Hace unos días, en una entretenida y divertida conferencia sobre la
relación de la pelota vasca con la Iglesia, el ponente, Santiago
Lesmes, iniciaba su intervención botando una pelota contra el suelo
(que era además el del refectorio de la Catedral de Pamplona) y
hablando del poder evocador de los sonidos, capaz de retrotraernos a
otras épocas de nuestra vida, de remover recuerdos, de unirnos
incluso de una manera atávica con la tierra o con nuestros
ancestros… Hay algo de todo eso en el repique y el eco, como un
disparo, de una pelota contra el frontón: la piedra, el cuero, el
impacto contra la chapa cuando se yerra el golpe (los errores siempre
resultan más estruendosos).
Al escuchar a Lesmes comencé a pensar en mis propias magdalenas
acústicas de Proust y me acordé, por ejemplo, del bote de un balón
de baloncesto. Durante muchos años de mi infancia y adolescencia el
baloncesto fue mi vida, todo giraba alrededor de él, y ese sonido lo
percibía como el latido de un corazón. Años más tarde viví
durante algún tiempo en un piso cuyas ventanas daban a unas pistas
con canastas en las que a todas horas había grupos de chavales
jugando. A algunos de mis vecinos aquel ruido les molestaba. A mí,
por el contrario, me gustaba, me tranquilizaba, era una especie de
cordón umbilical que me conectaba con mi juventud. A nadie le
molesta el sonido de su propio corazón.
Las evocaciones acústicas, no obstante, no siempre o no solo traen
buenos recuerdos, a menudo dejan en la memoria un regusto agridulce.
El ruido de una llave en la cerradura puede suponer un alivio para
quien espera con los ojos abiertos y el alma en vilo el regreso de
una hija o un hijo desde los abismos de la noche, pero también puede
ser angustioso para quien ha vivido algún infierno doméstico.
El inventario de sonidos terroríficos o inquietantes podría ser
interminable: el tic-tac de un reloj de pared en una noche blanca de
insomnio, el murmullo peligroso de las muchedumbres, la canica o la
moneda rodando en el piso superior, el rumor del viento despeinando
los árboles antes de la tormenta, el rugido de los estómagos en los
exámenes, las toses recorriendo los pasillos en las noches de
hospital, el ulular de las ambulancias atravesando la ciudad, la
llamada telefónica en mitad de la madrugada…
Aunque puestos a evocar, ¿por qué no quedarnos -volviendo al
baloncesto- con el suspiro de la red tras una canasta limpia? ¿O por
qué no con el aplauso fervoroso y unánime al artista talentoso, con
la carcajada contagiosa como un virus, con el chorro vigoroso de la
orina largamente contenida? ¿Y por qué no, en fin, con algunos
sonidos en peligro de extinción: el crujido de la aguja sobre el
vinilo, el chiflo del afilador, el remache de la tecla de la máquina
de escribir poniendo el punto final de un artículo?
Entre el 6 y el 28 de septiembre se celebra en Iruñea el Salón del Cómic de Nafarroa. Es ya la decimoquinta edición y en esta ocasión han bordado, literalmente, el cartel, con la presencia de invitados como la autora de dicho cartel, Bea Lema, una docena de exposiciones o algunos descubrimientos sorprendentes, como el de la joven promesa local Josefina Altuna, de 91 años.
Mientras a solo unas horas del inicio del Salón del Cómic de
Nafarroa, su director Javier Pérez de Zabalza, atiende alguna
llamada o da los últimos toques a alguna de la exposiciones que
ocupan las tres plantas del Palacio de Condestable de Iruñea, su
cabeza está ya puesta en la edición del próximo año. Esta es la
decimoquinta cita del que es ya un evento cultural asentado en la
ciudad y también en el mundillo del cómic estatal, pero que a pesar
de su veteranía mantiene toda la efervescencia, frescura e ímpetu
propios de los quinceañeros. Pérez de Zabalza no cree que sea él
quien deba decir que el Salón es un festival de referencia para los
autores y aficionados al noveno arte pero sí reconoce que a los
artistas no les cuesta demasiado acercarse a una capital de
provincias, pequeña y apañada, como Iruñea. “Creo que en parte
tiene que ver con que los tratamos muy bien. Como el festival es
largo, dura casi un mes, podemos recibirlos por separado, llevarlos
de un lado a otro, incluso a veces emborracharnos con ellos.
Nosotros, en el fondo, somos fans y estamos encantados de conocerlos,
esa es de hecho una de las principales motivaciones para invitarlos”.
El kiliki Demonio y los bordados de Bea Lema
Por el Salón del Cómic, organizado por la Asociación de ilustradores navarros TIZA, además de la nutrida y talentosa escena local, han desfilado a lo largo de sus diferentes ediciones lo más granado del cómic estatal (Paco Roca, Alfonso Zapico, Flavita Banana…) y también estrellas internacionales como Edmond Baudoin. Y este año la programación no le va a la zaga. La gallega Bea Lema, autora de la premiadísima El cuerpo de Cristo, una novela grafica publicada por Astiberri en la que aborda una dura historia familiar utilizando de manera brillante recursos gráficos como el bordado a mano, ha recurrido también a esa técnica artesanal para elaborar el cartel anunciador, en el que ha elegido como protagonista al kiliki Demonio de Irurtzun. “Ha sido una sorpresa, nosotros esperábamos una ilustración y nos hemos encontrado con este bordado, que ella misma ha hecho, al igual que en su cómic. En el Salón vamos a aprovechar ese recurso y a Bea Lema la tendremos impartiendo un taller de arpilleras en Condestable el 14 de septiembre, y el día anterior en el Museo del Carlismo de Lizarra dialogando con Esther Vital, directora de cine navarra que también está utilizando bordados en sus obras de animación”.
