Bien, pues aquí estamos después del kit-kat sanferminero, esa burbuja que nos aisla a los pamploneses del resto del mundo durante estas fiestas «sn igual» No ha pasado gran cosa, de todos modos en estos días. Aunque uno constata que uno tiene que hacer que las cosas pasen, pues en cuanto se relaja, todo se detiene, no hay emails, no hay noticias. Me gusta mucho, me pone de muy buen humor, y viene al pelo, esa canción del último disco de Los delinqüentes, ¿Quién es más poderoso, el aire o el fuego?, que dice:
«Si te quedas sentado, todo se pierde, no solo vale con soñar, siempre puedes seguir luchando».
El caso es que estos sanfermines han sido algo raros, por una serie de circuntancias personales y también porque hicimos otro kit-kat, un kit-kat dentro del kit-kat, y durante cuatro días nos fuimos con los críos a la Warner, en Madrid. Huyendo de la avalancha. (Idea por si algún día vuelvo a escribir un cuento sanferminero: unos sanfermines sin pamploneses, con la ciudad abandonada a los bárbaros que vienen a quemar o a inundar en pis la ciudad sin ley).
Yo este año ni siquiera me he emborrachado como dios manda, ni un solo día. Así que tampoco he podido estrenar las pastillas contra la resaca que me enviaron los de Imprextom, después del plagio de la portada de Resaca y del acuerdo amistoso. Claro que tampoco sé si me hubiera atrevido, después de algunos comentarios que he leido por ahí de gente que dice que jiña verde tras tomarse el R-21. A propósito de las pastillas contra la resaca y de otro episodio de plagio, este en toda regla, fusilando a mi amigo Pepe Pereza a plena luz del día, José Ángel Barrueco, escribió el post que reproduzo a continuación en su blog. (Arriba una foto cutre de las pastillas milagrosas, abajo la deliciosa canción de Los delinqüentes con la no menos deliciosa Julieta Venegas).
Plagios en la red
Deberíamos hacernos varias preguntas sobre los contenidos que colgamos en internet, sean literarios o audiovisuales. ¿Cuánta gente se dedicará a plagiar el trabajo ajeno? ¿Cómo podemos evitar ese robo de documentos? ¿Cuántas veces habremos sido plagiados (y me refiero a cualquiera que posea un blog o una página web o a cualquiera que cuelgue su trabajo en la red) en el ciberespacio? En las últimas semanas ha habido dos casos de plagio en internet que me tocan de cerca. A Patxi Irurzun, uno de los antólogos de “Resaca / Hank Over. Un homenaje a Charles Bukowski”, junto a Vicente Muñoz Álvarez, le enviaron un día por correo electrónico un anuncio de pastillas contra la resaca. A él, precisamente a él. Y lo digo porque el dibujo que había empleado la empresa Impextrom era la ilustración de portada del citado libro, una obra original del dibujante y colega Miguel Ángel Martín. Patxi nos puso en antecedentes a unos cuantos y escribió a la empresa diciendo que, dado que usaban el dibujo sin autorización, al menos indicaran en el anuncio su procedencia y el autor del mismo o nos veríamos obligados a tomar medidas; y que, ya puestos, nos enviaran unas muestras gratuitas de esos botes de grageas contra la resaca. Como compensación. El desenlace fue rápido y hubo buen rollo: le contestaron que habían añadido en su anuncio el título del libro y los nombres del autor y de la editorial; pidieron perdón por el daño, pues habían encontrado la ilustración en la red; y enviaron unos botes de pastillas. La semana pasada le ocurrió algo parecido a Pepe Pereza, a quien conocí en persona en Gijón y de quien recomendé la película que protagonizó años atrás, “Tilt (Nos hacemos falta)”. El dos de julio publicó en su blog, “Asperezas”, un relato titulado “Autosuficientes”. Alguien le avisaba, unos días después: el seis de julio una mujer colgó en su bitácora (“La ciudad del ser”) un relato titulado “Germinar”, que era idéntico al de Pepe, pero cambiando el sexo del protagonista. Calcado palabra por palabra. Él advirtió que iba a tomar medidas legales si la responsable del blog no retiraba el