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El pasado 4 de enero comencé a colaborar en el suplemento ON de los periódicos del Grupo Noticias (Deia, Diario de Noticias de Navarra, Gipuzkoa y Álava). Será una sección quincenal bajo el título Rubio de bote. Esta es el primer Rubio de bote:
DEFENSA PERSONAL
Es como esos romanos con gafas o con reloj o mirando el twiter en las procesiones de Semana Santa: cada vez que veo a un niño con kimono por la calle hay algo que no me cuadra, que me repele un poco. Supongo que también se trata de un trauma infantil. Yo soy de aquellos chavales a los que, a mediados de los setenta, nuestras madres nos apuntaban a judo por culpa de los navajeros. Era la época de las películas de quinquis, de los supermiriafioris, de la música de Burning y Los Calis, del miedo a salir de noche, de los yonkis domésticos, casi como de la familia, a los que conocíamos por su nombre de pila (el Toñín, se llamaba el nuestro) y que nos arrancaban a punta de cuchillo jamonero la medalla del niño Jesús, el anillo con sello o el reloj con números fosforescentes de la primera comunión. Que yo sepa ninguno de aquellos niños con kimono le hicimos nunca un osotogari a nuestros navajeros. Supongo que por eso odiaba el judo. Por eso y porque hasta el calentamiento yo, que soy de complexión tirillas, iba bien, resultaba divertido, los saltos, las caídas, pero cuando empezaban los combates me tocaba siempre contra algún niño con tetas que había merendado chorizo de Pamplona y entonces todo se volvía oscuro y me faltaba el aire, allá con la cara pegada contra un tatami que olía a babas y perineo sudado.
Y ahora va mi hijo y se me apunta a judo. Y le gusta. Y a mí me gusta que le guste. Y a veces incluso le dejo que vaya al gimnasio en kimono. En esas ocasiones, suelo aprovechar antes para hacer con él algunos recados, para ir a la caja de ahorros o recoger la factura de la luz del buzón, que es donde suele sacarme todavía de vez en cuando la faca el Toñín. Me he hecho un poco madre. Pero es que la cosa se ha puesto muy mala. Algunas veces también vamos, antes que al judo, a la tienda, y cada vez que me pongo a despegar bolsas en la cola de la caja, después de mirar el precio del pescado, de la fruta, de los preservativos, pienso en que sería una buena idea colocar desfibriladores en los pasillos de los supermercados.
Les regalo la idea porque tengo más. Es verdad eso de que la crisis es una oportunidad, de que la necesidad agudiza el ingenio y hay cientos de nichos de negocio. Por ejemplo, “Manifiéstate”: una empresa dedicada a fabricar pancartas, silbatos, cacerolas, todo tipo de productos para protestar; con sus propias subdivisiones de negocio: una rama especializada en alquilar extras, dobles para las manifestaciones que se prevean de alto riesgo (es decir, casi todas); con un personal adiestrado en esquivar porras, eludir multas, inmovilizar antidisturbios… Hay más negocios de éxito: los pupitres- litera, que además tendrían uno de sus mejores clientes, o incluso el único, en la propia administración y su monopolio del amontonamiento de niños en las escuelas públicas.
Y el judo. El judo es el futuro. Ya está bien de tanto inglés y tanto twiter, amigo romano. Pensándolo bien todos deberíamos salir a la calle en kimono, en ropa de combate, y aprender a hacer llaves, osotogaris a los navajeros en los bancos y en las oficinas de las eléctricas y en los plenos parlamentarios. Es una cuestión de pura defensa personal. Ah, qué bonito sería, si nuestros contrincantes no tuvieran las tetas tan gordas.
Página 13
Foto: Clemente Bernard
Un caleidoscopio de palabras
Andrés García de la Riva
Felicidad, música, amor, libro, balón, esternocleidomastoideo… y así hasta 50 palabras con las que medio centenar de autores han escrito otros tantos textos con la única condición de que las incluyeran todas. Un reto literario de espíritu oulipiano que se completa con 50 fotografías, una acompañando a cada texto. Es el juego que recoge el libro Imagina cuántas palabras, primer paso en la materialización de un proyecto nacido en 2011 con vocación transmedia y de plantear un diálogo entre palabra e imagen del que surgen múltiples preguntas: ¿qué imágenes podemos asociar a una palabra?, ¿qué representa una fotografía?, ¿ cuánto hay de realidad en lo que muestran?
