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ENTREVISTA A KUTXI ROMERO (NO SOY DE NADIE), por Patxi Irurzun

Abr 8, 2016   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
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Foto: Fernando Lezaun

“Cuando te haces mayor empiezas a mirar atrás y eso lo único que da es tortícolis” Kutxi Romero

El cantante de Marea acaba de publicar No soy de nadie, un disco con diez canciones en las que se palpa hasta reabrirlas cicatrices propias, deja abierta la espita de sus pensamientos y sale un gas surrealista o nos ofrece una muestra de ADN tomada directamente de los huesos de su corazón. Lleva tocando esos temas por decenas de bares y salas desde hace casi dos años y seguirá haciéndolo hasta agosto. (La gira ha sido suspendida, según informa en un comunicado el artista)

 

Patxi Irurzun. Publicado en Gara 08/04/2016

No tiene ninguna intención de empezar una carrera en solitario. Como mucho de acabarla: se ve a sí mismo, cuando sea viejo, tocando la guitarra en bares de carretera, o en Benidorm, con un público que no le hace mucho caso y que solo se acerca hasta él para que les firme discos antiguos de Marea. “Porque eso es lo que soy, lo que voy a ser siempre, el cantante de Marea, y yo encantado”, dice. Y dice también que en No soy de nadie  sigue tocando la misma canción que desde hace 25 años. Pero lo cierto es que en este disco firmado con su nombre, que iba a titularse El año del conejo (en alusión a su año de nacimiento, en el calendario chino) y que puede conseguirse solo en sus conciertos o en su web (kutxiromero.com),  sus temas suenan más personales, más desnudos que nunca.

Kutxi nos recibe una vez más en el Kutxitril,  su bajera de Berriozar, cuyas paredes con los posters de sus maestros se van pareciendo cada vez más a un panteón, y lo hace en traje —o al menos así lo ha retratado el fotógrafo Fernando Lezaun— de modo que, por si acaso (y también porque en una de sus canciones dice que viene de joder preguntadores) nosotros le hablamos de usted.

¿Cómo montó este disco?

Después de acabar la gira con los Marea me junté, como siempre, en el Kutxitril,  con mi primo Juanito Lorente (Bocanada) y con otro colega, Pete Marco (Pasternak), y empezamos a tocar versiones, yo empecé a montar canciones… Un día nos invitaron a tocar a un bar, de ese bar fuimos a otro y para cuando me di cuenta había hecho 75 bares. Kolibrí (productor del disco y guitarrista de Marea) me dijo un día que todo eso tenía que grabarlo, y la idea era que saliera después de la gira, es decir, hacer todo al revés, primero la gira y después el disco, pero bueno, al final ha salido así, el disco ya está y todavía quedan algunos conciertos…

Su idea también era sacarlo a la vez que El carretero cosaco, el poemario que nos/se regaló al cumplir los cuarenta años.

Sí, pero yo soy como un niño, veo un hormiguero y me pego con un palo enredando toda una tarde, así que para cuando me di cuenta ya no daba tiempo.

Dice que es un proyecto personal pero no en solitario…

Es un disco mío porque pone mi nombre en la portada pero, de mis discos, es en el que más gente ha participado: además de Juanito y Pete, están los cuatro guitarristas que más me gustan del mundo: Txus Maraví, Kolibrí, Iñaki Uoho y Mai Medina,  de los Ciclonautas; y además está el Pirata de Los del Gas, Pedro de La Fuga, Gabri de Motxila 21, con el violín, Luter, Juanjo Ojeta, Alén Ayerdi, Dr. Txo…

¿Por qué una autoedición?

Yo en esto ya he vendimiado, si alguna vez tuve sueños en el mundo de la música ya se han cumplido, y ahora no quería vender de nuevo la moto, entre otras cosas porque ya no tengo moto que vender. Este es el mismo disco con la misma canción de siempre, llevo 25 años haciendo la misma canción, con diferentes trajes, y voy a seguir con ella hasta que me muera. La diferencia es que como lo saco yo no tengo que ir a ningún lado a dar explicaciones, y si va bien, de puta madre, y si va mal también de puta madre.

Pero sí que es un disco más personal, más íntimo que otros…

Bueno, yo no me doy cuenta de eso, Vengo del mercado sí que es una muestra de ADN, que habla de de donde vengo, pero las demás son la de siempre…

En el video de No me beses en la boca, también aparecen imágenes de todas esas referencias musicales, sus ídolos y maestros…

Sí, y me he dado cuenta de que me estoy haciendo viejo, y por eso dice la canción: “En este patio de muertos me toca vivir”.  Muchas de las personas que aparecen en las fotos y posters que puse cuando monté el Kutxitril ya no están, se han ido muriendo…

¿Y eso asusta?

A mí no me da miedo la muerte y creo que en realidad a nadie, lo que les da miedo es saber cómo va a ser, a fin de cuentas si todos supiéramos que vamos a palmarla durmiendo el mundo giraría de otra manera. Pero no creo que la muerte sea algo aterrador. Se supone que yo que soy ateo debería tenerle más pánico, porque tengo la firme convicción de que no hay nada más, sin embargo los católicos que creen que hay un edén son los que más miedo le tienen, cuando se supone que les espera una vida eterna. En ese sentido nunca he entendido muy bien a la gente religiosa… Yo hablo mucho de la muerte en mis poemas y canciones.

