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DUELO EN EL RETRETE

Mar 10, 2019   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Resultado de imagen de gracias y desgracias del ojo del culo pepitas

Publicado en Magazine On, con diario de Grupo Noticias (09/03/2019)

 

(Advertencia previa: este artículo lo ha escrito un inmaduro y contiene referencias escatológicas del tipo caca-culo pedo-pis)

¿A quién no le ha pasado alguna vez? Un apretón. En algún lugar inapropiado. En el último lugar en el que irías al baño. En esos baños en los que vive un tigre dentro. O en esos otros con un hueco debajo de la puerta y sin techo. ¿Por qué los hacen así? ¿Para que todos disfrutemos del concierto? Una vez conocí a un tipo que tocaba el Smoke on the water de Deep Purple con pedos. Otra, tuve que aligerar peso en un baño en el que la puerta solo te tapaba hasta la mitad del pecho y que quedaba frente a la puerta de entrada. Cada vez que se abría y pasaba alguien te veía ahí, arrugando los tres ojos. Hola, qué tal. Nada aquí, enviando un email…

Como en casa no se caga en ningún lado, pero a veces no queda otro remedio que salir de la zona de confort, y para sobrellevar las inconveniencias cada maestrillo tiene su librillo; o su rollo de papel higiénico. Hay a quienes les aterroriza el sonido de las deposiciones cuando hacen el ángel en el agua del retrete y para ello cubren previamente esta con un colchón de papel. Otros, los pistoleros más rápidos, tiran de la cadena (tirar de la cadena, dentro de nada aparecerá en los diccionarios etimológicos) y aprovechan para disparar en mitad de la tormenta. Y hablando de disparar, están también los duelos en los retretes. Esos retretes contiguos, en el que le ves los zapatos a tu adversario. Esas personas sentadas a menos de un metro de distancia, separados solo por una fina pared de plástico, esperando cada uno a ver quién desenfunda primero. Los más arrojados, nunca mejor dicho, optan por proceder y salir rápidamente del baño, antes que el contrincante. Otros, prefieren esperar, una opción arriesgada, pues, por una parte no sabes qué munición maneja tu adversario y, por otra, es probable que tras él entre otro vaquero. Ha habido casos de duelistas tímidos que han permanecido horas sentados en la taza, sin mover un músculo. Una vez uno de ellos, de tanto contener los gases,  se convirtió en globo y salió volando por el techo descubierto del retrete y luego por la ventana del baño y finalmente explotó en el cielo y le hizo un agujero a la capa de ozono del tamaño de Papúa Nueva Guinea.

Todo esto puede parecer de lo más vulgar, pero hay toda una bibliografía escatológica con la que podemos refinarlo. En la literatura picaresca y en la del siglo de Oro abundan las referencias (recordemos además que la palabra escatología tiene varias acepciones, y que no solo se refiere a la coprología, sino también al “conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba”. ¿Se caga en el más allá, por cierto?). Uno de los pasajes más memorables de El Buscón de Quevedo es, por ejemplo, cuando el pícaro Pablos se embarra no ya de “palominos sino de palomos grandes” en la cama. Y Quevedo escribió también Gracias y desgracias del ojo del culo, que yo no sé por qué no es lectura obligatoria en los institutos, hasta donde, por lo demás, los chavales llegan ya rodados con best-sellers infantiles como Todos hacemos caca o El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza. Por haber hay hasta un manual sobre Cómo cagar en el monte ( Kathleen Meyer). Falta el de cómo hacerlo en el mar, que para algunos es un lujo asiático.

Cagar, en fin, es a menudo un placer. Otras, o no hacerlo, una tortura. Y siempre un ejercicio democrático. En el trono se sienta el rey y el mendigo. El general, el banquero, el presidente del Tribunal Supremo… Imagínatelos cagando, como cantaba Koma.  Y así podríamos seguir hasta el infinito y más allá. Sobre todo un inmaduro como yo. Claro que en mi defensa siempre puedo alegar que, como dice el maestro Kutxi Romero, entre estar maduro y estar podrido solo hay un paso.

