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“Hacer la primera película sobre El Drogas es una gran responsabilidad”
Natxo Leuza y Andrés García de la Riva, cineastas
Hace unos días se adelantó el teaser de esta película sobre la figura de Enrique Villareal, El Drogas, que busca financiación a través de una campaña de mecenazgo. El documental aborda el recorrido artístico de El Drogas, pero también muestra sus facetas más íntimas y familiares.
Patxi Irurzun. Publicado en Gara
El Drogas podría ser campeón mundial de txipi-txapa, tal y como muestra la imagen con la que arranca el adelanto de este trabajo, aún en fase de rodaje. Y bailar las piedras sobre el agua sería solo una faceta más en la intensa vida de alguien como Enrique Villareal, que es artista, hijo, padre, pareja, activista, pirata, poeta… El documental, con el título aún por definir (Peleón, apuntamos humildemente como sugerencia), es un ente orgánico, que va ajustándose a la tan ajetreada como improvisada agenda de El Drogas, quien lo mismo se planta con su guitarra frente a los juzgados tras la sentencia de La Manada que cuida de su madre, enferma desde hace años de Alzheimer. La película busca financiación a través de una campaña de crowdfunding en Verkami (El Drogas. El documental), cuyas recompensas van desde asistir al estreno de la película a pases para ensayos de El Drogas, y cuenta con un equipo de casa, con Iñaki Alforja, como director de fotografía (una presencia importantísima en el proyecto, no solo por su recorrido profesional sino también por su afinidad con Enrique Villarreal, con el que ha trabajado ya anteriormente), Daniel Ciaurriz en el sonido, Rosa García y María Guzmán en la producción y Fermín Urdánoz en el diseño. Andrés García de la Riva y Natxo Leuza son los directores:
¿Cuál fue la idea original del documental, tenían claro desde el principio la idea de rodar algo sobre El Drogas?
Andrés: En realidad la primera idea fue que queríamos hacer algo sobre música. Natxo y yo hemos trabajado juntos en el festival Punto de Vista y siempre habíamos comentado la idea de hacer algo sobre ese tema, que es el que más nos une. Empezamos a darle vueltas y la figura de El Drogas surgió como algo casi natural.
Natxo: Ahora, sin embargo, no queremos que sea solo un documental sobre música o rocanrol, sí queremos que la música tenga importancia, pero acotarlo solo a eso sería como acotar también la historia de Enrique, cuando cualquiera que lo conozca sabe que su figura trasciende lo puramente musical.
Andrés: Sí, porque una vez que te acercas un poco a El Drogas y ves las múltiples facetas que tiene te das cuenta de que la música es solo una de ellas, y, por ejemplo, su parte familiar, íntima, como abuelo, padre, pareja, es tan rica, que te encuentras con un personaje absolutamente interesante.
El teaser que han adelantado, de hecho, en el que se incluyen imágenes de diferentes conflictos, luchas sociales, etc., ya da pistas en ese sentido, y define también la personalidad peleona de El Drogas
Natxo: Sí, en el teaser queremos mostrar dos tonos, uno desde el presente más pausado, con cámaras lentas, con su propia voz en off, que nos va dando pistas de su presente y su futuro, pero de vez en cuando rompemos con un montaje mucho más ágil e imágenes de archivo, de los años 70 y 80, y con referencias a lo que ha sido la sociedad en esa época. Para nosotros es superimportante contextualizar lo que ha sido la vida de Enrique porque eso explica por qué él es así, por qué piensa así.
¿Cuál es la implicación de El Drogas en el documental, él sugiere, interviene?
Natxo: Nos ha dado total libertad. El Drogas primero es artista y respeta mucho a los artistas. Sí que Andrés y yo hablamos mucho con él, vamos viendo, tanto con él como con Mamen –la pareja de El Drogas, su “socia”—, qué es los que quiere, lo que no, pero siempre con un respeto y una flexibilidad brutal. No hay ningún tema que no haya querido tratar. En realidad a nosotros nos gustaría implicarlo y “utilizarlo” más. Por ejemplo, Enrique escribe mucho mejor que nosotros y nos gustaría que escribiera algo, que sus textos apareciera como voz en off…, pero con la agenda y la vida que tiene resulta complicado.
¿Cómo se las arreglan, en ese sentido, para rodar?
