Bueno,  en invierno siempre es invierno, porque Zarraluki es un pueblo de montaña (aunque tengamos faro y trainera) y hace tanto frío que quince grados arriba o abajo no se notan.

Enfrente de la farmacia de las dos estaciones está la panadería de Txema, en la que desde hace algunos meses también se recarga la tarjeta para el autobús de línea, así que ahora cada vez que nos montamos en uno de ellos para ir a Donosti, Pamplona o Vladivostov, que son los tres trayectos que tenemos en Zarraluki con línea regular, le decimos al chófer: un chapata, un cuatro puntas, una barra-baguete…

La panadería de Txema, además,  no hace chaflán,  y es una gaita, porque eso frustra a nuestro panadero e influye en su carácter y como está siempre irritable a menudo discute con su novia, Elena Conache, que es la maestra del pueblo. Y cuando los dos discuten se deprimen y se encierran en sus casas y mientras les dura el enfado no hay pan ni colegio en Zarraluki, y entonces son ya dos gaitas. Cuando Txema y Elena Conache están bien, por el contrario, no hay pan más sabroso ni niños más listos que los nuestros de aquí a Raticulín.

Doroteo Teodoro, el del ultramarinos, por su parte,  tiene un carácter tan afable y un verbo tan florido que en Zarraluki nos da igual que en su tienda, que está una calle más abajo que la panadería y la farmacia,  no haya nunca de nada, porque vamos a no comprarle solo para escuchar sus excusas tan bonitas y bien argumentadas. Doroteo Teodoro, aunque es griego (nació en la ciudad de Patras, por eso su nombre se puede decir igual del derecho que del revés), es quien mejor dice chaflán en el pueblo. Te lo mete de repente en una frase sin que te des cuenta, de lo bien traído que lo hace. Casi siempre hay cola, de hecho, en su ultramarinos en el que nunca vende nada. Solo por oírle decir chaflán. Hasta le pagamos por ello. Y porque su tienda también hace chaflán, el chaflán más cuqui del pueblo.

En Zarraluki, en fin,  es auténtica locura la que tenemos por los chaflanes. Y eso lo aplicamos a todos los órdenes de nuestra vida.  Porque siempre es mucho mejor hacer chaflán que estar esquinado.

 

 

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