• Subcribe to Our RSS Feed
>Articles by "Patxi Irurzun Ilundain, Autor en Patxi Irurzun - Página 125 de 133"

¡COCINA Y LUCHA! Entrevista a Carlos Azagra

Mar 27, 2015   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Reportaje publicado en Gara

«Cocinar es también una forma de luchar y de ir a contracorriente»
CARLOS AZAGRA, XCAR Y REVUELTA PUBLICAN UN RECETARIO EN VIÑETAS 

El último tebeo de Carlos Azagra, el creador de los inolvidables personajes Pedro Pico y Pico Vena, es sorprendentemente, un recetario de cocina, en el que también han salseado Xcar Malavida y Encarna Revuelta. Revuelta y Azagra estarán este sábado en Bilbao en DDT Banaketak, desgranando los ingredientes (humor, autogestión, rebeldía…) de Estoy hecho un cocinicas.

Patxi Irurzun. Iruñea

Más allá de las manchas de dedazos con chorizo en tebeos que nunca debimos prestar, la relación entre el comic y la cocina no ha sido muy nutritiva  por estos lares. La idea que tenemos de un komikilari es además la de alguien absorbido por sus viñetas o los plazos de entrega, y que en consecuencia tiene que malcomer sobre la marcha, sin despegarse del tablero. Si a ello, en el caso de Carlos Azagra, le sumamos que cuesta imaginarse a sus emblemáticos personajes, Pedro Pico y Pico Vena, zampándose algo más que bocatas en txoznas, conciertos punk o baretos, resulta sorprendente que el último trabajo que acaba de publicar sea un, aunque sui generis,  recetario de cocina, junto con Xcar Malavida, a la sazón editor del libro, y Encarna Revuelta, que se ha encargado de aderezarlo con colores (además de ser la madre del cordero de todo este invento) y que estará con Carlos Azagra el próximo sábado 28 de marzo presentando su trabajo en DDT Banaketak de Bilbao (Muelle Marzana, 5) a las 11:30.

Y sin embargo, sí, “hay vida más allá del tablero” nos cuenta el legendario dibujante Carlos Azagra, quien todavía, como cantaban Tijuana in blue en aquella canción que lo retrató, resiste y sobrevive dibujando sus manías (y una de sus manías, de las manías de los dibujantes y de los artistas en general, aunque parezca mentira, es la de comer todos los días): “Cocinar  es también una forma de luchar y de ir contracorriente, pues cocinando lo que haces es ganar en autonomía. La autogestión comienza en tu nevera. Y además, cocinar no es para tanto, sólo has de tener ganas y un poco de tiempo. Además con el poco trabajo remunerado que hay en los medios impresos hay tiempo de sobra. Para nosotros la cocina es una cosa cotidiana, como procurar que la nevera esté  bien surtida (cuando está vacía da mucha pena, la pobre)”.

Estoy hecho un cocinicas, señala el aragonés Xcar Malavida, el otro chef del comic, comenzó a cocinarse “estando de cañas, como no podía ser de otra manera. Revuelta siempre lleva encima una libreta en la que los amigos le vamos haciendo dibujicos, y luego ella los pinta. Un día, le conté una receta de brócoli que hacía yo, y para explicársela le hice unos dibujicos en ella. Otro día le hice otra, y otra, hasta que se nos encendió la bombilla: “Oye, ¿y por qué no explicamos estas cosas en tebeo?”. Nos pareció una cosa original y divertida y nos pusimos a ello con muchas ganas”.

Malavida, además de dibujar a cuatro manos con Azagra el libro (o a ocho, pues Chema Cebolla e Iru también han dibujado alguna de las 59 recetas) es el editor del mismo, a través de la Editorial Cornoque, un colectivo de autores que desde más de veinte años se dedica a la autoedición de su obra, primero con la revista Malavida y poco a poco ampliando el catálogo, hasta llegar a este Estoy hecho un cocinicas, que se ha convertido en su best-seller,  su plato estrella: “Estamos muy contentos, en un par de meses agotamos la primera tirada y tuvimos que reimprimir a toda prisa. No nos esperábamos que funcionara tan bien, la verdad. Además hemos visto que mucha gente a la que no le interesa –de entrada- el mundo del tebeo se ha visto atraída por él. Por ejemplo, hemos hablado con personas que nos decían que no leían un tebeo desde que eran pequeñas, y que este les había encantado. O gente que estaba harta de libros de cocina, pero que este le gusta mucho porque es una cosa fresca y divertida”.

