Este es mi primer libro. 1989. Veinte añicos, tenía. Diez cuentos, escritos entre los 16 y los 19. Y un premio, para empezar. El VI Premio Tomás Salvador de narrativa (Premios Ciudad de Palencia 1989). Publicación (Ayuntamiento de Palencia) y 75.000 pesetas (de las de entonces).
Uno de los relatos, La línea amarga, es el primer cuento que escribí con intención estética, o algo así. Tenía 16 años. Antes, claro, estaban las redacciones de los viernes, los cuadernos garabateados en casa, llenos de monigotes… Entre los 16 y los veintitantos escribí cuentos por un tubo. Unos trescientos. De los primeros de todos, los diez de Cuentos de color gris son una buena muestra.
Ahora los leo y me da vergüenza, los errores, la grandilocuencia, la autodestrucción y el victimismo adolescente, pero también están la frescura, la rabia, el descaro… En esos cuentos creo que se apunta mucho de lo que ha venido después. Es pura arqueología, y el libro descatalogado, inencontrable. Seguramente todo esto a nadie más que a mí interese, pero nunca se sabe… Con las 75.000 pesetas me fui a un viaje de estudios a Marruecos, para el que no tenía dinero (yo nunca he tenido dinero). Eso me ha pasado después más veces, con otros premios y libros. La literatura no me ha dado para vivir, pero me ha permitido viajar.Y están también, en esos cuentos, la tristeza, el humor, la preocupación social, el gusto por los personajes hechos añicos, por los débiles, por los derrotados y por los que siguen luchando…
Suena pomposo y manido, como una solapa promocional, pero creo sinceramente que es así, que eso forma parte muy importante y muy definida de mi obra. (Mi obra ¡ooooh!). La línea amarga lo recuperé para La tristeza de las tiendas de pelucas con el título El mundo es un autobús, casi 25 años después, y para mi sorpresa, a muchos lectores no les desentonaba con el resto de relatos. ¿Eso será bueno o malo?