Andrés: Nosotros intentamos no molestar mucho, y nos adaptamos un poco a esa agenda. Ahora quizás comencemos a generar nosotros situaciones y escenas, hasta ahora hemos hecho mucho acompañamiento, por ejemplo, en alguna visita a su madre a la residencia.
Natxo: Una de las figuras más importantes en la vida de Enrique es la de su madre, la de la mujer en general, Mamen, su hija…, pero en el caso de su madre, que le ha dado la vida, le ha dado todo y ahora, tristemente, tiene la enfermedad del alzheimer, hemos podido ver un cariño impresionante. Haber podido entrar ahí, para nosotros ha sido especial…
Andrés: Y esa va ser una de las facetas que mejor se va a mostrar en el documental, esa faceta de ternura, en todos sus roles familiares, con Mamen, también… Hablan mucho entre los dos, por ejemplo, del amor que hay entre ellos, cómo lo han ido cultivando con el tiempo… La “socia” es un personaje fundamental en el documental, es la que siempre está a su lado y con la que comparte muchas cosas, de hecho si ella no lo hubiese tenido claro, este documental no habría sido posible…
¿Han descubierto cosas sobre El Drogas que los hayan sorprendido, que no conocieran o esperaran?
Natxo: Nosotros éramos fans de El Drogas, pero no éramos el tipo de fans que nos estamos encontrando ahora y que son los que están apoyando el mecenazgo de la película, pero conforme vamos conociendo a Enrique más cariño le vamos cogiendo, vamos viendo la vida frenética —viajar, carretera…—, que es capaz de mantener, o humanamente su trato tan cercano y humilde…
Andrés: Por otra parte, para nosotros, viendo todo ese cariño que le tienen sus fans — y que podemos palpar, por ejemplo, en el facebook que hemos abierto para la película—, y sabiendo además que es la primera película que se hace sobre El Drogas, es una responsabilidad hacer este documental, estar a la altura y poder contarlo de una forma justa para él, para su memoria y para la importancia que tiene en la historia del rock de este país alguien como él.
La película, sin embargo, no será solo una película para fans… ¿Qué puede interesar a alguien que no conozca o no siga la carrera de El Drogas?
Andrés: En ese sentido, hace unos meses presentamos el proyecto al festival Docs Valencia, fue seleccionado, y estuvimos mostrando nuestra idea a productores, exhibidores, y nos encontramos con gente que no tiene esa referencia tan importante que puede ser El Drogas en Iruña, gente incluso, de otros países, que ni siquiera conoce a Barricada, y ahí nos dimos cuenta de la importancia de que esta sea una historia universal, en la que cualquiera vea una historia de éxitos, fracasos, lo que ha ganado, lo que ha perdido El Drogas, y una historia que en cierto modo se pueda “deslocalizar” (aunque la Txantrea, por ejemplo, sea un escenario fundamental, porque yo creo que la idiosincrasia de un barrio como la Txantrea, sus valores, lo convierte en universal…). La propia historia de Enrique, el éxito con Barricada, lo que sufrió cuando salió del grupo, que coincidió además con el alzheimer de su madre, cómo fue capaz de levantarse, etc. da para un guión de una película, con conflictos que pueden ser entendidos en cualquier parte del mundo.
Ilustración: Santiago Sequeiros
(Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal para el magazine ON (Diario de Noticias de Navarra, Álava, Gipuzkoa y Deia) 20/10/18)
LA MALA PENA
Patxi Irurzun
Solo se me ocurre a mí. Regalarle un libro titulado Resaca a un ex alcohólico.
El dibujante e ilustrador Santiago Sequeiros es el creador de uno de los territorios más míticos del cómic estatal, de uno de los universos propios más sólidos y al tiempo más lleno de grietas y agujeros (algunos de ellos gloriosos y sórdidos como ojos del culo, que son a la vez la puerta de entrada a un panteón de carne y tinieblas): la ciudad de La Mala Pena, construida sobre las lindes del cementerio en que enterraron a Dios y en el que llueven diluvios de orujo.
Sequeiros fue uno de los autores invitados al IX Salón del Cómic de Navarra, celebrado hace unos días, y en el que se expuso íntegramente y en su formato original Romeo Muerto, la obra en la que ha trabajado durante los últimos veinte años de su intensa vida (Sequeiros se ha bebido mares de vodka, ha naufragado durante años en sofás de amigos, e incluso en una ocasión acarició el lomo de una sirena en una película porno); veinte años en los que Sequeiros ha estado en el infierno pero también se le ha aparecido Sampedro.