cuento, pues lo había registrado. Unas horas después la mujer eliminó todos los contenidos de su blog. Si uno entra, comprobará que la página está vacía: sólo quedan el título y la dirección. Estos casos, dado que estamos en España, al final suelen solucionarse así: con un acuerdo amistoso o teniendo que recurrir a las amenazas. En Estados Unidos, los abogados de quienes son robados sacarían un pastón a los plagiadores. Recordemos que allí te ponen un pleito hasta por mirar mal a un tipo. Lo alucinante es que encima haya gente que defienda el plagio, que insista en que una obra colgada en la red pueda ser tomada por otra persona, cambiándola un poco a su gusto para publicarla de nuevo como si fuera de su autoría. Quizá sea el pensamiento español, supongo: que trabajen dos y los demás miremos o nos aprovechemos de su curro. No entiendo por qué la gente sin talento o sin ganas de currar recurre al plagio para darle de comer a su blog o para anunciar sus productos de venta. En el segundo caso, deberían gastar dinero en pagar a alguien que diseñara los anuncios; pero prefieren ahorrar, claro. En el primer caso, esos plagiadores deberían dedicarse a lo que suele dedicar sus horas muertas alguna gente: a refugiarse tras la máscara cobarde del anonimato y poner a parir a quienes se dedican a escribir de verdad, a diario y en proceso creativo constante. Por lo menos sus insultos no serán copiados a terceros, supongo. Un peligro, internet. Como decía Javier Belinchón en su blog: “Mañana te puede tocar a ti”.
Copio y pego aquí desde nuestro blog Hank over la rocambolesca historia sobre un spam y unas pastillas para la resaca. Increíble pero cierto:
No es una broma. Eso de ahí arriba no es una broma de alguno de los hijos de Satanás que entran en este blog y se ponen creativos. Es un correo basura real que recibí en mi dirección (bueno, en la del curro). Los caminos de la resaca son inescrutables. Un diseñador piratilla utiliza la imagen de la portada de Resaca /Hank over, de Miguel Ángel Martín, saqueada en Google para un anuncio de unas pastillas contra la resaca y ese spam acaba llegando a uno de los dos antólogos del libro. Tras unos correos cruzados con alguno de los implicados (autor del dibujo, editor del libro…), esta es la respuesta que enviamos a los distribuidores de ese producto milagroso:
Hola: hoy he recibido un email publicitario de unas pastillas contra la resaca, llamadas RU-21. En la promoción de la misma aparece una imagen que, casualidades de la vida, es el dibujo que Miguel Angel Martín hizo para nuestro libroResaca / Hank over. Un homenaje a Charles Bukowski, que he coordinado con Vicente Muñoz, y que es una antología en la que aparecen 37 autores españoles. Nos gustaría que dado que la están usando sin autorización, al menos citaran su procedencia: Dibujo de Miguel Ángel Martín para la antología Resaca / Hank over. Un homenaje a Charles Bukowski (Editorial Caballo de Troya). Además, nos podrían compensar enviándonos unos cuantos botes de pastillas que nos vendrán muy bien, porque todos los que participamos en ese libro somos bastante borrachos. Les ruego que en cuanto rectifiquen la promoción nos envíen el nuevo formato, de lo contrario quizás tendríamos que tomar otras medidas (el autor del dibujo o la editorial, que pertenece al grupo Mondadori). Patxi Irurzun.
(Mientras nos contestan desde Imprextom, una breve información sobre las pastillas RU-21. Al parecer son un compuesto ideado por un médico ruso para que los agentes de la KGB pudieran soportar las descomunales borracheras en las que obtenían información de las personas a las que espiaban; en el año 2000 se comercializó para el público en general, con gran éxito, también en otros países como Estados Unidos –de donde procede su nombre, RU-21 viene a ser algo como “Autorizado solo para mayores de 21”-; y ahora están desembarcando en España –bueno, eso es lo que dice Google, y está visto que tampoco hay que fiarse mucho-).
