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Próximamente : ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis!. Memorias de una estrella del porno -amateur-.

Nov 13, 2010   //   by admin   //   Blog  //  No Comments



En los años 80, Dick Grande, un barrendero “heavy” de Pamplona se convierte accidentalmente en estrella internacional del porno”. ¿El secreto de su éxito? Su privilegiada herramienta de trabajo (la “blakandeker”), sí, pero sobre todo su aspecto de hombre vulgar: tirillas y difícil de ver, cuando aparece en sus películas haciendo el amor con las mujeres más hermosas del mundo, los hombres solos, tristes y rotos creen que pueden ser como él.

Dick Grande recorre los santuarios secretos del porno “amateur” —La Habana, París, Bangkok, Manila, México DF…—, funda un movimiento musical (el porno-rock radikal vasco), financia involuntariamente con sus películas una guerrilla maoísta… Pero él también es un hombre insatisfecho, que solo persigue desesperadamente el corazón de la mujer que le introdujo en el mundo del porno: la dulce y sucia Janis.

Brutal y tierna, soez y poética, animal y, por ello, terriblemente humana, ¡Oh Janis, mi dulce y sucia Janis! se convierte, bajo la apariencia de una novela de género (erótico) en un pimpapúm social que no deja títere con cabeza y un artefacto infalible para hacer reír a mandíbula batiente mientras una pantera resopla en nuestra entrepierna.

Por fin una novela atrevida (que antes fue novela-blog y recibió medio millón de visitas), escrito a tumba abierta por un autor valiente para lectores valientes cansados de leer solapas de libros que nunca cumplen lo que prometen.

«¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis!. Memorias de una estrella del porno -amateur-«. Patxi Irurzun. En 2011 en tu librería.

MAMBO POA

Nov 10, 2010   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

Mi relato «La última frontera»ha sido uno de los diez finalistas del II Concurso de relatos de viaje Mikel Essery, que ha ganado el trotamundos Ander Izagirre con un impresionante reportaje sobre Groelandia. Ander se lleva de premio un viaje internacional, que nadie mejor que él sabrá aprovechar; a mí creo que me tocará un lote de libros o una noche en una casa rural o algo así, más acorde con mi espíritu de etxe-zulo y exviajero. Además, La última frontera aparecerá junto con otros 25 relatos en el libro «Mambo Poa». La última frontera habla sobre un país en el que no hay -o no había cuando yo estuve- Macdonalds, de una autopista de agua, de fundas penianas, de una calavera usada como pisapapeles en una aldea del río Sepik… Podéis leerlo aquí.

Pequeñas alegrías

Nov 4, 2010   //   by admin   //   Blog  //  2 Comments

He pasado una semana con una gastroenteritis aguda que me ha dejado doblado. Lo bueno es que ahora, ya recuperado, todo lo que como -hasta lo que cocino yo- me sabe como un manjar. Y es que lo pasé muy mal durante el cumpleaños de mi Hugo, viendo a todos zamparse el chorizo ibérico, y el pulpo, y el reserva del 2004 que me mangué en un Saviálogos, y la tarta de Bakugan, y yo allá con mi tortillita francesa y mi Aquarius. Ahora se ve la vida de otro color, estoy más animado, coño, esta mañana hasta he andado un poco en bici, después de más de veinte años, en una que me trajo el otro día mi hermano, me he dado una vuelta por el barrio, por Sarriguren, he ido hasta el final, donde hay unas cuestas y me he quedado a mitad de una, con las piernas convertidas en puro puré, pero mañana prometo que vuelvo y ya no se me resiste, la muy puta, y si no al otro, hasta que la consiga remontar y aquello parezca una película de esas de domingo por la tarde sobre superación personal y lucha contra los elementos.

A esta renovada alegría por vivir, también han contribuido dos cositas: uno, la emisión de Museo Coconut el pasado lunes, con la que me estuve riendo a mandíbula batiente, yo solo en el cuarto. ¡Qué grandes sois, Muchachada Nuí!

Después, al día siguiente en mi buzón apareció un sobre gordo, entre las facturas y la publicidad, como antes del intené y los emails, cuando la gente nos envíamos cosas, libros, fanzines, o pedías discos al Discoplay. Me enviaban, desde la baja Andalucía, un libro-CD titulado «Alentejo Blues», de Domingo López, una edición numerada y limitada (el mío es el 28) de esas pequeña joya, varios cuentos encuadernados en una cajita de CD. Domingo López escribe de puta madre, me gustan sus historias de barrio, de atracos con pistolas de agua, de litronas y corazones que se beben a morro. Gracias por el regalo, Domingo.

Pero es que además durante estos días he sabido que el año que viene será bastante fructífero para mí, me publicarán cuando menos dos libros, uno en una editorial «de aquí» y otro en una de Madrid (con vocación además de convertirse en «mi editorial»), ya iré dando más detalles, y que ya empiezan a conocerse algunos datos de las antologías en las que participo, como Viscerales, de José Angel Barrueco y Mario Crespo, de eso también iré dando cuenta. En fin, que estoy contento, además hoy luce un sol , hace un día, espléndido, lararalí, espero que ahora no pase eso que suelen decir los agoreros, «seguro que viene alguien y lo jode».

