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LOS MEJORES LIBROS DE 2021

Dic 27, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
El Rey Juan Carlos sufre un tropiezo en Zarzuela - Los tropiezos de los  famosos - Foto en Bekia Actualidad

Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal en magazine ON (diarios Grupo Noticias) 24/12/21

Como cada año desde esta sección elaboramos el ranking de los mejores libros de 2021, tras realizar una rigurosa votación entre destacadas personalidades del sector, como los editores que publican esos libros, las librerías que los colocan en escaparates pagados por esos editores o los críticos literarios que los recomiendan en periódicos de los mismos grupos editoriales que las novelas seleccionadas.

Esta es la lista:

PERO SIGO SIENDO EL REY

Después del éxito de su anterior novela, El campechano, un longseller que copó la lista de libros más vendidos durante más de cuarenta años, Juan Carlos Rey regresa con una nueva novela en la que se relatan, a ritmo de road movie,  las peripecias de un delincuente internacional en el ocaso de su carrera. Tras huir de la justicia a un lugar seguro, el protagonista rememora sus años dorados, aquellos en los que nadie podía pronunciar su nombre en vano y la vida le sonreía: amoríos, golpes, yates, motos, safaris… Ahora, otro más joven y de su misma ralea ocupa su lugar, pero él no se ha rendido: todavía sigue siendo el rey. “Volveré. Volveré y, además, me sacaré la chorra”, promete el protagonista en un apasionante y crepuscular capítulo final.  

TOBILLOS VÍRGENES

La nueva entrega de esta saga juvenil, tras los éxitos anteriores Pantalones cagados, Nalgas tatuadas  o Chándal , es un canto a la adolescencia, esa época en la que todavía no han sido descubiertas las bondades de los calcetines gordos y las camisetas térmicas y los chavales se enfrentan a la vida y al invierno a tobillo descubierto y con la mascarilla por debajo de la nariz. Yónatan,  el protagonista de la exitosa serie, vivirá bien de movidas, en plan aventuras, fantasía, y toda esa vaina, primo.

LA SÉPTIMA OLA

Sentada en la playa, Angustias reflexiona sobre su vida y las decisiones cruciales que debe tomar: ¿Vacunará a sus hijos? ¿Se pondrá ella la tercera dosis? ¿Tiene que colocarse la mascarilla para salir del bar si la puerta está solo a dos metros?… Mientras la atormentan todas estas dudas y otras (¿Sabe realmente alguien qué está pasando? ¿Entonces por qué todos menos ella tienen una opinión clara y tajante sobre el tema?…)  a lo lejos, en el horizonte, una cresta de espuma blanca anuncia la llegada de una nueva e inquietante ola que solo cuando acabemos la lectura sabremos si deja sobre la arena el cadáver de otro ahogado o una botella con el antídoto o el plano del tesoro.

2022

Finalizamos la lista con un clásico de la ciencia ficción, escrito por el visionario escritor Nostraladamus, y que nos traslada –perdón por la redundancia— de una manera premonitoria a 2022, el año a cuyas puertas nos encontramos. Así comienza la novela: “Eran tiempos oscuros y desesperanzados. El sol se había tornado negro y la bestia verde gobernaba la tierra. Los ríos se convirtieron en mares y los mares en montañas. Las plagas devastaron las ciudades y muchos humanos mutaron en ratas asesinas. Nada de todo ello, sin embargo,  pudo evitar que otros muchos continuaran sonriendo, haciendo el amor o  fabricando raticidas. “¡Feliz 2022!”, se deseaban entre ellos. Y era esa, en efecto, una buena forma de empezar a conjurarse contra tanta desgracia y desaliento: ¡Feliz 2022!”.

Entrevista a Maialen Gurbindo (Chica Sobresalto)

Dic 14, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

“Me inventé a Chica Sobresalto para hacer todo lo que a Maialen le daba vergüenza”

Publicada en magazine ON (diarios Grupo Noticias) 11/12/21

Con su segundo trabajo, Sinapsis, publicado tras su paso por OT, la artista navarra ha alcanzado el número uno en las listas de ventas. Pero los focos no la  deslumbran, ella sigue su propio camino, en busca siempre de una canción mejor. Ese es su verdadero triunfo.

Patxi Irurzun

Maialen acude a la entrevista acompañada de su perro Murphy, un galgo también superhéroe (fue rescatado de una cuneta). Murphy, de hecho, lleva puesto un chaleco que recuerda ligeramente al estilismo que Chica Sobresalto utilizó en su primer disco, Sobresalto. Entre este y el segundo, Sinapsis, publicado recientemente y que la llevó  al número uno en las listas de ventas, la cantante de Villava pasó por OT, una experiencia que recuerda con cariño y a la que  llegó preparada, con los superpoderes intactos para que la fama no se volviera una villana: pagó, por ejemplo, aquel primer disco con lo que consiguió ahorrar trabajando duro como limpiadora; perdió el miedo escénico actuando en pequeños locales que, medio vacíos, parecían campos de fútbol; o, ya convertida en triunfita, decidió desoír cantos de sirena -o de pirañas- y grabar Sinapsis con El Dromedario, la discográfica de Iruña que le dio la primera oportunidad y con la que  se siente como en casa, pues respeta su ritmo, su visión de la música y el camino propio que se ha trazado. Un camino que Maialen recorre sin prisas, sin dejarse atropellar, con la vista puesta siempre en  su sueño desde que era niña: la canción perfecta, el disco redondo,  el sobresalto, el orgasmo creativo final, que tal vez no llegue nunca pero cuya persecución es lo que le permite volar. 

