• Subcribe to Our RSS Feed
Browsing "Blog"

¡CON LA PUERTA MÁGICA!

Mar 30, 2015   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

El futbolista camerunés Josep Minala debe de tener ahora 18 años, pero hace uno tenía 42, y no es un viajero en el tiempo ni el protagonista de un capítulo de Doraemon, el prodigioso gato azul japonés sin orejas. Minala se convirtió polémicamente en famoso hace un año, cuando fue acusado de hacerse pasar por un juvenil del equipo italiano Lazio, a pesar de las arrugas de su rostro y su cuerpo fibroso y curtido, impropio de un tierno efebo. Al parecer, falsear la edad es una práctica habitual entre los africanos que llegan a Europa soñando con convertirse en estrellas del balompié, o más bien entre sus representantes,  los traficantes de hombres y de sueños que alientan estos con un fajo de billetes y que cuando lo han amarrado los abandonan en la puerta de un centro de menores. Los futbolistas mienten porque de ese modo les resulta más sencillo entrar a picar una oportunidad en la cantera de los clubs profesionales. Lo sorprendente en el caso de Minala era la abismal diferencia entre su edad supuesta 17, y la real, 42. A Minala de repente le encontraban los periodistas en Camerún alopécicos y barrigones compañeros de colegio que juraban haber compartido pupitre con él hace más de tres décadas.  La sombra de la sospecha se cernía sobre él con la misma implacabilidad que la del bigote de las atletas de la extinta República Democrática Alemana. Pero, sorprendentemente, las pruebas médicas acabaron determinando que Minala decía la verdad y tenía realmente 17 años.

Su caso dejó de tener interés en ese momento. El Minala que nos seducía era ese personaje virtual, ese Pigmalión modelado por la prensa y por nuestra imaginación, ese cuarentón capaz de reinventar su identidad de una forma totalmente inverosímil con tal de cumplir su sueño: ser una estrella del fútbol. El hombre tenaz que quizás había atravesado un continente a pie y en patera un mar voraz persiguiendo la gloria; el que, de hecho,  la había alcanzado (Minala debutó con el primer equipo del Lazio).  Minala despertaba en nosotros todo tipo de descabelladas fantasías. ¿Había hecho un pacto con el diablo en un cruce de caminos del desierto? ¿Era acaso un Benjamin Button africano, que nace anciano y muere niño —que envejunece, podríamos decir —?

En Italia, por lo demás,  existe toda una tradición de rocambolescas historias de futbolistas negros, como la del jamaicano Luther Blissett, que pasó de convertirse en un delantero con poca puntería a dar nombre a un movimiento de guerrilla cultural que adoptó su alias para disolver la identidad en un activismo colectivo en el que todos eran nadie, y que acabó marcando con su nuevo avatar innumerables goles, como el secuestro de decenas de niños jesuses en iglesias cuyo rescate Blisset exigía ser repartido entre los necesitados.

Debe de existir un limbo, una brecha en el tiempo en donde conviven todas esas identidades suplantadas o virtuales, en la que el Joseph Minala de 42 años dicta su extraordinaria historia al reputado y a la vez anónimo —o al menos en el artículo que lo citaba— escritor que comparó hace unos días ni más ni menos que con Benedetti a un joven y popular político vasco que se ha estrenado como poeta.

A mí no me importaría nada atravesar ese limbo. Y luego volver a este. O como canta Doraemon: “Ojalá yo pudiera llegar allí al momento, ¡con la puerta mágica!”.

 

 

Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal en el suplemento ON de Grupo Noticias
http://presst.net/subscribers/view_iframe/8384

 

¡COCINA Y LUCHA! Entrevista a Carlos Azagra

Mar 27, 2015   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Reportaje publicado en Gara

«Cocinar es también una forma de luchar y de ir a contracorriente»
CARLOS AZAGRA, XCAR Y REVUELTA PUBLICAN UN RECETARIO EN VIÑETAS 

El último tebeo de Carlos Azagra, el creador de los inolvidables personajes Pedro Pico y Pico Vena, es sorprendentemente, un recetario de cocina, en el que también han salseado Xcar Malavida y Encarna Revuelta. Revuelta y Azagra estarán este sábado en Bilbao en DDT Banaketak, desgranando los ingredientes (humor, autogestión, rebeldía…) de Estoy hecho un cocinicas.

