“Supongo que necesitamos ser cínicos para no enloquecer»
Txani Rodríguez. Escritora
Txani Rodríguez explora en su última obra, Si quieres, puedes quedarte aquí, algunos aspectos de la condición humana, como el amor y su capacidad para salvarnos o destruirnos, la infelicidad o nuestros miedos y carencias. Una novela intensamente corta en la que la naturaleza se convierte en un inquietante personaje más y el edén en una suma de pequeños infiernos.
Un paso canadiense, la imagen con la que empieza y acaba esta novela, es una límite que algunos animales evitan cruzar, pues los barrotes colocados en el suelo sobre un foso les provocan desconfianza. Esta obra de Txani Rodríguez (Llodio, 1977), habla de todo eso, de la línea que separa nuestro comportamiento del instinto animal, y de la inseguridad y la desorientación ante ciertas situaciones. Si quieres, puedes quedarte aquí, publicada por Tres Hermanas, es la tercera novela de Txani Rodríguez, tras Agosto y Lo que será de nosotros, y fue finalista del Premio Internacional de Novela Corta Ciudad de Barbastro.
Se puede decir que Si quieres, puedes quedarte aquí es la historia de una huida y al mismo tiempo de una búsqueda —es decir, como la vida misma—. ¿Qué cuenta esta novela?
Sí, la novela habla sobre el vértigo que produce la infelicidad, sobre la situación de fragilidad en la que nos coloca y que hace que no nos distingamos mucho de los animales desorientados. Nos exponemos tanto en esas circunstancias que, a veces, es cuestión de suerte que no nos quedemos atrapados en la huida.
La naturaleza, los animales, se convierten en personajes de la novela, que nos va dando pistas, o sirven para marcar elementos de tensión o inquietud en la misma… Pero, creo que usted –y Andrea- son bastante urbanitas…
Pretendía que la novela tuviera algo orgánico, que nos pegara a la tierra y a nuestro cuerpo… ¿Urbanita? Me gustan las ciudades, pero vivo en un pueblo, es verdad que bastante grande, pero veraneo en otro muy pequeño. Me gusta mucho dar paseos por el monte y no soy una buena compañía para quien quiera ir a paso ligero porque yo me entretengo a cada poco con cualquier cosa.
Respecto a los animales, un momento del libro la protagonista se dice que nunca ha visto a un animal reír. ¿Aspirar a la felicidad es lo que nos define como humanos?
La infelicidad nos hace sufrir y creo que no hay ningún ser vivo que desee sufrir: cuando tenemos hambre, comemos; cuando tenemos sueño, dormimos… A nadie le gusta acostarse con un vacío en el pecho. La infelicidad es que como ir por ahí envueltos en una manta en pleno agosto: algo agotador e insano. Sin embargo, no siempre podemos ser felices. Creo que ahora no admitimos la infelicidad, no esperamos a que el tiempo pase, y que hay todo un negocio –no siempre honesto- alrededor de la búsqueda de felicidad y del bienestar instantáneo.
De hecho, en ese supuesto edén en el que se refugia, o le obligan a refugiarse a Andrea, hay muchos pequeños infiernos (por ejemplo, se prioriza el gasto en flores, que permita manteniendo ese aspecto de edén, sobre las ayudas sociales)…
Realmente, tal y como está el mundo, creo que estamos preocupados por las flores, por decirlo de alguna manera, sí, porque no parece que nos concentremos mucho ni en lo importante ni en lo urgente. Supongo que necesitamos ser cínicos para no enloquecer. Por otro lado, a veces creo que cada quien lleva su bandera de su buena causa, la que sea, y a veces ya no vemos más allá ni vemos las legítimas causas de los demás.
El estilo de Si quieres, puedes quedarte aquí es muy eficiente, contenido, pero sin desechar momentos poéticos cuando es preciso, dosificándonos información sobre los personajes… ¿Le costó encontrar ese tono?
No me gusta el lirismo desbordado y aspiro a escribir cada vez de forma más depurada. Esas líneas rojas autoimpuestas –aunque por momentos seguro que me las salto aún- configurarán el estilo. Sí me costó bastante dar con el tono; de hecho, hasta que no lo encontré no comencé realmente con la novela. El tono es la pista de aterrizaje concedida; si lo encuentras, ya puedes comenzar el descenso a la tarea.