¿De dónde viene su afición por la música, ha querido ser artista desde pequeña?

Esto de la música empieza por el aita, a mi aita le encanta la música y escuchaba mucha en casa, recuerdo, por ejemplo que me ponía vídeos de Madonna haciendo cosas superincreíbles y que yo decía “¡Ostras yo quiero ser como ella!”, luego, la gente no me cree, pero mi mayor referente desde pequeña es Shakira, me encantaba. Pero el aita me ponía de de todo, Rammstein y luego Mike Oldfield, que le flipaba, y me decía “Ponte aquí, que se escucha mejor”, y yo también flipaba, quería ir a la escuela de música… Empecé en Hilarión Eslava, en Burlada, primero guitarra, luego hice canto, acabé en la escolanía, cantar en coro me pareció increíble… Y así. Por otra parte,  siempre que veía a una chica punki con guitarra y que hacía cosas “trambólicas” me gustaba muchísimo, y me pegaba todo el día en mi habitación haciendo yo también mis supershows…

Las escuelas de música han sido una gran cantera de artistas en Navarra…

Sí, yo en Hilarión Eslava hice todos los cursos posibles, de hecho hice incluso la preparación para el conservatorio, aunque luego nunca fui, pero como veía que en aquellos cursos podía aprender muchas cosas… Además tuve la suerte de que estaba en ese momento María Eugenia Echarren dando clases de canto, estuve con ella desde los once a los dieciséis, luego entré al Orfeón Pamplonés, estuve también en una electrocharanga, luego, con diecisiete años hicimos nuestro primer grupo, que se llamaba Biluzik. Me gustaba todo. Y paralelamente siempre con la guitarrica, que la había dejado de lado para hacer canto, pero a los trece años, como he tenido insomnio toda mi vida, la saqué del armario una noche, comencé a ver tutoriales, a aprender acordes… Y como me aburría me decía “Pues canto por encima”. Y de repente vino un día mi cuadrilla a casa y les dije “Estoy haciendo esto últimamente” y una de ellas va y se me pone a llorar.  “Pero, Maialen, ¡que has hecho una canción!”, me decía, y yo “¿Cómo voy a hacer una canción?” Porque no fue ni a posta. Yo quería hacer música, siempre había tenido la idea de que acabaría haciendo música, pero aquella vez ni siquiera fui consciente. No sabía cómo había pasado, cómo lo había hecho, pero a la vez fue algo que no había sentido nunca, una liberación brutal. Y realmente a mí lo que más me gusta del mundo y de la profesión, es eso, el momento de componer, siento algo que no me ha dado nunca nada más en mi vida.

¿Qué pasó con esa canción?

Pues se me ocurrió subirla a Youtube, en 2008 o así, con quince años, y de repente todo el instituto la había visto, y la cantaba, me pareció increíble y pensé “Pues sigo” y allí estaba yo en mi casa con la cámara digital que me había regalado Olentzero, subiendo canciones, hasta que me engañaron para hacer un concierto en un bar, el Ziaboga, que fue mi primer bolo de cantautora con diecisiete años, y lo pasé fatal, me cagué, porque allí estaba toda mi gela, mi familia, mi cuadrilla, todos a tope conmigo… Así que me dije “Yo no hago más esto”.

Pero siguió adelante, de hecho, ahora toca en conciertos multitudinarios, o en platós de televisión ante millones de personas. ¿Cómo superó aquel momento de pánico?

Me ayudó un montón el momento cómico, cuando empecé a hacer chistes entre canción y canción, yo no sabía qué hacer, me encontraba como muy desnuda delante de todo el mundo, hasta que me di cuenta de que cuando la gente se reía me sentía arropada. Pero sí que es cierto que yo he ido muy despacio, hasta que he podido gozar en el escenario. Es verdad que cuando estás con la banda estás más protegida, pero ahora también me encanta ese momento kamikaze, sola. Y en cuanto a lo del plató, en realidad en Operación Triunfo solo he estado a gusto en el escenario dos veces, como mucho, porque era otra cosa distinta, pero a la vez me ha dado muchas tablas, el hecho de haber estado incómoda tantas veces ahora hace que me sienta relajada y que tenga la sensación de que nada es para tanto, de que por muy parda que la líes no se va acabar el mundo.

¿Es usted tímida, le transforma el escenario?