Bien, después de esta peli de espías, el caso es que sin que pase apenas una hora, desde la distribuidora de las RU-21 nos contestan disculpándose por haber usado la imagen sin permiso, añaden la frase alusiva al autor y al libro que les proponemos, nos piden una dirección para enviarnos unos botes de pastillas, que dicen que son increíblemente efectivas, y de paso –menudos fenómenos- nos piden que les enviemos un Hank over para incluirlo en su catálogo.
De nuevo correos cruzados entre los implicados y al final consenso: los spam nos harán una publicidad colateral o indirecta estupenda, sin comerlo ni beberlo, y hasta puede que los de Inexprom nos vendan algún libro. En cuanto a las pastillas haremos uso de ellas después de una orgía etílica para celebrar este historia con final feliz para todos.
Es una situación sin duda algo grotesca –pero real, insisto, esto no es un cuento, o una coña-, y sin embargo impregnada de puro espíritu hankovero. Supongo que si nos ponemos tontos, podíamos haber rascado algún dinerillo, pero hemos preferido echarnos unas risas y aprovechar la ocasión por el bien de nuestro libro (no sé cómo llaman a esto los marketinianos, ¿una acción viral?, ¿publicidad indirecta?). Además, hay cosas que no se compran ni con todo el dinero del mundo y si esas pastillas contra la resaca realmente funcionan esta rocambolesca historia no tendrá precio.
El libro homenaje a Bukowski, que coordiné junto con Vicente Muñoz sigue cosechando reseñas, un año y dos ediciones después de su publicación. Esta es la última, en el fanzine digital Creatura:
Que el panorama literario joven español está más parado que la venta de coches de este último mes de febrero es algo que no permite ninguna duda. La crisis económica azota principalmente a la venta y producción de bienes de consumo masivo. La crisis en el panorama artístico lleva instalada en nuestro país desde hace no sólo meses, sino años y décadas. El problema radica, muy en especial, en el panorama literario joven español. Somos miles, de ello estoy seguro, que reventamos hojas y hojas con todo tipo de historias, con ganas de sacar a la luz alguno de nuestros trabajos que consideramos mínimamente decentes. Pero nada de nada, el stablishment que tiene el poder editorial pasa de nuestra cara como quién pasa de los testigos de Jehová que vienen a comerte la olla cuando estás haciendo una agradable siesta con el perro acomodado entre los pies y la manta del chino encima. No todo son malas noticias, afortunadamente. Resaca. Hank Over, que tiene el sugerente subtítulo “Homenaje a Charles Bukowski”, es una compilación de relatos y poemas inspirados en uno de los personajes literarios más reconocidos del último siglo, a tenor de su peculiar y subversivo modo de vivir y escribir. Sin ir más lejos, un buen amigo mío, gran conocedor de los escritores malditos, opina que Bukowski fue el primer punk de la historia.En este libro, editado con una solapa de tacto agradable y un dibujo de un tía joven en pleno bajón alcohólico en la portada, encontramos relatos con personajes decadentes, bastante jodidos y marginales que evitan, por una razón u otra, la vida del común de los mortales. Ya en el prólogo, se habla de la fascinación que causó el descubrimiento de escritores como Bukowski en la adolescencia, mil veces más interesantes que todos los tochos infumables que se imponen en las escuelas. Fruto de ésta fascinación, nace el homenaje “Resacas”, que lo traducen al inglés como Hank Over, de Hank Chinaski, el alter ego de Bukowski en todas sus novelas.Altamente recomendable para salir del pautado amino Vila-Matas, Azúa y otros autores “profesionales”que desplazan el reconocimiento de escritores como Fernández Mallo, Fernández Porta y Patxi Irurzun, punta de lanza de una nueva generación heterodoxa que concibe la literatura como mucho más que vivir deputa madre gracias a las ventas de las cincuentonas cachondas que leen al marido que quisieran tener pero no han tenido.