El increíble Hulk en el balcón de Condestable
Talleres, charlas, firmas y encuentros con autores… La lista de eventos es larga. En lo que se refiere a las exposiciones, este año son diez, “doce si tenemos en cuenta los escaparates que algunos ilustradores locales están pintando en comercios de la ciudad o la expo virtual que recogerá las crónicas gráficas que van a realizar alumnos de la Escuela de Artes de las diferentes charlas”, aclara Pérez de Zabalza. El Palacio de Condestable, en la Calle Mayor de Iruña, a uno de cuyos balcones se asoma durante estos días una figura fallera del Increible Hulk, será la sede que acogerá todas estas expos, como por ejemplo la del humorista gráfico e ilustrador Riki Blanco, “un autor brillante, muy versátil y superocurrente, con una mente muy loca”, quien junto con Candela Sierra ofrecerá además una performance sorpresa -ni siquiera los propios organizadores saben en qué consistirá- titulada Nanoespectáculo el día 18 a las 19:00h.
Los tatoos de Josefina Altuna Otra de las exposiciones, la dedicada a la artista local Josefina Altuna, es una de las más sorprendentes y entrañables de este año. Iruindarra de 91 años, Josefina ha dibujado desde que era una niña. Su obra fue redescubierta por su propio nieto, Mikel Edorta López de Vicuña, quien se recordaba a sí mismo de txiki compartiendo lápices con su amatxi y que, ya adulto, se sorprendió al comprobar que Josefina no había abandonado nunca su pasión y quiso compartir las ilustraciones de su abuela -pequeñas y coloridas ilustraciones de carácter naif, cercanas al arte bruto u outsider– en redes sociales. Mikel Edorta regenta un estudio de tatuaje, Aizkora, en el barrio de la Navarrería de Iruñea, y de inmediato comenzó a recibir encargos de clientes que querían tatuarse los dibujos de Josefina. Recientemente, sin ir más lejos, uno de los artistas más destacados de la pujante escena de música urbana de la capital navarra, Hofe, ha estampado en su piel un diseño de Josefina Altuna. Una bonita historia que podremos conocer de primera mano con el propio Mikel Edorta el día 17 a las 19:30h en Condestable, y cuyo carácter intergeneracional se suma el taller que otro ilustrador iruindarra, Belatz, impartirá en la Casa de Misericordia, en la que residentes de la tercera edad compartirán sus experiencias con menores tuteladas por la asociación Haziak.
Haciéndose el sueco por Iruñea
Pero si la historia de Josefina Altuna resulta increíble, no lo es menos la del dibujante sueco Charlie Christensen. Autor de éxito en su país, donde su personaje Arne Anka, una parodia del Pato Donald, es toda una institución, lleva viviendo, convertido en un auténtico desconocido, en Iruñea desde 1988 (ha vivido, de hecho, más tiempo aquí que en su país natal). “Para que te hagas una idea -nos cuenta el director del Salón- hay una película que fue candidata a los Oscar, La peor persona del mundo, en la que el protagonista es un dibujante, y en la que los dibujos que salen son suyos, por ejemplo, con un guiño a su obra que los suecos reconocen inmediatamente. Por aquí Christensen no es conocido, porque no está traducido, pero en la expo que le hemos dedicado sí hay algunas páginas en castellano y además unos pequeños textos que ha hecho y que explica el origen de algunas de sus historias y en algunas de las cuales hay cosas que tienen que ver con Pamplona”. Además de la exposición, Christensen mantendrá una entrevista con público moderada por el propio Javier Pérez de Zabalza el día 20 a las 18:30h, también en Condestable.
El reloj de la estación de autobuses
A Charlie Christiansen se le puede considerar, en cierto modo, un autor local, y una de las características del Salón es reconocer y reivindicar el talento autóctono (el propio Christiansen fue autor del cartel de una de las primeras ediciones del festival). Las vías para ello, además de las exposiciones, charlas, talleres, es la edición del fanzine Zart!, con historietas e ilustraciones de dibujantes navarros y que en este número, el sexto ya, está dedicado a las calles y barrios de Iruñea. Pero en esta edición, además, podemos encontrar otra publicación, Las lámparas llegaron sin novedad, que ha visto la luz con la ayuda del Instituto Navarro de la Memoria, y en la que colaboran en una obra colectiva diecisiete artistas navarros. “La idea parte de algo que hicimos el año pasado en Geltoki, la antigua estación de autobuses”, explica Pérez de Zabalza. Sergio Biurrun “Amplio” escribió un guion a partir de una historia real que sucedió allí, la del militante de izquierdas y republicano Enrique Cayuela, quien tras el golpe militar del 36 se ocultó en el hueco del reloj de la estación, donde permaneció tres meses, antes de poder huir a Iparralde. Cada autor dibujó una página del guion “in situ”, sobre unas planchas, y como nos pareció que quedó una cosa chula lo propusimos al Instituto de la Memoria, que ha editado 2000 ejemplares”. Ambas publicaciones, que se distribuirán de manera gratuita, se presentarán el día 11 de septiembre.
Como colofón el día 28, también
en Geltoki, donde se gestó Las
lámparas llegaron si novedad,
se celebrará Komikitoki, una feria de autoedición y de segunda mano
-con caricaturas, Djs, murales participativos, un podcast sobre
fanzines y otras sorpresas-, que supondrá el finde fiesta de este XV
Salón del Cómic de Nafarroa, cuya programación completa se puede
consultar en www.salondelcomicdenavarra.com