Sí, de hecho en la vida real hace años yo no era capaz ni de llamar por teléfono a un sitio, para reservar para cenar con la cuadrilla, por ejemplo, yo me preguntaba cómo era posible que me pasara eso y luego me subiera al escenario a cantar y a contar chistes malos, no sé muy bien por qué pasaba. Y de ahí salió en parte lo de  inventarme un personaje, una superheroína que sí se atreviera a hacer todo lo que a Maialen le daba vergüenza.

Chica Sobresalto, ese personaje, es su nombre artístico y el de su primer disco. ¿Cómo consiguió sacarlo adelante, fue costoso?

Fue bastante horrible, porque no sabía dónde me estaba metiendo, quería juntar las canciones que había ido haciendo durante esos años y grabar un disco. Y me encontré con todos los problemas del mundo. Primero porque yo no podía pagarlo, con lo que ganaba limpiando. Después no tenía ni idea de cómo se subía un disco a Spotify, empecé a ver tutoriales en Youtube, que estaban en inglés, y yo no sé inglés… Recuerdo que nos fuimos a Zestoa a grabar con Eñaut Gaztañaga, que se portó genial con nosotras, y era levantarse superpronto, hacer comida para todas, coger el coche, llevar a todo el mundo… De todo aquello aprendí un montonazo, a base de cagarla, eso sí.

¿Cómo nace Chica Sobresalto, era algo ya pensado previamente o que se le ocurre tras grabar el disco?

Recuerdo que Eñaut me dijo que con aquel nombre de “Maialen canta”, que era como yo ponía en los carteles, no iba muy lejos. Me di cuenta de que necesitaba un nombre artístico. Toda mi vida me ha divertido hacer listas de palabras favoritas, palabras que me gustan, por cómo suenan o qué significan  (por ejemplo, “trombólico”). Iba haciendo un ranking, que solía escribirlo en clase -por eso suspendía todo- y en ese momento estaba la primera sobresalto, y eso se juntó con lo de la superheroína (así era como yo me sentía, sacando adelante aquel disco que tanto me había costado), o sea, que decidí que sí, yo era una superheroína  y mi misión iba a ser mostrarle a la gente que la vida no es un suspiro, sino un sobresalto. Así fue como nació Chica Sobresalto.

Poco después de ese primer trabajo, de repente se cruza OT en su vida. ¿Cómo llega hasta allí?

Al principio está ese romaticismo, tú sacas tu disco, todo es maravilloso, vas con toda tu ilusión, piensas en tocar en todas partes, que va a gustar a todos, hasta que te das cuenta de que eso no es así, o no lo fue en mi caso, yo mandaba como unos veinticinco emails cada día, tenía un Excel con discográficas, festivales, salas… cogía la guitarra y me iba con un blabacar al quinto huevo, perdía pasta por un tubo… Y así, hasta que ya con veinticinco años me planto, me doy cuenta de que me estaba quemando, porque si al menos viera que iba hacia arriba, despacito… pero no funcionaba. Yo había visto OT de siempre, pero nunca me había planteado ir a la tele, aunque me gustaba el programa. Vi que en los casting iban a valorar el tema de componer, y entonces pensé que podía encajar, y decidí ir a uno de ellos, con la idea de que no me iban a coger pero como esos casting iban a ser visibles igual eso me venía bien. Con que me siguieran quinientos seguidores más en instagram me valía, igual así iba a tocar a Madrid y venían a verme veinte personas, en vez de cuatro. Y así fui pasando casting,  sin querer, de hecho, al casting final casi ni voy, porque estaba cagadísima, pero yo veía que pasaba y cuando ya llegué a los dieciocho de la gala cero, me dije “¿A que entro? ¿Y ahora qué?”. Y de repente era como “¡No, no, no quiero!”, pero entré, y la primera noche estaba asustadísima, hay un vídeo que se ve cómo vamos todas a la habitación a elegir cama y yo aparezco la última, con una cara de susto, como una niña pequeña el primer día al cole. Luego me lo pasé muy bien, eso sí.

Por cierto, en aquel primer casting usted cantó Contra todos de Robe…

Sí, porque me daba cuenta de que no pintaba nada allí y aquella canción me representaba. Aunque también canté Madonna por ser fiel a la Maialen pequeña. Y en el segundo casting una de mis canciones, Navegantes, con mi guitarra. ¡Yo que sé! No sabía ni que estaba haciendo, la verdad.

¿Una vez dentro de OT, siente vértigo, se siente de nuevo desnuda, expuesta?

Bueno, al entrar ya con veinticinco años y sabiendo para qué lo hacía estaba tranquila, no me planteaba estar más de una semana, ni pensé nunca en ganar, competir, quería aprender, yo no daba clases desde Hilarión Eslava o el Orfeón, entonces para mí era muy guay tener clase, no tener que ir a trabajar, me hacían comida especial para mí, vegetariana, no había que pagar facturas, estaba contentísima. Bueno, las tres primeras semanas lo pasé fatal, pero porque me nominaron y yo pensaba que me iba… Yo en OT hice lo que me dio la gana, cuando me plantearon sacar  Oxitocina dije que quería que fuera con mi banda, y así fue, dije que quería que Ibai, el bajista de mi grupo,  hiciera la portada y la hizo… Se respetó todo lo que yo propuse. Y además la gente que conocí era majísima.