Presentado recientemente en Madrid y Pamplona, Imagina cuántas palabras responde a la implicación personal de Carolina Martínez y Clemente Bernad, responsables de Alkibla Proyectos Culturales, empresa editora del libro. Ambos alumbraron este proyecto como un canto a la diversidad cultural de la educación pública y al derecho a una vivienda digna; su gestación es fruto de la sensibilidad política y social de los dos directores: una gestora cultural y un fotógrafo con una trayectoria marcada por trabajos sobre temporeros andaluces, campos de refugiados saharauis, inmigración clandestina o exhumaciones de las fosas comunes de la Guerra Civil.
En el curso 2011-2012, Carolina y Clemente propusieron a los alumnos de segundo a sexto de Educación Primaria del Colegio Público Cardenal Ilundain de Pamplona que escribiesen sus diez palabras preferidas. Los 315 participantes aportaron 1.430 palabras diferentes y las 50 más utilizadas fueron encomendadas a escritores, poetas, fotógrafos e ilustradores como Patxi Irurzun, Juan Carlos Mestre, Ferdinando Scianna, Felipe Zapico, Alfonso Armada, Guadalupe Grande o Enrique Villarreal para construir poemas, relatos, ensayos, viñetas y hasta una pequeña enciclopedia china para occidentales. A ellos se ha sumado Eduardo Nieto, estudiante de Secundaria que ha ganado un concurso literario para escolares que asumía la misma norma de las 50 palabras con la que los participantes en el libro han conseguido un resultado sorprendente por diverso y fructífero. Algunos, como Manuel Rivas, Isabel Bono o Manuel Rico, vuelven al paraíso perdido de la infancia; otros, como Pilar González, viajan al futuro para ensalzar el poder de la imaginación; Emilio Silva propone un relato estremecedor sobre la violencia en Siria; Antonio Orihuela construye un poema visual a partir de un mapamundi cuyos países están representados por palabras y donde mamá corresponde a España, cariño a México o iglú a la Antártida.
Para ilustrar estos textos, Carolina y Clemente convivieron el verano pasado durante una semana en la Corrala de Vecinas La Utopía, en Sevilla, un edificio abandonado por su constructora, en quiebra, y ocupado por 40 familias con problemas económicos, muchas de ellas desahuciadas, apoyadas por el movimiento 15M. Sin conocer previamente los textos, Bernad retrató la rutina cotidiana de los vecinos de La Utopía en unas fotografías con un carácter documental ajeno a cualquier efectismo o voluntad sensacionalista: un patio anodino coronado por una bandera del Che Guevara, una cena familiar, un niño con su hámster, un muro con una pintada que dice: “Sin agua, sin luz y sin miedo”… Bernad completó el proceso cuando asignó una foto a cada texto ampliando así la polisemia de las palabras en su relación con las imágenes.
Todos estos materiales se recogen en un libro colectivo de gran formato editado con mimo y con licencia Creative Commons que autoriza la libre reproducción de los textos e imágenes siempre que se cite al autor y no se modifique la obra. Se han publicado 1.500 ejemplares financiados por distintos patrocinadores que han apadrinado las palabras propuestas. Así, en otra vuelta de tuerca al juego de palabras que articula todo el proyecto, una joyería se ha quedado con felicidad, un bar con amistad o un particular ha adquirido paz para su pareja, llamada Paz. Una experiencia léxica en la que también participa La Utopía, como vemos en una foto que muestra un muro donde han escrito una estrofa del poema No te rindas, de Mario Benedetti. Sus versos subrayan el espíritu que inspira tanto a los vecinos de la corrala sevillana como a los creadores de un proyecto que tendrá continuidad a través de talleres y, quizás, en formato libro en otras lenguas como el euskera.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/01/11/actualidad/1389455163_439355.html
Dos décadas después, la editorial Pepitas de Calabaza vuelve a editar “Hertzainak. La confesión radical” (Pedro Espinosa y Elena López) con nuevas entrevistas, prólogo, todas las letras del grupo… Un libro clave en la historia del rock vasco que es mucho más que la biografía oral del grupo gasteiztarra, pues da testimonio también de una época plena de rabia, rebeldía, humor, todo ello sin ninguna intención de inmovilizar al lector con un ataque agudo de nostalgia, aportando, al contrario, el poso para gestar nuevos movimientos contestatarios.