‘SIMPATÍA POR EL RELATO’ EN LOS PAPELES

Oct 23, 2010   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment

Mi madre dice que estoy muy guapo en la foto de arriba. Me la hizo Aritz Intxusta, quien también escribió el reportaje en GARA sobre ‘Simpatía por el relato’. En El Correo español/El pueblo vasco Itziar Artetxe también publicó una doble página sobre la antología de cuentos escritos por rockeros. Y el lunes, hablaré con los chicos de Hala Bedi Irratia, de Vitoria-Gasteiz, donde hacen la ley. Y así. La opinión de una madre en estos asuntos no vale mucho ¿no?

CUENTOS CUENTOS CUENTOS

Oct 14, 2010   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Todos estos cuentos aparecieron en la colaboración semanal que tuve durante cinco años en el suplemento juvenil GaztealGARA, ilutrados por EXPRAI, quien los está recuperando y colgando con sus dibujos en su web. Algunos además, los recopilé en mi libro La polla más grande del mundo y otros 69 cuentos (Baile del sol)

LA TINTORERÍA DEL ALMA

Las clases comenzaban con un padrenuestro y un diostesalvemaría. Después tocaba lenguaje, matemáticas y al mediodía religión. Las clase de religión las daba un cura de los de siempre que nos hacía aprender de memoria el catecismo, los mandamientos y nos enseñaba que había pecados de tercera división, como pelear con los compañeros o no hacer la tarea, de segunda, como mentir o sisarle de la cartera a la mamá, y de primera, que eran unos pecados terribles y que se llaman pecados mortales como insultar a Dios, matar o pasar un año entero sin confesarse. Los pecados mortales no tenían perdón y te llevaban directamente al infierno. Los otros no contaban si luego te confesabas.

—Nuestro corazón está limpio –decía aquel cura– pero con cada pequeño pecado, por ejemplo, con cada palabrota, lo ensuciamos un poco y se va volviendo negro como el carbón, así que de vez en cuando tenemos que confesarnos para lavarlo y volverlo a tener limpio, como le gusta a Dios– de modo que aquello de confesarse era como una tintorería para el alma y lo único malo eran los pecados mortales, que no se iban ni frotando con lejía.

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FRENÉTICA CRISALIDA ENSANGRENTADA

Don Obdulio fué uno de esos señores que se dedican a escribir cartas a los periódicos protestando por las cagadas de perros en las aceras hasta que un día se sorprendió a sí mismo meando sangre. Una crisálida roja brotó de su polla y revolviéndose nerviosa en apenas unos segundos tiñó el agua del retrete con su color. Inmediatamente después la metamorfosis continuó dentro del pecho de Don Obdulio, donde una mariposa aleteó contra las aristas de su corazón helado. Aquel miedo no era infundado. Al día siguiente el médico le comunicó que le quedaban escasos meses de vida.

—¿Por qué yo? –se preguntaba atormentado Don Obdulio.

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CIMARRONA
Ante los rumores surgidos en los últimos días, a raíz del cacareado caso del negro de una presentadora de programas rosas cuyo verdadero nombre, un secreto a voces, es Rojo –al final, semejante mezcla de colores acaba por adquirir una tonalidad marrón, tirando como a mierdosa–, rumores que dejan con el culo al aire, por seguir con el tono escatológico, a una toda una hornada de nuevos valores literarios– porque mira que hace falta valor…–, me adhiero a la revuelta negra, salgo del armario, me echo al monte cual cimarrona de la pluma, y confieso que yo, de nombre Soledad, tal y como consta en mi EHNA (la verdad es que me la suda, con perdón, cualquier carnet, cualquier documento, que me reduzca a un número, pero ya puesta –como dirían Los Rodriguez “me gustan los problemas, no encuentro otra explicación”– voy a ser un poco desobediente y a identificarme con éste en detrimento del DNI, donde además aparezco retratada tras una gau-pasa criminal, con unas ojeras con las que tropezaba a cada paso camino del fotomatón) que yo, decía, soy quien realmente perpetra esta columna semanal.

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GATILLAZO

—Tranquilo, hombre, a todos nos pasa alguna vez –intentaba consolarme mi colega. Su voz me llegaba a duras penas, abriéndose paso como un piloto suicida a través de la niebla nicotinada del garito en el que, desde hacía horas, nos reponíamos de los reveses de la fortuna con bebidas “isogintónicas”, como él las llamaba, y, sobre todo, a través de la otra niebla, la psicotrópica, que se había cernido sobre el páramo de mi cabezota.
Durante todas las semana no había habido nada que consiguiera disiparla. Nadie que consiguiera ponerme de pie. Dicen que a todos les pasa alguna vez, pero para mi era la primera. Mi primer gatillazo. El terrible bloqueo del escritor.

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BRINDIS POR LA GUERRA NUCLEAR

Señor juez: una vez leí que en Dinamarca intentar fugarse no agrava las penas, no es un delito. Y pensé que los daneses eran gente legal: que un preso intente fugarse es su obligación. El delito sería no intentarlo.

A usted no le pido que lo entienda. La libertad, aunque no lo sepa, también es su deber, pero este es un mundo de esclavos y de canijos que sacan pecho para que se les vea la placa, o la cartera, en lugar del corazón. Detrás de los muros de las prisiones hay otros, millones de celdas con invisibles barrotes catódicos, el televisor, internet, en las que se sirve un rancho de pan y circo, de hamburguesas y fútbol, y se condena a trabajos forzados a cambio un carrito para el hiper y una papeleta cada cuatro años.

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