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FINALISTA DEL SETENIL AL MEJOR LIBRO DE CUENTOS

Sep 7, 2013   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment

Esta semana he sabido que soy uno de los diez finalistas del Premio Setenil, que se da al mejor libro de cuentos publicado en España, con «La tristeza de las tiendas de pelucas». Estoy muy contento. A ver si aún puedo estarlo más.

El jurado del X Premio Setenil al Mejor Libro de Relatos Publicado en España 2013 ha dado a conocer los diez títulos finalistas, cuyo fallo se conocerá a partir de finales del próximo mes de octubre. Este año, el premio ha mantenido la alta participación de ediciones anteriores, registrándose un total de 62 títulos presentados por editoriales y autores de todo el país.
Para conmemorar el 10º aniversario del premio se ha designado el mismo jurado de la primera edición, que lo otorgó al libro Los girasoles ciegos de Alberto Méndez. Presidido por el escritor Juan Manuel de Prada, serán también vocales Ana Luisa Baquero Escudero, profesora de Literatura de la Universidad de Murcia, y Ramón Jiménez Madrid, profesor de Literatura y crítico literario en La Opinión. El acto de entrega del premio tendrá lugar en el mes de diciembre en Molina de Segura.
Los títulos elegidos por la comisión de preselección son los siguientes:
La tristeza de las tiendas de pelucas, de Patxi Irurzun (Pamiela)
Aquí yacen dragones, de Fernando León de Aranoa (Seix-Barral)
Lazos de sangre, de Lola López Mondéjar (Páginas de Espuma)
Interior azul, de Anna R. Ximenos (Fondo de Cultura Económica)
Las batallas silenciosas, de Juana Cortés Amunarriz (Baile del Sol)
Vae victis, de Luis del Romero Sánchez-Cutillas (Tantin)
Vigilias efímeras, de Sergio Coello (Atlantis)
La piel de los extraños, de Ignacio Ferrando (Menoscuarto)
La soledad de los gregarios, de Miguel Sánchez Robles (Diputación de Cáceres)
Polvo en los labios, de Montero Glez (Lengua de Trapo)
El Premio Setenil al Mejor Libro de Relatos Publicado en España, convocado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Molina de Segura y dotado con 10.000 euros, se ha convertido en una referencia nacional imprescindible en el género del cuento. Lo han obtenido en anteriores ediciones: Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez (Anagrama); La vida en blanco, de Juan Pedro Aparicio (Menoscuarto); Parientes pobres del diablo, de Cristina Fernández Cubas (Tusquets); Si te comes un limón sin hacer muecas, de Sergi Pàmies (Anagrama); La marca de Creta, de Óscar Esquivias (Ediciones del Viento); Estancos del Chiado, de Fernando Clemot (Paralelo Sur); Los hábitos del azar, de Francisco López Serrano (Renacimiento); Distorsiones, de David Roas (Páginas de Espuma); y El libro de los viajes equivocados, de Clara Obligado.
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LA TRISTEZA DE LAS TIENDAS DE PELUCAS según INAXIO GOLDARACENA

