Una visita guiada a la exposición “Rockanrolari. Rock Navarro del siglo XX” con Marino Goñi
Foto: Iñigo Uriz
Una muestra de discos, carteles, objetos…, que tiene como base la donación de Marino Goñi al Archivo Real y General de Navarra, realiza un exhaustivo recorrido por la historia del rock navarro y vasco de la mano de quien ha sido uno de sus pilares. Marino Goñi ofrece a GARA una visita guiada a la exposición.
El original de la foto del aizkolari que se utilizó para el primer disco de Kortatu, las partituras de Esta es una noche de rock&roll de Barricada, un par de entradas de los conciertos de The Clash y de los Ramones en el Velódromo de Anoeta que se convertirían en hitos seminales del Rock Radikal Vasco (RRV)… Son solo algunos de los objetos que se pueden ver en la exposición “Rockanrolari. Rock Navarro del Siglo XX” que, comisariada por Marino Goñi, se puede visitar desde el pasado día 14 de junio hasta finales de octubre en la cripta protogótica del Archivo Real y General de Navarra, en Iruñea. El origen de la exposición es la donación que Goñi hiciera a esta institución en 2022. Un legado de incalculable valor, histórico y y sentimental, tratándose de quien ha sido uno de los pilares del rock vasco: creador de la en su día controvertida y hoy aceptada por todos etiqueta RRV; fundador de discográficas como Soñua, Oihuka o Gor; productor de los primeros discos de Kortatu, Barricada, La Polla Records, Hertzainak, Cicatriz, Tijuana in Blue, Belladona, Berri Txarrak, Hemendik At…; músico él mismo en grupos como Los Motos, Fiebre o Peiremans; autor del documental “Córtate el pelo” que recupera el legado de los grupos de rock navarros de los 60…
Foto: Patxi Irurzun
La colección de
Marino Goñi, a la que se han sumado aportaciones de hermanos,
amigos, instituciones, hemerotecas… incluye carteles, bobinas,
maquetas, carátulas de discos, objetos personales… “No creía
que todo eso debiera caer en manos privadas o de familiares”, nos
dice, refiriéndose a su aportación personal. “Me parece que forma
parte del acervo público”.
¡Ya era hora!
Marino nos recibe en
la entrada del Archivo, bajo la lona con la imagen de la exposición,
tratada a partir de una icónica fotografía de Joxe Lacalle, quien
fuera histórico fotógrafo de Egin y Gara, en la que se reconoce a
El Drogas tocando el bajo con la melena al viento y su camiseta
pirata. Unos metros más adelante, en la galería de entrada al
Archivo General, Marino leyó hace solo unos días, cuando
Rockarolari abrió sus puertas al público, un emotivo
discurso, en el que rememoró el impacto que supuso para él el
descubrimiento del rock en su infancia y juventud, un “recipiente
en el que recoger los torbellinos de sentimientos propios” y a los
que se sumaron los de la convulsión política y social de la época;
reivindicó también Marino, parafraseando la letra de Ibaiaz
beste aldeko auzoan de Balerdi Balerdi, el papel del rock como
escalera social, como herramienta para luchar contra el clasismo y
transitar entre mundos diferentes; y destacó sobre todo la
importancia de que el que ha sido signo de identidad en las últimas
décadas de varias generaciones de navarros, el rock, encontrara por
fin abiertas las puertas de las instituciones que velan por
salvaguardar la cultura. “¡Ya era hora!”, exclama ahora Goñi,
dirigiéndonos hacia la antesala de la exposición.
Foto: Patxi Irurzun. Entradas de los conciertos de The Clash y Ramones en Anoeta
Allí, antes de bajar a la cripta, nos muestra una vitrina con una guitarra firmada por los componentes de Barricada, juntos a las portadas de dos de sus discos referenciales, el doble directo del 90 y el disco autoeditado que hicieron circular casi clandestinamente tras la censura de su canción Bahía de Pasaia. Unos metros más adelante, en otra vitrina, podemos ver las hoy rudimentarias cámaras con las que Miren Montero (pareja del propio Marino) y Manolo Gil rodaron videoclips, conciertos, etc. y también recogieron testimonios callejeros de los agitados 80, como la famosa primera okupazión, en la calle Zapatería 40, de Iruñea. Todo ello bajo la atenta mirada de algunos de los principales protagonistas de la exposición, que aparecen en un panel con un collage de fotografías en los que se distingue a músicos como Javier Urrizola “El Rata” (batería del grupo sesentero Los Rebeldes), Eskroto, Aurora Beltrán, o unos jovenzuelos Koma o Marea, entre otros muchos.