Estoy hecho un cocinicas es un libro que efectivamente tiene, por una parte algo de didáctico y por otra huye de la cocina elitista o convertida en espectáculo televisado y pretende arrimarla a las cocinas de todas las casas, a la de los frigoríficos con sobras o la de aquellos con media hora para preparar algo antes de salir corriendo a por los niños a la escuela.

“Comer y beber bien no es solo de los ricos”, señala Azagra, “Nosotros estamos por que la gente normal se pueda defender cocinando, que no es nada complicado, lo que hemos hecho, aparte de meterle humor a la cosa, ha sido desdramatizar el mundo de la cocina. Muchos gurús mediáticos han convertido el cocinar es una especie de religión en la que has de cumplir todos los mandamientos y se te castiga si no tienes perejil, orégano o clavo, y eso es una tontería, si te falta algo lo suples con lo primero que tengas a mano. A tu manera, que cantaba Frank Sinatra (y también Sid Vicious)”.

Xcar Malavida, por su parte, respecto a los programas de televisión dice: “Una cosa que no me gusta mucho de la moda de la cocina es tratar de convertirla en algo competitivo (como pasa en esos programas tan de moda ahora) o elitista. En este tebeo defendemos la comida del día a día, con platos rápidos, sencillos y muy ricos. Con productos frescos y comercio de proximidad, pasando de las grandes cadenas y de los precocinados”.

Otro de los ingredientes que, por supuesto, no podían faltar en un libro como este es el humor, la celebración de un placer como es el de comer o el de preparar los platos. Las recetas que proponen Azagra, Revuelta y Malavida, están pensadas para no complicarse la vida, al contrario, para disfrutarla, para tomarse una caña o un vino mientras la olla bulle o el horno coge temperatura. “El placer de cocinar es pasar un buen rato entre fogones con una cervecita y luego compartir la mesa con la familia y los amigos, no demostrarle a nadie que haces el mejor pastel de boniatos del mundo”, dice Xcar Malavida, y Azagra añade: “Nosotros lo que aportamos es cachondeo y sobre todo reírnos de nosotros mismos, que si se te olvida poner el laurel cuando la olla exprés ya está pitando no pasa nada o si se te quema el lomo a la cerveza tampoco (otro día le pones mas cerveza!)”.

Para acabar el gran Carlos Azagra, además del dibujo que acompaña estas líneas en exclusiva para GARA, nos deja una de sus recetas favoritas: “Patatas a lo pobre: poner al fuego unos ajos, unos pimientos, unas cebollas y unos chorizos como Rajoy y esa gente… y ¡todo a la sartén! ¡Así seguro que las patatas se enriquecen!”.

11033116_819637214750120_2128415119_o

 

“HABRÁ QUE HACER UNA HISTORIETA DE ESTO ¿VALE?”
Carlos Azagra, una vida con la bombilla siempre encendida

“Apoyado en la barra del bar, resiste y sobrevive dibujando sus manías”. Tijuana in blue retrató magistralmente a Carlos Azagra en su canción Vidas ejemplares. La de Azagra sin duda lo ha sido para muchos de los que han devorado sus historietas en El Jueves, han visto sus dibujos en las portadas de discos de sus grupos favoritos o han reconocido el nombre de su colectivo, su asociación o la convocatoria para una mani en alguna de sus viñetas.  Azagra ha convertido su lápiz en arma de combate y su pasión en resistencia y medio de vida. Una vida ejemplar, sin duda, la de este dibujante universal e internacionalista, zaragozano, nacido en Morón de la Frontera que vive en Barcelona y al cual le une munchos vínculos sentimentales con Euskalherria: “Los primeros en mandarme coas de Euskadi fueron los Tijuana, el Jimmi me mandó tres cassettes de las de antes con grabaciones de grupos de allá, maketas de antes de que saliesen en disco… BAP! , RIP!, Vómito,  MCD, La Polla, etc., etc. Y Eskroto me mandaba por correo sus movidas de Katakrak! BAH!, Ateos, Ni Fronteras Ni Banderas… Cuando bajaban a Barcelona lo pasábamos genial, siempre acababa diciéndoles que de esto habría que plasmarla en cómic…Como así fue”. A Azagra se le abre el apetito al recordar aquellos tiempos: “La sección musical de Bat, bi,hiru! en el Egin era nuestra referencia político-musical, aún a  día de hoy no se ha podido superar el nivel que tenían esas cuatro páginas semanales, que nos ponían en un mismo plato ingredientes como las okupaciones, gaztetxes, radios libres, conciertos, nicaraguas sandinistas y esas cosas, todo bien aderezado con buena música”, dice, y al rememorar todo aquello uno se imagina que “a por el lápiz se aleja presto y mientras se marcha se le oye decir emocionado:  Habrá que hacer una historieta de esto ¿vale?”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Reseña de «Viejos tiempos» (Henri Calet)