Romeo Muerto –un portero de hotel que vive dentro del cadáver de su mujer— es un cómic todavía inédito, y quienes lo leímos de pie no solo tuvimos el privilegio de la exclusiva, sino además el de leer a la vez su making of, pues en los márgenes de cada una de las planchas expuestas se apreciaban las anotaciones del autor: correcciones, ideas, dudas… En una de ellas incluso aparecía un teléfono, cuyo número apunté y al cual llamé y me cogió el demonio y el demonio me dijo que Sequeiros se le había escapado por los pelos (que no tiene, ni siquiera en las cejas ni en las pestañas, pues los ha perdido todos tras depresiones o tratando de apagar el fuego del alcohol que le quemaba el corazón).
Sequeiros tardó años en comprender que su obra y su mundo no hablaban solo o principalmente sobre el vacío o el desamor, como él pretendía, sino sobre el alcohol, sobre su propio alcoholismo, cuyas consecuencias estaba dibujando con años de anticipación. “Hay una correlación entre lo que dibujo y mi propia vida, todo está muy imbricado, yo encuentro ahora en mis cómics signos y símbolos que había colocando inconscientemente. Mi obra me cuenta cosas sobre mí mismo”, me dice, y yo le pregunto si eso acojona. “No, lo que acojona es levantarse un noche a las cuatro de la mañana con un mono terrible y no encontrar vodka en la nevera; o el vacío, el que encontré en mi último año de alcoholismo, el vacío absoluto, sobre el que yo creía que había escrito y dibujado, pero ¡una mierda! el vacío no tiene palabra, ni imagen”.
A Sequeiros lo sacaron de ese agujero sin nombre la terapia y Sampedro; José Luis Sampedro, cuyo libro El mercado y la globalización ilustró en el año 2001 y gracias a cuyos royalties pudo por fin pagarse la fianza para un alquiler, comprar un ordenador y volver a entrar en el circuito de la ilustración en prensa, donde actualmente es uno de los autores más destacados. “Todo lo que yo aprendí para dejar el alcohol, todo lo relacionado con el autoengaño, la justificación, me es muy útil ahora para deconstruir la actualidad o el lenguaje de los políticos”, dice.
Y a pesar de todo lo dicho, la obra de Sequeiros trasciende, y además de una manera magistral, un mero relato del proceso alcohólico. En ella hay literatura de altos vuelos y un mundo radicalmente original, el de La Mala Pena, que arroja como pocos una luz de endoscopio en nuestras zonas más oscuras y perturbadoras, en nuestros pequeños infiernos.
Santiago Sequeiros habla del suyo, de los años de trago duro y vacío innombrable, sin tapujos, con una sincera honestidad. Sin embargo, o tal vez por ello, antes de despedirnos, me devolvió con mucha educación el ejemplar de Resaca que solo a mí, estúpidamente, se me había ocurrido regalarle.
A SVS MVERTOS from Clemente Bernad on Vimeo.
“Para tomar decisiones se tiene que saber primero qué es realmente el Monumento a los caídos”
Clemente Bernad. Fotógrafo y documentalista
El documental A sus muertos de Clemente Bernad, fue presentado en Iruñea durante las jornadas para debatir qué hacer con el “Monumento a los caídos”, en cuya cripta hasta hace apenas unas semanas estaban enterrados los golpistas Mola y Sanjurjo y en la que todavía hoy se celebran misas fascistas.
Patxi Irurzun.
“¿Sabe qué es ese monumento?”. “¿Sabe quién está enterrado en él?”. “¿Sabe qué representa?”… Son algunas de las preguntas que se plantean a diferentes personas en el entorno de este gran símbolo franquista. Y las respuestas son desoladoras: “¿Una iglesia románica?” “¿Los reyes católicos?”… Solo unos días antes de celebrarse, con gran éxito de público y participación, las jornadas para reflexionar sobre el futuro de este siniestro monumento, otro grupo presentaba sorpresivamente otra propuesta “despolitizada” que plantea convertirlo en un Museo de la ciudad. A sus muertos y las jornadas en las que se enmarcó la proyección de este trabajo del fotógrafo y documentalista iruindarra Clemente Bernad, pretenden por el contrario acabar con el desconocimiento y buscar soluciones que no pisoteen líneas rojas como la reparación, la verdad o la justicia.