Patxi Irurzun
“Pakean utzi arte”, “Ta zer ez da berdin”, “Si vis pacem”, “Eh, txo!”… En todos los garitos de los cascos viejos de Euskal Herria se escuchaban mediados los ochenta las mismas canciones de un grupo que nunca las tocaba igual en sus conciertos irrepetibles y locos. Hertzainak, el grupo que volcó el punk, el ska, la irreverencia en los textos a la música euskaldun. Los “The Clash” vascos. Triunfaron y, consciente e inconscientemente, renunciaron con cada disco al camino fácil, a repetirse, se echaron al monte y alcanzaron de ese modo cimas como “Aitormena”. Hertzainak aglutinó, o en su camino se cruzaron la “baska” con el culo más inquieto de aquellos años: el primer cantante del grupo, Gamma (hoy Xabier Montoia), Natxo Cicatriz, Ruper Ordorika, Itxaro Borda, Karra Elejalde… Y las radios libres, las procesiones ateas, las drogas, los gaztetxes, el euskadi tropical… “La confesión radical” es también el recuento general de una época y un lugar y uno de los hitos en la historia del rock radikal vasco.
JULIÁN LACALLE (editor de Pepitas de Calabaza): Es un libro al que le teníamos mucho cariño. Cuando leímos su primera edición nos encantó. Y es un libro que llevaba muchos años agotado. Nos pusimos en contacto con sus autores y cuando todos estuvimos de acuerdo en cómo mejorar la edición, y se hizo, pues lo editamos. Gran parte del encanto del libro reside en que, al participar tanta gente y tan diferente, da una visión muy plural (y real) de lo que realmente ocurrió.
PEDRO ESPINOSA (autor del libro): No creo que se pueda hablar de reedición sino de nueva edición porque hemos corregido errores que había en la primera, hemos incluido un quién es quién, porque solo los coetáneos de aquella época reconocerían a las personas que hablan en el libro, hemos renovado las fotos y añadido más ilustraciones , hay un prólogo de Roberto Moso a esta nueva edición (que se suma al original de Pablo Cabeza), hay un nuevo capítulo titulado Nuevas Confesiones en el que se incorporan comentarios e impresiones de personas que en 1993 no pudieron hablar en el libro, bien porque su testimonio no llegó a tiempo, caso de Itxaro Borda, bien porque eran muy jóvenes como Kirmen Uribe, Rafa Rueda o Txuma Murugarren. Finalmente presentamos la discografía completa del grupo con las portadas de todos sus discos y todas sus canciones en euskera y castellano.
ELENA LÓPEZ (autora del libro): Hemos incluido todas las letras del grupo, con las correspondientes correcciones, así que ‘La Confesión radical’ funciona también como un (buen) libro de poemas. Justo cuando estaba corrigiendo las letras, amargas y realistas, y terminé con la última del último disco, es decir, con ‘Eguneroko ilusioa’, de José Vicente Carrasco, que también aporta su confesión, pensé que esas canciones no habían perdido actualidad ni mordacidad. En el libro están las luces y las sombras, hay marea alta y baja, sueños y desilusiones, apogeo y crepúsculo, principio y fin, parabienes y críticas, equivocaciones y aciertos. Queríamos plasmar el subidón de energía que rodea a la creación de un grupo, la ayuda de la amistad, el trabajo en el local de ensayo, los conciertos y su poder adictivo, las relaciones con las discográficas, los problemas y los buenos momentos en los estudios de grabación, la ilusión de los comienzos y la amargura del final, los que se quedaron por el camino…
ROBERTO MOSO (Cantante de Zarama, autor del nuevo prólogo): Hertzainak fueron un referente constante para nosotros. Empezamos con una relación de camaradería (y rivalidad disimulada) pasamos por otra de tensiones y reproches más o menos manifestados (con un momento crítico en cierta actuación de Muskiz) y acabamos con una buena relación, que se suele plasmar en mesas redondas y encuentros culturales y en mi caso, también en una amistad ya duradera sobre todo con Gari y Josu. Hertzainak demuestran que ese axioma de que «Para que un grupo funcione se tiene que llevar bien» no es necesariamente cierto. Todos debemos tener desencuentros y hasta broncas para que los demonios no se queden a vivir dentro.