Patxi Irurzun. Iruñea

Más allá de las manchas de dedazos con chorizo en tebeos que nunca debimos prestar, la relación entre el comic y la cocina no ha sido muy nutritiva  por estos lares. La idea que tenemos de un komikilari es además la de alguien absorbido por sus viñetas o los plazos de entrega, y que en consecuencia tiene que malcomer sobre la marcha, sin despegarse del tablero. Si a ello, en el caso de Carlos Azagra, le sumamos que cuesta imaginarse a sus emblemáticos personajes, Pedro Pico y Pico Vena, zampándose algo más que bocatas en txoznas, conciertos punk o baretos, resulta sorprendente que el último trabajo que acaba de publicar sea un, aunque sui generis,  recetario de cocina, junto con Xcar Malavida, a la sazón editor del libro, y Encarna Revuelta, que se ha encargado de aderezarlo con colores (además de ser la madre del cordero de todo este invento) y que estará con Carlos Azagra el próximo sábado 28 de marzo presentando su trabajo en DDT Banaketak de Bilbao (Muelle Marzana, 5) a las 11:30.

Y sin embargo, sí, “hay vida más allá del tablero” nos cuenta el legendario dibujante Carlos Azagra, quien todavía, como cantaban Tijuana in blue en aquella canción que lo retrató, resiste y sobrevive dibujando sus manías (y una de sus manías, de las manías de los dibujantes y de los artistas en general, aunque parezca mentira, es la de comer todos los días): “Cocinar  es también una forma de luchar y de ir contracorriente, pues cocinando lo que haces es ganar en autonomía. La autogestión comienza en tu nevera. Y además, cocinar no es para tanto, sólo has de tener ganas y un poco de tiempo. Además con el poco trabajo remunerado que hay en los medios impresos hay tiempo de sobra. Para nosotros la cocina es una cosa cotidiana, como procurar que la nevera esté  bien surtida (cuando está vacía da mucha pena, la pobre)”.

Estoy hecho un cocinicas, señala el aragonés Xcar Malavida, el otro chef del comic, comenzó a cocinarse “estando de cañas, como no podía ser de otra manera. Revuelta siempre lleva encima una libreta en la que los amigos le vamos haciendo dibujicos, y luego ella los pinta. Un día, le conté una receta de brócoli que hacía yo, y para explicársela le hice unos dibujicos en ella. Otro día le hice otra, y otra, hasta que se nos encendió la bombilla: “Oye, ¿y por qué no explicamos estas cosas en tebeo?”. Nos pareció una cosa original y divertida y nos pusimos a ello con muchas ganas”.

Malavida, además de dibujar a cuatro manos con Azagra el libro (o a ocho, pues Chema Cebolla e Iru también han dibujado alguna de las 59 recetas) es el editor del mismo, a través de la Editorial Cornoque, un colectivo de autores que desde más de veinte años se dedica a la autoedición de su obra, primero con la revista Malavida y poco a poco ampliando el catálogo, hasta llegar a este Estoy hecho un cocinicas, que se ha convertido en su best-seller,  su plato estrella: “Estamos muy contentos, en un par de meses agotamos la primera tirada y tuvimos que reimprimir a toda prisa. No nos esperábamos que funcionara tan bien, la verdad. Además hemos visto que mucha gente a la que no le interesa –de entrada- el mundo del tebeo se ha visto atraída por él. Por ejemplo, hemos hablado con personas que nos decían que no leían un tebeo desde que eran pequeñas, y que este les había encantado. O gente que estaba harta de libros de cocina, pero que este le gusta mucho porque es una cosa fresca y divertida”.

Estoy hecho un cocinicas es un libro que efectivamente tiene, por una parte algo de didáctico y por otra huye de la cocina elitista o convertida en espectáculo televisado y pretende arrimarla a las cocinas de todas las casas, a la de los frigoríficos con sobras o la de aquellos con media hora para preparar algo antes de salir corriendo a por los niños a la escuela.