Y detrás de esa contención lo que asoma es una historia de amor truncada, incluso terriblemente truncada… ¿Se puede decir que esta es, en definitiva, una historia de amor?
Es una historia de amor, sin duda. Son las ganas de amar de la protagonista las que la salvan de caer en picado, y es el amor de otra persona —una especie de ángel contemporáneo— lo que la salva de sí misma. También hay una reflexión sobre el amor, que yo creo que solo puede ser generoso si hay de verdad una entrega. La naturaleza del amor impide dañar al ser amado; si se daña a propósito, ya no se ama.
«Creo que hasta que no cumpla cincuenta años no escribiré MI libro”
Carlos Bassas del Rey, escritor
Escritor de novela negra y juvenil, recientemente se ha estrenado con los haikus, guionista, director del festival literario Pamplona Negra, promotor, entre otros, de la recientemente creada Asociación de escritores navarros, colaborador en programas de radio y televisión, como El lector de huesos… El navarro-catalán Carlos Bassas del Rey no para.
Acaba de publicar la tercera entrega de su serie de novelas protagonizada por su personaje Herodoto Corominas, Mal trago, y comienza ya a sentir ya el ronroneo de una pantera en el estómago ante la inminencia de la nueva edición de Pamplona Negra, que se celebrará entre el 17 y el 21 de enero.
Empecemos por la novela: para situarnos un poco cuéntenos quién es Herodoto Corominas y en qué se ve envuelto esta vez.
Herodoto es un madero con todas las de la ley, un madero a caballo entre los de la vieja escuela y la nueva hornada, que en este caso investiga un crimen un poco rocambolesco. Todo arranca a partir del hallazgo de un cadáver de un niño vestido de primera comunión en un caja fuerte de un viejo edificio de Ofidia —esa ciudad imaginaria, que se parece más a Pamplona que a ninguna otra, aunque esto no hay que decirlo muy alto—, un edificio que ha sido derribado y que pertenecía a un familia de postín, una de esas familias en las que ya se sabe que el abuelo genera la fortuna, los hijos se la esnifan y los nietos se la follan… Ese es el punto de partida de la trama, pero casi lo más importante, más que la investigación, en esta novela es qué le sucede al protagonista en su vida, en su relación con su hijo, o con algunos amigos…
Mal trago, es la tercera entrega de la serie, después de Siempre pagan los mismos y El honor es una mortaja (Premio Ciudad de Carmona) con lo cual estamos ya ante una novela de asentamiento…
Esto es como aprender a hablar o a andar, primero balbuceas, luego articulas alguna palabra con sentido, y después ya empiezas a hablar, o a encontrar algo tan difícil para un escritor como es una voz, una mirada un estilo propios, que empiezan a definirte. Yo soy de los que digo que hasta que no cumpla los cincuenta no escribiré MI libro, porque se supone que uno crece o debe crecer como escritor y la experiencia y la lógica te lleva a mejorar. Es como el sexo, cuanto más practicas mejor lo haces, o eso se supone…
La literatura como camino de aprendizaje…
Sí, y ya no solo de cómo hacerlo, cómo construir frases, cómo utilizar los adjetivos, cómo tirar los adverbios por la ventana, sino sobre todo de cómo asentar una mirada, una forma de mirar la realidad y expresarla de un modo único. Estamos en un momento editorial en el que a veces lees un libro y podría ser de ese escritor y podría ser de otros veinte, pero otras veces descubres a un escritor que reconocerías sin dudar en una cata a ciegas… Hay muchos libros correctos, bien narrados, que funcionan bien, sobre todo para las editoriales, pero que aportan al lector poco de quien los ha escrito. Yo trato de huir de esto y creo que este es mi primer libro en el que se puede decir “Ahí está Carlos”.
Pero mantener esa voz debe ser difícil cuando se escribe en registros tan diferentes como la novela juvenil, los haikus…
Sí, pero, por ejemplo, en el caso de lo haikus, escribirlos me ha ayudado a ser más certero, más breve en las descripciones de esta novela. Cada vez tiendo más a eso y estoy más de acuerdo con Simenon, que decía que cuando él quería que el personaje entrara en un sitio, se sentaba y escribía: “El personaje entra”.