Garito
rocanrolero
Bajamos después a la cripta y nos recibe, antes de entrar en la exposición propiamente dicha, la recreación de un garito rockero, con su pequeño escenario y una pantalla de vídeo en la que se reproducen grabaciones, muchas de las cuales no es posible encontrar en YouTube o similares, como un concierto de Barricada a inicios de los 80 en el parque de Antonioutti, con la formación original: El Drogas, Boni, Sergio Osés y Mikel Astrain. “La idea es que en este escenario podamos hacer algún pequeño concierto, acústico, con dos músicos como mucho… Pero será de manera espontánea, casi sin avisar”, nos revela Marino, quien también aprovecha para reivindicar la importancia que han tenido los bares y pequeños locales para que en Navarra hubiera una cantera de grupos que pudieran foguearse. “El éxito de grupos como Barricada o Tahúres Zurdos no es un camino de rosas, como algunos creen, detrás de eso estaban muchos conciertos en sitios pequeños ante quince personas”.
Foto: Iñigo Uriz . Marino & Patxi, dos señores mayores
La joya de la
corona
Pasamos, por fin, a la joya de la corona, la exposición propiamente dicha, no si antes habernos detenido en otra vitrina y un panel junto al pequeño escenario en donde se recoge una breve bibliografía sobre rock navarro, así como algunas muestras del arte gráfico que ha acompañado muchos de los discos expuestos, obra de artistas como Simónides, Dora Salazar, Jokin Larrea…
Foto: Patxi Irurzun. «Cartel del famoso primer concierto de Tijuana in blue en Tafalla»
Dentro ya de la
cripta, con el gigantesco mural lumínico compuesto por cientos de
portadas de discos y la música ambiental de una lista de casi
doscientos casetes y maquetas digitalizados para la ocasión, que
solo puede oírse in situ (y a las que se suman tres listas de
Spotify descargables con códigos QR, una por cada década, 60, 80 y
90 -de los 70 no hay nada porque como nos explicará luego Marino,
fueron horribles, musicalmente hablando-), nos encontramos un
recorrido organizado a partir de un cronograma que refleja por una
parte acontecimientos sociales y políticos y por otra musicales, y
que nos lleva desde el año 1960 hasta el 2000. “Mi intención
inicial fue llegar hasta la actualidad, pero Fernando F. Garayoa, de
la Navarra Music Comission
me hizo ver que sería una locura, porque estaríamos hablando
de miles de grupos. Además, aparte de que estos últimos años no
los controlo tanto, creo que es importante establecer esa distancia
de veinte años para tener una perspectiva correcta”.
El primer hito del cronograma es un concierto en el Teatro Gayarre con participación, entre otros, de los Iruñako y El Dúo Dinámico, y los últimos la portada de un disco de los Huajolotes y un cartel de un concierto de Marea y Flitter. Y entre medio, un largo recorrido que va desde las actuaciones sanfermineras de estrellas de la época en las sociedades deportivas (que, según nos cuenta Marino, servían para sufragar los gastos de instalaciones de clubs como el Natación, el Tenis o el Larraina, y que en más de una ocasión acababan con los músicos en la piscina o perseguidos por una horda de mozos engorilados, como vemos en algunos de los recortes de prensa de la exposición), pasando por el primer disco grabado por un grupo navarro, Lanean sartzen, de Magdalena, o el primer disco de un grupo navarro grabado en Nafarroa, Muévete de Motos, hasta el “reventón” de mediados de los 80 y 90 con el RRV… “Los 70, por el contrario, fueron musicalmente horribles, porque la gente no estaba para juergas, estaba más en la pelea. Nafarroa, con cinco huelgas generales en cinco años, se llegó a encontrar en una situación prerrevolucionaria, algo que después desactivaría la Transición, hasta que llegó esa otra revolución, esta musical, que fue el punk y el rock urbano, con gente nueva, más joven”.