¿“A sus muertos” nace como un documental exclusivamente ligado a las jornadas sobre el futuro del Monumento a los caídos?
Sí y no. Las jordanas surgen a raíz de un de gente que nos juntamos para reflexionar sobre el Monumento: Txema Jiménez (editor de Pamiela), Iñaki Arzoz (activista y artista), José Ramón Urtasun (pintor), Carolina Martínez (gestora cultural y editora) y Javier Eder (escritor), básicamente. Empezamos a darle vueltas al tema, y de ahí salieron varias historias, algunas de las cuales se han quedado por el camino, y otras que han salido adelante, como estas jornadas, que además han resultado como habíamos querido, con un debate serio, riguroso, profundo, sin salidas de tono, abierto, aunque con una línea roja clara para nosotros y es el hartazgo y el desprecio que sentimos por el monumento; el desprecio por los fundamentos que hacen que ese monumento exista, el golpe militar, la guerra, los asesinatos… y el hartazgo por la deriva que ha llevado el tema desde la muerte de Franco, con unas instituciones públicas que han sido incapaces de hacer nada más allá de recibirlo en una donación que hizo el arzobispado, además con unas condiciones que impuso y que ha seguido imponiendo hasta hace bien poco. Las jornadas nacen para poner el tema encima de la mesa, enseñar qué es el monumento, y de ahí también el documental con la intención ya personal, como documentalista, no diría tanto de mover conciencias, pero sí de crear algún tipo de duda o inquietud, más allá de ese desprecio o hartazgo, alguna reflexión que no sea la que siempre se espera cuando se habla de memoria histórica.
El documental, tal y como usted explicó en la presentación, usa planteamientos como la psicogeografía ¿qué es exactamente?
Sí, se trata de leer no lo que te cuenta la ciudad de un modo evidente, sino por capas de espacio y tiempo en las que investigar con calma. Planteamos seis preguntas a gente que estaba en el entorno de la plaza, cuando esta aún se llamaba Conde Rodezno. Eran seis preguntas sencillas: ¿Sabe cómo se llama esta plaza?, ¿sabe qué es ese edificio?, ¿sabe desde cuándo está ahí?, ¿sabe qué representa?, ¿sabe quién está enterrado en él?, y ¿qué le parecería si se quitará el edificio? Planteamos esas preguntas siempre en el entorno de la plaza para ver si la existencia del edificio ha calado en la conciencia de la gente. Luego todo eso se mezcla de un modo sutil y sin una línea narrativa clara con escenas de la vida cotidiana, alrededor de ese edificio, y con imágenes del pasado, para ver qué resulta.
Las respuestas fueron desoladoras…
Sí, durante la presentación del documental la gente se quedó impactada. El desconocimiento era absoluto, incluso entre personas mayores, es como si el edificio se hubiese plantado ahí de repente y todo lo que significa se hubiera ido disolviendo. Hubo quien contestó que estaban enterrados en él los reyes católicos, o que era una iglesia románica. La gente en general se resistía a que desaparezca, tras manifestar su ignorancia. Es decir, no tengo ni idea de qué es ni que significa ese monumento, pero no me lo toques, porque ha estado ahí “toda la vida”·…
¿Y esas respuestas condicionan de algún modo el debate, o las soluciones que se puedan plantear?
Ahí es donde incidimos como grupo y ese es el objetivo de las jornadas. Esa raya roja de la que hablaba antes significa que nosotros no nos planteamos como grupo que no se puede hacer nada con el monumento sin que pase antes por una serie de requisitos, que son los básicos cuando hablamos de memoria histórica: reparación, verdad, justicia… Aspectos que hay que solucionar antes de decidir qué hacer con el monumento. En ese sentido esa propuesta de otro grupo que entra de repente, como un misil, en los días previos a las jornadas, obvia todo ese primer paso, y a mí personalmente me parece una vergüenza, porque se plantea como una propuesta inocente, pero no lo es, está cargada de desprecio a las víctimas. Nuestra propuesta y nuestras jornadas están en el punto opuesto a esas propuestas despolitizadas (y digo despolitizadas porque ellos mismos dicen en su manifiesto que el edificio ya está despolitizado).
