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LA VIDA (LITERARIA) TE DA SORPRESAS…

Nov 7, 2011   //   by admin   //   Blog  //  2 Comments


Llevo unos días haciendo de escritor. No siempre es lo mismo hacer que ser. Quiero decir que yo soy siempre escritor, sobre todo cuando estoy en mi casa escribiendo, que es cuando más escritor soy, pero -que me estoy liando-, el caso es que llevo unos cuantos días haciendo vida literaria, vida pública, digamos, como si fuera un profesional, uno de los buenos, uno de esos escritores que un día están en la tele, otro en el chat de un periódico, al siguiente en la entrega de unos premios.. uno de esos que uno se pregunta cuándo escriben… Durante estos días he tenido un club de lectura, una presentación, he grabado un video … ¡Si hasta he ganado un premio! Ha sido el Villa de Murchante, con un relato titulado «Peaje». Estoy muy contento, por supuesto, hacía tiempo que no me ponía en plan cazarecompensas, pero todavía no he perdido facultades y me he llevado la bolsa, aunque esto suele ser a menudo un capricho del azar y uno no acaba de entender del todo cómo funciona. Esta vez, mi cuento ha resultado ganador entre 1255 relatos. Hace poco presenté otro cuento a un concurso de una revista de literatura muy moderna y muy festivalera y ni siquiera fue elegido entre la primera criba de doscientos cuentos. Y a mí me gustaba bastante más este cuento que el ahora afortunado. Si uno se para a pensar, ponerse a concursar en plan atleta con la literatura es ridículo, pero a veces hay que pagar este peaje. Nadie -bueno, yo al menos- se hace cazarecompensas por vocación, sino por necesidad.

El viernes que viene iré a Murchante a recoger el premio, a tartamudear mientras leo el cuento, y conoceré a Fernando Iwasaki, que ha ejercido como jurado del certamen.


Por lo demás, el viernes presenté en la FNAC de Zaragoza, ‘Dios nunca reza, con Dani Sancet y mi editor Jorge Giménez Bech, que vino a acompañarme desde Irún, y pude conocer al cantautor Joaquín Carbonell, toda una institución en Aragón (le paraba la gente por la calle para hacerse fotos con él), a quien yo también acompañaré dentro de unos días en Pamplona cuando venga a presentar «Pongamos que hablamos de Joaquín«, una biografía de Sabina, el que fuera su amigo, cualquier cosa menos hagiográfica. En la FNAC yo, entre otros, salía anunciado en un cartel debajo de una gran foto de Alberto Olmos, a quien últimamente parece que persigo o él sin saberlo a mí, igual porque le debo dos hostias, como el propio Olmos escribió en su odiado y admirado blog.

Al día siguiente, muy pronto (a eso de las cinco y media de la mañana) viajé con Dani Sancet y todo el grupo Insolenzia, hasta una masía en el Maestrazgo turolense para rodar un videoclip de en el que yo hago de Dick Grande, el protagonista de mi novela ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis! pero cuando el personaje todavía es barrendero, no estrella del porno, y mejor, porque hacía un frío que todavía estoy entumecido (aunque a los del grupo sí que les tocó desnudarse, y esa fue la parte fácil del video). Ha sido toda una experiencia la del vidrioclip, casi 24 horas del tirón rodando (bueno, yo en realidad solo tenía unas tomas, y acabé de todos modos baldado), pero sobre todo compartir una vez más unas horas con los insolentes y ver desde dentro cuánto cuesta hacerse un hueco, también en el mundo del rocanrol, y cómo resisten y arriesgan y se dejan la piel algunos, como Dani Sancet y los suyos y encima sin perder nunca el buen humor. A su lado (sobre todo por esto último, yo que de natural soy más mustio) uno se siente intruso y fuera de lugar, a pesar de que tengamos muchas cosas en común. Mucha gente no sabe, no valora, no tiene ni idea, de cuánto trabajo hay detrás de un disco, o de un libro, cuánta ilusión y si esto no les vale cuánto tiempo invertido, desde luego mucho, muchísimo más que pinchar en descargar y esperar a tener ese disco, o ese libro entre tus manos.