Foto: Patxi Irurzun.
Sólo un inicio
Una exposición, en fin, en la que entretenerse durante horas con curiosidades, fotos, discos, entradas, panfletos… y a lo largo del cuyo recorrido Marino resalta otros focos rockeros, más allá del epicentro de Iruñea, como el vivero de músicos y grupos que fue y sigue siendo Bera (Petti, Joseba Irazoki…) o el rock bardenero (Piskerra, Piperrak…). “En realidad hay muchos huecos por llenar, porque abarcar todo es imposible. Por ejemplo, están también los artistas navarros que hicieron su carrera fuera, como The Zara,s, un grupo de Tafalla que triunfó en Alemania y Estados Unidos, o Leny Escudero, un artista desconocido para nosotros, pero del que todo el mundo ha oído hablar en Francia, y que nació en Auzberri… Ese me gustaría que fuera uno de los objetivos de la exposición −además de que todo quien la visite se divierta−: que sea solo un inicio y venga gente detrás que complete esos huecos que yo dejo, a los que no he podido llegar ni investigar en condiciones, porque es un tema bastante vasto”, concluye Marino Goñi, con quien llegamos al final de esta visita, que, sin embargo, no será la última, porque seguramente volveremos a la cripta, a alguna de las actividades paralelas que nos adelanta que se llevarán a cabo, como mesas redondas, documentales, o los ya citados conciertos acústicos, y sobre todo para detenernos con más tiempo, para disfrutar de cada detalle, de cada uno de los objetos expuestos y de todo lo que estos nos evoquen mientras de fondo, tal vez, se escucha aquella vieja canción de Barricada que decía “Pon esa música de nuevo, son un montón de recuerdos”.
Foto: Patxi Irurzun. «Los calzoncillos originales de la portada de A sako Pako, de MCD, entre otros objetos»
Datos prácticos
La exposición permanecerá abierta hasta el 27 de octubre de 2024,
de 10 a 14 y de 17 a 20, todos los días, incluidos sanfermines,
fines de semana y festivos, de manera gratuita, en el Archivo Real y
General de Navarra (C/ Dos de Mayo s/n, Iruñea). En septiembre y
octubre habrá cuatro mesas redondas, una dedicada a cada década, y
proyecciones de documentales. Se ofrecerán también visitas guiadas
y esporádicamente algún concierto.
Aquella mañana Rubio de bote 2.0 se despertó nervioso. Tenía que entregar su artículo y no se le ocurría nada sobre lo que escribir. La noche anterior había estado dándole vueltas a varios temas: el inicio del verano, la llegada de las vacaciones, algún recuerdo de niñez relacionado con ello (“¡Abajo el estudiar!”, podría titular su colaboración)… Pero nada le convencía: llevaba manteniendo su sección desde que cumplió cuarenta y cinco años (ahora tenía ciento sesenta y nueve) y le daba la impresión de que ya había escrito sobre todo, o de que ya había agotado incluso los viejos trucos del mal articulista, como escribir que no se le ocurría sobre qué escribir. Así que la noche anterior, antes de irse a dormir, decidió extraerse la memoria externa del puerto USB en su sien izquierda e introducir en la ranura su grabador de sueños, con la esperanza de recoger durante la noche alguna secuencia surrealista o disparatada con la que divertir a sus lectores.
“También podría instalarme otro puerto USB, en la sien derecha”, se dijo, porque eso de andar poniéndose y quitándose los recuerdos era un rollo, y también un poco peligroso. Se acordaba, por ejemplo, del día que por equivocación se insertó la memoria de su mujer. Casi le dio un patatús. Pero también le preocupaba que si abría otra ranura en su cabeza se hiciera corriente dentro de ella, como había oído quejarse a algunos que ya lo habían probado.
El caso es que a la mañana siguiente, al levantarse, notó que algo no iba bien. El grabador de sueños no había recogido nada especialmente aprovechable: esa noche había soñado que se le caían los dientes, que tenía que salir a hablar en público y no llevaba puestos los pantalones, y que le llamaban de la universidad porque le quedaba una asignatura para acabar la carrera (aparte de esa pesadilla en la que se veía a sí mismo recogiendo el Premio Nacional de Articulismo y en la que el presidente-caudillo Abascal 2.0 era quien se lo entregaba y quien le daba la mano, la misma mano que había estrechado el día anterior la de Netanyahu 2.0, después de que este ordenara bombardear el último campo de refugiados palestinos que quedaba en pie en los montes orientales de Granada).
