¡VUELVE, ROBESPIERRE!
—Es el EULI, el Ejército Unificado de Liberación Indigente—me susurran alborozados los vecinos que me cruzo en la acera—. Cada vez están más cerca. Cada vez somos más, compañero —me guiñan también los ojos, y yo les creo, quiero creer que este combate no es un tongo, lo compruebo cuando veo aparecer a los primeros milicianos, con sus camisetas en las que se leen lemas como “Nosotros sí que estamos a favor de los recortes”, y veo también sus armas, las guillotinas, los cuchillos de cocina aburridos de no poder cortar filetes, sedientos de sangre de yugular, las hoces que enarbolan sacudiendo el óxido, las recortadas que han apañado con tubos de escape arrancados de los coches que quedan ardiendo a sus espaldas… Un ejército de andarines que avanza imparable y zumbón al grito de “¡Robespierre, vuelve!” y que me devuelve la esperanza: ya no soy el último peatón, de hecho ahora soy yo quien encabeza a esta horda de desahuciados, y nos abrimos paso a sangre y fuego, dejamos atrás los barrios dormitorios, ya nadie duerme en ellos, ni grita a sus televisores, en cada portal van sumándose nuevos combatientes, que entran a los bancos con las huchas de sus hijos y revientan las cajas fuertes y vuelven a llenar los cerditos, a los que metieron el cuchillo una tarde de lluvia y lágrimas, de rabia y rabietas, y siguen, seguimos adelante, ahora estamos en los bares de lo viejo y en ellos se suma a la revuelta el Partido de la Gente del Bar, “Bebe y lucha”, recuerdan los viejos militantes sus gritos de guerra, y sus corazones desgarrados y macerados en alcohol de garrafa ahora son granadas de mano, y cuando retiran la espoleta los televisores de los bares estallan, y desde ellos saltan todos los parias de la tierra, los niños de las ciudades miserias y los de los campos de refugiados, todos los que han muerto esa mañana por culpa de una diarrea salen enarbolando sus pañales, como si fueran hondas, y las mujeres violadas y asesinadas, ellas también están aquí, vivas, con los labios y las yemas de los dedos intactos, con su arsenal de besos y caricias preparado para prender fuego, todas juntas, los mendigos, los parados, los sinpapeles, los columnistas del Gara, seguimos avanzando, dejamos abiertas las puertas de los calabozos, atrancamos las de los cuarteles y las de las autoescuelas, ocupamos los palacios, y cuando salen a recibirnos presidentas, alcaldes, jueces, príncipes, tertulianas, nos reímos más alto que ellos, nos reímos de verdad, y eso sí que no, eso no lo pueden soportar, se defenestran desde los alto de sus tronos y escaños y consejos de administración, ahora somos nosotros, los peatones, la escoria de la tierra, los últimos de la fila, los que los ocupamos y nos partimos el culo, ¡ja, ja, ja!, oigo mi propia carcajada, y siento como Mike Tyson se agacha y besa mi rostro, y el sol de julio acariciando mi frente, y a lo lejos las sirenas de una ambulancia, y algo más cerca, la voz de mi vecino diciendo: “Y ahora una insolación. Lo que le faltaba a este hombre. ¡Qué calamidad!”, pero yo no le hago caso, es solo un desertor del EULI, un amargado, alguien al que no he visto reírse en toda su miserable vida.
Patxi Irurzun. Cuarta entrega de El último peatón, colaboración para Udate (Gara). 22/07/2012
HEMEROTECA DEL DESCAMPADO
Patxi Irurzun
Seguí leyendo. Otro periódico, otra noticia aún más vieja: “El Gobierno indemnizará a Instalanza con 40 millones de euros”. Instalaza, la empresa de armamento de la que fue consejero Pedro Morenés hasta un día antes de que lo nombraran ministro de defensa. Cojonudo. Es decir, si el Ministro de Defensa es, o ha sido un pez gordo de la industria bélica, ¿en qué puede estar interesado, si no es en que se den las condiciones para que sigan vendiéndose armas, tanques, pelotas de goma, para que, en definitiva, la gente se siga dando de hostias? Bellísimas personas todas, en definitiva. Consiguen que a uno se le quiten hasta las ganas de leer. Y eso fue, precisamente, lo que hice allá en el descampado: dejar atrás esos periódicos viejos, esas banderas amarilleadas, esas hemerotecas del descampado que deshacen la lluvia, los anos y las lágrimas de los vagabundos, las patas de las moscas verdes, que se deshacen y se olvidan sin que a nadie le importe, y mucho menos a aquellos que, ¡Riau, Riau!, tienen un cocodrilo en el corazón.
