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Forever young

Dic 23, 2011   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

Aquí dejo, como aguinaldo (y también, como anzuelo, todo hay que decirlo, por si alguien todavía no se ha decidido a comprar «el libro de estas navidades» unas páginas de «Dios nunca reza«). Se las dedico, como en los programas de esos de antes de la radio, a Jorge Nagore.

Sábado 6 de septiembre de 2008

Me ha pillado desprevenido, mientras conducía, ha encontrado el hueco a través de la armadura, ha pinchado en blando, y he comenzado a llorar como un tonto. Forever young, de Bob Dylan, en la radio. Ni siquiera sé qué dice exactamente la letra, a mí la canción me ha dicho que cuando dejas de ser un niño la vida sigue siendo un cuarto lleno de cajas por desembalar, pero que a menudo estas explotan en la cara al abrirlas, te dejan ciego, te amputan las manos, o hacen que tú las sientas amputadas, que no quieras mirar hacia delante, que tengas miedo a seguir abriendo cajas, a encontrarte dentro de ellas cadáveres despedazados, trozos de ti mismo; me ha dicho también que yo tengo una habitación llena de cajas, en una casa nueva, pero que ni eso, ni la mudanza cambiarán nada, no tendré ninguna sorpresa cuando las vacíe, me encontraré lo mismo que tenía antes; que, sin embargo, mis armas deben ser la perseverancia, no ceder espacios a la sustancia gris y viscosa, que debo seguir combatiéndola, poniendo diques, leer un libro, escuchar un disco de vez en cuando, escribir unas líneas cada noche, aunque me pesen los párpados, esté agotado y malhumorado, como ahora, sentir que esa es mi pelea, y que no me van a tumbar nunca, que puede que esté equivocado, solo sea un boxeador sonado, pero no me importa, seguiré siendo joven, por siempre joven, si sigo peleando, aunque sea contra el viento.

Y he recordado también la última vez que escuché esa canción -tal vez esa ha sido la fisura que esta ha encontrado para herirme-, fue en una proyección de diapositivas que nos hizo en el trabajo Iñaki Otxoa de Olza, el montañero que falleció hace unos meses en el Himalaya. Le invitó un compañero, amigo íntimo del alpinista, un compañero que lo único que pretendía era que mi jefe se rascara el bolsillo, para la siguiente expedición de Iñaki (por supuesto, mi jefe no lo hizo, aunque luego, cuando él murió, se sumó al coro de plañideras y escribimos en la revista un artículo muy emotivo, mencionando los proyectos que el montañero tenía en mente -un artículo que ni siquiera escribió su amigo, mi compañero, porque lo acababan de despedir-).

El caso es que Iñaki nos habló de sus sueños, de lo que significaba para él la montaña, de los compañeros que había visto caer desde el techo del mundo, de las veces que él había estado a punto de hacerlo y cómo se había levantado. Yo le escuché con cierto desconfianza, nunca me ha atraído el frío, la nieve, el sufrimiento como superación, desafiar a la muerte por placer, cuando hay tanta gente que tiene que pelear por no perder la vida cada día. «¿Qué significan esos aros que llevas en las orejas, cada uno es un ochomil?» fue lo único que se me ocurrió preguntarle. Iñaki dijo: «no, en realidad no significan nada, simplemente me gusta llevarlos, sirven para definirme, para que determinadas personas vean que no tengo nada que ver con ellas», contestó. Para definirse, posicionarse, enfrentarse, ponerse en guardia frente a los enemigos… Esas eran sus armas.

Iñaki era un rebelde, sin nómina, ni hipoteca, que eligió no solo su propia vida, también su propia muerte. Uno puede morirse, en realidad, de muchas maneras, muerto de asco a causa de un trabajo seguro pero que odia, muerto de soledad en mitad de una ciudad repleta de muertos, muerto de puta casualidad (un accidente, cualquier loco que se cruza en tu vida…) un día cuando menos te lo esperas, muerto mientras observas tus miembros, tu cabeza, tu corazón despedazados en varias cajas de cartón, sin saber que estás muerto… Iñaki murió muy cerca del cielo, o al menos muy lejos de la tierra, a 7.400 metros, en el Annapurna, y allá se va a quedar para siempre. Como quería. La mayoría de las personas nunca podrán hacer esa elección, y probablemente yo sea una de esas personas, pero al oír Forever Young me he sentido -por una vez- orgulloso de mí mismo, de no haberme rendido -y saber que nunca lo haré ya- de no haber dejado de luchar, ni de esperar algo mejor para mí y, ahora, también para mis hijos; orgulloso de no haber bajado nunca la guardia, ni arrojado la toalla para mis sueños, de no haberme apartado jamás de este camino, largo y tortuoso, pero que yo mismo he elegido y he trazado.