Pero ese no era el problema, el problema era que la memoria externa parecía haberse dañado. Entró, por ejemplo, a la carpeta de recuerdos recientes y vio que el partido que había visto la noche anterior, en el que, según decían las noticias, Osasuna-Ciudad de Despedidas de Solter@s había perdido 32 a 0 contra el Real Madrid-Tierra de Libertarios-Liberales, él lo recordaba justo al contrario: eran los rojillos los que habían apalizado a los merengues. O comprobó que la carpeta de recuerdos no deseados, que había intentado miles de veces eliminar sin éxito, había desaparecido.
Al principio pensó en pedir cita urgente con el ciborgólogo, pero luego decidió que no era tan grave. Sus recuerdos malos habían sido sustituidos por sus deseos, por lo que a él le hubiera gustado que ocurriera. Y sus recuerdos buenos se mantenían intactos. De modo que se puso a contar en su columna aquello tan raro que le había sucedido −o que, tal vez, había soñado, ya no sabía−, antes de llamar al especialista para que revisara su cabeza y todo volviera a funcionar bien, o sea, mal.
Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias) 08/06/24
Dejo aquí las palabras que escribí y leí como reconocimiento, gratitud y admiración en el homenaje que Ane Nie dedicó a Miguel Sánchez-Ostiz en la inauguración de la Feria del libro de Pamplona, el pasado viernes 31 de mayo:
Este año la Asociación
Navarra de Escritores homenajea a quien ha sido seguramente el autor
más destacado de la literatura navarra en las últimas décadas,
Miguel Sánchez Ostiz, sumándose a los numerosos y prestigiosos
reconocimientos que ha recibido la obra del autor pamplonés a lo
largo de una carrera literaria larga y prolífica, y en la que ha
sido distinguido con premios como el Premio Nacional de la Crítica,
el Premio Euskadi, en dos ocasiones, el Premio Herralde o el Premio
Príncipe de Viana de la Cultura, entre otros. Aunque, en realidad,
los premiados somos siempre sus afortunados lectores, a los que
Miguel nos tiene no sabemos si muy bien o muy mal acostumbrados,
ofreciéndonos cada año una nueva entrega, o dos, o tres…, de
alguno de los diferentes géneros, subgéneros, incluso invenciones o
artefactos propios, como el soliloqueo, en los que se ha desenvuelto:
diarios, novelas, breviarios, poemarios, ensayos, crónicas, libros
de viajes…
La última de sus obras, por
cierto, Osadías y
descalabros, es
una de las novedades que podemos encontrar en esta Feria del Libro
que hoy inauguramos, y se suma a las decenas de publicaciones que
acumula desde que a finales de los 70 e inicios de los 80 dio a
imprenta libros como el poemario Pórtico
de la fuga o la
novela Los papeles
del ilusionista.
Pero en realidad podríamos
decir que la carrera literaria de Miguel comenzó mucho antes, cuando
solo era un niño que a la sombra de las torres de San Cernin, soñaba
con ser zaldiko o dejaba volar su imaginación viendo los curriños,
los espectáculos de guiñoles o de títeres de cachiporra en la
plaza de san José, o moviéndolos él mismo, en un teatrillo que le
regalaron de pequeño y con
el que, como dijo en la presentación de su Perorata
del insesato,
aprendió a “hablar en solitario, con voces distintas, desde detrás
de la escena, sin ser visto, a veces aunque delante no hubiera
nadie».
Ese retablo de marionetas es a
fin de cuentas lo que Miguel ha puesto en escena en tantas de sus
obras, por ejemplo, en su novela referencial, Las
Pirañas o en
Moriremos nosotros
también, por citar
solo algunas.
Y hoy en este homenaje, desde
el corazón mismo de Umbría, queremos acordarnos también de esas
marionetas cuyos hilos ha manejado y cuyas voces ha impostado con
tanto arte el escritor: Perico de Alejandría, Gezurtegi, Potzolo,
Lanbroa o su querido loquico de la ya mencionada Perorata
del insensato.