El primer paso sería entonces pedagógico y es en donde entran las jornadas y el documental…
Si, se trata de contar qué es el edificio y ponerlo de nuevo de actualidad, para que la gente sepa qué es realmente, algo básico para tomar luego decisiones
Hablábamos antes de psicogeografía y de las preguntas que se plantean a la gente en el entorno de la plaza, pero, antes, “A sus muertos” arranca con un rap…
En esa parte del espíritu de las imágenes es el mismo que el resto, más acelarado, un recorrido urbano, actual, que se aproxima al monumento. Me interesa mucho ese tipo de imágenes actuales. Estoy un poco cansado de imágenes de archivo, etc., que se suelen contraponer a la actualidad, de una manera descontextualizada. Las que aparecen aquí son imágenes actuales, que en realidad sin el rap no nos dicen nada, pues son imágenes de la vida cotidiana de Iruñea, gente paseando, en un ambiente muy pamplonés, de noche, lloviendo, pero esa letra del rap nos pone un poco sobre la historia de la ciudad y su poso, pues es un texto basado en el bando de guerra de Mola y en alguna de sus directivas.
Y a continuación aparecen varias mujeres inmigrantes leyendo un discurso de Franco.
Es el discurso que dio Franco el 4 de diciembre del 1952, en la supuesta inauguración del Monumento. Es una forma de discutir ese discurso, todos sus valores militaristas, fascistas, poniéndolo en boca de mujeres inmigrantes, algunas de las cuales casi no saben leer en español. Me impresionó mucho, por ejemplo, cómo alguna de ellas cuando se equivoca pide perdón, algo que jamás habría hecho el propio Franco.
Se ha abierto el debate, al menos, que era uno de los objetivos…
Hay veces que cuando hablas de estos temas parece que estás anclado en el pasado, hay gente a la que no le interesa… pero el objetivo de las jornadas y del documental es demostrar que todo esto en realidad forma parte de nuestro presente, forma parte de la ciudad en que vivimos, y todo eso influye en ella, en nuestra forma de vivir y de pensar… Entre las respuestas de las que hemos hablado antes, por ejemplo, una persona mayor dice que cree que hay dentro estarán los fusilados, porque en algún sitio tendrán que estar, es decir, es alguien que intuye algo, que sabe que hay gente que murió, que no fue enterrada… Pero una cosa es el desconocimiento y otra es que en cuanto arañas un poco en la historia del monumento, se abren otras puertas, otras preguntas, como quién hizo el monumento, quién ha mandado aquí durante mucho tiempo, quién impuso su nombre o a quién le ha interesado mantener ese desconocimiento.
¿Cuál cree que debería ser el siguiente paso respecto al futuro del monumento?
El edificio es propiedad municipal, excepto la cripta, en la que hasta hace poco estaban enterrados Mola y Sanjurjo y en la que se siguen celebrando misas fascistas, y que tiene el arzobispado en usufructo. Creemos que el ayuntamiento tendrá que elaborar una hoja de ruta y creemos que es el momento de hacerlo, entre otras cosas porque puede haber propuestas descabelladas y sin moral como la que hemos mencionado que pueden bloquear otras salidas.
“Nunca he tenido pretensión de transcender o transgredir. Eso ha sido a mi pesar”
Miguel Ángel Martín, dibujante
El artista leonés despidió ayer los encuentros con autores que durante todo un mes ha mantenido el IX salón del comic de Navarra. Una muestra de su obra, precedida a menudo por la polémica, todavía puede visitarse durante este fin de semana en el palacio del Condestable de Iruña.
Patxi Irurzun. Iruñea 06/10/2018
La exposición, por si las moscas (nunca se sabe en estos tiempos tan susceptibles), está “protegida” por unas cortinas al estilo de las de los sex-shop en la que se advierte que el material que se muestra puede herir sensibilidades, pues contiene imágenes pornográficas, mutilaciones… Miguel Ángel Martín (León, 1960) ha sido uno de los platos fuertes –muy fuertes— del IX Salón del cómic de Navarra, por el que a lo largo de este último mes han pasado dibujantes como Álvaro Ortiz, Mamen Moreu, Natacha Bustos, Belatz, Rubén Pellejero o Santiago Sequeiros. La obra de Martín, un ilustre veterano y superviviente del cómic (comenzó su recorrido en revistas como Tótem, Makoki o El Víbora) ha sido censurada en diversas ocasiones y lugares, lo cual no le ha impedido prodigarse en diferentes formatos: ha escrito cortos, teatro, ha ilustrado discos y libros —fue el dibujante de cabecera del sello Subterfuge, firmó portadas de grupos como Gwendal o La Banda trapera del río y de escritores como Lucía Etxebarría o la antología de homenaje a Bukowski Resaca / Hank over—… Martín se ha atrevido incluso con clásicos como El Quijote, aparentemente, solo aparentemente, tan alejados de su universo. Todo ello con su estilo inconfundible, de trazos limpios y en el que predominan tonos rosas y dolorosos, amarillos y lilas que no están en ningún pantone o que deberían estar en todos, y con los que retrata como nadie los lados más oscuros e incómodos del alma humana, si acaso esta existe.
