BAR PARÍS
Untitled from Aran González-Boza on Vimeo.
Hoy he leído en la contraportada de un periódico local que van a abrir un comedor social en Pamplona, en el bar París de la calle Jarauta; casualidades de la vida, hace unos años empecé una novela (que nunca acabé y que se quedó perdida al fondo de algún cajón) en el que el escenario de fondo era un restaurante de menús económicos, punto de encuentro de vagabundos, prostitutas, locos.. y ese bar, el bar París, en el que a veces me tomaba algunas cervezas en noches de sábados de borracheras impenitentes (de esas que impregnan la ropa con un olor a humo de tabaco solidificado, serrín húmedo y cerveza con tufo a huevo duro), fue uno de los garitos en que me inspiré (era un bar algo desangelado, una pequeña burbuja, en una calle repleta de bares tumultuosos y atronadores, con bebedores solitarios y náufragos de la noche y de la vida en general).
La iniciativa, por lo demás, es encomiable, y parte de la Fundación Gizakia Herritar. En ella participan voluntarios (está abierta a colaboración), sobre todo porque va servir para que cada día unas cuantas personas tengan derecho a algo tan básico como alimentarse dignamente. Como dicen en su web, www.paris365.org, 40.000 personas en Navarra están por debajo del umbral de la pobreza (16.000 de ellas en situación de pobreza extrema); hay que estar muy ciego para no verlo; sin embargo, cuando en ocasiones comento a algunas personas que cada vez es más frecuente ver a gente en Pamplona buscando comida en los contenedores, suelen sorprenderse o incluso negarlo (yo lo veo a menudo en los contenedores que quedan justo tras el ventanal de la oficina en que trabajo, o en los que están a la vuelta de la esquina, al lado de un Caprabo…. Creo que ese es otro de los aspectos importantes de esta iniciativa, que visibiliza una realidad que a menudo se pretende mantener oculta, fiu, fiu, silban algunos, y miran para otro lado, como si esta ciudad fuera Disneylandia.
Quién sabe, quizás aquella novela se queda atorada esperando a que, como sucede tantas veces, la realidad superara la ficción; quizás debiera escribir algo sobre eso, sobre la gente de carne y hueso que va a ese comedor, hablar con ellos, contar sus historias, las de los voluntarios; quizás deba pasarme un día por el bar París.