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Portada de Mikel Poza

La trata con naturalidad…

Sí, porque para mí ya sabes que no hay nada que sea muy trascendental, me hace todo como gracia, me río de todo menos de lo que tiene ni puta gracia. En realidad no hay nada trascendental. ¿Este disco es trascendental? Lo que es una putada es ver cómo malviven algunas personas, pero un disco, un libro ¿le cambian la vida a alguien? Bueno, no sé, a mí algunos discos y libros sí me cambiaron la vida…

Ha escrito en este disco sobre otros temas existenciales, además de la muerte: el dolor, la soledad…

Como se va haciendo viejo uno se va quedando más solo. Los que nos dedicamos a escribir, necesitamos además esa soledad, y a mí cada vez me gusta más escribir y cada vez me aterra más estar solo, lo cual es un putadón. Yo si pudiera tener dos oficios y elegir,  elegiría el otro, uno que fuera más acompañado.

En otra canción escribe “Para el dolor dejé abierta la espita/y ni siquiera así lo adormecí”.

Sí, porque la peña que escribimos somos muy masocas, cuando hay alguna cicatriz sacas la navaja y vuelves a abrir la herida. Eso y que me estoy haciendo mayor y cuando te haces mayor empiezas a mirar para atrás, que es algo que tengo que dejar de hacer, porque mirar hacia atrás lo único que te da es tortícolis.

Pero también hay quien dice que la patria de cada uno es su infancia.

En mi caso es así porque me niego a crecer mentalmente, mi calvicie incipiente y mi degradación física me van diciendo que no, pero yo me niego a ser un adulto, alguien maduro. Nunca me ha gustado esa palabra, madurez, cuando alguien dice “es un trabajo muy maduro”, ¡cuidado!, porque entre madurarse y pudrirse hay una línea muy fina.

En definitiva,  usted es como un niño grande, un niño de cuarenta años

Sí, y a veces es un poco triste, porque soy un señor ya con una edad, y ahora aún, con cuarenta, vale, pero dentro de nada, cuando mi hijo sea adolescente y le pregunten qué hace su padre y él diga “Mi padre canta en un grupo de rock” será como ridículo.

¿Cómo lleva su hijo tener por padre a Kutxi?

Mi hijo de momento lo ve con naturalidad, porque es un niño, sí es consciente de que soy distinto, de hecho me llama Kutxi y no aita o papá, porque para él los papás son otra cosa. Yo siempre he sido un marciano, siempre he estado fuera de lugar, cuando estoy haciendo la compra, o con otros padres, o en cualquier situación cotidiana, me parece que no tenía que estar allí, o con tu hijo, por mucho que lo ames.  Tener hijos no es incompatible con la música, lo que es incompatible es ser padre. Ser padre o madre es incompatible con todo, se compatibiliza porque no queda otra, pero no haces nada a derecho.

Volviendo al disco, en él también hay muchos elementos surrealistas, como Corazón equino, la canción sobre la cabeza de un caballo de la que usted se enamora.

Lo del caballo se me ocurrió viendo la película de El Padrino, cuando aparece una cabeza de caballo en la cama, me pregunté qué haría si me levantara una mañana y me encontrara ahí una cabeza de caballo. Yo escribo para saber lo que pienso, no tengo una idea formada de nada, si escribo sobre algo sé lo que pienso sobre ello, y a veces me doy miedo. El día que pongan la policía mental para detenerte por lo que piensas, que va a ser mañana, a mi va a ser al primero que se lleven… Bueno, ya te detienen por lo que piensas, pero tienes que decirlo.  Pero yo creo que policía mental ya se está formando y el día que empiecen entrarán en mi cabeza, que tengo ahí de guardián a Tim Burton, y me llevarán al talego, estoy seguro. Estoy convencido de que eso lo voy a ver. Y esa es una de las cosas que no tienen ni puta gracia.

La de El año del conejo también es bastante surrealista

Tengo un vecino chino que me dijo que yo nací en el año del conejo, en el 75, y como no tengo Facebook, porque no tengo tanto mundo interior para mostrar, pues hice la canción. Si hubiera tenido Facebook me habría hecho una foto con mi vecino chino, se la habría enseñado a mis 75.000 amigos y ya está. El año del conejo me pareció un buen título para una canción, de hecho iba a ser la que diera nombre al disco, pero ya había un libro con ese título. En la canción me imagino que, como soy un conejo,  hacen un calderete conmigo. En el fondo mis canciones son ideas infantiles, de ese niño de cuarenta años, pero luego les doy forma poética y así parecen algo.

No tiene Facebook pero hay muchísima gente que le sigue.

Me da miedo que cualquier ser humano me coja de modelo para nada. Por ejemplo, me dan mucha pena los grupos tributo a Marea, sobre todo por sus madres, cuando les pregunten a qué se dedican sus hijos y  ellas, con todo lo que han sufrido,  tengan que decir que se disfrazan de un señor con barbas, se pintan unos tatuajes y van por ahí imitándome. Si lo mío es triste, imagínate eso.

 

 

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