Miguel ha ejercido asimismo de
zaldiko literario con sus libros o sus colaboraciones en prensa,
aporreando con fiereza a veces, a veces con chanza, divirtiendo a
unos y haciendo que a otros los vergazos −a
otros que suelen
merecérselos, por lo general−
les escuezan, pero en toco caso, siempre con honestidad, siempre
colocándose a sí mismo el primero en la picota.
La obra de Miguel es como
decimos larga y resulta difícil hoy abarcarla y detallarla como
merece, por mucho que él seguramente piense que todo esto son
enormidades, pero no podemos dejar de mencionar algunas de sus
facetas, como la de escritor de dietarios, un género del que es un
referente.
Sus diarios son un cuaderno de
bitacora de toda una vida dedicada a la literatura y en los que
también refleja las mareas de la vida, esas mareas que lo convierten
en rey mago de la cabalgata un año y al otro en peatón de Madrid.
O libros como El
botín, o El
escarmiento que son
sin duda imprescindibles si hablamos de memoria histórica en nuestra
tierra.
Queremos reivindicar también
al Miguel escritor de periódicos, ese Miguel al que tantos lectores
echamos de menos, pues encontrábamos en los artículos de Miguel las
palabras que nos faltaban para expresar el asco indecible y también
para arrojar un poco de luz y de sensatez ante el devenir político y
social de los locos y oscuros tiempos que corren. Aprovechamos, pues,
la ocasión para pedir que Miguel vuelva a tirar porque le toca.
En definitiva, le debíamos a
Miguel Sánchez-Ostiz este homenaje por muchos motivos: por su
admirable vocación literaria y su vida entregada de manera decidida
a los libros; por la originalidad de su voz, o sus voces literarias;
o por su escritura irreductible y honesta, sin concesiones, que sigue
la estela de otros autores y maestros, como su querido Pablo
Antoñana. Miguel es como él -ya quedó dicho en alguna otra
ocasión- un escritor betizu,
sin collar ni cencerro, libre; uno de esos escritores que tienen como
consigna ese verso de Humberto Quino, que tanto le gusta: “No
cedas, viejo perro”; uno de esos escritores que son o deberían ser
un referente y un ejemplo para nosotros y nosotras, los escritores
navarros, quienes hoy te damos por todo ello, en este homenaje, las
gracias. Eskerrik asko, Miguel!
Versión extendida de la entrevista publicada en Gara/Naiz 30/05/24
“La música me salva cada día”
La gira Ni santos ni inocentes, en la que el de Plasencia presenta su nuevo trabajo Se nos lleva el aire, recala este fin de semana en Irún (viernes 31 de mayo, FICOBA, 21:30h) e Iruña (sábado 1 de junio, Navarra Arena, 21:00h)
Patxi Irurzun
“Nada es impensable, nada es imposible, mientras suena esta canción”, dice parte de la letra de El poder del arte, uno de los temas más alabados del último trabajo de Robe -y la preferida del propio artista-; un tema que habla de la capacidad sanadora y redentora del arte y que ha generado numerosas reflexiones al respecto e incluso un vídeo creado por el Museo del Prado con una selección de cuadros de artistas como Tiziano, Velázquez o Brueghel el Viejo, que se sucede mientras escuchamos la canción. La música de Robe, ciertamente, tiene esa capacidad de emocionar, de prender la luz en el infierno, de provocar en quienes la escuchan buen rollo, y en el caso particular de Se nos lleva el aire, de celebrar el momento y la vida, de celebrarlos y asumirlos plenamente, con todos los errores y aciertos. Robe vuelve tras sus aclamados disco y gira del sinfónico Mayeútica, esta vez con un buen puñado de nuevas canciones en las que mantiene el momento de plenitud creativa y el estado de gracia de “Los Robe”, la inspirada banda de músicos que encabeza.
Arrancaron
la gira el pasado día 11 de mayo y llegan a Irún e Iruña después
de cuatro conciertos, algunos de ellos, como el de Rivas Vaciamadrid,
multitudinarios. ¿Cuáles han sido las primeras sensaciones?
Muy buenas, con mucha gente, y con muchas
ganas, con el público disfrutando, cantando mucho las canciones
nuevas… Sí, hemos empezado bastante fuerte, con conciertos
grandes, tal vez nos habría gustado ir más despacio, pero bueno, no
nos quejamos, ha sido un comienzo por todo lo alto.
