Un baúl lleno de disfraces, en los que el rockero de la Txantrea muestra su yo femenino; su espíritu pirata; su lado más surrealista… Poemas que huelen, que sudan, que tosen. Escritos (como él prefiere llamarlos, por respeto a los poetas, aunque no tanto como para no atreverse a coger el boli) llenos de matices y de escondrijos, de erotismo y de surrealismo. «Tres puntadas» dadas para pinchar.
Aunque tú llevas ya muchos años escribiendo, habrá gente a la que le sorprenda encontrarse con un libro de poesía de El Drogas.
Sí, y me imagino que también gente a la que le haga hasta gracia. Pero desde siempre he escrito cosas. Ponerme más a saco hará unos quince años cuando conocí a Kutxi Romero, que fue, sin decírmelo, quien me empujó un poco a ello, con sus conversaciones, su forma de ver la vida…
Kutxi (Marea) ha tenido algo que ver también con que publiques ahora.
Mucho. Él me presentó a la gente de Desacorde ediciones y fue todo muy rápido… Había tenido otras oportunidades pero ahora parece que todo ha confluido para sacar adelante «Tres puntadas».
Por ejemplo que ahora, bajo la denominación de El Drogas («Artista», como pone en tu Facebook) te sientas más libre, puedas tener más frentes abiertos…
Sí, empecé casi por obligación, porque no me quedaba otra, pero de repente me encontré con que bajo esa denominación podía hacer un poco lo que me apeteciera, cuando quisiera, sin depender de los tiempos de nadie… Para mí personalmente es muy interesante.
Y «Tres puntadas» entra también bajo ese paraguas de El Drogas…
Sí, la idea de publicar el libro empezó en cierto modo con la reedición del primer disco de Txarrena, donde aparecen los escritos de «El ojo de la aguja», la columna que escribía en GARA, como El Drogas, y la maqueta «Libros Prestados», que es parte de lo que va a ser el próximo trabajo discográfico, también bajo el nombre de El Drogas. De alguna manera todo ello fue una especie de prólogo de esta historia.
Música y poesía. ¿Cómo sabes cuándo lo que te viene a la cabeza es un poema o una canción?
Generalmente el estado concreto mental me lo da si estoy trabajando con el bolígrafo entre botones o no. Si estoy entre botones quiere decir que estoy metido con una ambientación musical ya grabada o medio grabada, escuchando y vuelta a escuchar, y sacándole melodía y letra, o las dos a la vez. Es algo totalmente diferente a levantarte una noche a las tres o las cuatro de la mañana y ponerte a escribir un poema.
¿Y eso te pasa muy a menudo?
Va por temporadas, ahora estoy en una época de insomnio, o mejor, de medio insomnio, porque hay noches que duermo hasta tres o cuatro horas, que está muy bien. Pero ahora las noches las paso más últimamente entre botones, sí, o arreglando mentalmente lo que estamos grabando.
Y cuando escribes, a la mañana siguiente, ¿hay veces que te cuesta reconocerte en lo que has escrito?
Sí, o más cuando oigo los versos leídos por otras personas. Pero eso no me importa tanto como darme cuenta que de alguna manera lo que uno escribe cuando se publica deja de ser parte tuya. Me gusta ver en otra gente qué musicalidad da a los escritos, como me gusta escuchar a otros grupos versionando canciones mías.
Aunque tus poemas puedan partir de un impulso, o una corazonada, que te hace levantarte de la cama, a la vez en el libro todo está también muy meditado, muy cuidado, hay juegos de palabras, aliteraciones, recursos estilísticos… Eso a qué se debe, ¿lo que lees, tu intuición musical…?
Yo creo que un poco de todo. Tengo el lujo de tener un oficio en el que puedo confundir, y con todo el placer del mundo, todo: el trabajo y las vacaciones, el hobby con la profesión. Para mí es alucinante, y encima este oficio, dedicarme al mundo de la farándula, tocar las cosas que compongo, hace que bien por inquietud, o bien porque tiene que ser así, tenga que escuchar mucha música para aprender, escuchar estilos que puedan parecer opuestos a mí. Y con lo de escribir es lo mismo, también me obliga a leer a otra gente que escribe muchísimo mejor que yo. De todo aprendes.
¿Y a quién lees?
Un poco lo que cae. Pero sobre todo poesía. Me gustan José Hierro, Neruda quizás estéticamente el que más, o Panero, este básicamente porque no le entiendo nada. Me encanta.
¿Sigues también enganchado a los libros sobre la guerra civil?
Sí, sí, fue un tema que me tocó mucho, con el disco «La tierra está sorda». He pasado ahora un par de años fuera de la historia, porque he tenido otras cosas de por medio, pero he vuelto y ahora, por ejemplo, ando con «El escarmiento», de Miguel Sánchez-Ostiz. Me parece muy interesante eso de relacionar todo con lo que está sucediendo ahora. Lo que pasó en la guerra civil es lo que venimos arrastrando hasta hoy para bien o para mal. Más para mal, es cierto, aunque lo de para bien lo digo porque, por ejemplo, hay asociaciones que ya no esperan a las instituciones gubernamentales para que les den permiso para excavar una fosa, o porque personalmente conocer a gente relacionada con el tema a mí me ha llenado y enseñado mucho.
Volviendo a tu libro, está dividido en tres partes, la primera, «Y si la noche fuese mi cómplice», viene firmada por Eva Zanroi. ¿Quién es Eva Zanroi?
Eva son las iniciales de Enrique Villareal Armendariz, como me llamo, y Zanroi viene de Zandio y Roitegui, mis otros dos apellidos. Es una especie de homenaje a mi padre, que solo tenía dos apellidos, porque era de la inclusa. Yo creo que de ahí me viene cierto espíritu pirata y apátrida a la hora de ver y pisar el mundo. El seudónimo femenino, por otra parte, me ha llevado a leer mucha poesía escrita por mujeres y es también una exploración de mi parte femenina, algo que creo que nos vendría muy bien a todos.
Después viene «El ojo de la aguja», las colaboraciones que escribiste para GARA. ¿Cómo se sentía un pirata como tú aprisionado en una columna periodística, y además escribiendo poemas, algo no muy usual en ese formato?
Para mí fue estupendo. Era el espacio justo que yo podía dar de mí. Yo es que escribir artículos de media página… En cuanto paso de la frase veinte ya siento que tengo que acabar, por eso, por ejemplo, no escribo relatos cortos, escribo relatos muy cortos, porque siento pronto que me estoy alargando.
¿Y en la tercera parte, «El rincón oscuro» qué nos vamos a encontrar?
Son escritos de los últimos cuatro años, la gran mayoría escritos a la vez que «La tierra está sorda» y en ellos quizás pueda haber influencias de autores como Edgar Allan Poe, Baudelaire, Antonin Artaud ¯que me parece muy ulceroso escribiendo¯ también Patti Smith, Bukowski, Panero…
Panero otra vez… Decías que te gusta porque no lo entiendes. ¿Tú qué esperas cuando alguien te lee: descolocarlo, un clima emocional, que le dé vueltas a la cabeza?
Todo eso y a la vez nada. A mí de la poesía lo que me gusta no es tanto ponerte a analizar como que te dé una punzada. Yo ya me daría por satisfecho con eso, con una punzada, y luego ya lo que supure cada uno depende del lector.