Ago 8, 2013   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Conocí la prosa de Patxi Irurzun hace un par de años, gracias a alguna revista literaria que publicaba un relato suyo, ganador de algún premio. Después he seguido a distancia su blog (ajustedecuentos.blogspot.com) hasta que hace estos días tuve la oportunidad de leer su última recopilación de relatos, La tristeza de las tiendas de pelucas.
A pesar de conocer ya su estilo, audaz y desinhibido, la sorpresa me ha acompañado en cada relato. Admiro a cualquier escritor o poeta, que sea capaz de asombrarme, y Patxi lo consigue, desde el título (algo que cuida mucho) hasta el punto final (es capaz de todo). En todos ellos mantiene el suspense adherido a un estilo vivo, desenfrenado, con abundantes dosis de humor, de frases largas, donde juega con el lector, a veces asfixiándolo con un ritmo de imágenes y metáforas, otras, haciendo -con excelente maestría- que detenga su mirada en una frase ingeniosa, en una crítica más o menos velada. En este juego, sin distracción, va esculpiendo retratos sociales (El mundo es un autobús), crea personajes surrealistas (Fray Spray) o simplemente se pone en la piel del Príncipe Felipe, contraponiendo en el personaje, humor y ácida crítica.
Patxi es un tío sensible, alguien comprometido que no escribe gratuitamente; en sus relatos dibuja la nostalgia con la precisión de un poeta, denuncia la xenofobia o une en unas pocas líneas el retrato de las clases más desfavorecidas. También un tipo capaz de imaginar unos Sanfermines sin encierros o un Spiderman cuyo traje le tira de la sisa y se le mete por la raja del culo.
Un detalle de su exquisita prosa y aguda reflexión:
Tenían miedo, y el miedo los volvía más vulnerables, aunque pensaran precisamente lo contrario, que los protegía. El miedo no era su escudo, era su puñal clavado en el pecho. Miedo a perder su trabajo de mierda, malpagados y aniquilantes. Miedo a las colas del paro, a los cursillos, a los exámenes que no querían hacer para convertirse en algo que no querían ser…Miedo a perderlo todo mientras se iba perdiendo y ellos participaban en la ceremonia del miedo, votaban, miraban la tele, el fútbol, los programas de corazón, su Twiter… o mientras se dirigían, como algunos de los que iban en ese autobús- aunque yo entonces no lo sabía-, a espantar su miedo agitando banderas al paso de un príncipe, un jefe de las fuerzas armadas, un generalísimo, un extraterrestre, con el que lo único que tenían en común era que nunca se habían mirado de verdad en el espejo.

http://halcondelanoche.wordpress.com/2013/06/17/la-tristeza-de-las-tiendas-de-pelucas-patxi-irurzun/

Ruben Castillo reseña «La tristeza de las tiendas de pelucas»

Jul 12, 2013   //   by admin   //   Blog  //  No Comments


De vez en cuando, rebuscando entre los libros que las mesas de novedades nos ofrecen, se encuentran sorpresas agradables. Es lo que me ha ocurrido a mí con La tristeza de las tiendas de pelucas, de Patxi Irurzun (Pamplona, 1969), una colección de relatos muy sólidos que he leído con auténtico interés. Lo primero que me llamó la atención fueron los títulos chocantes de algunos de los cuentos (“Mi padre, los libros Reno, Ned Flanders y los beats, todo en la misma frase”, “El año de la lengua azul en la ciudad del mundo al revés”, etc), pero pronto me convencí de que tales marbetes no escondían humo narrativo, ni extravagancias de jovencito rompedor que juega a epatar pero luego no ofrece nada a cambio, sino páginas de brillante contenido e impecable ejecución, donde muchos frentes temáticos eran abordados con maestría: la condición metafórica de un vehículo urbano (“El mundo es un autobús”); las realidades angustiosas que se pueden esconder bajo un disfraz aparentemente risible o patético (“El vértigo de Spiderman”); una escena de bar que podría haber rodado Luis García Berlanga (“¿Para qué vamos a perder el tiempo hablando si podemos arreglarlo a hostias?”); secuencias donde el humor, la modernidad y hasta una cierta truculencia conviven sin fricciones (“Fray Spray”); la decadencia irremediable de una antigua estrella del pop juvenil de los años 80 (“Superpop o La tristeza de las tiendas de pelucas”); el modo en que la situación actual golpea a los más jóvenes (“Trigesimoquinta crisis”); crónicas de fracasos personales que nos deparan una sorpresa última (“Peaje”); cuentos donde se coloca a Felipe de Borbón como uno de los narradores (“Espejo de príncipes”); y hasta una historia donde la inquietud o la zozobra nos pueden llevar hasta las fronteras del horror (“El censo del miedo”).