Cambiando de tema, hablemos ahora brevemente de Pamplona Negra, que se celebrará dentro de unos días. Tercera entrega también —y por tanto festival también consolidado—. ¿Qué vamos a encontrar en esta edición?
Asentamos la sección “El crimen a escena”, que quizás es la que más nos distingue de otros festivales, y que en esta ocasión contará, entre otros, con un detective privado, con un fiscal que hará una selección de un jurado popular en directo… Y después tenemos a escritores como Rosa Ribas, Víctor del Árbol, Dolores Redondo (es decir, Premio Nadal y Premio Planeta de 2016)… Vamos a tener también mesas redondas muy especiales, una dedicada al mal, en la que habrá desde un experto demonología hasta un policía que ha detenido a varios asesinos en serie, otra dedica a novela negra y memoria histórica, otra dedicada a la novela negra en euskara, con autores como Aingeru Epaltza, Jon Arretxe, Eneko Aizpurua, Jon Alonso; Carlos Zanón impartirá un taller literario… Y además tenemos teatro, cine, gastronomía, un concierto final… En definitiva tocamos todos los palos para que cualquier persona interesada en este mundillo, sin necesidad de ser un lector empedernido, se pueda acercar y disfrutar.
Vale, entonces esta de prueba para el sonido y luego ya grabamos la buena ¿no?… Probando, probando, uno, dos, uno, dos, es-pa-ña, tracatá… Queridos súbditos, yo soy rey y vosotros no, esa es la cuestión, that is the question, por eso yo estoy aquí, y vosotros ahí, mirándome, da igual qué canal pongáis porque en todos salgo yo. Me dirijo a todos vosotros ustedes desde este Palacio Real que es la casa de todos los españoles pero en la que solo podemos vivir la reina, las infantas y yo (bueno y luego ya todas nuestras chachas, chóferes, seguratas, jardineros, chefs… pero nadie más, porque si no esto no sería el Palacio Real sino la casa de Tócame Roque, me entendéis ¿no?)
Quiero desearos a todos y todas un felizaño-urteberrion-feliçany-felizanonovo, lo digo así para que nadie se moleste y porque España es un crisol de culturas: qué bien se come en el País Vasco y los catalanes qué emprendedores que son y los gallegos qué jodidos, siempre contestan con una pregunta, pero pesados también, pesados son todos un rato, la verdad, con sus lenguas autonómicas, con lo fácil que sería entendernos todos con el inglés, mirad a mí qué bien me ha ido. Y es que sin inglés no eres nadie, ni en la Universidad de Georgewton ni cuando vas a la ONU ni a esquiar a Aspen ni nada. Más inglés y menos filosofía en los colegios, ah, no, que eso ya lo estamos haciendo…
Bien, ahora venía lo de ponerse solidario. Esta parte me gusta mucho porque yo, lógicamente, de todo esto no tengo ni puñetera idea, ya sería la monda, un rey que no puede ponerse la calefacción ni comprarse unos entrecots, me entendéis ¿no? Lo único lo de los desahucios, eso sí que me afecta de verdad, más que a nadie, porque, a ver, si un día vienen a echarme a mí no va ser la policía ni los del banco, van a venir con una guillotina, y eso quién te lo valora, eh, quién… Pero bueno, al grano, el caso es que esta parte solidaria me gusta mucho porque yo transmito muy bien, mirad: “No podemos olvidarnos en estas fechas de quienes peor lo están pasando”, diré, por ejemplo, y me morderé los carrillos y los ojos se me pondrán brillantitos y moveré muy enérgico las manos, “los parados, ese 34% de niños en riesgo de exclusión social y ese 17% en situación de pobreza severa” (¿Qué? ¿Que mejor que no de datos? Vale, vale…).