Empecemos con una anécdota, para completar su biografía. ¿Es cierto que compartió aula con Zapatero, el expresidente de gobierno?
Cierto, en el colegio Leonés, en el bachillerato de letras. Éramos compañeros de clase pero no realmente amigos, que quede claro.
Su exposición en Iruña se preparó con una advertencia, una puerta especial en la que se alerta de su contenido… ¿Qué le parece?
¡Me parece muy bien! Le da más publicidad y genera curiosidad.
Supongo también que estará un poco harto de que siempre se le asocie con escándalos, polémicas… ¿o no? Lo digo porque creo que también ha dicho en alguna ocasión que le debe mucho a la censura…
Sin duda, en Italia la censura fue una bendición para mí por todo el revuelo que se montó y la publicidad que me hizo. Siempre que puedo no dejo de agradecer a la fiscalía de Cremona que me secuestrara el comic por “inducción al suicidio, homicidio y pedofilia”, nada más y nada menos. Me convirtieron en un mártir, una víctima del “sistema”.
Últimamente además, parece que ofender los sentimientos es más fácil que nunca y que además puede incluso estar penado…
Hoy todo es polémico, todos se ofenden por cualquier cosa. ¡Qué aburrimiento! No obstante sí me gustaría decir que en mi caso, la censura fue por motivos éticos y/o estéticos, no ideológicos. Las diatribas entre tontos de Villarriba y bobos de Villabajo no me interesan nada. Y el odio idiota de las redes sociales menos.
En la exposición de Pamplona hay un pequeño muestrario de su trabajo, en diferentes soportes, cómic, cine, ilustración, portadas… ¿En cuál de ellos se siente más cómodo?
En todos, incluido el merchandising y los objetos, porque en todos está mi personalidad. La diversificación de mi trabajo creo que lo enriquece.
De hecho, ha hecho teatro, cortos, y se ha atrevido a ilustrar obras que, aparentemente, se alejan de temas con los que a veces se le suele asociar o etiquetar —violencia, porno, parafilias…— como El Quijote
Descubrí el Quijote muy tarde, ya casi de cincuentón. De joven no me interesaba. Nadie cuenta cómo es de verdad ese libro. Básicamente un libro de humor con un montón de acción, palizas, sangre, putas, hijos de puta, sexo, freaks, humor, diálogos brillantes que ya quisiera para sí Tarantino (del que soy muy fan). Se empeñan en “venderlo” como algo trascendente (lo es) para intelectuales, académicos y sabiondos y para nada es eso. Cervantes lo escribió con la noble intención de ganar pasta y reírse con mucha mala hostia de la gente de su época. La obra que él pensaba era su obra maestra con afán de posteridad era La Galatea. Si no llega a escribir este libro a lo “torrente”, no estaríamos hablando de él ahora.
¿Hay alguna otra obra universal que le gustaría abordar? La biblia, por ejemplo, aunque ya la ilustrara Robert Crumb, parece muy miguelangelmartiniana…
Sí, ya la ilustré también: Los 120 días de Sodoma del marqués de Sade. Así como el Qujijote es probablemente el libro más ilustrado de la historia, el de Sade no se había ilustrado nunca hasta ahora, que se sepa. Y eso lo hace muy especial en mi opinión. Ese libro no se puede ilustrar con metáforas y tirándote el rollo. Es muy explícito. Y yo no me he cortado ni un pelo.
¿En qué anda metido ahora, por cierto?
Acabo de terminar un tarot sicotrónico que incluye los arcanos mayores y los menores y un librito con los significados de cada naipe y la forma de echarlos. Espero que nos dé tiempo de sacarlo para esta navidad. El próximo halloween presento en el festival de comic de Lucca (Italia) el guión ilustrado de la secuela del clásico de culto Cannibal Holocaust de Ruggero Deodato. Un libro que ya se ha hecho de culto sin haber salido todavía. Estaré con Deodato firmando ejemplares allí. Y tengo terminado el guión de una nueva novela gráfica, Saphari, que empezaré a dibujar en breve.