Mar 24, 2015   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

VIEJOS-TIMEPOSViejos tiempos, o los rayos de sol iluminando el callejón

Banizu Nizuke ha publicado la primera novela del francés Henri Calet, que es también la primera que se traduce al castellano, algo que resulta sorprendente una vez concluida la lectura de esta novela deslumbrante. Editada originalmente en 1935 por Gallimard,  narra los veinte primeros años de la azarosa vida de Calet. Los Viejos tiempos son el lado oscuro de la Belle Epoque, la metralla de la primera gran guerra. Callejones. Pensiones de mala muerte y peor vida. Internados. Casas de putas. Pero también la luz y la poesía y la risa. Calet escribe con frases breves y rotundas. Es un Céline que golpea en corto, un Bukowski cuando aún este llevaba pantalón corto y su novela un compendio de naturalismo, picaresca, novela de iniciación, sobre el que se eleva una voz que pide a gritos y a puñetazos en el estómago volver a ser escuchada y leída.

Banizu Nizuke, 2014 /Castellano / 146 Pág. / 12 euros

Publicado en Gara 21/03/15

 

 

LA VIDA A.G. (Antes de Google)

Mar 16, 2015   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

A mis hijos, que son nativos digitales, les hace mucha gracia que les hable de La Vida A. G. (es decir, Antes de Google). Bueno, en realidad así es como la llamo yo. Ellos dicen:

—Aita, cuéntanos tus “problemas” de cuando eras pequeño.

—Cuando yo era pequeño —empiezo, en plan abuelo cebolleta— los sábados por la tarde preguntábamos a nuestros padres “¿A dónde vamos?” y ellos contestaban “A mirar escaparates”. Se fumaba en los autobuses y en la consulta del médico y solía ser el médico el que más fumaba. Cuando yo era pequeño, salía a la calle a buscar a mis amigos, en lugar de mandarles un whatsapp, y hasta que no volvía a casa nadie sabía dónde había estado. Cuando yo era pequeño, no os lo vais a creer, no había móviles ni Internet. Si me mandaban un trabajo en el cole tenía que ir a la biblioteca y encontrar información en las enciclopedias. No cortábamos (sólo con nuestras novias o novios) ni pegábamos (sólo a los del colegio de enfrente o a los del barrio de al lado). Cuando yo era pequeño, no tenía ordenador. No lo tuve hasta que cumplí 25 años.  El primer cuento que mandé a un concurso lo escribí con esa máquina de escribir que hay en casa de la abuela, la que parece un enorme gato negro dormido. La que al pulsar las teclas sonaba como una metralleta. Mi primer email lo envié hará solo unos quince años. Tardó una media hora en salir de la bandeja, y mientras tanto el contador del teléfono y su factura corrían como Fórmulas 1. Cada vez que te conectabas el módem hacía unos ruidos extraños, como si de repente fueras a escuchar hablar a Dios o a un alienígena. En cierto modo era así, un milagro, una auténtica marcianada: cuando yo era pequeño, pensaba que cuando fuera muy mayor, en el año 2000, iríamos a trabajar en naves voladoras y comeríamos cápsulas con sabor a ajoarriero, pero ni por asomo podía imaginarme que un día todos los escaparates del mundo los tendría en casa, en la pantalla de un monitor… Cuando yo era pequeño, no tenía Facebook ni un millón de amigos, ni siquiera cien o doscientos, solo dos o tres y lo sabía todo sobre ellos, aunque no supiera cuándo se levantaban o se iban a la cama ni qué hacían a cada momento. Cuando yo era pequeño, no llevábamos en el bolsillo miles de películas o discos que no oíamos nunca, pero nos sabíamos todos nuestros discos de memoria. No había multicines ni centros comerciales ni Mcdonalds. Mi primer kebab lo comí en el Barrio Latino de Paris, con 26 años, y mi primera hamburguesa en la Gran Vía de Madrid, con 14. No guardo fotos de aquellos momentos históricos. Cuando yo era pequeño pasaban semanas hasta que veías las fotos que habías hecho, y a menudo salían veladas. Escribíamos cartas a mano, volvíamos a pie a casa. No había autobuses nocturnos ni contenedores de basura de los que salían gatos corriendo cuando regresabas trastabillando de las cenas de instituto…

—Sí, sí, vale, aita —suelen cortarme, súbitamente, los niños—. No nos cuentes tu vida, que ya se ha cargado la tablet —dicen, en plan nativo digital.

