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Archive from marzo, 2013

MANTEO

Mar 31, 2013   //   by admin   //   Blog  //  No Comments



Yo a favor del escrache no estoy. Estoy más a favor del manteo. Me parece evidente que no se trata de denunciar lo que está pasando (la que está cayendo, dicen algunos con tibieza; no está cayendo nada, están tirando, a veces a matar y de las peores formas). Ahora se trata de hacer pagar a los responsables y también parece evidente que la justicia no es igual para todos (que quien proclame que la justicia es igual para todos sea, por ejemplo, el rey de España ya es más que suficiente para pensar lo contrario). Mantear de vez en cuando a un mangante me parece un buen escarmiento. Se le puede poner casco y todo. Porque los mangantes, los mafiosos, los mireustés, los demócratas de toda la vida, pueden estar más que satisfechos con el respeto y el civismo que están demostrando quienes viven al borde de la desesperación. Ellos mismos deberían estar al favor del escrache porque el escrache es lo menos malo que les puede pasar y no voy a decir que se merecen porque igual no se puede (o porque si se dice algo igual eres de la ETA; a propósito de eso también hay que decir que la estrategia tampoco es nueva y que hay muchos que han cargado durante ese sambenito injustamente durante mucho tiempo sin que nadie abriera la boca). El escrache es, en definitiva, un gesto de buena educación, que no se quejen tanto.

ENTREVISTA EXCLUSIVA A R.U.T.A.

Mar 29, 2013   //   by admin   //   Blog  //  No Comments



La entrevista que hice a R.U.T.A, el grupo de punk flok polaco, para GARA. La rabia y la indignación hechas música. Si quieres leer alguna otra en castellano, creo que de momento no las vas a encontrar. Abajo dejo un despiece que no sale en el periódico y que da algunas indicaciones para conseguir sus discos

MACIEJ SZAJKOWSKI | LÍDER DEL GRUPO POLACO R.U.T.A.

«Algunos nos vieron como expresión del movimiento indignado polaco»

El grupo polaco R.U.T.A. ha publicado dos discos con canciones tradicionales de revuelta y miseria en los que fusionan folk y punk. Es una de las formaciones emergentes de una Europa del Este cada vez más dinámica en todos los estilos, aunque surgen con fuerza el rock y el metal extremo. Con R.U.T.A. tocó el año pasado Esne Beltza en Polonia, quienes llegaron a colaborar en algún tema.

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Patxi IRURZUN | IRUÑEA
A veces sucede. Estás escuchando la radio, o mejor dicho, la radio está puesta de fondo, y algo se abre paso y te agarra de la oreja, tira con fuerza de ti, te calienta la cabeza con el hervor de lo nuevo, o de lo perdido, entra dentro y pincha en las vísceras más sensibles… Para mí fue el caso de R.U.T.A., el grupo polaco de folk-punk.
Sus canciones son la rabia convertida en música. Al oírlas por primera vez, en Discópolis, el legendario programa de Radio 3, fue como si desde el mar de las ondas herzianas una tripulación pirata se lanzara al abordaje con el cuchillo entre los dientes; como si a lo largo de siglos de pobreza y dominación todos los desheredados de la tierra se abrieran paso clamando justicia y venganza. De hecho, ese es el subtítulo de su primer disco «Gore: canciones de rebelión y miseria, siglos XV-XX», en el que recuperan temas tradicionales de la Europa del este y los pasan por la patina del punk. En su segundo trabajo, «Na uschod», no solo repiten la fórmula (violines, violas, panderos y otros instrumentos tradicionales a ritmo hardcore) sino que además invitan a participar a numerosos músicos (leyendas del punk polaco como Pawel «Guma», estrellas de la música folk como la bielorrusa Nasta Niakrasava, etc.) y acompañan el disco con un libro de 120 páginas en el que varios escritores y especialistas escriben sobre feudalismo, revueltas campesinas, anarquismo…
Los discos de R.U.T.A., desgraciadamente, de momento no están editados por estos lares (R.U.T.A., sin embargo, ha tocado junto al grupo vasco Esne Beltza y muestra su apetencia por dejarse ver por Euskal Herria; y, por supuesto, sus canciones se pueden comprar en Internet), pero el impacto al oír su música hace inevitable nuestro interés y tras perseguir durante meses a Maciej Szajkowski, cabeza visible y principal artífice de R.U.T.A.; tras acosarlo por Facebook, Myspace, con traductores virtuales y de carne y hueso, a lo largo de varios continentes conseguimos dar con él y entrevistarle para GARA.
Por aquí no sabíamos mucho sobre R.U.T.A., pero toparse de repente con su música proporciona altas dosis de energía y se hace obligatorio indagar más. Cuéntenos algo sobre el grupo y sobre estos discos.
R.U.T.A. es más que un proyecto musical. También es un proyecto histórico, y un manifiesto educativo y humanista que reivindica la emancipación y la igualdad. Intentamos revisar la historia, y relacionarla con el presente. Abordamos temas en cierto modo inexplorados del pasado y la forma en que podemos hablar hoy de ellos. Buscamos la raíz de algunos problemas, cómo su visión ha sido alterada a lo largo del tiempo, cómo se han ocultado, todo ello hasta llegar a la fuente de cierto estado de ánimo en las clases populares que podrían tener un impacto en nuestra condición mental y espiritual de hoy en día. Para mí se trata sobre todo de un viaje a las fuentes, la respuesta a esa actitud del campesino que llegaba a la ciudad y escupía sobre sus orígenes, se avergonzaba de él, lo silenciaba o ridiculizaba. Nosotros, frente a eso, nos encontramos con el lirismo de las viejas canciones de rebelión y su increíble fuerza. Al escucharlas por primera vez sentimos escalofríos y fue como si un relámpago iluminara todo a nuestro alrededor..
¿Es fácil convertir la rabia en la música? ¿Cuál es estilo que más se ajusta a la ira y la rebelión: el punk, el hardcore, el folk, la mezcla de todos?
R.U.T.A. es una fusión de diferentes estilos basados en el canon de punk rock y hardcore, pero tocada con instrumentos acústicos y tradicionales, que se empleaban en las comunidades rurales y eran una expresión de dolor, amargura, frustración, ira. El rock es también una emanación de la energía, salvaje y casi tangible. Me gustan especialmente sus variedades más extremas, el hardcore, el punk-rock, pero, sobre todo, lo que más valoro en esta escena es un sentido de comunidad, solidaridad, amistad, libertad, lucha, que en la banda tratamos de llevar a la escena folk. El folk, por otra parte, siempre ha sido guerrero: Joan Baez, Bob Dylan, y otros músicos anteriores. Era una música de protesta, que demostraba su desacuerdo con el orden existente. A mí cada vez me irrita más lo que está sucediendo a nuestro alrededor y me pareció que sería bueno recurrir a los instrumentos y textos antiguos, revisarlos y darles un mensaje positivo. Con el puño cerrado, sí, y clamando venganza pero también utilizando la creatividad para construir, conocer, avanzar… De hecho, tras el estreno de «Gore» algunos críticos quisieron ver en nosotros una expresión del movimiento indignado polaco.
¿Creen entonces que esos cantos de rebelión y miseria tienen plena actualidad?
Publicamos «Gore» y el mundo empezó a cambiar rápidamente (risas). Comenzó la Primavera Árabe, Grecia, Portugal, el 15M en España, Catalunya… Estamos viendo también algunos cambios en Ucrania, Bielorrusia y Rusia. El mundo es un organismo interdependiente, aunque no nos demos cuenta: y eso es algo que debemos tener en cuenta y a lo cual todos podemos contribuir.
¿Veremos pronto a R.U.T.A. por Euskal Herria?
¡Nos encanta el País Vasco! Su música, el lenguaje, la gastronomía, especialmente su gente. Además, tocamos en dos conciertos junto al grupo Esne Beltza aquí en Polonia. ¡Nos encantaría visitarla!
***
Baladas sangrientas, himnos furiosos, canciones de venganza, sobre la horca, la vida en el campo, sobre la dignidad de los campesinos, contra el feudalismo y la iglesia… Los dos discos de RUTA (Gore y Na Uschod) rebosan visceralidad e ira, poesía popular y música primitiva, tan primitiva como la injusticia y la revuelta, como el hambre y la sangre. Se puede escuchar al grupo en su myspace:  http://www.myspace.com/ruta-gore y comprar sus discos en http://www.karrot.pl/nauschod y http://www.karrot.pl/gore