Tampoco —seguiré luego— quiero olvidarme de aquellos que están sirviendo al país lejos de nuestras fronteras en misiones de paz, con sus tanques y sus armas, y contra los tanques y las armas que les vendemos a nuestros enemigos, pero en misión de paz… Y luego, ya para acabar, un clásico, la lacra del terrorismo: condenamos enérgicamente, blablabá, o se está con nosotros o se está con ellos, blablablá; y lo de que la justicia y aparcar en el carril bus es igual para todos, ay qué risa; y lo de la corrupción, muy mal, está todo lleno de corruptos, este es un país de corruptos y de cuñados… En fin, lo de todos los años. Menudo rollo, menudo país me ha tocado, dan ganas de irse y no volver a pisarlo. O de ponerse algún día aquí delante y decir alguna barbaridad, que abdico, o que me cambio de sexo, o hacer una peineta, o un “lo siento mucho, no volverá a pasar”. Me entendéis ¿no? Pero no, claro, no puedo, yo soy un rey moderno, demócrata de toda la vida, franco, responsable, preparado, guapo, alto, solidario, multicultural, con barbita, soy un rey de puta madre, ya lo sé yo, no hace falta que os lo pregunte, probando, probando, uno, dos, uno, dos, es-pa-ña, tracatá….
Publicado en «Rubio de bote», magazine semanal On de diarios de Grupo Noticias 30/12/16
Aquí abajo va el cameo del gran bandolero Kutxi Romero en «Los dueños del viento». Un lujo poder poner en boca del protagonista de la novela Joanes de Sagarmin, músico y pirata, este poema de Kutxi que aparece, si no me equivoco, en su libro «El carretero cosaco». La traducción es de otro bandido, Josu Arteaga.
(En la foto con el bandolero y con el pirata de La Txantrea, El Drogas, que también se cuela en el libro, junto a otros poetas y músicos como David González, Vicente Muñoz, Eva Vaz, Sor Kampana, Mikel Laboa, Kirmen Uribe, Antonio Orihuela o Dani Sancet)
Urrunetik itsasertzeraino
oinez etorri
eta harean,
olatuak desegiten diren lekuan bertan,
nire izena
idazten duena
nire hiltzailea
izango da.
Mi asesino
ha de ser aquel
que camine
desde lejos hasta la orilla
del mar
y escriba
mi nombre
en la arena
justo en el sitio
en el que
rompen
las olas.
Hacía muchísimo tiempo que una historia de aventuras no me atrapaba tanto, me ha recordado muchísimo a La leyenda del ladrón, en otros momentos a El mar de los hombres libres, y de la mitad de la historia al final a la trilogía de Martin ojo de plata.
Si os gustaron algunas de estas historias ésta la superara con creces, intensa, entretenida, una lectura sencilla pero no exenta de emociones.
Joanes de Sagarmin, nos relata su lucha por su vida y la libertad.
Corre el año 1610. Comenzará por una niñez sencilla, la dulzura de sus padres, la sabiduría y esencia de su abuelo, gran amante de la música. Juntos viven en la aldea Navarra de Zugarramurdi, gente sencilla, amistosa y trabajadora, pero un día aparece en el pueblo una mujer que sacudirá en mayor o menor medida la vida de todos ellos. Comienza la famosa caza de brujas de Zugarramurdi y con ella el caos, la desolación y la locura. Muchísima gente cayó en las redes de la Inquisición de las que nunca salieron, esto llevó a un gran aumento de huérfanos, desprotegidos y señalados por sus propios vecinos y la justicia.
Joanes se une a otros huérfanos que huían al igual que él de la justicia o más bien las injusticias de la vida. Huyen al sur de Francia junto a los corsarios vascos intentando buscar serenidad y sentido a sus vidas. Años después ponen rumbo al Nuevo Mundo, donde intentarán comenzar una vida donde nadie los catalogue y puedan vivir en paz y con libertad.
Joanes vivirá con piratas, corsarios, bucaneros, filibusteros … tendrá una vida ajetreada e imparable, pero hay algo que siempre lo mantiene con vida, la música.
Una extraordinaria aventura, que atrapa, que por momentos te corta la respiración y no puedes parar de leer, donde a pesar de la crudeza y dureza de la historia, también vivirá momentos inolvidables de felicidad, momentos poéticos, de amor por la familia, por la amistad, por su tierra, por el mar, pero sobre todo por la música con ella se siente siempre vivo y con ella mantiene vivo el recuerdo y la ternura de la infancia y siente que mientras haya música existirán el recuerdo y amor por sus padres y por su abuelo.