En cuanto a esto, al trato con sus compañeros, las relaciones afectivas, ¿es cierto eso que se dice de que “los sentimientos se magnifican” o es un tópico?

Se magnifican porque estás encerrada, no tienes ningún estímulo exterior, todo es raro, no es la vida real, y el vínculo que estableces con cualquier persona no se parece a ningún otro. Son personas a las que igual nunca en tu vida te habrías acercado… Por ejemplo, yo la primera vez que vi a Nia pensaba que no tenía nada que ver con ella, sin embargo ahora tengo con ella una relación brutal, o ahora estoy en Madrid, me rayo un día, llamo a Samantha… Nos entendemos un montón, aunque hagamos cosas muy distintas, son relaciones raras, pero me alegro un montón de tenerlas.

¿Qué piensas sobre los prejuicios que se tienen a veces sobre ustedes, los triunfitos, y sobre el programa?

Es que a mí me pasa lo de siempre, voy a OT, no pinto nada, salgo de OT, tampoco, entonces ¿no pinto nada en ningún sitio?, ¿qué soy? Hay muchísima gente que no ve OT pero sabe que has ido, y de repente te encasillan en que no compones, que te ha llovido la suerte del cielo… Esa es otra, yo llevaba años de trayectoria y había comido bastante mierda antes de entrar, pero… ¿y si no?, ¿la peña no se merece que le pase algo bueno de repente? Además, por mucho que hayas estado en OT, si no curras, todo lo que has tenido allí, los seguidores, la fama, es mentira, es efímero, te coloca en una posición en la que no estás, y poco a poco vas a volver a la tuya… Entonces yo ese tipo de prejuicios, todo eso de la triunfita… ¿Cómo te vas a quitar esa etiqueta? Yo no quiero quitármela. Puedo ser muchas cosas que a ti te choquen, puedo ser la triunfita pero al mismo tiempo estamos intentando entrar en la escena indie porque nos gusta mucho y es donde más cómodas estamos, y a la vez somos más punkis que la hostia… Soy todas esas cosas  y a quien le choque, pues, bueno, enhorabuena…

De hecho usted entró con su disco, que publicó una discográfica de Pamplona, El Dromedario, salió, ha seguido con ellos.  Parece tener bastante claro su camino y quién quiere que le acompañe en él…

Sí, porque creo que el sitio en el que estés tiene que ser afín a ti y a tu proyecto, para mí, por ejemplo, mi banda es la mejor del mundo, tengo que estar en un sitio con gente donde esté a gusto, que me eche mis risas en la furgo, que si estás rayada tengas a tus colegas al lado… Creo que lo he hecho bien en el sentido de que me voy todos los días a dormir superagusto.

No hemos hablado todavía se su disco nuevo, Sinapsis, otro disco de alguna manera conceptual, relacionado en este caso con la química. ¿Qué nos puede contar sobre él, cuál sería la sinapsis de sinopsis?

El disco nace en un momento en el que estoy estudiando psicología por la UNED. Yo siempre me había peleado con la ciencia porque creía que las emociones no se podían estudiar de una forma pragmática, porque eran demasiado poéticas para ello, pero de repente me pongo a estudiar esto y me doy cuenta de que sí, de que la manera pragmática de estudiar el cerebro humano es increíble y no le resta su poesía, me pareció muy guay todo ese mundo, las palabras, las imágenes. Encima, entendí muchas cosas sobre mí misma, que me tranquilizaron, me ayudó a comprender que no soy tan especial, lo cual fue un respiro. Y así fue cuando empecé a pensar cuál sería el nombre de las canciones, de esas canciones que hablan de emociones. La primera canción, por ejemplo,  Oxitocina habla sobre mi sexualidad.

¿Ha ido acomodando las canciones a ese tema o ha sido algo que ha ido surgiendo?

Al principio fue algo casi sin querer, después ya lo fui forzando un poco, o se fue hilando. Por ejemplo,  quería hablar sobre la endometrósis, para contar la historia de mi prima Laura, como ella ha convivido con eso y con el hecho de ser madre, y pensé “Ya tengo Progesterona”,  o mi abuelo se puso muy malito y le escribí una nana y pensé “Ya tengo Melatonina”. Era como que en mi cabeza todo se iba uniendo.

No sé si se puede contar, pero hay incluso una canción escondida, como en los discos de antes

Sí, sí, se puede contar, ya la subimos a Spotify y todo. Se llama Inconstantes vitales. Cuando yo escuchaba música de pequeña con el aita pasaba eso en algunos discos, se acababa la última canción, había varios minutos de silencio y luego sonaba una canción secreta, me parecía superguay y pensaba que algún día lo iba a hacer yo. Me hizo ilusión además porque casi todas las canciones son previas a OT, y al pasarme algo tan tocho,  quería dejar plasmado cómo estaba yo por dentro en ese momento, y en verano, al salir de OT, compongo la canción, además con el método que Zahara nos explicó en el programa, que seguí a rajatabla.