“Comer y beber bien no es solo de los ricos”, señala Azagra, “Nosotros estamos por que la gente normal se pueda defender cocinando, que no es nada complicado, lo que hemos hecho, aparte de meterle humor a la cosa, ha sido desdramatizar el mundo de la cocina. Muchos gurús mediáticos han convertido el cocinar es una especie de religión en la que has de cumplir todos los mandamientos y se te castiga si no tienes perejil, orégano o clavo, y eso es una tontería, si te falta algo lo suples con lo primero que tengas a mano. A tu manera, que cantaba Frank Sinatra (y también Sid Vicious)”.

Xcar Malavida, por su parte, respecto a los programas de televisión dice: “Una cosa que no me gusta mucho de la moda de la cocina es tratar de convertirla en algo competitivo (como pasa en esos programas tan de moda ahora) o elitista. En este tebeo defendemos la comida del día a día, con platos rápidos, sencillos y muy ricos. Con productos frescos y comercio de proximidad, pasando de las grandes cadenas y de los precocinados”.

Otro de los ingredientes que, por supuesto, no podían faltar en un libro como este es el humor, la celebración de un placer como es el de comer o el de preparar los platos. Las recetas que proponen Azagra, Revuelta y Malavida, están pensadas para no complicarse la vida, al contrario, para disfrutarla, para tomarse una caña o un vino mientras la olla bulle o el horno coge temperatura. “El placer de cocinar es pasar un buen rato entre fogones con una cervecita y luego compartir la mesa con la familia y los amigos, no demostrarle a nadie que haces el mejor pastel de boniatos del mundo”, dice Xcar Malavida, y Azagra añade: “Nosotros lo que aportamos es cachondeo y sobre todo reírnos de nosotros mismos, que si se te olvida poner el laurel cuando la olla exprés ya está pitando no pasa nada o si se te quema el lomo a la cerveza tampoco (otro día le pones mas cerveza!)”.

Para acabar el gran Carlos Azagra, además del dibujo que acompaña estas líneas en exclusiva para GARA, nos deja una de sus recetas favoritas: “Patatas a lo pobre: poner al fuego unos ajos, unos pimientos, unas cebollas y unos chorizos como Rajoy y esa gente… y ¡todo a la sartén! ¡Así seguro que las patatas se enriquecen!”.

11033116_819637214750120_2128415119_o

 

“HABRÁ QUE HACER UNA HISTORIETA DE ESTO ¿VALE?”
Carlos Azagra, una vida con la bombilla siempre encendida

“Apoyado en la barra del bar, resiste y sobrevive dibujando sus manías”. Tijuana in blue retrató magistralmente a Carlos Azagra en su canción Vidas ejemplares. La de Azagra sin duda lo ha sido para muchos de los que han devorado sus historietas en El Jueves, han visto sus dibujos en las portadas de discos de sus grupos favoritos o han reconocido el nombre de su colectivo, su asociación o la convocatoria para una mani en alguna de sus viñetas.  Azagra ha convertido su lápiz en arma de combate y su pasión en resistencia y medio de vida. Una vida ejemplar, sin duda, la de este dibujante universal e internacionalista, zaragozano, nacido en Morón de la Frontera que vive en Barcelona y al cual le une munchos vínculos sentimentales con Euskalherria: “Los primeros en mandarme coas de Euskadi fueron los Tijuana, el Jimmi me mandó tres cassettes de las de antes con grabaciones de grupos de allá, maketas de antes de que saliesen en disco… BAP! , RIP!, Vómito,  MCD, La Polla, etc., etc. Y Eskroto me mandaba por correo sus movidas de Katakrak! BAH!, Ateos, Ni Fronteras Ni Banderas… Cuando bajaban a Barcelona lo pasábamos genial, siempre acababa diciéndoles que de esto habría que plasmarla en cómic…Como así fue”. A Azagra se le abre el apetito al recordar aquellos tiempos: “La sección musical de Bat, bi,hiru! en el Egin era nuestra referencia político-musical, aún a  día de hoy no se ha podido superar el nivel que tenían esas cuatro páginas semanales, que nos ponían en un mismo plato ingredientes como las okupaciones, gaztetxes, radios libres, conciertos, nicaraguas sandinistas y esas cosas, todo bien aderezado con buena música”, dice, y al rememorar todo aquello uno se imagina que “a por el lápiz se aleja presto y mientras se marcha se le oye decir emocionado:  Habrá que hacer una historieta de esto ¿vale?”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Reseña de «Viejos tiempos» (Henri Calet)

