Hace unas semanas hablé en este blog del
caso del escritor vasco
Asel Luzarraga detenido en Chile. Para él se decretó prisión preventiva de tres meses, que ya ha sido levantada porque Asel, dicen, ha dejado de ser un peligro social (algo que no casa muy bien con la acusación que pesa sobre él, pues supuestamente había colocado varios artefactos explosivos gracias a su don de la omnipresencia –algunos de ellos explotaron cuando estaba en el País Vasco-). Asel está pues ya en su casa, aunque todavía no en libertad (es una arresto domiciliario). Tal y como señalan en la página que se habilitó para
apoyar al escritor, que este haya abandonado la cárcel se debe en buena parte al apoyo recibido a través de Internet, las movilizaciones en Argentina, Uruguay …(a eso y a que la acusación es insostenible, claro). En España, mientras tanto, los medios de desinformación que publicaron la noticia de su detención y reprodujeron, como suele ser habitual, la versión policial, callan ahora en su gran mayoría. Cosa que no pasa con la gran mayoría de escritores, abajofirmantes habituales o blogueros enrrollados: ellos callan ahora y callaron cuando Asel fue detenido. Después de todo es un escritor vasco, en vasco, un anarquista, hay bombas por medio, cualquiera se fía, algo habrá hecho… Y así nos va.
No lo conozco, ni he leído ninguno de sus libros, solo se lo que estos días he podido ver en blogs, periódicos y a través de otros escritores que sí lo conocen.
Asel Luzarraga, escritor y músico vasco, fue detenido el pasado 31 de diciembre en Chile, acusado de colocar artefactos explosivos. En esa acusación y la detención hay, cuando menos, varias irregularidades que son ya más que suficientes para mostrar preocupación por el caso o apoyo a alguien en situación de indefensión: por ejemplo, uno de los artefactos que supuestamente colocó Asel explotó cuando él estaba a miles de kilómetros, en Bermeo (y de ellos dan fe algunos de sus amigos, como el también escritor
Edorta Jiménez en una entrevista radiofónica, que se puede escuchar en
www.aselaskatu.org, página habilitada para saber más sobre este asunto).
Asel ha apoyado la causa mapuche en Chile, un pequeño grano en el culo de la democracia de ese país, lo cual lo convierte automáticamente en un tipo sospechoso, en un terrorista internacional (y además ¡es vasco! Bombas, vasco, euskaldún, todo cuadra…).
El otro día, por cierto, colgué una nota informativa parecida a esta en Hank over, un blog que recibe muchas más visitas y comentarios, y me da la impresión de que pasó totalmente desapercibida. Lo cual, lo deja a uno perplejo y desilusionado, pues en ese mismo blog son frecuentes los mensajes de apoyo, la piña entre escritores…
Me temo que hay siempre ese recelo, ese halo de sospecha, cuando se trata de todo lo relacionado con “los vascos”. Lo veo también en el caso Egunkaria, un auténtico atropello judicial, frente al que la respuesta, fuera del País Vasco, es tibia, casi nula. Nadie se moja, por si acaso, y porque lo peor de lo peor es que alguien pueda acusarte, aunque sea infundadamente, de terrorista, de pro-etarra; nadie pone la mano el fuego por nadie. Y así pasa precisamente lo que pasa, que es a otros a los que se les acusa, aunque sea infundadamente, de terrorista o de proetarra.
A mí no me gustaría estar en la piel de Asel, y si lo estuviera no me gustaría desde luego sentirme solo, ver que muchas de las personas de las que podía esperar algo tienen miedo, desconfían, no ponen la mano en el fuego, tragan con lo que leen en algunos medios que en lugar de noticias publican notas de prensa de ministerios de interior o versiones policiales.
De momento, a Asel le esperan tres meses de prisión preventiva, mientras se lleva a cabo la “investigación”. Después, ya veremos.