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El lobo de Caperucita es un rapero machista
Caperucita roja se llama Kaperu, escucha a Kortatu, es la grafitera más intrépida de la ciudad y sufre el acoso de su exnovio el Otxoa, un rapero de pacotilla. Leyla es una sirenita embarazada de un niño que viaja en una patera infame hasta Canarias donde es acogida por un escritor que trabaja desnudo. El espejo de la madrastra de Blancanieves está harta de contar mentiras y decide finalmente decir la verdad…
Hacer versiones de cuentos clásicos renovados con temas de actualidad. Es lo que propone la editorial navarra Alkibla con Te cuento, una colección de libros escritos por autores conocidos con la voluntad, explican desde el sello, de «favorecer el espíritu crítico así como la puesta en relación de contenidos literarios basados en la ficción con imágenes de referente real». Unas imágenes realizadas por Clemente Bernad, fotógrafo conocido por sus trabajos sobre el conflicto vasco o la exhumación de fosas comunes de la Guerra Civil española y coordinador de este proyecto junto a Carolina Martínez, ambos al frente de Alkibla.
Los tres primeros cuentos, presentados la pasada semana, sonCaperucita Roja, de Patxi Irurzun; Blancanieves, de Marta Sanz; yLa Sirenita, de José Ovejero. Irurzun, ganador del I premio de relatos de viajes de El País-Aguilar y autor de Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis! (Eutelequia, 2011), se sirve de Caperucita, su abuela y un peculiar lobo para abordar el tema de la violencia machista con su habitual prosa ágil y descarnada. El libro incluye veinte instantáneas de Clemente Bernad relacionadas con el caso del asesinato de Marta del Castillo.
Finalista del Premio Nadal en 2006 y autora de Daniela Astor y la caja negra (Ed. Anagrama, 2013), Marta Sanz presenta un relato femenino a partir del clásico Blancanieves acompañado de un reportaje fotográfico sobre la vida de las mujeres saharauis refugiadas en los campos de Tinduf.
Por su parte, José Ovejero, ganador del Gómez de la Serna por La Comedia salvaje (Alfaguara, 2011), reflexiona sobre la inmigración subsahariana con una emocionante historia ilustrada con una serie de fotografías sobre la repatriación a Marruecos del cuerpo de la joven Malika Llaroussi, fallecida al llegar en patera a la costa española.
La colección Te cuento incluye en total doce libros. Tras la publicación de los tres primeros, en los próximos meses aparecerán los nueve restantes, donde se abordarán cuestiones como la crisis o el culto al cuerpo a cargo de Felipe Zapico, Emilio Silva, Javier López Menacho, Manuel Rivas, Isaac Rosa, Belén Gopegui, Juan Carlos Mestre, Hasier Larretexea e Isabel Bono.
Sin duda, Te cuento no es una colección de libros infantiles. En realidad, está destinada a públicos de todas las edades ya que la combinación de cuento clásico, reflexión actual y fotografía documental ofrece un relato nuevo, holístico, abierto a múltiples lecturas e interpretaciones. El diseño preciosista de la colección es obra de Zuri Negrín. Todos los tomos se acompañan de un recurso educativo elaborado por la Universidad Pública de Navarra.
Con este proyecto Alkibla retoma el espíritu de Imagina cuántas palabras, un libro con poemas y relatos de 50 escritores a partir de 50 palabras, acompañados de imágenes de Clemente Bernad, que recibió el Premio al Libro Mejor editado en 2014 por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/12/babelia/1418383494_987356.html
Esta es el retrato que me ha hecho Demian Ortiz para su proyecto «Perdidos», en el que fotografía a diferentes escritores.


El pasado viernes 28 de noviembre presentamos Kaperu, mi aportación a la colección TE CUENTO… de Alkibla en la librería Auzolan de Pamplona. Kaperu es mi particular reinterpretación del cuento clásico Caperucita roja, En este proyecto, que yo estreno, participan autores como Manuel Rivas, José Ovejero, Marta Sanz, Isaac Rosa, Javier López Menacho, Juan Carlos Mestre, Isabel Bono, Felipe Zapico, Hasier Larretxea. Emilio Silva o Belén Gopegui. Casi nada. Y todos los cuentos vienen acompañados de un reportaje fotográfico de Clemente Bernad. Mi Kaperu es un cuento a ritmo hip-hop, con grafitis, whatsapps, canciones de Kortatu… Las fotos son sobre la búsqueda de Marta del castillo, Podéis ampliar información y pedir el cuento en www.alkibla.com.