Mar 24, 2015   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

VIEJOS-TIMEPOSViejos tiempos, o los rayos de sol iluminando el callejón

Banizu Nizuke ha publicado la primera novela del francés Henri Calet, que es también la primera que se traduce al castellano, algo que resulta sorprendente una vez concluida la lectura de esta novela deslumbrante. Editada originalmente en 1935 por Gallimard,  narra los veinte primeros años de la azarosa vida de Calet. Los Viejos tiempos son el lado oscuro de la Belle Epoque, la metralla de la primera gran guerra. Callejones. Pensiones de mala muerte y peor vida. Internados. Casas de putas. Pero también la luz y la poesía y la risa. Calet escribe con frases breves y rotundas. Es un Céline que golpea en corto, un Bukowski cuando aún este llevaba pantalón corto y su novela un compendio de naturalismo, picaresca, novela de iniciación, sobre el que se eleva una voz que pide a gritos y a puñetazos en el estómago volver a ser escuchada y leída.

Banizu Nizuke, 2014 /Castellano / 146 Pág. / 12 euros

Publicado en Gara 21/03/15

 

 

LA VIDA A.G. (Antes de Google)

Mar 16, 2015   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

A mis hijos, que son nativos digitales, les hace mucha gracia que les hable de La Vida A. G. (es decir, Antes de Google). Bueno, en realidad así es como la llamo yo. Ellos dicen:

—Aita, cuéntanos tus “problemas” de cuando eras pequeño.

—Cuando yo era pequeño —empiezo, en plan abuelo cebolleta— los sábados por la tarde preguntábamos a nuestros padres “¿A dónde vamos?” y ellos contestaban “A mirar escaparates”. Se fumaba en los autobuses y en la consulta del médico y solía ser el médico el que más fumaba. Cuando yo era pequeño, salía a la calle a buscar a mis amigos, en lugar de mandarles un whatsapp, y hasta que no volvía a casa nadie sabía dónde había estado. Cuando yo era pequeño, no os lo vais a creer, no había móviles ni Internet. Si me mandaban un trabajo en el cole tenía que ir a la biblioteca y encontrar información en las enciclopedias. No cortábamos (sólo con nuestras novias o novios) ni pegábamos (sólo a los del colegio de enfrente o a los del barrio de al lado). Cuando yo era pequeño, no tenía ordenador. No lo tuve hasta que cumplí 25 años.  El primer cuento que mandé a un concurso lo escribí con esa máquina de escribir que hay en casa de la abuela, la que parece un enorme gato negro dormido. La que al pulsar las teclas sonaba como una metralleta. Mi primer email lo envié hará solo unos quince años. Tardó una media hora en salir de la bandeja, y mientras tanto el contador del teléfono y su factura corrían como Fórmulas 1. Cada vez que te conectabas el módem hacía unos ruidos extraños, como si de repente fueras a escuchar hablar a Dios o a un alienígena. En cierto modo era así, un milagro, una auténtica marcianada: cuando yo era pequeño, pensaba que cuando fuera muy mayor, en el año 2000, iríamos a trabajar en naves voladoras y comeríamos cápsulas con sabor a ajoarriero, pero ni por asomo podía imaginarme que un día todos los escaparates del mundo los tendría en casa, en la pantalla de un monitor… Cuando yo era pequeño, no tenía Facebook ni un millón de amigos, ni siquiera cien o doscientos, solo dos o tres y lo sabía todo sobre ellos, aunque no supiera cuándo se levantaban o se iban a la cama ni qué hacían a cada momento. Cuando yo era pequeño, no llevábamos en el bolsillo miles de películas o discos que no oíamos nunca, pero nos sabíamos todos nuestros discos de memoria. No había multicines ni centros comerciales ni Mcdonalds. Mi primer kebab lo comí en el Barrio Latino de Paris, con 26 años, y mi primera hamburguesa en la Gran Vía de Madrid, con 14. No guardo fotos de aquellos momentos históricos. Cuando yo era pequeño pasaban semanas hasta que veías las fotos que habías hecho, y a menudo salían veladas. Escribíamos cartas a mano, volvíamos a pie a casa. No había autobuses nocturnos ni contenedores de basura de los que salían gatos corriendo cuando regresabas trastabillando de las cenas de instituto…

—Sí, sí, vale, aita —suelen cortarme, súbitamente, los niños—. No nos cuentes tu vida, que ya se ha cargado la tablet —dicen, en plan nativo digital.