ENTREVISTA A ALEX ORBE Y JOSÉ A. PÉREZ LEDO SOBRE «LOS ENCICLOPEDISTAS»

Feb 28, 2019   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

“Queríamos contar el combate entre los defensores de la razón y la superstición”
José A. Pérez Ledo y Alex Orbe, autores de Los enciclopedistas

 

El escritor José A. Pérez Ledo y el dibujante Alex Orbe recrean en el cómic Los enciclopedistas la Francia prerrevolucionaria con una historia que, mediante el formato de thriller, describe la lucha entre reacción y progreso y que traza un sorprendente paralelismo con los tiempos que vivimos

 Patxi Irurzun. Publicado en Gara, 27/02/2019

 Publicado por Astiberri, Los enciclopedistas es el primer trabajo conjunto de los dos autores vizcaínos y está teniendo un amplio y merecido reconocimiento. No podía ser de otro modo, pues nos encontramos ante una obra magníficamente ilustrada, nunca mejor dicho, y con una hábil narración que mantiene al lector pegado a una novela bajo cuya piel respiran otras historias que nos acercan a nuestros días.

 ¿Cómo surgió la idea de hacer este cómic y de colaborar juntos?

Pérez Ledo: Hace unos años me dio por leer sobre un periodo histórico concreto, justamente anterior a la Revolución Francesa. En aquellas primeras décadas del siglo XVIII, París era un hervidero intelectual. Uno de sus centros neurálgicos, además de los cafés, eran los salones ilustrados. A pesar de su ampuloso nombre, estos salones no eran más que las casas de los propios intelectuales, donde se reunían para cenar, beber y debatir ideas filosóficas, científicas y políticas. Aquel escenario me atrajo inmediatamente como fondo para contar una historia. Pasé unos meses desarrollando la trama, que presenté a Astiberri. Afortunadamente, les gustó mucho. Luego nos pusimos a buscar un dibujante cuyo estilo encajase con el tono que pretendíamos darle a la historia. Y, felizmente, dimos con Álex.

¿Por qué eligieron una época como esa, en la que sitúan el cómic?

Pérez Ledo: En la Francia prerrevolucionaria se abocetó la Europa contemporánea. Para bien y para mal. En aquellos salones y en aquel hoy célebre libro, L’Encyclopédie, se pusieron las bases ideológicas de la Revolución Francesa y los principios de la República, la libertad, la igualdad y la fraternidad. Los hombres que diseñaron aquello, porque fueron hombres casi todo, lo hicieron oponiéndose tanto a la Corona como a la Iglesia. Muchos de ellos fueron expulsados del país, casi todos fueron encarcelados y unos pocos pagaron con sus vidas. La agitación social e intelectual era enorme, quizás la mayor de la historia, y eso establecía un tapiz estupendo sobre el que construir una historia.

Han mencionado que los enciclopedistas fueron casi todos hombres, pero en su cómic el personaje de Marie tiene mucho peso. ¿Hay un reconocimiento a las mujeres y su aportación silenciada a la Ilustración?

Alex Orbe: Pese a que no está documentado, o, mejor dicho, porque se habrá invisibilizado su labor, en la creación de La Enciclopedia apenas aparecen mujeres citadas. Pero varios de los salones que frecuentaban los ilustrados estaban gestionados por mujeres, así que la inclusión de Marie nos ayuda en varios sentidos, para dar importancia a la mujer en la elaboración de La Enciclopedia y para tener un punto de vista a pie de calle, de la clase trabajadora de la época. Y además es una gran dibujante, mucho mejor que yo.

Es curioso que haya ciertos paralelismos con la época actual, hacia la actualidad más rabiosa y preocupante (avance de la ultraderecha, intentos de revertir logros y avances de la humanidad) en ese combate entre ilustrados y cruzados…

Pérez Ledo: Esos paralelismos son, de hecho, la base de la historia. Digamos que eso es lo que me impulsó a escribir algo ambientado en esta época. La trama de thriller, los asesinatos, la investigación, todo eso vino después. Lo creé para darle forma a lo que realmente quería contar, que es precisamente ese combate entre los defensores de la razón y los defensores de la superstición. Pero no es el único paralelismo ni el mayor. Nuestra época, como aquella, vive un cambio de paradigma. A nadie se le escapa que estamos viendo cómo termina una era y empieza una nueva que, por ahora, no tenemos ni idea de qué forma tendrá. Fue exactamente lo que ocurrió en el siglo XVIII, el final del Antiguo Régimen y le llegada de la era moderna. Y entonces, como ahora, esa incertidumbre provocaba numerosos fenómenos: un auge del conservadurismo, populismos de todo tipo, exacerbación de los nacionalismos, etc.