Ha citado a Zahara, que aparece en el disco. Háblenos de las colaboraciones de Sinapsis.

Sí, está Alex, de Nixon, el grupo que me llevó de gira de telonera, y fue superbonito, y me apetecía que estuvieran ahí porque habían formado parte de mi historia; y luego otra parte muy importante de mi carrera, aunque ella no lo supiera es Zahara, a la que tengo como un referente, no solo musical, me parece una revolucionaria, así que le propuse participar y me dijo que sí, y de todas las veces que me han dicho sí en la vida es una de mis favoritas.

¿Se puede decir que esa popularidad que le ha dado OT le ha permitido este privilegio de tener acceso a artistas que admira?

Claro, y es muy guay, hace poco, por ejemplo, le escribí a Santi Balmes, de Love of lesbian, porque me hacía ilusión mandarle una camiseta y un disco, y así es mucho más fácil que si no me conociera, o no tuviera ni idea de quién soy.

El disco incluye también un pequeño libreto sobre la manera en que usted compone las canciones… ¿Se puede explicar el momento creativo? A veces usted lo compara con un orgasmo.

Igual es algo que me lo estoy inventando, pero a mí me da la impresión de que hay como dos formas de componer, una más visceral, menos premeditada (por ejemplo, en este disco Fusión del núcleo es una canción “escupida”, al cien por cien) y otra en la que está más estudiado. Yo creo que lo mejor es un equilibrio entre las dos. En mi caso llevo mal la segunda parte, la de pensar. Yo sabía algo de armonía pero no lo sabía usar para componer, entonces ahora estoy dando clases para nutrir esa parte y ser mejor compositora cada vez, eso es lo que más me obsesiona del mundo, hacer canciones mejores cada vez, ese es mi objetivo vital, hacer no las mejores canciones del mundo, sino las mejores para mí. Hay una cosa en ese sentido que me preocupa y es que creo que cada vez que acabo una canción pienso que se ha gastado la creatividad, que no da más de sí, porque como no sé hacerlas a posta, pienso que no va a volver a salir, y por eso quiero hacer esa gimnasia compositiva, no quiero dejar a la suerte de la musa todo, aunque me sienta poderosa y me sienta increíble cuando eso pasa, por eso lo asemejo a veces a los orgasmos y la sexualidad, porque me hace sentir dueña de lo que quiero hacer con mi vida y con mis cosas.

¿Esa sensación de que ha agotado su creatividad tiene que ver también con algo que comenta en ese libreto, con la idea perseguir siempre la canción o el disco perfectos, redondos?

Sí, es esa idea que tengo desde pequeña, la de hacer una obra increíble, el disco de mi vida, igual resulta que esa obra es todo, o igual no existe, yo qué sé, es una paranoia a la que igual hay que no hacer mucho caso.

“A todo y toda aquella que tiene prisa en esta industria de pirañas sin talento”, escribe en la dedicatoria de Somatropina.  ¿Una puya a la industria musical, las prisas, las presiones a los artistas?

Sí, yo entro en ese mundo y me doy un susto increíble, veo como la gente quiere correr, no han terminado y una canción y ya necesitan otra porque hace falta un single tras otro… Yo no quiero que me atropelle eso, no busco una estrategia, o sí, pero quiero que mi estrategia se adapte a mí, y no al revés, no yo a una estrategia que no sé de dónde sale ni quién dice que es la buena, no quiero que a mí me pase eso, que la prisa perjudique al proceso creativo.

Camina sin prisas. ¿Cómo se imagina más adelante, dentro de un tiempo, por ejemplo con cincuenta años, piensa en eso?

Sí, yo, por ejemplo, veo a Love of Lesbian y quiero ser como ellos, ves cómo evolucionan, como se quieren, como han ido construyendo poquito a poco lo suyo, y yo quiero eso, no quiero esas prisas, quiero ir despacito y poniendo unos cimientos sólidos. Eso es lo que me gustaría, a donde quiero llegar. Y así es como me veo dentro de unos años: componiendo. 

PERSONAL

Nombre:  Maialen Gurbindo

Fecha y lugar de nacimiento: “Soy de Atarrabia”, aclara, “porque en muchos sitios ponen que soy de Burlada y luego me riñen. Y del 94, eso también lo suelen poner mal, me quitan un año”

Trayectoria: Estudió música en la escuela de música Hilarión Eslava, formó parte del Orfeón Pamplonés y de una electrocharanga. Su primer frupo fue Biluzik. En 2017 ganó los Encuentros de Arte Joven. Su primer trabajo, Sobresalto, lo publicó ya con el nombre de su alter ego, Chica Sobresalto.  En 2020 se convirtió en una de las triunfitas de OT. Un año después , con su segunda trabajo, Sinapsis, en el que colaboran artistas como Zahara, ha llegado al número uno de las listas de ventas. 