Por fin, el domingo por la noche, volví a casa, que es donde yo de verdad estoy a gusto, todavía pude acostar a uno de los niños, la otra ya había caído roque, y después lo hice yo, como un tronco, y mientras dormía tuve pesadillas pensando en que la vida literaria continuaba, y yo ya no era escritor, ni siquiera cazarecompensas, tan solo escribía en mi blog, y contaba qué me había pasado en presentaciones, rodajes, entregas de premio, como si a alguien le importara algo todo eso.

AYER EN ‘EL PERIÓDICO DE ARAGÓN’

Nov 4, 2011   //   by admin   //   Blog  //  3 Comments

Patxi Irurzun: «Utilizo la ironía, el humor, a veces demasiado corrosivo»

Mañana presenta en Fnac ‘Dios nunca reza’, un diario. Patxi utiliza siempre la ironía, con un estilo fresco y destemplado. Pasó cuatro meses en los basureros de Manila, que dio pie a ‘Atrapados en el paraíso’.

Joaquín Carbonell 03/11/2011

–El título es muy ingenioso…

–Sí, lo intento. Pero en este caso lo escuché en una canción del cantante sevillano Poncho K.

–Es usted un escritor muy prolífico, tiene mucha obra…

–Es verdad, aunque no me considero un profesional de esto, entre otras cosas, porque es casi imposible vivir de la literatura. Pero, vamos, tendré unos 15 libros de varios géneros, desde juveniles a viajes.

–Precisamente uno de sus libros habla de un viaje insólito: Manila

–Sí, gané un premio de 6.000 euros con El País para escribir un libro, y hablando con un fotógrafo me comentó que estaba realizando un reportaje por vertederos del mundo…

–Vertederos, vaya paisaje.

–Sí, me pareció muy original, una propuesta distinta para escribir luego un libro. Estuvimos cuatro meses entre Manila y luego en Papúa… Eso dio lugar al libro Atrapados en el paraíso.

–¿Le cambió algo ese viaje a los basureros de Manila?

–Te cambia completamente. Al volver tardé tiempo en ubicarme de nuevo en mi sitio.

–Su estilo es muy fresco, muy vigoroso…

–Me gusta mucho utilizar la ironía, el humor, incluso a veces demasiado corrosivo. Intento encontrar el tono para cada libro, pero siempre con esos ingredientes.

–Coordinó el colectivo de músicos que escribieron un cuento cada uno.

–Sí, se llamó Simpatía por el relato, y en él están roqueros que escriben. Aparece Dani Sancet, del grupo Insolenzia, de Alagón, o Octavio Gómez Milián, de Experimentos in da notte.

–¿Y eso de ‘La polla más grande del mundo’?

–Ja, ja. Es una colección de relatos que los publiqué en un diario. El título este es el de un cuento, simplemente. Hombre, los títulos son muy importantes…

–¿Y la crisis aparece en sus escritos? ¿O un escritor debe permanecer al margen?

–¡Aparece por todos los lados! Porque yo sufro también esta crisis. El escritor no vive al margen del mundo, y de paso, yo no soy profesional de la literatura. Ahora estoy en una situación delicada porque estoy en paro y se me acaba la prestación. Imagina si me afecta… Todo eso aparece en el diario.

–¿Por qué ha escrito un diario, que es un género raro.

–Porque coincidió con el momento en que tuve a mi hija y me vi muy absorbido por todo lo que supone. Como no quería dejar de escribir vi que un diario me permitía mantener esa disciplina de escribir un poco cada día

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/aragon/patxi-irurzun-utilizo-ironia-humor-a-veces-demasiado-corrosivo-_712125.html

DIOS NUNCA REZA SEGÚN EDUARDO LAPORTE (Y 2)

Oct 26, 2011   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Patxi Irurzun y Manuel Vilas (muy bien acompañados por David González, Vicente Muñoz y Óscar Aibar) tiempo ha, antes de que Irurzun suplantara foralmente al de Zeta

Puede que la otra parte de la locomotora de la literatura foral del momento (él se pidió a Vilas, yo a Fdez. Mallo) haya esperado ansioso esta segunda entrada de mi deconstrucción de los diarios irurzianos. Puede que no. En cualquier caso estoy aquí, escribiendo desde mi flamente MacBook, caído del cielo (aprox.), lo poco que me quedare por decir de ‘Dios nunca reza’.