En el caso de las ilustraciones, la ambientación está magníficamente trabajada, ¿cómo fue el trabajo de documentación?

Alex Orbe: El trabajo de documentación ha sido una locura y estuvo a punto de devorarme en un primer momento. Llegué hasta bloquearme por momentos ante la falta de información para asumir incluso la viñeta más sencilla. Un escenario recurrente es una imprenta y me tiré horas para entender bien el funcionamiento de este aparato para poder representarlo correctamente. Y así con todo, desde una farola callejera al palacio de Versalles.

Uno de los aspectos más destacados del cómic es cómo consigue combinar la peripecia histórica con la trama de misterio o policiaca…

Pérez Ledo: No quería escribir una historia-ensayo ni, mucho menos, un panfleto. Quería que Los Enciclopedistas contuviese una serie de ideas, pero siempre en segundo término, al fondo. El primer término es un thriller, una historia de asesinatos y la persecución del asesino o asesinos por parte de los protagonistas. Eso es lo que debe captar el interés del lector o lectora, eso es lo que debería mantenerle pegado a la novela gráfica hasta la última página. Pero los lectores y lectoras más despiertos encontrarán un fondo mucho más rico, un subtexto que da un sentido superior y metafórico a la historia que la une, de manera inquietante, con los actuales titulares de los periódicos.

 

INVIERNO FACHA

Feb 25, 2019   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Artículo publicado en magazine ON, diarios Grupo Noticias (sábado 23/02/2019)

 

 

Mi calidad de vida ha mejorado notable y hasta sobresalientemente desde que en invierno uso camisetas térmicas y calcetines gordos. Chaleco de plumas debajo del abrigo ya no me pongo desde que los fachas lo adoptaron como uniforme de campaña. Ande yo caliente y ríase la gente, pero que no se descojone. Lo que sí me da frío es ver a esos adolescentes con los pantalones remangados y pinkies o calcetines invisibles, dejando que el viento helado les acuchille los tobillos.

Cuando eres joven te la suda todo (bueno, te la suda igual en este caso no es la mejor manera de decirlo).  ¿Quién va a mandar más, el invierno o la moda? Cuando eres joven no temes al frío, ni te importa tener los pies helados, si por encima llevas unas zapatillas chulas. El invierno no va a poder contigo. El invierno no te va a decir qué te tienes que poner y qué no. El invierno es Santiago Abascal. El invierno es toda esa gente agitando las banderitas que otros les han dejado preparadas en los asientos para que las agiten (para que las agiten, es curioso, contra los nacionalistas, o sea contra sí mismos).  El invierno es ese señor a la puerta del Tribunal Supremo en el juicio contra los presos políticos catalanes con una bufanda en la que sobre los colores de la bandera española se lee: “Esto es España y al que no le guste que se vaya”  (hombre, yo no sé si es un lema muy bien escogido para un juicio como ese. Tal vez lo que el hombre quería decir era: “Esto es España y al que no le guste que se quede”). El invierno es un facha y los jóvenes pasan de él porque la naturaleza es sabia y cuando tienes la sangre caliente no está mal tener los pies y las manos y la cabeza fríos. El señor de la bufanda y Santiago Abascal y los que se fotografían y dan codazos con él en las manifestaciones deberían llevar también pinkies, en vez de botas de montar y pisar.

Otra cosa que abriga mucho son los gorros. Por la cabeza perdemos un montón de calor. Nunca he visto, por cierto, a ningún político con gorro, excepto a Labordeta, que mandó a los fachas a la mierda, ¡hala a la mierda, joder! Yo tengo un gorro ruso que cuando me lo quito me saca de la cabeza un anticiclón. A veces llego a casa, lo pongo encima del ordenador y me escribe la columna él solo. No, tal vez en vez de pinkies los políticos deberían de llevar todos gorros rusos y quitárselos cuando subieran a la tribuna, dejar que por el congreso de los diputados circulase una ola de calor tropical y no este invierno oscuro con sus chalecos de plumas y sus bufandas con lemas xenófobos y sus banderitas patrióticas fabricadas en China.