CON LOS OJOS ABIERTOS

Dic 13, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Con los ojos abiertos” - Ayuntamiento de Villava / Atarrabiako Udala
Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal en magazine ON (diarios Grupo Noticias) 11/12/21

Ahí arriba a la izquierda, justo encima del título de esta columna —que en realidad son dos columnas— puede leerse “Opinión”. Es como una advertencia.  Un “cuidado con el perro”. Un articulista de opinión por lo general suele dedicarse a gruñir, a morder y a ladrar (más a ladrar que a morder, en realidad). Desaprovechamos en muchas ocasiones este espacio privilegiado despotricando, arremetiendo contra aquello que nos desagrada o ante lo que nos sentimos amenazados,  lo malgastamos de una manera un tanto inútil, pues por lo general nuestros lectores comparten con nosotros los mismos enemigos (buscamos, por lo tanto, más que hacer sangre, caricias en el lomo que nos apacigüen, que calmen nuestra ira o nuestro estupor). Lo que quiero decir es que, por el contrario,  son muy pocas las ocasiones en que hacemos partícipes a los demás de nuestros momentos de felicidad, de emoción o de belleza (en las columnas de opinión y en la vida real).

Hoy me gustaría hacerlo, escribir sobre uno de esos momentos que he podido disfrutar recientemente gracias a una obra de teatro y recomendarles la misma, puesto que se ha estrenado hace apenas un mes y todavía están a tiempo de verla –o de contratarla—.

Se trata de “Con los ojos abiertos”, la dramatización de la vida y la muerte del poeta Miguel Hernández que ha llevado a los escenarios la compañía Iluna Producciones, de la mano de Miguel Goikoetxeandia, que es quien — tras sumergirse en un océano de letras, cartas personales, documentos penales, biografías del escritor— firma y dirige la obra.

A Miguel Hernández —y a eso alude el título— no pudieron cerrarle los ojos, cuando con solo treinta y un años murió enfermo de tuberculosis y tifus en una prisión de Alicante al término de la Guerra Civil, en la que había combatido como miliciano y como poeta. Esa desobediencia de sus párpados resume en un gesto póstumo la personalidad del escritor y la inmortalidad de su mirada poética, que Iluna homenajea en los escenarios y que traslada vivamente al espectador, en un intenso y entretenido recorrido por la infancia del poeta, sus primeros amores y amistades, el descubrimiento de la poesía —ese rayo que no cesa y atraviesa toda su existencia—, su activismo político y su detención y muerte (los poetas en España han muerto demasiadas veces tristemente: asesinados, exiliados, enfermos, olvidados…).

Uno asiste a todo ello desde su butaca con una extraña congoja, con ese estremecimiento que tiene a la vez algo de placentero, que pone en piel de gallina el corazón pero a la vez le hace recordar que aún palpita, que es una víscera y no un mecanismo artificial, el motor de una máquina sin alma; y con la emoción de saber que la cultura puede llevarnos a ese estado. Todo ello gracias al meritorio trabajo de los actores, de David Larrea, que se trasplanta la piel de Miguel Hernández en una interpretación impresionante, plena de emoción, y muere sobre las tablas arrebatado de dolor hasta en el aliento; y del propio Goikoetxeandia, que se multiplica en varios personajes, convirtiendo su diafragma en un acordeón que siempre da la nota atinada y tras cuyo fuelle se adivina el exhaustivo y apasionado trabajo que ha empeñado en esta obra, una obra, en fin, de lo más recomendable.

Esa es, al menos, mi opinión.

MANUAL PARA CUÑADOS

Nov 29, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Papel Higiénico El Elefante - ¡Conoce toda su historia!

Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON suplemento de diarios de Grupo Noticias

La séptima ola, la crisis de suministros, el gran apagón, Miguel Bosé publicando sus memorias…. Igual lo que habría que hacer, antes de que vuelva a cundir el pánico y que las masas asalten los hipermercados, sería imprimir los libros y periódicos en papel higiénico y así matábamos varios pájaros de un tiro. Por una parte, evitaríamos esas hordas de cagones aterrorizados; por otra se solucionaría el desabastecimiento de papel que, dicen, está deteniendo la publicación de muchas novedades editoriales (sobre todo las de aquellas que se presentan con tapa dura); y de paso se contribuiría, aparte de a construir una sociedad más culta —y más solidaria con las personas que sufren en silencio las hemorroides—, a mantener un ratito más con vida la prensa escrita. La prensa escrita no teme al beso negro, le da igual lo que hagas con ella al final del día, las noticias de hoy envuelven el pescado de mañana, etc.

De acuerdo, es una idea de bombero, un ensayo para una conversación de cuñado en la cena de Nochevieja. Discúlpenme, estoy desconcertado, ¿quién no lo está, en estos tiempos apocalípticos? Resulta difícil tener una opinión clara sobre nada cuando todo es temor, confusión, rumores, dicen que… Dicen que la crisis de suministros se agrava por la falta de camioneros. Nadie quiere ser camionero. Mentira, digo yo. Todos los niños quieren ser camioneros. Vivir en la carretera. Dormir en la cabina. Conducir de noche escuchando la radio. Llamar a la radio mientras conduces. Tocar la bocina al cruzarte con un compañero. Poner el nombre de tus hijos con letras gordas en la carrocería. Parar en restaurantes de carretera secretos en los que se come por diez euros mejor que en Arzak… Lo que no quiere nadie es ser camionero (o camarero, cajera, peón de obra)  por la cara, cobrando una miseria y con unas condiciones laborales dignas de un cuento de Dickens. Soñar es gratis, pero no tanto.  