Y mis “problemas” dejan ya de interesarles, de hacerles gracias, son batallitas que sucedieron hace mucho tiempo. Cuando yo era pequeño. Durante La Vida AG (es decir, Antes de Google). Hace por lo menos quince años.

 

Publicado en Rubio de bote,  ON, magazine semanal de Diario de Noticias y Deia

 

CUATROCIENTOSEURISTAS

Mar 2, 2015   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Foto: Ángel Casto y los honestos

Querido diario: hoy no podré dedicarte mucho tiempo porque es tarde ya y además mañana tengo examen de Enardecimiento Foral. Me he pegado toda la tarde delante del espejo ensayando el himno, haciendo posturas para que se me marque bien la vena del cuello, y estoy cansada, pero la asignatura sube nota y yo quiero ser alguien en la vida, no me importa que mi aita se asome de vez en cuando a mi habitación y diga “Venga, hija, apaga ya la luz y acuéstate que estudiar es solo para ricos y no para aprovechados como nosotros que vivimos de una Renta de Inclusión Social”.

Mi aita está algo resentido con el mundo desde que salió de la cárcel, donde estuvo por publicar en Internet fotos de polis pegando a sus compañeros de la fábrica, cuando protestaban para que no la cerraran y se la llevaran a Jequequistán, o Venezuelastán, no recuerdo bien, uno de esos países en los que el gobierno y la televisión dicen que no hay democracia ni derechos humanos pero con los que sale muy barato hacer negocios o que suelen necesitar muchos tanques de esos que hace tan bonitos la empresa del Ministro de Guerra y Paz y Venta de Armamento. Mi aita, además, anda algo estresado últimamente, administrando ese sueldazo de cuatrocientoseurista que es la envidia del barrio y gracias al cual podemos permitirnos lujos como mantener el agua corriente, comprar mantas o comer casi todos los días.

O sea que no te preocupes, querido diario, todavía estaré un ratito más contigo, hasta que mi aita vuelva a entrar y sople la vela y me de un beso de buenas noches y yo le oiga salir y prepararse para bajar a la calle a recoger cartones y robar tapas de alcantarillas.

Por lo demás, hoy por fin han dejado en libertad permanente revisable a Anjelutxo, ese compañero del instituto que canta en Desahuciados Suicidas, el grupo que la armó gorda en los últimos Encuentros Forales de Pop-Rock y Canción Cristiana. Este año, al igual que todos los anteriores desde que entró en vigor la Ley de Patrocinio y Cultura Domesticada, lo volvía a organizar el MUP (Museo de la Universidad Privada), y el grupo de Anjelutxo consiguió colarse en el concurso haciéndose pasar por un conjunto de pop mariano, llamado Gaviotas Supernumerarias. El caso es que, en mitad de su actuación, se quitaron la careta de buenos chicos y comenzaron a cantar uno de sus temas, “Yo comulgo en el gaztetxe”, y se montó un pollo terrible. Enseguida se subieron a bajarlos los antidisturbios, y el Cuerpo de Periodistas Uniformados a sacar fotos, y al día siguiente El Periódico informó puntualmente del hecho, con el rigor que les caracteriza, es decir, publicando la nota de prensa emitida por la Policía Nacional y la Consejería de Interior Derecha y acompañándola con un titular en portada en el que se leía “Los terroristas se cuelan en la Universidad”.

En fin, otro día te contaré la fiesta de recibimiento que le hicimos a Anjelutxo, y la investigación que ha abierto a cuenta de ella el Consejero de Buena Educación, hoy se me cierran ya los ojos, y me duela la vena del cuello, y tengo frío y un examen mañana que espero aprobar, porque cada vez quedan menos tapas de alcantarillas en la calle y yo quiero ser alguien en la vida, una ciudadana honrada, rica, o periodista-policía, o artista patrocinada… Hasta mañana, querido diario, que duermas bien.

(Publicado en Rubio de bote, ON, Grupo Noticias)

MENSAJES PARA UN ESPÍA RUSO DESDE EL EDIFICIO MÁS FEO DEL MUNDO

Feb 16, 2015   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Otar Iosseliani

Foto: Punto de vista

(Crónica publicada en Gara)

El cineasta georgiano Otar Iosseliani impartió ayer una master class durante el Festival Punto de Vista

Patxi Irurzun. 