Creo que estamos ante un buen libro de relatos, donde se advierte la solvencia técnica del autor y donde se percibe que sus posibilidades literarias (apenas sobrepasa los cuarenta años) son más que interesantes. Yo, desde luego, voy a estar atento a sus producciones a partir de ahora.

http://rubencastillo.blogspot.com.es/2013/07/la-tristeza-de-las-tiendas-de-pelucas.html?spref=fb

LA TRISTEZA DE LAS TIENDAS DE PELUCAS EN ‘CON L MAYÚSCULA’

Jul 12, 2013   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Me encanta la sensación de coger un libro al azar sin apenas saber nada del autor o de su estilo y comenzar a leer. Y ver que te interesa. Que su prosa es desinhibida, fresca, políticamente incorrecta, muy oral. Y que, bajo esa capa de cinismo que pulula por sus páginas, se esconde un agudo observador de esta sociedad cada vez más debilitada y hecha añicos. Porque Patxi Irurzun no deja títere con cabeza y arremete contra los diferentes estratos, desde el alcalde medio cacique hasta la monarquía.
En los cuentos que componen esta colección, podemos hacer una escisión entre los más puramente desenfadados y surrealistas, como son El año de la lengua azul en la ciudad del mundo al revés, donde una enfermedad que afecta a las reses provoca que en los San Fermines de ese año se corra delante de avestruces y, en lugar de corrida vespertina haya un encuentro Madrid-Barça con las camisetas intercambiadas; Reliquias y jorobas, que me ha parecido un cruce entre el Hunter S. Thompson de Miedo y asco en las Vegas y cualquier autor de la generación beat; y,¿Para que vamos a perder el tiempo hablando si podemos arreglarlo a hostias? narrado a modo de Western donde el alcalde y el inmigrante senegalés se baten en duelo por ver quién hará de Baltasar en la cabalgata de reyes. 
Por otro lado, tenemos una serie de textos que, sin perder un ápice de frescura y acidez, critican con fiereza la realidad social que nos ha tocado vivir. Así, tenemos un par de relatos como El vértigo de Spiderman Trigesimoquinta crisis donde el tema a tratar es el paro. En el primero, un antiguo trabajador del banco tiene que malvivir disfrazado de Superman después de que la compañía le echara. En el segundo, una joven pareja se tambalea ante la falta de trabajo de él. Y, por encima de estos dos cuentos, Peaje, el mejor texto de este libro, donde se nos narra la vergüenza que puede llegar a sentir una persona por el hecho de haber perdido su trabajo y, con ello, sus «privilegios» de clase social media.
Otros cuentos, como El mundo es un autobús, muestra una realismo existencial y pesimista solo llevadero por el amor. Si bien es un tanto tópico y el desenlace es un poco tramposo, funciona como relato. O Fray Spray, sobre la corrupción política, los favores entre unos y otros y la especulación inmobiliaria.
Relatos todos ellos apegados a una inmediatez, la del aquí y el ahora, llenos de humor irreverente y desopilante que esconde mucha más rabia de la que cabe esperar. Así que no se dejen engañar por la aparente diversión y agilidad de los textos, pues esconden lanzas afiladas que se clavan con facilidad en las conciencias.