¿Qué es lo que
se van a encontrar quienes vayan este fin de semana a verles a FICOBA
o al Navarra Arena? Porque supongo que cada vez es más difícil
elegir el repertorio.
Hay canciones de todo, de Extremoduro, antiguas, menos antiguas,
canciones de los dos primeros discos de Robe… Mayéutica no
lo podemos tocar del tirón otra vez, claro, pero hacemos partes. Y
el último disco, que lo hacemos prácticamente entero. Pero cada
concierto es distinto, no se van a repetir repertorios en ninguna
parte, tenemos ya muchas canciones y las discusiones en los ensayos
eran del tipo: “¡Pero cómo no vamos a tocar esta!¡Ni esta
otra!”. Así que al final preparamos una lista larga y lo que
hacemos es ir cambiando en cada concierto.
Vienen de un
disco y una gira anteriores, Mayéutica, con una gran
aceptación, muy buenas críticas… ¿Existe presión o miedo a no
estar a la misma altura?
No puedes pensar mucho en eso, en que te han dicho que lo anterior es una obra de arte y que ahora lo que saques tiene que ser mejor, eso solo sirve para meterte presión y que no te salga nada bien. A mí Mayéutica me gusta mucho, pero el disco nuevo también.
Yo iré al
concierto con mi hija de quince años, que ha escuchado mucho a Robe
en el coche, o ha tocado canciones de Extremoduro en la escuela de
música… “¿Que le preguntarías a Robe?”, le dije, y me
contestó que a qué aspira usted (supongo que la pregunta tiene que
ver con eso: a qué más puede aspirar un músico en plenitud
creativa, con éxito, si todavía mantiene intacta la ilusión…).
Sin ilusión no se puede hacer nada, no me saldría, no haría
música, las ganas son lo más importante, aunque te falte de todo,
si no ya puedes tener a tu alrededor todo lo que quieras que no vale
para nada. Y yo tengo ilusión, tengo ganas, y estoy siempre
buscando, persiguiendo siempre ese momento de crear, de fabricar algo
de donde no había nada, lo hago solo por esa satisfacción, no por
la ambición de decir “quiero conseguir tantos oyentes, o tanto
dinero”, no, no, la meta es hacer la canción.
¿Y ha habido
momentos en su ya larga carrera en la que le faltaron esas ganas?
Bueno, yo ya me pegué una temporada larga sin componer, no sé si
era por falta de ganas o por esa presión de la que hemos hablado,
esa presión que yo mismo me metía, no lo sé, sigo sin saber dónde
está el botón, no sé cómo hay que hacer para componer… No sé
muy bien qué fue aquello, lo que está claro es que ahora sí que
tengo ganas.
¿Existe el miedo
a que pueda repetirse una situación como esa, a que lleguen las
vacas flacas?
Claro, pero han pasado ya muchos años, y creo que la solución está
siempre dentro de ti, que lo que hay que hacer es trabajar sin miedo,
experimentar con mucha libertad, atreviéndote a hacer muchas cosas
diferentes…
En ese sentido,
me da la impresión de que tanto en Mayéutica como en algunas
canciones de Se nos lleva el aire hay algunos temas, como El
poder del arte, que son una especie de metacanciones, de
declaraciones de amor al propio arte de hacer canciones.
Bueno, las canciones tienen muchas capas, y esa igual es una de
ellas. Siempre digo que yo no soy el más idóneo para explicarlas,
porque realmente las canciones hablan de lo que tú quieres que
hablen, si tú oyes una canción y te sugiere algo, es perfectamente
válido, no es más válido lo que yo diga, o de lo que yo creyera
que hablaba cuando la compuse, no, eso es lo de menos…
Pero es evidente,
o ha habido al menos unanimidad en que una canción tan alabada como
El poder del arte habla de la
capacidad de redención del arte, o de su capacidad de cambiar las
cosas. ¿A usted la música le ha salvado de algunas cosas?
Me salva cada día
¿Y se imagina a
sí mismo de otra manera que no sea haciendo canciones?
Muy malamente, no me lo imagino, me generaría pensamientos oscuros.