Y mis “problemas” dejan ya de interesarles, de hacerles gracias, son batallitas que sucedieron hace mucho tiempo. Cuando yo era pequeño. Durante La Vida AG (es decir, Antes de Google). Hace por lo menos quince años.

 

Publicado en Rubio de bote,  ON, magazine semanal de Diario de Noticias y Deia

 

CUATROCIENTOSEURISTAS

Mar 2, 2015   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Foto: Ángel Casto y los honestos

Querido diario: hoy no podré dedicarte mucho tiempo porque es tarde ya y además mañana tengo examen de Enardecimiento Foral. Me he pegado toda la tarde delante del espejo ensayando el himno, haciendo posturas para que se me marque bien la vena del cuello, y estoy cansada, pero la asignatura sube nota y yo quiero ser alguien en la vida, no me importa que mi aita se asome de vez en cuando a mi habitación y diga “Venga, hija, apaga ya la luz y acuéstate que estudiar es solo para ricos y no para aprovechados como nosotros que vivimos de una Renta de Inclusión Social”.

Mi aita está algo resentido con el mundo desde que salió de la cárcel, donde estuvo por publicar en Internet fotos de polis pegando a sus compañeros de la fábrica, cuando protestaban para que no la cerraran y se la llevaran a Jequequistán, o Venezuelastán, no recuerdo bien, uno de esos países en los que el gobierno y la televisión dicen que no hay democracia ni derechos humanos pero con los que sale muy barato hacer negocios o que suelen necesitar muchos tanques de esos que hace tan bonitos la empresa del Ministro de Guerra y Paz y Venta de Armamento. Mi aita, además, anda algo estresado últimamente, administrando ese sueldazo de cuatrocientoseurista que es la envidia del barrio y gracias al cual podemos permitirnos lujos como mantener el agua corriente, comprar mantas o comer casi todos los días.

O sea que no te preocupes, querido diario, todavía estaré un ratito más contigo, hasta que mi aita vuelva a entrar y sople la vela y me de un beso de buenas noches y yo le oiga salir y prepararse para bajar a la calle a recoger cartones y robar tapas de alcantarillas.

Por lo demás, hoy por fin han dejado en libertad permanente revisable a Anjelutxo, ese compañero del instituto que canta en Desahuciados Suicidas, el grupo que la armó gorda en los últimos Encuentros Forales de Pop-Rock y Canción Cristiana. Este año, al igual que todos los anteriores desde que entró en vigor la Ley de Patrocinio y Cultura Domesticada, lo volvía a organizar el MUP (Museo de la Universidad Privada), y el grupo de Anjelutxo consiguió colarse en el concurso haciéndose pasar por un conjunto de pop mariano, llamado Gaviotas Supernumerarias. El caso es que, en mitad de su actuación, se quitaron la careta de buenos chicos y comenzaron a cantar uno de sus temas, “Yo comulgo en el gaztetxe”, y se montó un pollo terrible. Enseguida se subieron a bajarlos los antidisturbios, y el Cuerpo de Periodistas Uniformados a sacar fotos, y al día siguiente El Periódico informó puntualmente del hecho, con el rigor que les caracteriza, es decir, publicando la nota de prensa emitida por la Policía Nacional y la Consejería de Interior Derecha y acompañándola con un titular en portada en el que se leía “Los terroristas se cuelan en la Universidad”.

En fin, otro día te contaré la fiesta de recibimiento que le hicimos a Anjelutxo, y la investigación que ha abierto a cuenta de ella el Consejero de Buena Educación, hoy se me cierran ya los ojos, y me duela la vena del cuello, y tengo frío y un examen mañana que espero aprobar, porque cada vez quedan menos tapas de alcantarillas en la calle y yo quiero ser alguien en la vida, una ciudadana honrada, rica, o periodista-policía, o artista patrocinada… Hasta mañana, querido diario, que duermas bien.

(Publicado en Rubio de bote, ON, Grupo Noticias)

Páginas:«1...116117118119120121122...279»
ga('create', 'UA-55942951-1', 'auto'); ga('send', 'pageview');