Una reseña de Milagros López o las pelucas se van a la playa

Jul 12, 2013   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Foto: LA TRISTEZA DE LAS TIENDAS DE PELUCAS de Patxi Irurzun  Me constan la gran difusión e increíble acogida que ha tenido este libro de relatos pero no quería dejar de hacer mi propia valoración y recomendarlo para los ratos de playa y piscina que el estío nos propicia. En mi caso me ha acompañado en La Manga. Ofrece el libro una amplia variedad de relatos tanto en contenido como en estilo pero, eso sí, todos cautivadores y con la capacidad de dejarte algo en qué pensar, algo que sentir,  algo que reivindicar, unas risas o quizá hasta unas lágrimas. El estilo es dinámico, contundente, de sintaxis bien urdida. Sorprende su facilidad para las imágenes irreverentes y un tanto escatológicas (que se escandalice el más pazguato, los demás echaremos unas risas): “el fin de semana había pasado en un suspiro (…) un pedo de una mosca con resaca”;  “empezó a llover (…) unas gotas gruesas y redondas, espesas (…) como si alguien le hubiera hecho una paja a dios en el cielo”. Inevitable, pues, que recuerde a Bukowski en un par de ocasiones. De su pluma ágil nos vamos encontrando con personajes desfavorecidos y enternecedores como Amadú, Fray Spray,… y a sus contrapuestos odiosos (justos vs. villanos): el concejal alcohólico vestido de rey negro Baltasar frente al senegalés valiente y emprendedor; la iglesia y otras administraciones que son capaces de desviar el camino de Santiago frente al frailecillo y su bote de spray. Personajes que nos producirán una mezcla de guasa y compasión: Güan, redactor de guías turísticas, haciendo la crónica de unos disparados sanfermines; Bruno, estrella del pop de los 80 venida a menos por el acoso de los chicos de Verano Azul y su insoportable musiquita… Y personajes desahuciados por la sociedad que, sin duda, abren una brecha en la tranquilidad de nuestras vidas: muy alto el “peaje” del abandono y la pobreza en la mamá que opta por la supervivencia a cualquier coste; inolvidable el parado que se viste todos los días de Spiderman para combatir la crisis en la clandestinidad; hasta el príncipe Felipe nos inspira compasión atrapado en su rol monárquico derribado por un estrambótico personaje que viste ¡una camiseta con Louis-Ferdinand Céline! No obstante, tras todos los relatos late un gran corazón, ternura frente a la crítica, humanidad frente al abuso. Será por ello que Patxi Irurzun decide hacerse niño en el último relato y acabar el libro con la inocencia que se merece toda infancia. Subscribo las palabras de David Benedicte en la contraportada: “humor y transgresión no están reñidos con la buena literatura”.

Me constan la gran difusión e increíble acogida que ha tenido este libro de relatos pero no quería dejar de hacer mi propia valoración y recomendarlo para los ratos de playa y piscina que el estío nos propicia. En mi caso me ha acompañado en La Manga.
Ofrece el libro una amplia variedad de relatos tanto en contenido como en estilo pero, eso sí, todos cautivadores y con la capacidad de dejarte algo en qué pensar, algo que sentir, algo que reivindicar, unas risas o quizá hasta unas lágrimas. El estilo es dinámico, contundente, de sintaxis bien urdida. Sorprende su facilidad para las imágenes irreverentes y un tanto escatológicas (que se escandalice el más pazguato, los demás echaremos unas risas): “el fin de semana había pasado en un suspiro (…) un pedo de una mosca con resaca”; “empezó a llover (…) unas gotas gruesas y redondas, espesas (…) como si alguien le hubiera hecho una paja a dios en el cielo”. Inevitable, pues, que recuerde a Bukowski en un par de ocasiones.
De su pluma ágil nos vamos encontrando con personajes desfavorecidos y enternecedores como Amadú, Fray Spray,… y a sus contrapuestos odiosos (justos vs. villanos): el concejal alcohólico vestido de rey negro Baltasar frente al senegalés valiente y emprendedor; la iglesia y otras administraciones que son capaces de desviar el camino de Santiago frente al frailecillo y su bote de spray. Personajes que nos producirán una mezcla de guasa y compasión: Güan, redactor de guías turísticas, haciendo la crónica de unos disparados sanfermines; Bruno, estrella del pop de los 80 venida a menos por el acoso de los chicos de Verano Azul y su insoportable musiquita… Y personajes desahuciados por la sociedad que, sin duda, abren una brecha en la tranquilidad de nuestras vidas: muy alto el “peaje” del abandono y la pobreza en la mamá que opta por la supervivencia a cualquier coste; inolvidable el parado que se viste todos los días de Spiderman para combatir la crisis en la clandestinidad; hasta el príncipe Felipe nos inspira compasión atrapado en su rol monárquico derribado por un estrambótico personaje que viste ¡una camiseta con Louis-Ferdinand Céline!
No obstante, tras todos los relatos late un gran corazón, ternura frente a la crítica, humanidad frente al abuso. Será por ello que Patxi Irurzun decide hacerse niño en el último relato y acabar el libro con la inocencia que se merece toda infancia.
Subscribo las palabras de David Benedicte en la contraportada: “humor y transgresión no están reñidos con la buena literatura”.

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