Para acabar, ¿qué busca usted realmente con sus trabajos, incomodar, poner luz a nuestras partes más oscuras, reivindicar su libertad para crear sin límites?
Sobre todo divertirme y contar las historias que me gustaría leer para que las disfruten los demás. Nunca he tenido pretensiones de transcendencia y menos de ser “transgresor” o maldito. Eso ha sido a mi pesar.
Publicado en suplemento semanal On (diarios Grupo Noticias) 07/10/2018
En segundo de EGB, al inicio de curso, nos pusieron por primera vez un examen. Mi compañero de pupitre, que se llamaba Pablo Casado, me lo copió entero. Luego, cuando el profesor nos pidió explicaciones, tuvo la jeta de decir que había sido yo quien le copiara a él. Claro que el muy imbécil me había copiado también, en el encabezamiento del examen, el nombre y el número de clase.
Por entonces nos ponían un número. Para que fuéramos acostumbrándonos, supongo. Yo estaba siempre por la mitad de la lista y solía ser el 24 o el 25. Siempre he estado en medio de todo, diluido, desapercibido. No creo en los astros, pero lo cierto es que nací un miércoles y un 2 de julio, que es el día que está justo en mitad del año.
Y luego está lo de mi voz. Tengo una onda de voz que muchas personas no sintonizan. Me doy cuenta muchas veces, en los grupos, cuando digo algo y me doy cuenta de que nadie me ha escuchado; o me ha escuchado en una frecuencia remota, porque a veces me pasa que el mismo chiste que acabo de contar, sin que a nadie le haga gracia, lo repite alguien del grupo a los cinco o diez segundos y todos se echan a reír como locos.
Siempre, en esas ocasiones, me quedo esperando a que esa persona reconozca cuando acaben las risas que en realidad la ocurrencia ha sido mía, pero nunca sucede. Creo incluso que en realidad están convencidos de que la vocecita que han escuchado en su cabeza es la suya propia; o tal vez no, tal vez por un momento han visto mi nombre y mi número escritos en la parte superior de la página, pero se les olvida enseguida, qué más da, son un número y un nombre en los que nunca nadie repara.
Por eso me extrañó que, también en segundo de EGB, me nombraran chiclero de la clase. El chiclero era un puesto de responsabilidad. Una especie de tesorero que se ocupaba de recaudar y custodiar las multas y castigos que el profesor imponía (por hablar en clase, un chicle; por no hacer la tarea, cinco chicles; por comer chicle, diez chicles; por ofensas a los sentimientos religiosos veinte chicles y una hostia bien dada…). Yo tenía que ir apuntando todo aquello y guardando los chicles, que se repartían entre todos los alumnos al final de curso.
Fue el peor curso de mi vida. Todo el día con la bolsa de chicles de clase a casa, de casa a clase. A veces no me podía contener y me comía de un atracón un puñado de aquellos chicles tan tentadores: chicles Bang-Bang, chicles Cosmos, chicles con sabor a melón… Putos chicles. Después tenía pesadillas, no podía dormir, pensando en que debía reponerlos en cuanto me dieran la paga.
—Yo no sé para qué sufres así —me dijo en una ocasión otro compañero de clase, que se llamaba Luis Bárcenas y que había sido chiclero el año anterior—. Si eres tú el que apunta lo que hay que pagar, apuntas lo que te conviene y punto, nadie se va a dar cuenta.
Pero yo no tenía el valor suficiente para hacer eso, ni me parecía correcto.
Al acabar el curso, cuando entregué la bolsa de los chicles al profesor, este se sorprendió al verla tan llena.
—¡Vaya, este año no os habéis portado muy bien que se diga!—dijo, y luego, no obstante, me felicitó por haber desempeñado con honestidad mi cargo de chiclero, aunque a continuación añadió—: Y eso que empezaste torcido, copiando en aquel examen.
Yo me quedé patidifuso, incapaz de replicarle. Supuse que se había liado, o que se le había olvidado cómo había sucedido en realidad el episodio.
Eso y que aquel profesor era también el padre de Pablo Casado, mi compañero de pupitre.