‘Mi papá me mima’, nuevo libro del escritor navarro Patxi IrurzunEsta propuesta surge de la página de humor que el autor publica en la ‘Guía del niño’
PAMPLONA. El escritor navarro Patxi Irurzun acaba de publicar el libro Mi papá me mima(Ediciones B), en el que recrea con su peculiar e inconfundible sentido del humor situaciones que cualquier padre o madre de niños pequeños reconocerá.
Este nuevo trabajo del polifacético autor fue antes la popular página de humor que Patxi Irurzun mantenía en Guía del niño, una de las principales revistas de España sobre embarazo y bebés, y en la que cuenta sus aventuras y desventuras como padre y amo de casa al cuidado de sus dos hijos. Sin duda, tal y como explica la editorial, se trata de «un libro imprescindible para cualquier futuro padre con un poco de sentido del humor». Bebés de hábitos nocturnos que hacen que los vecinos lo miren con recelo en el ascensor, pañales radiactivos, batidas debajo de camas y sofás en busca de chupetes… Seguro que muchos ya identifican con estas situaciones y otros están a punto de vivirlas, así que el público potencial al que se dirige esta propuesta es muy amplio.
Patxi Irurzun (Pamplona, 1969) se define como filólogo, escritor y amo de casa. Ha publicado más de una docena de libros de narrativa, entre los que destacan el diario Dios nunca reza, el libro de viajes Atrapados en el paraíso, sobre sus experiencias en el vertedero de Manila, o la colección de relatos La tristeza de las tiendas de pelucas.
De vez en cuando, rebuscando entre los libros que las mesas de novedades nos ofrecen, se encuentran sorpresas agradables. Es lo que me ha ocurrido a mí con La tristeza de las tiendas de pelucas, de Patxi Irurzun (Pamplona, 1969), una colección de relatos muy sólidos que he leído con auténtico interés. Lo primero que me llamó la atención fueron los títulos chocantes de algunos de los cuentos (“Mi padre, los libros Reno, Ned Flanders y los beats, todo en la misma frase”, “El año de la lengua azul en la ciudad del mundo al revés”, etc), pero pronto me convencí de que tales marbetes no escondían humo narrativo, ni extravagancias de jovencito rompedor que juega a epatar pero luego no ofrece nada a cambio, sino páginas de brillante contenido e impecable ejecución, donde muchos frentes temáticos eran abordados con maestría: la condición metafórica de un vehículo urbano (“El mundo es un autobús”); las realidades angustiosas que se pueden esconder bajo un disfraz aparentemente risible o patético (“El vértigo de Spiderman”); una escena de bar que podría haber rodado Luis García Berlanga (“¿Para qué vamos a perder el tiempo hablando si podemos arreglarlo a hostias?”); secuencias donde el humor, la modernidad y hasta una cierta truculencia conviven sin fricciones (“Fray Spray”); la decadencia irremediable de una antigua estrella del pop juvenil de los años 80 (“Superpop o La tristeza de las tiendas de pelucas”); el modo en que la situación actual golpea a los más jóvenes (“Trigesimoquinta crisis”); crónicas de fracasos personales que nos deparan una sorpresa última (“Peaje”); cuentos donde se coloca a Felipe de Borbón como uno de los narradores (“Espejo de príncipes”); y hasta una historia donde la inquietud o la zozobra nos pueden llevar hasta las fronteras del horror (“El censo del miedo”).
Me encanta la sensación de coger un libro al azar sin apenas saber nada del autor o de su estilo y comenzar a leer. Y ver que te interesa. Que su prosa es desinhibida, fresca, políticamente incorrecta, muy oral. Y que, bajo esa capa de cinismo que pulula por sus páginas, se esconde un agudo observador de esta sociedad cada vez más debilitada y hecha añicos. Porque Patxi Irurzun no deja títere con cabeza y arremete contra los diferentes estratos, desde el alcalde medio cacique hasta la monarquía.
En los cuentos que componen esta colección, podemos hacer una escisión entre los más puramente desenfadados y surrealistas, como son El año de la lengua azul en la ciudad del mundo al revés, donde una enfermedad que afecta a las reses provoca que en los San Fermines de ese año se corra delante de avestruces y, en lugar de corrida vespertina haya un encuentro Madrid-Barça con las camisetas intercambiadas; Reliquias y jorobas, que me ha parecido un cruce entre el Hunter S. Thompson de Miedo y asco en las Vegas y cualquier autor de la generación beat; y,¿Para que vamos a perder el tiempo hablando si podemos arreglarlo a hostias? narrado a modo de Western donde el alcalde y el inmigrante senegalés se baten en duelo por ver quién hará de Baltasar en la cabalgata de reyes.
Por otro lado, tenemos una serie de textos que, sin perder un ápice de frescura y acidez, critican con fiereza la realidad social que nos ha tocado vivir. Así, tenemos un par de relatos como El vértigo de Spiderman o Trigesimoquinta crisis donde el tema a tratar es el paro. En el primero, un antiguo trabajador del banco tiene que malvivir disfrazado de Superman después de que la compañía le echara. En el segundo, una joven pareja se tambalea ante la falta de trabajo de él. Y, por encima de estos dos cuentos, Peaje, el mejor texto de este libro, donde se nos narra la vergüenza que puede llegar a sentir una persona por el hecho de haber perdido su trabajo y, con ello, sus «privilegios» de clase social media.
Otros cuentos, como El mundo es un autobús, muestra una realismo existencial y pesimista solo llevadero por el amor. Si bien es un tanto tópico y el desenlace es un poco tramposo, funciona como relato. O Fray Spray, sobre la corrupción política, los favores entre unos y otros y la especulación inmobiliaria.
Relatos todos ellos apegados a una inmediatez, la del aquí y el ahora, llenos de humor irreverente y desopilante que esconde mucha más rabia de la que cabe esperar. Así que no se dejen engañar por la aparente diversión y agilidad de los textos, pues esconden lanzas afiladas que se clavan con facilidad en las conciencias.