E.T. SUBIENDO POR LA CUESTA DE SANTO DOMINGO

Mar 29, 2013   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

Mi colaboración de este mes para blogsanfermin.com
Por entonces yo vivía en la Rotxapea, no es como ahora que técnicamente no soy pamplonés (ahora vivo en Sarriguren), pero ya entonces empezaba a ver las fiestas un poco desde fuera, o más bien era al revés, ellas me veían a mí como un intruso. Me di cuenta el día que alguien nos invitó a ver el encierro en un balcón de Santo Domingo y subimos andando por la cuesta. Yo llevaba a mi hijo colgado a la espalda en una de esas mochilas para padres guais. H tendría unos 8 meses, su cabeza era una pelotica y era lo único que se le veía asomando por ahí atrás, eso y sus dos ojos, enormes y mirándolo todo, como dos periscopios
—¡Un niño, un niño! —le señalaba la turba que esperaba a que dieran las ocho, envuelta en una manta sucia e invisible que olía a vino, tabaco, sobacos insumisos, pedos nucleares y anónimos entre la multitud, serrín de los bares…
—¡Un niño, un niño! —repetían los que se volvían a mirar, con los ojos como surtidores de  kalimotxo y sonrisas psicotrópicas.
Parecía que  en lugar de un niño H fuera un extraterrestre, o la Barcina quitándose la peluca de rastas, o Moisés atravesando el mar rojo (porque lo cierto es que a nuestro paso la calle se despejaba milagrosamente). Toda aquella chavalería podía pasarse días (o más bien noches, yo recuerdo sanfermines de vampiro en que la única luz que vi fue la de los bares y la de los mecheros) sin cruzarse con un niño. Yo por el contrario veía niños a todas horas, niños cagando, niños llorando, niños pidiendo a gritos biberón (por entonces solo tenía un hijo, pero es que era muy movido).
Los niños, en definitiva, estaban desterrados de la noche y del vocabulario de los menores de treinta años, quienes tampoco tenían ni idea de que existían otros sanfermines, los sanfermines de día, los sanfermines en Salou, los sanfermines con silleta… Una puta mierda todos ellos, una excusa, lo que dice uno para consolarse cuando se ha hecho viejo. No hay nada que se pueda comparar a tener veinte años y salir a quemar la ciudad, a beberte hasta el agua de los floreros, a follar como un jabato (ah, no, esto no, siempre se me escapa, siempre se me olvida que estamos en Pamplona). Claro que ahora no me metería en una máquina del tiempo ni loco, me quedo con mis extraterrestres y sus periscopios y con mis sanfermines de forastero sarrigunense. Pero comparable, lo que se dice comparable a aquellos sanfermines, nada. A mí que no me jodan.
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