En el blog de «El naúGrafo digital» de Eduardo Laporte
Esto escribe Eduardo Laporte (quien anda rematando un libro sobre Cuba que nos tiene caninos), sobre un sarao que montó el Gobierno de Navarra en Madrid y al que acudió gente, digamos, variopinta. Leyendo la nómina de autores me doy cuenta de que los escritores navarros que conozco y con los que soy más afín o mantengo relación, son «exiliados», de un modo u otro: Eduardo Laporte, Hasier Larretxea, Iñaki Echarte, Francisco Javier Irazoki, Miguel Sánchez-Ostiz… Qué cosas.
Acudí al Museo de la Ciudad, metro Cruz del Rayo, Madrid, a la primera edición de ‘Navarra, muestra de literatura 2010’, que se celebra también este martes. Llegué tarde, y ya había empezado la charla de Tomás Yerro, que a mí me parece un Andrés Trapiello foral, al menos desde lejos, porque hay gente a la que sólo vemos de lejos (y oímos de cerca, con esa voz calmada y aterciopelada [suena a tópico pero es que en este caso es así]).
Sacó a relucir Yerro una nómina de autores navarros, en su mayoría poetas, que haría pensar en una tierra elegida por el Parnaso para sembrar el arte escrita. Apunté al vuelo algunos nombres: Ángel María Pascual, Eladio Esparza, Arturo Campión, José María Iribarren, Carmela Saint Martin, María Luisa Elío, Rafael Uríbarri, Patxi Larrainzar, Rafael García Serrano, Pablo Antoñana, Germán Sánchez Espeso, Pedro Lozano Bartolozzi, Miguel Sánchez-Ostiz, Manuel Hidalgo, entre otros. Luego citaría a Ángel Urrutia, Juan Ramón Corpas, Fernando Luis Chivite, Alfonso Pascal, Javier Asiáin y Daniel Aldaya. Ah, y Ramón Irigoyen, presente en la sala y siempre cumplidor con estos actos forales.
Nos hicimos una foto varios de los allí reunidos, entre los que reconocí y saludé, y van más nombres, a Margarita Leoz, que vino desde Pamplona para la ocasión; me presenté a Javier Asiáin, con el que sólo había contacto virtual; vi Germán Sánchez Espeso, con su look años Chicago años treinta; a Jesús Mauleón (que tuvo ponencia y recitó poemas de su La luna del emigrante), y al gran Hervé Alústiza, que me alegró saber que vivía en Madrid y al que le di un abrazo bien a gusto. Hasier Larretxea se perdió esa foto «para la historia», en palabras del delegado Salvador Estébanez, por atender una llamada de cumpleaños, y luego recitó poemas en euskera, con lo de Luces y sombras, tramo final del acto al que no asistí por excusas varias.
También vi por ahí a los almerienses Aureliano Cañadas y su hermano Luis, que mantienen un curioso vínculo con Navarra y su poesía, impropio en estos tiempos de comunidades autónomas tendentes a las fronteras invisibles.
Presente en cierto modo, a través de su libro que es una manera que estar más que honrosa, estuvo Patxi Irurzun, en el stand de libros expuestos, con su adictivo Atrapados en el paraíso, recién traducido al francés por cierto y a la busca de editorial gala.
Mañana, hoy, ayer, más.