ESKORBUTO: HISTORIA TRISTE
(También estaba muy bien y era una joya para la bibliografía eskorbutiana aquella maqueta con fanzine, Ya no quedan más cojones, Eskorbuto a las elecciones, que yo me compré una vez en un puesto del Paseo Sarasate, en Pamplona (a mí me costó 200 pelas y luego la he visto en ferias de coleccionistas a 60 euros) y que me dejé levantar por partida doble: el fanzine por una chica del instituto que me hacía tilín (y me quedé sin fanzine y sin chica) y la cinta, prestándosela a un amigo para que la derritiera el sol en el salpicadero de su furgoneta. ¡Ay!).
Alguien rodará esa película si todavía queda algo de honradez y también de memoria, esa memoria que se pierde entre las páginas de los libros de historia y que sin embargo es la verdadera Historia, la que vivieron los hombres y mujeres anónimos, la de los bares, las fábricas, los bloques de viviendas… La de, en este caso, las calles, las casas ocupadas, las furgonetas de la policía y los siniestros calabozos -algunas cosas nunca cambian-… La historia de una generación perdida, desaparecida, borrada de esa Historia con mayúsculas durante los salvajes y felices años ochenta por aquel holocausto con minúsculas que fue la heroína y el bicho, el SIDA, y también una vida que se quedaba pequeña, aburrida, fea y abocaba por ello inevitablemente a la muerte. Una generación que merece justicia histórica y que, aunque descreída, escéptica, recelosa de etiquetas, idolatrías y cualquier otra palabra que atentara contra la libertad individual, que la diluyera entre una multitud aborregada(las multitudes son un estorbo), tuvo también sus mártires, como Iosu y Jualma, los dos miembros de Eskorbuto muertos en aquel combate contra la rutina y contra aquella emergente democracia de mentirijillas en la que seguía habiendo mucha policía y poca diversión. Una película en tonos grises, oscurecidos por el humo de fábricas que cerraban de un día para otro en la margen izquierda del Nervión, y por la que deambulen de las filas del INEM a los primeros gaztetxes, de las comisarías a las bajeras, jóvenes con pelos largos y caras enfermas que se cagaban en dios, en la patria -daba igual como se llamara- y en un rey por cuya calavera estaban dispuestos a cortarse los testículos.
Entretanto, mientras llega la película, Eskorbuto, al menos ya tiene un libro, una biografía que recoge en buena parte lo que fue la Historia Triste de aquella banda que se hacía llamar la más honrada del mundo. Historia Triste, además de un testimonio histórico de la vida salvaje en los años 80, es una biblia atea para los eskorbutines, los fieles seguidores del grupo, aquellos que en aquella época se convertían en escudos humanos para los hostias que le llovían al mismo tiempo desde todos los lados («En España nos llaman terroristas; en Euskadi nazis», solían decir, pues además de sus enemigos naturales -los militares, los partidos…- se enfrentaron también con lo que ellos consideraban un montaje comercial y político: el Rock Radikal Vasco; arremetieron contra las Gestoras Pro-Amnistía al sentirse desprotegidos tras una detención en Madrid, pasaje del que se da cuenta repetidamente en el libro…), y que pasados los años ven -estos eskorbutines- como muchos de los que en vida odiaban a Iosu y Jualma citan ahora sus frases, aquellas frases que eran puras sentencias.
«Historia triste» reúne una completa biografía del grupo (incluidos algunos memorias del propio Iosu Expósito), todas sus letras, recuerdos de personas que estuvieron próximas a ellos -Fermín Muguruza, Roberto Mosso…-, fotos inéditas, artículos periodísticos… Curiosamente parece que hablar de Eskorbuto forzaba a escribir muy bien (Pablo Cabeza, Josu Arteaga, Oscar Beorlegi), con una profundidad inusitada. Tal vez porque Eskorbuto no era sino una versión encuerada a ritmo punk-rock de la filosofía, las dudas que a lo largo de los siglos han asolado al ser humano: dios, la enfermedad, el sueño, la muerte…
Cabronazo!!!!!!!!
Guárdate todo este material para el futuro, no seas cagaprisas hostiaputa, joder, mecagoentó!!!