OSCAR BEORLEGUI (periodista y crítico musical, uno de los nuevos testimonios del libro): En octubre de 1984 su tema “Eh txo!” no dejaba de sonar en la maquinita de singles del bar La Cueva de Irunberri, donde pasé aquel verano. A duro la canción. Yo también era de los que cantaba “Que te he dicho que no” (cuando se oía aquello de “Gehiegi itxoiten duk). No entendía nada, ni la música ni las letras, pero la actitud y la marcha derrochada por el grupo me sobrepasó.
PEDRO ESPINOSA: Desde el primer momento, cuando decidimos dedicar el libro a Hertzainak al poco de su desaparición, no queríamos tanto contar su historia sino la del movimiento que se generó en Gasteiz en la década de los 80. Un movimiento que tuvo a la música como catalizador y en concreto las letras y canciones de Hertzainak, grupo que se alimentó mucho de la gente que había a su alrededor incluyendo siempre en sus canciones temas y letras que aportaban los que en aquel entonces llamábamos la baska. Fue así como contando la historia del grupo contamos la historia de aquel momento convulso y magnífico donde surgieron las procesiones ateas, las fiestas alternativas, las radios libres o los gaztetxes.
JULIÁN LACALLE: Nos interesa, sobremanera, todo lo que ha rodeado a Hertzainak: nos parece un momento muy importante de la historia reciente, uno de esos “orgasmos de la historia” que decían los Diggers. Yo no sabría decir que ha quedado de su espíritu, pero estoy seguro de que cuando vuelva a nacer un movimiento contestatario de verdad, de esos que reafirman la vida y que no se preocupan por gestionar la miseria, se tendrá en cuenta todo lo que se hizo en esa época.
OSCAR BEORLEGUI: A simple vista parecería que no dejaron tanta huella como otras bandas, sobre todo viendo que los Hertzainak, a día de hoy, son una de las pocas formaciones que se salvan de esa sombra o “extensión” que representan los omnipresentes “grupos-tributo” o de “versiones”. Pero tal vez por ello creo que dejaron huella; pero una huella no superficial, sino muy profunda. Una huella marcada a fuego en el subconsciente popular y presente en ciertas bandas actuales a nivel espiritual más que meramente musical. Como verdaderos perros verdes que fueron, cosa de su espíritu transgresor, provocativo, y de su valentía a la hora de afrontar la composición de sus canciones o gestionar posteriormente su éxito.
PEDRO ESPINOSA: Ojalá se recupere el espíritu de aquella época, han pasado 30 años desde la edición de la primera y única maqueta de Hertzainak, pero las condiciones son parecidas, el paro era altísimo, nosotros estábamos en paro, pero no parados, compartíamos con la gente que se movía en la calle las ganas de vivir y de crear, de no dejarnos explotar ni engañar, de ser libres para cometer cualquier pecado y de pensar que todo es posible si realmente lo quieres, si te empeñas y esfuerzas.
ELENA LOPEZ: Queríamos plasmar toda la energía que a nosotros nos transmitió la maqueta de Hertzainak del 83. Parafraseando a Kirmen Uribe, ni Pedro ni yo seríamos los mismos, de no habernos topado con ellos.
Es-ter-no-clei-do-mas-toi-de-o
El libro “Imagina cuántas palabras” establece un juego entre textos e imágenes con cincuenta palabras, cincuenta escritores y cincuenta fotos.