David Tijero en AUX magazine:
http://davidtijeroosorio.wordpress.com/2014/12/05/tiros-libres/
Francisco Camero en diariodesevilla.es
http://www.diariodesevilla.es/article/ocio/1916910/relatos/con/la/muneca/caliente.html
“Tímido, valiente, contradictorio”, así se definió en una ocasión el bertsolari Andoni Egaña, y solo quien pertenezca al gremio (al de los tímidos, me refiero) sabrá apreciar esas palabras, del mismo modo que aborrecerá con todo su corazón a los tímidos (de pega) que alardean de serlo, como si ese rasgo del carácter fuera una virtud, en lugar de una condena, una rémora, una limitación que condiciona y disminuye tu vida. Yo soy tímido, y si no lo fuera, o mejor dicho, si dejara de serlo, una de las primeras cosas que haría sería asesinar con mis propias manos al siguiente artista megaguay que en plena promoción de su último disco o su último libro (del que ya ha vendido miles de copias y es obra maestra antes de que esté en la calle) se hiciera de rogar y musitara un “Yo es que soy muy tímido”, para a continuación bajarse con desparpajo los pantalones y entrar en una piscina llena de fango, durante alguno de esos programas de televisión en los que se grita mucho y no se dice nada.
Cuando era pequeño mi madre llegó a ofrecerme hasta veinte duros, toda una fortuna para un niño de la época, si bajaba a comprar el pan a Zazpi, la tienda del barrio, pero yo abofeteaba a Manuel de Falla, apartaba el billete de mi vista, renunciaba a la montaña de chuches que podía edificar sobre él, a las noches interminables de petazetas y fuegos artificiales sobre mi lengua… Todo con tal de no volver a enfrentarme a las señoras que simulaban no verme y se me colaban con toda su cara y una sonrisa más falsa que una calcomanía estampada en ella, mientras el tendero canturreaba “¡El siguiente!” y a mí se me ahogaba una vez más el “Yo” en la sima de mi garganta.
Eso es ser tímido. Sudar en invierno. Trabarse al pedir coca-cola en los bares. Despedirse siempre a la francesa por no tener que abrir la boca, o porque al abrirla nadie te ha oído. Decir sí cuando deberías decir no, por no molestar. Por no molestar, decir no cuando te corresponde por derecho un sí. Parecer arisco, raro, bobo, bueno, inofensivo… Hacer creer a quien te está engañando o trata de aprovecharse de ti que no te das cuenta. Volverte invisible. Perder todas las discusiones y todas las novias, antes de tenerlas. Temblar al levantar las copas. Dejar de levantar copas que podrías haber levantado…
Para un tímido todo es una proeza. Saludar, pedir un favor, comprar el pan… Y no hay, a la vez, nadie más valiente que un tímido cuando se desinhibe, o cuando encuentra la espita por la que dar salida a su introversión. Un tímido puede, por ejemplo, improvisar versos perfectos ante un pabellón repleto de gente. Hay que ser muy valiente para ser tímido. Sobre todo cuando el tímido es un personaje o su oficio adquiere cierta dimensión social. Cuando en esa esfera, en ese gran acuario catódico, se desenvuelven como peces en el agua depredadores que, por el contrario, tienen más morro y menos talento o carecen por completo de él y pese a ello se comen los trozos más grandes, se cuelan en la tienda y sonríen con desfachatez, chapotean con más habilidad en el fango… Gentuza con mucha cara que no duda en calificarse como tímida porque cree que eso resulta encantador. No tienen ni idea. Solo los tímidos enfermizos entendemos aquello de “Tímido, valiente, contradictorio”. Lo dijo Andoni Egaña. Y yo, tímidamente, se lo tomo prestado.
Publicado en en mi sección RUBIO DE BOTE de ON, suplemento de los periódicos del Grupo Noticias
http://www.presst.net/subscribers/view_iframe/7509