Hablando de conductores, o de semiconductores… Lo que no entiendo muy bien es lo de los microchips. Primero resulta que nos los estaban metiendo a saco y en vena vía vacuna, y ahora que los hacen todos poco menos que artesanalmente en la misma fábrica de Taiwan o de Corea del Sur y que esta ha colapsado, todos sus trabajadores se han ido a participar en el juego del calamar o se han apuntado a la gran dimisión o algo. Total, que estas navidades nos quedamos sin playstations, sin ordenadores, sin móviles de última generación, como en aquella canción de los RIP (Última generación/ No tenemos más futuro/ Solo nos queda esperar/ La desolación, el caos/ la hecatombe nuclear). Eso o los pagamos a precio de oro. Porque esa es otra. La crisis de suministros  implica también un encarecimiento de los precios. ¡A ver si va a ser adrede! Esto es como cuando subían el precio de la cerveza justo antes de los sanfermines. Después se acababan las fiestas y la cerveza no bajaba.

En fin, como ven a los cuñados y a los opinadores profesionales no nos faltan temas de conversación. La cuestión es hablar, hablar por hablar, o escribir, rellenar páginas para que así siga el ciclo de la vida y el de la digestión y cuando ustedes se sienten en el trono no les falte algo con lo que limpiarse las reales posaderas. No, no me den las gracias, yo esto lo hago de manera altruista, a mí en realidad lo de la tapa dura no me afecta, soy un escritor rústico, proletario, un columnista cuñado, un esclavo, un amigo, un siervo… A sus pies.

Entrevista a Jacobo Rivero

Nov 22, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Publicado en Gara/Naiz 21/11/21

“El propósito principal de Bulbancha es poner en valor la potencia del mestizaje”

En Bulbancha el periodista y escritor Jacobo Rivero hace un magnífico retrato de Nueva Orleans, su música, sus músicos y sus movimientos sociales. El libro se presentó este jueves en la librería Kaxilda de Donosti (18:30h) y el viernes en Iruña en Katakrak (19:00h), dentro de las jornadas Atlantiko Beltza.

Bulbancha, “lugar de muchas lenguas”, así es como los nativos americanos conocían la ciudad de Nueva Orleans. Y esta, a lo largo de la historia ha hecho honor a su nombre, convirtiéndose en lugar de encuentro, refugio e intercambio cultural, con un idioma y signo de identidad común, como es la música: el jazz, el zydeco, las brass band… Nueva Orleans ha sufrido también de manera periódica diferentes catástrofes, como el Katrina, y sobre todo la calamidad de las administraciones, que, tal vez como castigo al espíritu alegre y combativo de sus habitantes, la ha abandonado a menudo a su suerte. Frente a ello, la sociedad civil siempre ha sabido organizarse y establecer redes de solidaridad y utilizar su mejor arma, la cultura, como motor de cambio y resistencia. El periodista, escritor, activista y melómano (ha sido, por ejemplo, ayudante de dirección en No somos nada, el documental sobre La Polla Records) madrileño Jacobo Rivero hace un magnífico retrato en Bulbancha. Música, calle y resistencias desde Nueva Orleans de esta ciudad, de su música, sus músicos, y, sobre todo, su carácter, ejemplo de cooperación colectiva y rebeldía artística y política, todo ello a través de un recorrido documental que nos lleva del Misisipi a Haití, o de Santiago de Cuba a Lavapiés y por el que pululan personajes como Louis Armstrong, Bessi Smith, Federico García Lorca o los combatientes afroamericanos de las Brigadas Internacionales.

¿De dónde proviene su interés por Nueva Orleans, su música y sus movimientos sociales?

Nueva Orleans siempre ha sido un referente a la hora de hablar de música, está en el mapa marcado como un lugar especial por los sonidos que han emergido desde allí: Louis Armstrong, Mahalia Jackson, Dr. John, Allen Toussaint, Irma Thomas, Wynton Marsalis… Fui por primera vez en 2012 para hacer un reportaje sobre la comunidad latina de la ciudad y la situación tras el Katrina y me quedé enganchado, pensé que su escena musical era cosa del pasado y me encontré que al contrario estaba muy viva y muy presente. Tuve la suerte de volver en varias ocasiones a la ciudad, entre ellas para el Festival de Jazz de 2013, y hacer buenas amistades. En 2016 cuando ganó Donald Trump las elecciones presidenciales estaba allí y decidí hacer entrevistas con músicos y activistas de la ciudad para documentar sus puntos de vista, ahí empezó realmente el libro.