No hay, por lo demás,  nada mejor que un día de sol en invierno. Es como una parada en el calendario para tomarse una taza de caldo. Los días comienzan, por suerte, ya a acortar. El verano es una luz al final del túnel de hielo en las casas de las miles de familias que no pueden poner la calefacción, mientras en la televisión salen más imágenes de gente agitando banderitas. En las carreteras los conejos dibujan semáforos en rojo con sus ojos cada vez más tarde. La primavera se está probando vestidos baratos y bonitos en las rebajas. La nieve de las montañas es un señor silbando alegre debajo de un puente. Y yo no sé muy bien qué digo. Hoy se me ha olvidado ponerme la camiseta térmica, los calcetines gordos y, sobre todo, el gorro ruso y creo que solo muevo los dedos sobre el teclado para entrar en calor, ustedes me disculparán.

Entrevista Laura Freixas

Feb 12, 2019   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
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Foto: Iñigo Uriz

Mis diarios son la expresión de alguien que se busca, que va formando su identidad”
Laura Freixas

La escritora catalana estuvo hace unos días en Iruña presentando Todos llevan máscara. Diario 1995-96, en donde se reflejan sus primeros pasos como escritora, describe sus experiencias sobre su, en aquella época, reciente maternidad y reflexiona sobre el propio género diarístico y sobre uno de los temas recurrentes de su obra: literatura y mujer.

Patxi Irurzun. Iruñea. Gara

Todos llevan máscara, que Freixas presentó en la librería Katakrak, es la segunda entrega de una serie de diarios que la editorial Errata Naturae irá publicando cada tres años y que inició en 2015 con Una vida subterránea. Diario 1991-1994.

Hoy Laura Freixas es una autora reconocida, con una trayectoria larga y fecunda a sus espaldas (libros de relatos como Cuentos a los cuarenta, novelas como Entre amigas o Los otros son más felices, colaboraciones en prensa o ensayos como Literatura y mujeres), pero en el año en que se fecha Todos llevan máscara nos encontramos con una Laura que trataba de abrirse paso en Madrid como escritora, que se enfrentaba a las dudas y temores que le suscitaba la escritura de sus primeras novelas y que acababa de ser madre.

Todo ello, además de reflexiones sobre el propio género del diario o las apariciones de personajes del mundo literario (Jorge Herralde, Soledad Puértolas, Belén Gopegui , Andrés Trapiello …), constituyen los mimbres con los que se trenza este diario que Freixas escribió en su día sin demasiada confianza en que llegara a ver la luz:

Mi interés por el diario y por la literatura autobiográfica se debe a que estudié en el Liceo francés, viví en Francia e Inglaterra, países donde hay mucho interés y presencia de estos géneros, y de donde me viene la idea de que un diario es una obra literaria. Por eso, cuando escribía el diario — y a cualquier persona que se dedica a la literatura creo que le pasa también— yo en realidad sí pensaba que se podía publicar alguna vez; pero en aquella época estaba escribiendo mis primeras novelas y como no conseguía editor a la vez también me parecía bastante inverosímil”, comenta la autora catalana, afincada en Madrid desde hace años. “Por otra parte, siempre he pensado que para publicar un diario hay que dejar pasar bastante tiempo, porque cuando sabes que lo que estás escribiendo aparecerá al cabo de un año o dos, te contienes, no te sueltas tanto. Todo eso creo que hace que se note que mi diario lo estaba escribiendo para mí, y que me servía un poco de interlocutor y desahogo”.