Lo que me quedaba por decir es que creo que este diario, o dietario, que es un poco lo mismo aunque para esto también hay teorías, es que es un librejo que puede tener su aquel como modelo. Ahí es nada, ‘Dios nunca reza’, modelo de diario, o dietario. Y, ¿por qué digo esto? Aparte de que porque Patxi me cae simpático, porque lo creo. Creo que hay ritmo en este jodido diario, y eso me parece una cosa que debemos celebrar. Nos gustan los diarios, pero si no los leemos más, con la cantidad de incentivos que tienen para su lectura, es por su estatismo. Una entrada, sí, luego otra, hoy es viernes, llueve, me quiero morir, hoy es sábado, tengo resaca pero estoy feliz. He ido al cine, gran película. Si un diario acaba siendo un cuaderno de notas de la vida, un rollo paralelo por escrito, pues quizá sea un mal diario. El diario no puede ser un espejo sofisticado de la vida. Un diario tiene que jugar con las distintas subtramas que conforman nuestra vida, y disponerlas de una manera acertada. El diarista tiene que jugar con las vías de conflicto que cruzan nuestra existencia, en una etapa dada, y ponerlas al descubierto. Y ofrecerlas al lector. Un diario no puede ser, como esos de Pessoa que olvidé en un autobús, un compendio de «fui, vine, llamé, dormí, bebí, escribí». Tampoco un tratado sui generis de ornitología y de lo bien que hemos comido. Bueno, vale, puede ser, pero no dejará de ser, así, algo que como mucho llegue a la categoría de ‘obrita’. A complemento literario como para regalar, de gratis, con el periódico.
‘Dios nunca reza’, en cambio, creo que es una pequeña obra mayor. Una obra en sí misma, concebida como tal, y que sabe jugar con esas subtramas, vías de conflicto llamésmola, que marcan nuestra vida. Y en este libro Irurzun nos muestra unas cuantas: el inminente nacimiento del hijo, la inestable situación laboral, la mudanza y llegada al barrio extraño, los sueños todavía por cumplir, la lucha constante del escritor por hacerse respetar, la lesión del hermano, etc. Pequeñas subtramas que aportan un valioso lubricante a la lectura y que, unidas al estilo amigo de Irurzun, que es un tipo de todo menos impostado, hacen que las páginas pasen rápido, y nuestros ojos desfiles voraces párrafo tras párrafo.
Si un día escribo un diario, con voluntad de estilo, un diario dietario, si entendemos el dietario como cosa más elaborada, y el diario como una escritura más automática y caótica, copiaré el ‘método Irurzun’ descaradamente.

Y quería hablar también de una de esas subtramas que he comentado, la que tiene que ver con la empresa de comunicación de altos vuelos en la que trabajó Irurzun. Yo también estuve allí, y también me dieron la patadita en el culo. Como a media docena de tipos que andan por ahí más o menos partiendo la pana. Otro día. Progresía de la chunga. Y mucha tarta el día que la palma Pinochet, que no falte.

‘Dios nunca reza’ , según Eduardo Laporte

Oct 20, 2011   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment
El escritor tímido en medio, a su derecha el editor del escritor tímido, y a su izquierda Eduardo Laporte

Dios nunca reza (1/2)

Lo dije en la presentación del libro, hace unas semanas en Tipos Infames de Madrid. Lo único que no me gusta de este libro (y tampoco es que me disguste mucho) es el título. Me suena demasiado asertivo, impositivo, y Patxi Irurzun es todo menos eso. Un escritor tímido, se autodenomina él, cosa que a mí me parece maravillosa. En esa simple etiqueta hay ya algo del Patxi Irurzun de los diarios, una cierta confesión, un vivir sin querer molestar, elevar el tono, despertar a nadie de la siesta. El paradigma del tipo C más puro, porque Patxi Irurzun es un tipo C de libro, y los tipos C suelen ser aptos para esto de la creación, porque absorben el mundo, lo ven en su integridad, sin anteojeras, preocupándose por los demás más que por sí mismos. Por eso son tímidos, porque están pensando en si molestará lo que uno diga, en dejar al otro hablar, en si el otro tiene aún más ganas de soltar su rollo, y eso. El tipo B no pierde el tiempo en esas menudeces y va a saco por la vida. Ejemplos ilustres de tipos B y C: Baltasar Garzón (tipo B); Woody Allen (tipo C). Los tipos A son demasiados raros para entrar en un grupo.