“Esta película es una muestra de respeto a los pastores y campesinos vascos, a los hombre honestos, las mujeres dignas y los niños tranquilos, a este pueblo fiero y valiente que durante toda su historia ha defendido su independencia y ha conseguido salvaguardar su cultura y su lengua, las más antigua de Europa”. Esta es la dedicatoria que el cineasta georgiano Otar Iosseliani incluyó en su documental Euzkadi, été 1982 (1983) que se ha proyectado dentro del ciclo Chez les basques durante el festival Punto de Vista, celebrado a lo largo de toda la semana en Iruñea y que hoy dará a conocer su palmarés.

Ioselliani, a quien además se dedicaron dos sesiones  sobre su obra documental, llegó el viernes a Iruñea desde París (donde vive desde hace años, tras exiliarse de su Georgia natal) vía Biarritz, y aprovechó el viaje para revisitar los escenarios de aquel documental, en el que filmó la celebración del Corpus Christi en Heleta y de la pastoral Pete Basubürü en Pagola. Fue una mañana de emotivos reencuentros, como el que mantuvo con el pastor Mixel Etxeber y su mujer Maddi, a quienes Iosselliani filmó hace más de treinta años ordeñando a mano sus 200 ovejas burugorriak en su establo de Pagola. Por la tarde, el cineasta participó en un coloquio con los espectadores y ayer sábado impartió unas master class en Baluarte.

En la misma, que él prefirió llamar coloquio (en honor a la verdad lo denominó un “bla, bla, bla”), Iosseliani reflexionó sobre matemáticas, religión, política… y, aparentemente, muy poco sobre cine. Iosseliani, que tiene ya más de ochenta años y lleva casi cincuenta rodando películas, dio muestra de su espíritu libre (decidió, por ejemplo, hacer un alto en mitad de la charla para salir a fumar fuera de Baluarte, sede del festival, al que calificó como el “edificio más feo del mundo”) y la confianza en el género humano que impregna su obra… a no ser que el humano en cuestión sea Vladimir Putin, el presidente ruso a quien envió varias andanadas a través del espía ruso que, bromeó Iosseliani, “hay en todas las reuniones tomando notas”.

Iosseliani comenzó reivindicando las matemáticas como imprescindibles en cualquier proceso creativo. “Las matemáticas son la musculatura del pensamiento”, dijo, con voz grave y pausada, en medio de un silencio reverencial por parte del público; y ello le sirvió de preámbulo para lo que al final se convirtió en un monólogo a ratos deslumbrante, otros algo inquietante,  en el que citó a Dante, García Lorca, Homero, Aristóteles, y en el que cada frase se convertía en una sentencia. “No se puede hacer el bien sin hacer el mal”; “Los escritores y cineastas son la mayor catástrofe para las mentes”; “Otelo es un cretino”…  No faltaron, a pesar de la gravedad, momentos de humor, como cuando dio a probar su vaso de agua a un espectador de la primera fila: “En mi país en vez de un vaso de agua me habrían puesto uno de vodka. Yo soy georgiano, y en Georgia alguien que no bebe es un desgraciado, y alguien que no beba ni cante alguien doblemente desgraciado”.

Iosseliani tampoco eludió reflexiones sobre la actualidad política, como las referidas al atentado contra Charlie Hebdo. Dudó de que sus autores lograran con su inmolación alcanzar el paraíso, pues “este es debe ser un lugar en el que la vida transcurra dulce, el que hayan espacio y tiempo para la reflexión, la calma, la paz”; o calificó de indigna la interpretación que algunos hacen del islam, e incluso fue más allá y negó la posibilidad, salvo excepciones, de un cine islamista, de entroncar en él una “anticultura” que teme ver el cabello de una mujer, que rehuye la convivencia, que niega esa visión humanista que para él es imprescindible en el cine.

“Alguien que no entienda todo esto que he contado”, dijo el cineasta georgiano, “no podrá ser un cineasta, solo un hacedor de cine”. De eso era de lo que, en realidad, había estado hablando en todo momento: de cine, un oficio que comparó con el amor: “Para ejercer cine hay que darlo todo, sin esperar nada a cambio”, concluyó Otar Iosseliani, antes de levantarse y salir de la sala a fumar otro cigarro.

 

Páginas:«1...122123124125126127128...133»
ga('create', 'UA-55942951-1', 'auto'); ga('send', 'pageview');