NUEVO LIBRO: «De igual a igual. 8 historias del comedor solidario Paris 365»
Las ocho historias que se cuentan en De igual a igual no solo tienen en común que cualquiera de nosotros pudimos o podemos ser un día sus protagonistas, Montxo, Izaskun, Abdou…, sino que son también , a pesar de todo, historias felices.
Historias de esperanza y de segundas oportunidades.
De gente que se levanta e intenta rehacer su vida.
Historias de solidaridad y justicia social.
Historias del Paris 365.
Entrevista a Susana Rodríguez Lezaun para Gara
Entrevista a María Urruzola para Gara
“No hay ningún tipo de reconciliación posible sin conocer la verdad”
María Urruzola, escritora
En El silencio, la escritora uruguaya aborda la historia de los bebés robados durante el franquismo. Su hermano fue uno de ellos. Arrebatado a su madre, embarazada soltera en la Iruñea de 1940, una losa de silencio cubrió durante décadas una historia familiar, algunos de cuyos dramas —exilio, dictadura…— se repetirían años después en Uruguay, a donde la familia huyó tras recuperar al niño.
Patxi Irurzun/ Iruñea
Desde la ventana de la Calle Barquilleros de Iruñea en que la madre de María Urruzola vivía, podía ver el convento de las Madres Adoratrices al que fue entregado su hijo. Hoy el convento es un hotel. De hecho, en él llega a alojarse, años después y ya adulto, el bebé robado —Lorenzo en la novela—. En el mismo lugar en el que nació y fue arrebatado a su madre. En cierto modo, él tuvo suerte, fue una excepción a la regla, pues lograría reunirse con su madre años más tarde y buscar refugio ambos en Uruguay. Después, ya apenas se habló de ello en la familia. Hasta que en a mediados de los años 90 la desaparición en un orfanato de Iruña de un libro con listas de niños robados y la revelación anónima de su verdadera identidad salta a las noticias y pone en la palestra muchos más casos. Es de ese modo, como María Urruzola conoce su historia y siente la necesidad de retirar la losa, de poner voz a ese silencio familiar. La novela, contada con destreza y cierta luminosidad a pesar de su dolorosa trama, fue publicada en 2016 por Planeta en Uruguay (donde María Urruzola, que vivió exiliada en París durante una década, es una reconocida escritora y periodista de investigación, además de haber formado parte del Gobierno de Pepe Mujica como Directora de Información y Comunicación). Ahora, El silencio ve la luz a través de la editorial iruindarra Pamiela, desde el mismo lugar en que todo empezó, en una especie de círculo de justicia poética.
La historia de El silencio, aunque novelada, es también su historia, la historia de su madre y su hermano. Usted ha regresado a Iruñea ¿qué sintió al asomarse desde esa ventana en la que su madre recuerda ver hablar a Mola o el convento en el que le robaron a su hijo?
Me impresionó la proximidad física de los lugares. El balcón desde el que mis abuelos y mi madre vieron el inicio del levantamiento parece estar al alcance de la mano del balcón desde el que habló Mola. Desde la ventana del convento en el que encerraron a mi madre embarazada, se ve el interior del piso donde la familia vivía y donde la vida continuó como si nada pasara. No creo que sea solo una proximidad física. Todo sucedía en una proximidad social inmensa. Ver el lugar hace más fácil comprender la dominación a través del terror.
¿Cómo ha vivido usted romper ese silencio a través de la novela, se sintió aliviada? Cree que la ficción puede ser una buena manera de abordar este tipo de situaciones tan traumáticas?
Para mí fue empezar a hacer las paces con una historia familiar que siempre me dolió mucho y que durante muchísimos años no entendí. Se tuvo que romper el silencio en España sobre los niños robados y tuvieron que comenzar las denuncias, para que yo comprendiera qué había pasado en mi familia. Gracias a que familiares de niños robados fueron capaces de hablar de lo que les había sucedido, yo pude empezar a entender. La ficción es siempre una manera de sublimar un dolor. Creo que no existe la ficción pura. La literatura y el cine siempre se basan en la vida misma, pero asumen una libertad creativa que quizás permite acercarse con desvíos a la crueldad de la vida verdadera.
El silencio es también la historia de una reconciliación familiar, con sus abuelos, cuya decisión —entregar a su hermano a las monjas—durante mucho tiempo usted no comprendió ni admitió.
No sé si una reconciliación, o al menos la etapa previa, que necesariamente exige saber la verdad y conocer el contexto. Cuando conocí lo que había sucedido con los niños robados, cuando pude entender que la Iglesia y su conservadurismo retrógrado hizo del sexo y su demonización un arma de dominación, entendí que quizás mis abuelos fueron también víctimas y tal vez no tuvieron modo de hacer otra cosa. En todo caso, no hay ningún tipo de reconciliación posible sin conocer la verdad.
En este caso, la historia se repitió, tras la guerra civil en España, ustedes vivieron una dictadura militar que repitió los mismo horrores: robo de niños, exilio… La visión sobre el género humano que queda después de algo así quizás no sea muy esperanzadora…
Para mí no se trata del género humano en general, porque la humanidad ha salido adelante desde las cavernas en base a la cooperación y la ayuda mutua. Las dictaduras, el holocausto, el terror, el sometimiento de las mujeres, el robo de niños como límite inimaginable de la crueldad, son herramientas utilizadas para llevar adelante políticas específicas. Fueron intereses específicos, grupos concretos, cómplices con nombre y apellido. Porque el género humano también incluye a la gente que en el mismo período era solidaria, arriesgaba su vida, luchaba por la libertad. Y hacía arte: música, poesía, pintura….