Esta clasificación, en la que buenamente uno puede meter a toda la humanidad, me la enseñó maese Holzer, de profesión psiquiatra y sin embargo amigo, ya que en ese gremio la emplean para ubicar, de un plumazo, a los distintos pacientes, esos locos altitos. «Buah, tengo a un tipo B en la tercera planta que es de traca».
Me gustan los tipos C en la literatura. Me gustan la gente pacífica, me gusta la gente que tiene conciencia, la gente que siente cosas para algunos tan nimias como el abandono de un barrio (Rochapea) por la mudanza a otro (Sarrigurren) y que en ese trance nos muestran toda una gama cromática de nostalgias, de texturas del alma, digamos, y nos hemos puesto estupendos. La gente que sufre en pequeñas situaciones, los que se ahogan en agua, los que titubean, los que a menudo se sienten pequeñitos.

Yo, que soy un suertudo, leí el libro, ‘Dios nunca reza’, Dietario, Alberdania, septiembre de 2011, en agosto. Me zampé casi entero en un trayecto Madrid – Logroño, como dos horas leyendo. Hay gente que me dice «es que tú lees mucho», y puede que lo haga, en comparación a la siniestra media nacional. Pero rara vez me pego más de dos horas con un libro entre los ojos. Me ha pasado, en cambio, con los libros de Patxi Irurzun. Me pasó con ‘Atrapados en el paraíso’, del que me jalé la mitad una tarde en el café Ajenjo de Madrid, y también con ‘Dios nunca reza’. No me suele suceder. Me pasó también con ‘La casa del rojo, Gorritxenea, Diarios 1995-1998’, de Miguel Sánchez-Ostiz, que devoré de una tacada y media en el invierno de 2003 y que, junto con ‘Liquidación por derribo’, publicado este en Alberdania, me trastornaron, en el buen sentido, creo, bastante.
Nunca se lo he contado a nadie, porque supongo que a nadie interesa, pero ese librito, ‘Liquidación por derribo’, me influyó mucho. Lo leí en Bilbao, en otoño de 2004, antes de dar un golpetazo de timón a mi vida, un golpe hacia mi vida, hacia mi vida verdadera, la que creía auténtica. Algunas veces sentí el vértigo, e incluso el arañazo de la duda, para aceptar después la certeza del acierto, aunque eso implicara a veces soledad y tribulaciones varias.
A veces me pregunto si la avidez al leer ciertos diarios tiene que ver con nosotros. Leemos al otro, nos metemos en la vida del otro, a veces como a través de un agujerito, pero en el fondo hay algo de espejo. De espejo y de guía para cambiar y para no cambiar. Para hacer esto que hace, para no hacer esto que hace. Los diarios, a menudo tan denostados, nos hablan de las peripecias vitales de ese ser que no somos nosotros, con sus triunfos y sus derrotas, y hay en todo eso una referencia, un aprendizaje para el que lo recibe. Los diarios, además, los suelen escribir escritores, así que para aquellos quieren ser escritores resultan una lectura altamente adictiva. Me atrevo a decir que Irurzun consigo, en ‘Dios nunca reza’, es una intuición que tengo, que sus páginas interesen a todo el mundo, sean escritores o conductores de la villabesa, y ese es el mejor halago que se le puede hacer a un libro.
Patxi es generoso, como lo suelen ser los tipos C, a menudo machacados, por cierto, por un sistema, el Sistema, gobernado por mucho hijodeputa del tipo B. Nos cuenta sus pequeñas conquistas, pero también nos muestra sus sombras más agudas.

Al final, cuando me pongo a escribir, son las diez y media o las once y ya estoy cansado, tengo sueño yo también. No disponer de tiempo para escribir es una de las cosas que más me frustran de mi vida familiar. Es como si tuviera dos vidas, una real en las que los acontecimientos me van superando, venciendo, borrando, y otra, cuando escribo, en la que resisto, me mantengo firme, me reconozco a mí mismo. A veces, esas dos vidas se conectan por túneles subterráneos, como el amor que siento por mi hijo y mi mujer, que se filtra como oxígeno hasta mis libros y artículos; otras veces esos túneles se han cegado, se han llenado de porquería, como cuando tengo que escribir para el banco.

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