Colaboración del 15 de julio de 2012 para Udate (Gara)
UN ROSTRO CONOCIDO
(Foto: Iñaki Porto)
Cuatro rostros conocidos cuentan hoy cómo viven los sanfermines, decía el otro día el periódico. ¡Y yo era uno de esos rostros! Bueno, igual es un poco exagerado -¡soy un escritor! (un día de estos escribiré algo sobre eso, sobre el ser escritor y el ser conocido o no)- pero sí que es cierto que durante estos días ya ha habido más de una y de dos personas a las que no conocía que me han parado para darme las gracias por ‘Dios nunca reza’ y los buenos momentos que les ha hecho pasar. Yo, por supuesto, les estoy igualmente agradecido. ¡Felices fiestas!
Sanfermines a la carta
Cuatro rostros conocidos cuentan cómo han vivido y viven las fiestas
PAMPLONA. El exjugador del San Antonio Alberto Martín puso rumbo el día 5 a Valencia y hasta el viernes no tiene idea de volver, el escritor Patxi Irurzun solo recuerda haberse perdido unas fiestas por encontrarse en Filipinas y al pelotari Abel Barriola le suele tocar vivir las fiestas entre el frontón y la calle. La concejala de NaBai y diputada de Geroa Bai, Uxue Barkos, promete «disfrutarlos y saborearlos» a tope este 2012, aunque mañana tendrá que hacer un paréntesis para acudir al Congreso de los Diputados.
Tanto Alberto Martín como Uxue Barkos tuvieron la suerte de lanzar el chupinazo, aunque sus experiencias fueron bien diferentes. De hecho, Martín no tiene un recuerdo especiamente bueno. «Quien lanzó el cohete fue Fermín Tajadura -presidente de aquel gran Portland San Antonio- y los demás estuvimos metidos en una sala abarrotada sin ver apenas nada. Luego varios compañeros tuvieron la oportunidad de tirar cohetes, pero no me enteré y tampoco pude. Y eso que era de los pocos navarros del equipo. Además, tuve que ver cómo se produjo una bronca muy desagradable cuando algunos concejales intentaron sacar una ikurriña y la policía empezó a repartir con mucha violencia, fue algo que como euskaldun me dolió», explica el gran lateral zurdo, que también recuerda que una vez que salió del Ayuntamiento se lo pasó mucho mejor.
Uxue Barkos, en cambio, tiene un gran recuerdo de 2008, cuando como concejala de NaBai lanzó el chupinazo. «Es algo muy especial y muy entrañable para cualquiera que viva en Pamplona. Es algo que siempre llevaré muy dentro», explica. Los Sanfermines de este 2012 también serán especiales para la periodista pamplonesa porque, por un lado, «un buen amigo» como Iñaki Cabasés ha sido el encargado de lanzar el chupinazo y, además, se encuentra muy recuperada del tratamiento de un cáncer de mama que le mantuvo convaleciente en 2011. Aunque los Sanfermines que con más cariño recuerda Barkos son los de 1980, siendo una adolescente. «Somos seis hermanos y mis padres solían hacer alguna oportuna escapada en Sanfermines cuando éramos niños. Los de 1980 fueron los primeros en los que pude disfrutar de verdad», explica.
El primer recuerdo sanferminero del escritor Patxi Irurzun tiene que ver con los de 1978. «Con todo el lío que se montó mi madre cogió el coche y nos llevó a casa de un tío en Pasajes San Juan», explica. Después, le vienen a la mente aquellos primeros Sanfermines de juventud. «También recuerdo esos primeros años en los que empiezas a salir, esos ritos de iniciación sanferminera. La primera gaupasa, la primera borrachera, los primeros ligues o intentos de ligue…». Unas fiestas bien distintas a las que vive ahora: «Los de ahora son Sanfermines de silletas, pero los vivo muy a gusto también. Les he cogido el gustillo, que uno tiene ya edad de retirarse», comenta.
El pelotari Abel Barriola también guarda un gran recuerdo de esos primeros Sanfermines en los que venían «en tropel» desde Leitza. Como pelotari profesional, para Barriola los Sanfermines van pegados al Cuatro y Medio Navarro, con final el día 7, y al Torneo de San Fermín, cuya final es el día 14. Y el tiene su plan perfecto: «El mejor día para mí es el 7, me gusta mucho el ambiente que hay por el día, con gente de todas las edades y con muchas ganas de fiesta. El plan perfecto es jugar la final el día 7, ganarla y después salir con los amigos. Si no gano también es un buen día y suelo aprovechar para quedar con los amigos del pueblo o con los de Luzaide», indica. De momento ha ganado el Cuatro y Medio Navarro en dos ocasiones. Dos días perfectos.
Durante sus años como deportista en la elite, Alberto Martín solía hacer un paréntesis en Sanfermines. «Siempre me he cuidado mientras he jugado, pero en Sanfermines sí que me ha gustado salir», explica. Aunque Martín reconoce que los años no pasan en balde: «El año pasado salí con Alvaro Jáuregui el día 6 y acabé destrozado, no volví a salir hasta el 13». Quizá por eso, este año ha decidido poner rumbo a Valencia con sus hijas y no pisar Pamplona hasta el día 13. Porque hay Sanfermines para todos los gustos.