Ciertamente, parece extraño que un diario tarde en publicarse casi 25 años en estos tiempos de inmediatez, sobreexposición mediática o “extimidad”, un concepto del que habló Freixas en la presentación, una especie de intimidad impostada, de cara a la galería. “A mí el diario me gusta precisamente por lo contrario, porque consiste en dejar madurar las cosas y darse cuenta de cómo se van construyendo, y van cambiando. Otra cosa que me gusta del diario es que no tiene un sentido, una dirección clara. Por ejemplo, aunque con el mismo material escribas una autobiografía o una novela, lo haces a posteriori, ya sabiendo cómo terminó todo, seleccionas el material sabiendo que quieres llegar a ese punto. Con el diario vas improvisando, puedes reflejar la incertidumbre, la duda, mientras que en una novela, por ejemplo, si aparecen estas es para resolverlas. En estos diarios, de hecho, no he cambiado cosas que ahora no me gustan. Por ejemplo, en el primer diario me doy cuenta de que yo, siendo feminista como soy y como lo he sido siempre, era a la vez bastante misógina, y una cosa que yo quiero que se vea es cómo he ido cambiando (por ejemplo, para referirme a mí misma de un modo impersonal decía “uno piensa o uno dice” en lugar de “una piensa o una dice”, porque así fue como nos lo enseñaron). Ahora me doy cuenta de que ya no escribo así, pero he querido mantenerlo, para que el diario sea la expresión de alguien que se busca, que va formando su identidad”.

El diario, pues, y su autora misma, como obra en construcción. Freixas reflexiona constantemente en Todos llevan máscara sobre el propio género, acaso porque en aquellos días estaba preparando para Revista de Occidente un monográfico sobre el mismo que se convirtió en una referencia.

El diario es el único espacio en el que se puede sin más ni más, sin andamiaje alguno (ni teórico ni argumental ni nada de nada), cogiendo al toro por los cuernos y a la realidad por las solapas, meditar sobre la vida”, escribe en un momento dado.

Y así, además de las dificultades que encuentra con la escritura de sus dos primeras novelas (dificultades técnicas, para encontrar editar, sensación de fracaso de antemano por que la obra no llegará a estar a la altura de lo que pretende…), en las páginas de Todos llevan máscara nos encontramos con otras vivencias más intimas de la autora, como la relación con su marido o su maternidad, que atraviesa todas las páginas del diario como un cordón umbilical y que, paradójicamente, dadas las diferentes características del género del diario frente a la novela (ausencia de estructura o de otras exigencias narrativas, rimo, extensión…) hacen que este diario pueda ser leído como una novela, con situaciones y una psicología de la autora perfectamente definidos y verosímiles, pues toman su materia prima de la vida misma.

La maternidad para mí como para cualquiera fue una experiencia muy importante en mi vida”, dice Freixas. “Me hizo cambiar ideas sobre muchas cosas, y haber escrito sobre ello también me llevó a publicar este diario, pues yo como escritora soy una autora que también reflexiona sobre mi escritura, entre otras cosas porque hay dos aspectos de la misma que para mí han sido problemáticos: uno es el hecho de ser mujer y hacer una literatura que lo muestra; como eso está muy desvalorizado he tenido que armarme contra eso. Y el otro, que la autobiografía, los diarios, son un género muy desprestigiado. He tenido que reflexionar sobre las dos cosas y en esa reflexión me he dado cuenta de que la experiencia de las mujeres está muy poco reflejada y valorada en la cultura, lo cual me convenció de la idea de publicar un libro en el que la experiencia de la maternidad estaba muy presente. Y también porque me di cuenta de que apenas hay diarios de escritoras entre nosotros, tenemos los de Gil de Biedma, Pla, Max Aub, pero de escritoras a Rosa Chacel y poco más. A Rosa Chacel, por cierto, debe mucho mi diario, porque es una diarista muy introspectiva, muy dura consigo misma, con una lucidez corrosiva y mucha personalidad, algo que me interesa mucho ”.

Preguntamos a Laura, puesto que menciona algunos de estos nombres propios, sobre ellos y sobre otros que aparecen en clave en su obra (esa especie de papel couché de la literatura que a veces despierta el lado más oscuro o cotilla del lector de diarios). “A ese respecto se suscita el debate de hasta qué punto el autor tiene derecho a escribir ciertas cosas sobre otras personas, hay quien piensa que tiene todos los derechos, yo no lo creo, pero tampoco creo que no tenga ninguno”, dice. En Todos llevan Máscara Freixas ha optado en algunos casos -en los que salen peor parados- por cambiar el nombre y detalles reveladores, en otros ha pedido permiso a amistades para contar ciertos pasajes… “Pero el verdadero problema son las personas más próximas, que no las puedes disimular, padres, marido, hijos…”, dice Freixas.

