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EN LA BIBLIOTECA DE OLAZAGUTIA Y CON JOAQUÍN CARBONELL

Dic 23, 2012   //   by admin   //   Blog  //  No Comments



El pasado día 19 estuve en la biblioteca de Olazti/Olazagutía hablando de ‘Atrapados en el paraíso’ y ‘Dios nunca reza’. En charlas como esa casi siempre me suelo encontrar con personas mayores, algunos muy mayores, cerca de los noventa, de los que las bibliotecarias me cuentan que son unos de los mejores y más activos usuarios de las bibliotecas; casi siempre son también personas sin estudios, que se han formado a sí mismas, leyendo todo cuanto caía en sus manos, y que te impresionan por su cultura y a menudo por sus vidas llenas de peripecias no menos librescas. Es algo admirable y dice mucho del papel y la importancia de las bibliotecas públicas.

Un día antes acompañé a Joaquín Carbonell en la presentación de su biografía de José Antonio Labordeta, ‘Querido Labordeta’, que lleva varias semanas siendo número uno en ventas en Aragón. Quien no conozca a Joaquín Carbonell será porque no es maño. Es prácticamente imposible que alguien en Aragón no sepa quién es este cantautor, periodista y escritor, una auténtica institución con quien yo, durante un paseo por las calles y bares de Zaragoza,  más que nunca he podido saber de cerca qué es más que la fama, la popularidad, porque la gente se acercaba a Joaquín a sacarse fotos, a conversar, pero lo hacía con familiaridad, rompiendo las distancias, como si lo sintiera uno de los suyos. 

Joaquín Carbonell, como reza su página web (bueno, reza igual no), como no reza en su página web canta y escribe. Es autor de una decena de discos, como Clásicas y modernas, La tos del trompetista, Tabaco y cariño (qué grandes títulos)… Participó, o podríamos decir que fundó el movimiento de la Nueva Canción aragonesa, junto con La Bullonera y el propio Labordeta. Ha compartido escenarios, mesa y carretera con artistas como Sabina, Aute, Paco Ibañez… Como escritor ha publicado también un buen puñado de libros, y entre ellos varias biografías. Sus dos últimas obras lo han sido, ‘Pongamos que hablo de Joaquín’, sobre Sabina, y esta última ‘Querido Labordeta’, y ambas se han convertido en superventas  por la talla de las biografiados, pero sobre todo por la maestría del biógrafo y su manera de contar. Además Joaquín es periodista (lleva ya un montón de años escribiendo en El Periódico de Aragón, donde realiza una entrevista diaria), agitador cultural… Un culo de mal asiento, en definitiva.

Probablemente haya sido también la persona que más tiempo ha pasado junto a Labordeta, a quien conoció siendo alumno suyo en un instituto de Teruel (en el que compartió pupitres, entre otros, con Federico Jiménez Losantos, que entonces era otro Federico Jiménez Losantos), y después como compañero y amigo a lo largo de toda su vida. Nadie mejor que Joaquín, pues, podía haber escrito una biografía de Labordeta, y de haberlo escrito de ese modo, con ese tono que utiliza  y que nos hace a quien los leemos convertirnos también en compañeros de viaje. En mi caso, por ejemplo, tengo que reconocer que mi relación con Labordeta había sido de algún modo muy colateral (y sin embargo con cierta importancia para mí: Labordeta formó parte del jurado de un premio literario que me concedieron hace años  -el de El Viajero, de El País, gracias al cual pude irme a Manila,  escribir ‘Atrapados en el paraíso’, etc.- y sobre todo Labordeta forma parte de mi imaginario, y yo creo que del imaginario colectivo, con aquella escena en la que mandó a la mierda y llamó gilipollas a algunos diputados del PP, y a muchos de nosotros nos hizo relamernos de gusto y de envidia). Por lo demás, reconozco que tampoco sabía demasiado, ni sobre sus canciones, ni sobre su poesía, que no había profundizado más allá de la imagen del Labordeta de la mochila o del autor del ‘Canto a la Libertad’. Pero todo eso, lo ha solucionado Joaquín, con esta magnífica biografía, en la que nos presenta al músico, al poeta, al viajero, al político, y también al amigo, a la persona, y que se lee con esa sensación de placidez, de sobremesa, ese tono directo, suelto, socarrón a menudo que tiene la prosa de Joaquín. 

La presentación fue algo desangelada, pero se compensó de sobras con una tertulia con Patxo Abarzuza (Elkar), el escritor Carlos Erice y el propio Joaquín, con quien además luego nos fuimos de vinos (con él y con su guitarra)  y pudimos oírle contar anécdotas tan jugosas como los pinchos que nos zampamos (por ejemplo sus encuentros con Leonard Cohen, con quien comparte guitarrista, etc.). Carbonell es otra de esas personas de vida intensa, llena de peripecias, que cada vez que abre la boca te enseña algo. Casi como una biblioteca pública. 



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