Playa, baloncesto, estuche, hámster… Son algunas de las cincuenta palabras preferidas de los alumnos de primaria del colegio público Cardenal Ilundain de Iruñea. Con ellas, cincuenta escritores (Manuel Rivas, Isaac Rosa, José Ovejero, Luna Miguel, Miguel Sánchez-Ostiz, Javier Eder, El Drogas…) han tenido que jugar y crear los textos que componen “Imagina cuántas palabras”, un proyecto de la gestora cultural Carolina Martínez y el fotógrafo Clemente Bernard, quien ha sumado al libro cincuenta imágenes plasmadas por él mismo en la corrala de vecinas La utopía de Sevilla.
¿Qué nos dice una fotografía? ¿Qué imágenes podemos asociar a una palabra? ¿Qué palabras podemos asociar a una imagen?… Estos interrogantes y otros como los que plantea Victor Moreno en el prólogo del libro (“¿Qué hay detrás de cada palabra que pronunciamos o escribimos?) componen el chispazo original de “Imagina cuántas palabras”. Preguntas que surgieron de una conversación entre Carolina y Clemente y que trasladaron a los participantes del libro y que estos han resuelto con cuentos, poemas, historias gráficas protagonizadas por hámsters azules o marcianos con el nombre del músculo más popular entre los escolares (el esternocleidomastoideo, la cuarta palabra más votada entre ellos).
Casi la mitad de estos autores estuvieron en la presentación que tuvo lugar el pasado miércoles 18 de diciembre en el centro Conde Duque de Madrid, donde leyeron sus textos y explicaron las dificultades que les había supuesto enfrentarse a este reto creativo. Entre ellas —eso todavía no lo sabían— que iban a tener una competencia feroz en los ingeniosos textos que los alumnos de Cardenal Ilundain también escribieron jugando con las cincuenta palabras. Uno de ellos, el de Eduardo Nieto, también ha sido seleccionado para aparecer en el libro, y el jovencísimo autor estuvo presente dos días después, el viernes 20 de diciembre, en la presentación que se llevó a cabo esta vez en el Baluarte de Iruñea. Eduardo expresó, con aplomo y determinación, su deseo de ser escritor y “escribir más libros”. Estuvo arropado por sus compañeros de escuela y por otros escritores como Federico de los Ríos, Emilio Silva o Felipe Zapico, que en sus intervenciones resaltaron otros valores de esta iniciativa, como el apoyo y confianza en la escuela pública o su planteamiento lúdico y experimental. En el acto de Iruñea participaron también un quinteto de cuerda de la Escuela de Música Joaquín Maya, El Drogas, que acompañado por Kutxi Romero interpretó dos de sus temas y Angel Petisme, otro de los autores presentes en el libro, que estrenó “Mi gigante preferido” y junto con los dos anteriores una canción inspirada en una viñeta de El Roto.
Un proyecto colectivo y transmedia, en definitiva, que permanece abierto a nuevas propuestas o que puede prolongar su vida en acciones educativas, creativas, sociales y que puede encontrarse en librerías o en la web www.alkibla.com
Clemente Bernard y La utopía
El fotógrafo Clemente Bernard ha acompañado los textos de “Imagina cuántas palabras” con cincuenta fotografías realizadas en junio de 2013 en la corrala de vecinas “La utopía” de Sevilla, un edificio ocupado al norte de la ciudad andaluza por 30 familias en situación de emergencia social, desahuciadas de sus casas o sin medios para acceder a una vivienda digna. Una iniciativa impulsada fundamentalmente por mujeres que ha plantado cara a bancos e instituciones, que funciona de forma asamblearia y que sigue resistiendo. En las fotos de Clemente los niños juegan al balón entre el edificio ocupado y un hotel de cuatro estrellas que se levanta justo enfrente, o se despliega como un arcoiris una pintada en una pared en la que se lee “Pueden cortarnos el agua, pueden cortarnos la luz, pero jamás nos cortarán las alas”. Un punto de vista cercano, comprometido e imprescindible, el de Bernard, en un momento en el que más que nunca no hay que desviar la mirada ni dejar que nos arrebaten las palabras.
Patxi Irurzun
Entrevista al montañero, alpinista y escritor Jokin Azketa sobre su libro «Lo que la nieve esconde», último Premio Desnivel. Literatura y montaña, literatura de montaña, literaltura…
http://46.105.24.175/pasealeku/pasealeku140103.mp3