Todo esto (y mucho más, las sesiones con su psicoanalista; las discusiones con su padre, que encarna una idea establecida socialmente según la cual el mérito o el reconocimiento profesional y social está ligado a lo económico y al sentido práctico, frente a los cuales la literatura no tiene ningún mérito ni ningún valor…) se refleja en las páginas de este diario que a pesar del momento de incertidumbre y temor en que fue escrito dejan cierto poso feliz, pues se corresponden con la época en que la autora toma la decisión de ser lo que siempre quiso ser: escritora.

 

TRES CÓMICS

Feb 9, 2019   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Publicado en magazine ON (diarios Grupo Noticias) 09/02/19

 

 Resultado de imagen de atado y bien atado comicAtado y bien atado. La transición golpe a golpe. (1968-1981)
De aquellos polvos estos lodos. En una de las primeras viñetas de este cómic, en el que Rubén Uceda gira el retrovisor hacia los ángulos muertos de los años que sucedieron al fin de la dictadura franquista, nos encontramos con Juan Carlos I, el rey emérito, jurando muy campechanamente lealtad a los principios del Movimiento Nacional. Una imagen que suelen hurtar palanganeros y porteadores reales metidos a periodistas en los libros y reportajes con los que ensalzan la transición como un proceso modélico y a los reyes, a Juan Carlos I y Felipe después, como pendones de la democracia (no hay desde luego nada tan democrático como una monarquía hereditaria).

Atado y bien atado, publicado por la editorial Akal, disecciona los episodios más oscuros de ese período que algunos conocen como la transición y otros como la transacción, y así a lo largo de sus páginas se repasan desde los sanfermines del 78 o la matanza del 3 de marzo en Gasteiz, pasando por las huelgas obreras, los asesinatos de los abogados de Atocha, el golpe del 23 F —en el que vemos reaparecer y muy al corriente de todo al rey emérito— o casos de tortura y violencia policial y parapolicial, hasta las comunas, Marinaleda, los primeros festivales contraculturales…

En otra de las viñetas de este esclarecedor cómic vemos al actual jefe de Estado y de las Fuerzas Armadas, Felipe VI,  llamando abuelito a Franco

 

Resultado de imagen de ESCLAVOS DEL TRABAJO

Esclavos del trabajo.
Si la transición no fue tan modélica como algunos demócratas de toda la vida pretenden (pongamos por caso a Alfonso Guerra, que recientemente ha defendido la eficacia de las dictaduras), tampoco resultan serlo algunos países considerados paraísos del bienestar social, como Suecia, donde transcurre Esclavos del trabajo, de la polaca Daria Bogdanska, publicado por Astiberri.

Bogdanska viaja hasta Malmö para hacer un curso de cómic y mientras permanece en esta ciudad sueca tiene que ganarse la vida con diferentes trabajos, como camarera en restaurantes indios o haciendo conteos de bicicletas en la calle, siempre en condiciones precarias, sin contrato, sin papeles…, al tiempo que va conociendo las circunstancias similares en que viven otros compañeros suyos. Trata de denunciarlo, primero afiliándose a un sindicato, y después con este su primer y prometedor cómic, que nos muestra la cara oculta del paraíso.

 

 

Los enciclopedistas

Los enciclopedistas.
También publicado por Astiberri Los enciclopedistas, de José A. Pérez Ledo y Alex Orbe, nos sitúa en la Francia ilustrada y prerrevolucionaria, donde asistimos a un combate entre las fuerzas de la razón y la luz (libertad, igualdad, fraternidad) y las de la caverna y la superstición. Una lucha contada de una manera magistral a través de un thriller en el que se investigan una serie de asesinatos de enciclopedistas a manos de una siniestra organización, los Cruzados, aferrada al antiguo régimen. Un cómic, pues, de rabiosa actualidad, ya que ilustra (nunca mejor dicho) no solo aquella época sino también esta en que vivimos y que es, igualmente, un cambio de paradigma, donde la incertidumbre provoca el auge de movimientos reaccionarios y la vuelta al galope de jinetes mesiánicos y bárbaros y barbados que pisotean con sus cascos conquistas sociales, como los derechos de las mujeres o de los inmigrantes.

Tres cómics, en definitiva, que iluminan las zonas oscuras, los lodazales de nuestras sociedades modélicas y complacientes, esos paraísos que para funcionar necesitan que existan quienes soporten auténticos infiernos.

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