Por el contrario,
sus canciones a menudo crean en quien las escucha buen rollo,
emociones, una especie de mejor disposición hacia lo que le rodea.
Aunque parezca pretencioso o idealista, ¿cree que la música puede
cambiar el mundo?
Sí, sí, claro que lo creo, pero es eso que dices, no es la canción en sí la que va a cambiar el mundo, eres tú oyéndola, y según qué cosas te haga pensar, el arte tiene ese poder de cambiar el mundo y de cambiarnos a nosotros, que somos los que estamos en el mundo.
¿Cómo fue el
proceso de composición de El poder del arte?
Pues el proceso fue muy cojonudo, la mayoría de las canciones estaban hechas cuando el confinamiento, que yo creo que, a pesar de ser un momento muy malo para muchas cosas, para quienes podemos trabajar en casa fue muy positivo desde el punto de vista creativo. Yo ya tenía el disco prácticamente hecho, y entonces acabó la otra gira y tuve como cuatro meses, antes de empezar a trabajar en el local, y en esos cuatro meses me dediqué a ir arreglando algunos trocitos, frases, porque cuando haces un tema tampoco todas las frases son la rehostia, tienes que ir rellenando algunas partes para que tenga sentido, y tuve tiempo para ir limando todo, estaba tranquilo, sin ninguna presión, y así fue saliendo todo. Fue un momento grande, y divertido, me encabezoné con la canción, no era capaz de dejar de tocarla, y me dio mucha alegría, fue un proceso como muy bonito, podía estar toda la tarde con la canción, a ver qué salía, dejarla, sin ninguna presión. El poder del arte fue la última canción que hice y es la que más me gusta, como debe ser.
Aunque el disco
lo compuso, como dice, durante el confinamiento, las canciones son en
general muy luminosas…
Sí, bueno, es que tampoco hay una conexión, es cierto que cuando
compones los discos las canciones llevan como un hilo conductor, pero
cómo interpretes tú lo que está pasando es algo difícil de
entender, a mí mismo a veces me cuesta saber de qué estoy hablando,
a veces pasan siete años y es entonces cuando entiendo qué quería
decir en tal o cual canción. Tampoco es algo que me preocupe, a mí
con que emocionen, me vale…
En
Se nos lleva el aire la canción que se aparta más de ese
hilo conductor es Esto no está pasando, una especie de
contrapunto gamberro, con un toque punk, que recuerda quizás a
algunos temas de Extremoduro…
Puede ser, no sé, yo mismo me decía “¡Madre
mía que está saliendo aquí!”, pero yo no eso no mando, salió
así y ya está…
Hay otros temas
como Nada que perder o Ininteligible en los que habla
del pasado, los errores cometidos… Alguien como usted, con una ya
larga trayectoria vital y artística, hace ese ejercicio, mira hacia
atrás, se plantea balances vitales?
No suelo hacer esos balances, intento preocuparme del presente,
¿ahora estoy bien, estoy feliz?, pues ya está. Ese tipo de balances
no valen para nada, igual que arrepentirte. ¿Me arrepiento de haber
cogido la moto aquel día que me pegue la hostia? ¡Claro, nos han
jodido! Pero a lo mejor si no te hubiera dado ese día la hostia con
la moto te la habrías dado con el coche y estarías muerto, a lo
mejor la otra hostia te libró de la más gorda, no lo sabes. Al
final somos los que somos, la suma de nuestros aciertos y nuestros
errores.
¿Y mira hacia
delante, se imagina a sí mismo con 75 años haciendo giras?
Me cuesta cada vez más trabajo, intento mirar más cerquita, porque parece que el tiempo que vivimos es una parte pasado y otra futuro, pero no, todo el tiempo es el presente… El título del disco, de hecho, Se nos lleva el aire, va en parte de eso, de aprovechar el momento, vivir el presente…
Volviendo a la
gira, cuando le comentaba que iré al concierto con mi hija
quinceañera, ¿han notado que su público es intergeneracional, que
se junta gente que le seguía en los ochenta y sus hijos, incluso sus
nietos?