Centrándonos ahora en El silencio, la novela tiene una estructura que permite una lectura cómoda y ágil, a pesar de la dureza de la historia. ¿Cómo fue el proceso de escritura?
Soy periodista, y por lo tanto llevo muchísimos años (más de 30) luchando con las palabras para que sean un vehículo de comprensión, algo que no es por naturaleza fácil. Somos humanos porque utilizamos las palabras, pero al decir de un poeta brasileño, a veces ellas mueren en “el pantano engañoso de las bocas”. Las palabras comunican pero también confunden, ocultan. El silencio es ficción porque yo no estaba en Pamplona en los años 40, y es también ficción porque algunos personajes fueron inventados para poder contar hechos verdaderos. Fue difícil pero sanador. Desde que me enteré de la historia de mi familia, me prometí un día escribirla.
El silencio es también un retrato generacional. ¿Hay quizás una voluntad de establecer un hilo entre diferentes generaciones, sus anhelos, incluso sus ideas políticas?
Es el intento de retratar a una familia a la que le cayó la Historia con mayúscula en cada una de sus generaciones. Es una historia de familia atravesada por la Historia. El anudamiento entre lo íntimo y lo político es inevitable en momentos de excepción (guerras, dictaduras, holocausto), pero no siempre las víctimas logran poner su propia historia en contexto y entender que sus peripecias responden a un contexto determinado, sobre todo si son muy jóvenes, como es el caso de las tres protagonistas de la novela. Ahora les llaman “daños colaterales”. Es la historia de gente normal a la que le suceden cosas horribles, y solo le queda echar mano a la dignidad como respuesta.
«DE IGUAL A IGUAL» EN GARA
«No es nada romántico levantarte cada mañana con un abismo bajo los pies”
Patxi Irurzun. Escritor
“De igual a igual. 8 historias del comedor solidario Paris 365”, la nueva obra del escritor navarro, se acerca a las vidas de varios usuarios del conocido comedor solidario de Iruñea. Historias, a medio camino entre la literatura y el periodismo, de pobreza y desigualdad pero también de esperanza y justicia social, pues en la vida de todos los protagonistas se cruzó en algún momento la asociación Paris 365 para ofrecerles una segunda oportunidad.
M. Lacalle. Iruñea
Patxi Irurzun ha pasado en solo unos meses de la ficción pura a la realidad más dura. Tras publicar a finales de agosto “Los dueños del viento”, una novela de aventuras ambientada en el siglo XVII, con historias de piratas y brujas vascos (novela que por cierto, tras su buena acogida, se publica estos días en México y pronto tendrá también su edición de bolsillo), en su nueva obra, más cercana al periodismo, narra las historias de ocho usuarios del conocido comedor solidario de Iruñea Paris 365.
“Cuando yo empecé a escribir, siendo muy joven, lo hice con la convicción algo romántica de que escribir podía contribuir a cambiar al mundo”, señalo el autor navarro en la presentación a los medios del libro, este miércoles día 7 en el propio comedor social Paris 365. “Ya no estoy tan seguro, pero sigo creyendo que hay que seguir escribiendo como si eso fuera posible. Por eso mi literatura siempre ha tenido un sesgo social, pero con la ficción se corre el riesgo de cubrir a cierto tipo de personajes (desfavorecidos, perdedores, marginados) con un halo romántico. Es decir, la ficción a veces nos hace tocar la realidad con guantes de látex. A estas historias, por el contrario he tenido que enfrentarme a cuerpo descubierto, y pringarme con la realidad más hiriente”.
Son, de hecho, historias, las que se cuentan en “De igual a igual”, como la de Isaac, que atravesó África a pie dos veces, antes de llegar en patera a Europa y ver cómo arrojaban por la borda los cadáveres de algunos de sus compañeros; o la de Cuichán, que por las noches salía a buscar ropa y comida a “El corte inglés” (así llamaban a la ruta por diferentes contenedores). “No hay nada de romántico en levantarse cada mañana con un abismo bajo tus pies, sin saber si ese día podrás comer, o podrás dar de comer a tus hijos; o en pasarse meses sin que nadie te mire a los ojos o pronuncie tu nombre”, señaló Irurzun, quien también añadió que a pesar de todo, estas son también historias felices, de gente que se levanta y rehace y dignifica su vida, que encuentra una segunda oportunidad tras haber recalado en la asociación Paris 365.
Para contar las vidas de los protagonistas de “De igual a igual”, Irurzun ha echado mano de diferentes recursos periodísticos y literarios (desde la entrevista al relato, pasando por la crónica o la historia de vida), aunque predominan los textos en las que él mismo como narrador y con su característico estilo, interviene, se plantea preguntas, reflexiones… “No soy un sociólogo, ni un trabajador social, tampoco busco protagonismo, me he acercado a estas historias desde la inseguridad y la duda, como un ciudadano de a pie, con sus temores, a veces sus prejuicios”. Y el autor añade que ha descubierto de ese modo varias cosas, “por ejemplo, que los protagonistas de estas historias pudimos o podemos ser un día nosotros mismos; o que a veces cuando alguien se encuentra en una situación de precariedad absoluta, no siempre lo que más necesita es un plato caliente y un techo, que también, sino que alguien le mire a los ojos, pronuncie su nombre, lo abrace, lo trate con dignidad”.
“De igual a igual”, concluyó el autor, “quizás no cambie el mundo, pero yo me daría por satisfecho si consigue transmitir que el trabajo de asociaciones como el Paris 365 consigue que el mundo de algunas personas cambie”.
“De igual a igual. 8 historias del comedor solidario Paris 365” lo publica Pamiela en colaboración con Paris 365 y está a la venta en las librerías habituales y en el propio comedor solidario.