Tal y como cuenta en el prólogo uno de los propósitos del libro es  remarcar el poder de la música como herramienta política, motor de cambio, crear comunidad… ¿Es algo que descubre en sus viajes a Nueva Orleans, que ya conocía de antemano?

Es algo que descubro allí. Tras la victoria de Trump muchos músicos y activistas cuentan que la historia de la ciudad siempre estuvo relacionada con situaciones difíciles: esclavitud, pandemias, huracanes, abusos policiales, racismo… pero que la música que se creaba apelaba a un espíritu de resistencia en positivo, que se fortalecía precisamente por la fuerza de la comunidad. Esto me pareció muy importante y muy útil en estos tiempos donde precisamente se fomenta el individualismo como modo de vida.

Desde el punto de vista formal adopta un formato documental, periodístico, son diferentes historias cercanas al reportaje, la entrevista… ¿Cómo arma el libro, hay hilos que llevan de unas historias a otras?

Sí. Seleccioné catorce historias que aunque en principio podían parecer alejadas tenían lugares comunes, vertebrados alrededor de la idiosincrasia de Nueva Orleans como lugar de agregación de diferentes culturas que habían creado un cuerpo donde la diversidad es un valor. Nueva Orleans solo se entiende a partir de la influencia primero de Haití y Cuba, pero luego de muchísimas otras mezclas de culturas. Lo curioso es que los capítulos se iban encontrando según los iba armando y ordenando. En ese sentido es en el que yo planteo el libro como si fuera un documental.

A lo largo del libro se repiten dos acontecimientos que marcaron mucho a la ciudad de Nueva Orleans, como son el Katrina y la pandemia y en los que, curiosamente, la identidad de la ciudad, su carácter resistente, y la cohesión social, se refuerzan, o es el salvavidas al que agarrarse…

Uno de los entrevistados, el Doctor Michael White, me comentaba que el jazz era la primera expresión cultural del lema Black Lives Matter. Las redes de solidaridad se han construido en la ciudad casi desde su fundación, cuando se crearon rutas de escapada de la esclavitud. Esas redes de una u otra forma han prevalecido en el tiempo. Ocurrió con el Katrina cuando la ciudad fue abandonada por las autoridades y ocupada militarmente y ha ocurrido igual con la pandemia, cuando muchos ciudadanos fueron abandonados a su suerte, especialmente las personas sin hogar. Frente a estas circunstancias la población siempre ha respondido desde la solidaridad y el apoyo mutuo. En ese sentido sus declaraciones son un ejemplo para otros lugares del mundo que sufren circunstancias similares.

El libro, aparte de todo lo mencionado, también puede ser una pequeña guía que descubre la cultura de la ciudad, sus músicas, sus músicos, ¿pensó también en eso al escribirlo?

Sí, era importante que las personas que leyeran el libro se hicieran una composición de la fotografía cultural y política de la ciudad más allá de lo que aparece en las guías turísticas. De su diversidad y la historia de sus rincones, también de la existencia de experiencias como su radio comunitaria, la WWOZ, o de activistas y músicas actuales como Cole Williams o Leyla McCalla. Así que el libro tiene también esa vertiente de reflejar lugares y trayectorias humanas poco conocidas. Sin voluntad de idealizar, sino de poner en conexión con geografías, culturas e influencias.

Entre todas las historias me ha llamado mucho la atención la de los afroamericanos que participaron en las Brigadas internacionales… ¿Qué nos puede contar sobre eso?

El contingente del Batallón Lincoln de las Brigadas Internacionales estuvo compuesto por unos tres mil voluntarios. Más de un centenar de ellos afroamericanos. Algunos dirigieron por primera vez columnas mixtas o equipos de enfermería. Fue una experiencia inaudita en un tiempo de luchas contra el fascismo. Aquello fue un ejemplo de internacionalismo que se oponía al racismo doméstico luchando a miles de kilómetros de sus casas, donde la segregación era la norma. Para aquella gente luchar en la Batalla del Ebro era luchar contra el racismo institucional en Estados Unidos. Creo que es una historia muy actual y útil en estos tiempos.

¿Nueva Orleans puede servir de modelo, como ejemplo de cooperación colectiva, rebeldía,  para otras comunidades, es ese uno de los propósitos o el propósito principal de Bulbancha?

Más que ejemplo, creo que puede ser inspiración. El propósito principal de Bulbancha, que significa “lugar de muchas lenguas”, es poner en valor la potencia del mestizaje, entendido como lugar de encuentro desde la diversidad de procedencias, como lugar de encuentro y cooperación. En Nueva Orleans donde se hace más visible esa potencia es en la second line, una especie de pasacalles con música donde todo un barrio se implica y donde tiene tanto valor la gente que toca música, como la que acompaña el recorrido o baila desde el porche de su casa. Ese encuentro utiliza la consigna “We are One” y nadie es mejor que nadie porque se entiende que toda la gente construye un cuerpo común e igualitario de resistencia. Además es un ejercicio colectivo de respeto y memoria de las personas ausentes que aportaron a la comunidad. Un concepto y una forma de ver la vida muy práctica en cualquier lugar del mundo.

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