Lo empecé a notar hace años. Y por eso dividimos la parte más
pegada al escenario en dos zonas: mirando al escenario, la parte
izquierda es la zona marchosa, y la otra la tranquila. Y esto lo
hicimos porque esa parte había sido siempre un territorio de
batalla, a donde la gente iba a bailar, a saltar, a hacer pogos, pero
empezamos a notar que había también otra gente, incluso chavalitos
jóvenes, que venían a ver el concierto de una manera mucho más
estática, sin perderse detalle, con mucha atención, que hacían
incluso cola para ponerse los primeros al entrar… Y había una
mezcla rara. Ahora, por el contrario, ya sabe cada uno dónde tiene
que ponerse, y parece que está funcionando bien. ¿Vosotros dónde
os vais a poner?
Pues es un
dilema, habrá que negociarlo, igual en el medio…
Hombre, no es una cosa obligatoria, ni hay una línea, pero ya sabes
que si estás en el lado del desmadre no puedes estar quejándote, y
que tienes al otro lado la parte más tranquilita. De todos modos eso
es solo en la parte de adelante, la más cercana al escenario.
Cambiando
de tercio, ¿piensa a veces en volver a escribir otra novela, o
relatos, poesía…?
Poesía no lo veo, porque cuando hago las
canciones no hago música y letra por separado, si hago solo música
noto que me falta algo, y al revés, si tengo una frase y no tiene
música, también me parece que está como sin acabar, por eso no me
veo escribiendo poemas si no les acompaña la música. Y en cuanto a
la prosa no es que esté o no en mis planes, es que nunca me lo he
quitado de la cabeza, pero tienes que encontrar algo que tire con
fuerza de ti, porque al final son muchas horas, meses con eso… Yo
con Viaje íntimo a la locura me lo pasé muy bien porque
escribir en prosa, a nivel creativo, es mucho más agradecido: a una
canción le puedes dar todas las vueltas que quieras, pero no tardas
mucho en hacerla, y con una novela estás todos los días, lo tienes
siempre en la cabeza… Si al final encuentro esa chispa, ese germen
que me ponga a ello, por supuesto que lo haré…
En
el disco hay algunas referencias literarias, a la Odisea, el propio
cartel de la gira y Los santos inocentes… Un lector avezado,
especialmente de poesía, como usted nos recomendaría algún poeta?
Es difícil, lo que hay que hacer es leer no
solo a los consagrados, yo lo que suelo hacer es leer de todo, y lo
que me pasa también con la poesía es que te puedes leer un libro
entero y que solo te guste un poema, y todo lo demás no te diga
nada, no me parece algo fácil de recomendar, lo que a alguien le
emociona a otro le puede dejar indiferente, no sé es algo muy
personal, cada uno tiene que hacer su propia búsqueda.
¿Y
en cuanto a la música, qué suele oír Robe, por ejemplo?
Oigo poquita música, bueno, depende de épocas,
cuando estoy componiendo no quiero que se me pegue nada, porque al
final si oyes algo, lo tienes en la cabeza, y yo lo que quiero es
huir de lo que está ya hecho, dejar la cabeza vacía, o cuando estás
grabando, o en las giras, es lo mismo, estás muy centrado en tus
canciones… Luego llega un momento, antes de volver a ponerte tú a
componer, que igual sí que oyes música, canciones que te metan
ganas −mira, las ganas
otra vez− para volver a
hacer canciones…
Por último,
tocar en Iruñea es tocar un poco en casa, porque El Dromedario es su
casa de discos y su oficina de contratación. ¿Como se siente o que
valora de ellos?
Me siento muy a gusto, son gente que piensa como yo, Alén ve la música como la veo yo, y son decentes, eso es difícil de encontrar en una multinacional, y que quieran lo mismo que tú, y no te metan prisa ni presión… Supongo que seguiremos juntos mucho tiempo.
En autobús a Robe
La organización del concierto en FICOBA ha habilitado un servicio
especial de autobuses de ida y vuelta, con trayectos desde
Errenteria, Lezo y Donostia, aunque si hay demanda de grupos se
pueden añadir otras localidades. Se pueden solicitar en
www.divertisenvivo.com/producto/viaje-robe-en-irun/.
Asimismo, Navarra Arena pone a disposición del público el servicio
Arena Bus, con seis rutas con salida o paradas en numerosas
localidades, a un precio de cinco euros:
https://www.navarrarena.com/es/arena-bus