DIOS NUNCA REZA, Patxi Irurzun

ETNOTHRILLER

Dic 21, 2011   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment

Asomado a un balcón de la Estafeta, que como todo el mundo sabe es la calle más importante del mundo, uno puede ver hasta Zimbabwe, antes Rodhesia, aunque, claro, todo depende de quién mire, hay que tener vista de lince, o ser Carlos Erice, que acaba de publicar Beautiful Rhodesia, el primer etnothriller de la historia de la literatura (igual nos ponemos estupendos, pero ya que nos hemos inventado la etiqueta que luzca bien). El pasado viernes la presentamos, y fue una gozada. Asistir al nacimiento o el bautizo de un primer hijo literario, siempre lo es, sobre todo si te dejan estar ahí, de padrino, como estuve yo (que es una buena forma de estar sin estorbar mucho). Nos echamos unas risas y vino un buen puñado de gente, lo de buen en los dos sentidos, a acompañar a Carlos, al que luego se le quedó la mano tonta de firmar en la peña Anaitasuna, donde hicimos el tercer tiempo (le robo esto a Unai, uno de los bloggers de la bitácora sanferminera que Carlos y unos cuanto sanfermineros impenitentes mantienen abierta todo el año menos en sanfermines, como es natural).
‘Beautiful Rhodesia’ es, efectivamente, un etnothriller, una novela negra por partida doble, novela de espías e intriga, y que transcurre en el Africa negra, con pareja de investigadores mixta, un espía del CNI llamado Miguel Arnaiz y una policía zimbausea (¿se dirá así?). Tensión de todo tipo, sexual, racial, que se mantiene todo el libro y que se solventa al final y no, porque cuando acabas el libro todavía queda algo en el aire. Y además, una reflexión sobre el racismo, la realidad social de los últimos años en Zimbabwe… Todo eso, asomado a la Estafeta, desde donde Carlos, que no ha pisado Africa en su vida, ha armado muy bien armado (la cosa empieza a tiro limpio) este libro que recibió el Premio Lopez Torrijos de novela, editado por Ladoria.
Y además, Carlos Erice sabe ponerse muy bien para las fotos:obsérvese tras sus espaldas los libros que adornan sus estanterías: Resaca / Hank over, Cuentos sanfermineros, Dios nunca reza, Atrapados en el paraíso. Gran tipo, Carlos, y como ya se ha dicho en otra ocasión, llevando la locomotora de la literatura navarra lejos, hasta Zimbabwe y hasta donde haga falta.

HAZTE PARISINO

Dic 21, 2011   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment

Hacia el minuto 19: 30

Ayer salí en el telediario. En el Teleberri de la ETB 2. No, todavía no fue por mi libro, pero todo llegará. Ayer fue por lo del Paris365, el comedor social de Pamplona. Yo estaba junto a la pizarra con el menú de ese día, y solo un minuto después me llamó una amiga para decir que si estábamos tan mal un plato de cardo y unas patatas con carne ya nos ponían en la mesa. Mal estamos, con esto de escribir y con el paro ya agotado, pero no tan mal. Para los que estan tan mal, mal de verdad está el Paris365, 3 comidas al día por 0,50 euros. Y ahora -que de eso iba ayer la cosa-, además un techo y un lugar en el que acceder a ordenadores, libros, una ludoteca… Txokos para quienes han sido puestos contra el rincón, ventanas por las que entrar y salir a donde el resto estamos, mal que bien. Una oportunidad. Un poco de luz y gente que se asoma sonriendo y que no pide nada a cambio. El Paris365 ha ampliado sus locales, con estos nuevos servicios, y ayer abrieron sus puertas y los presentaron en sociedad, y allá estábamos algunos de esos que llaman «gentelacultura», poniendo la cara para la foto y para el Teleberri. Que yo solo sentía que estorbaba y que «quién me conoce a mí», pero cuando los del Paris te llaman hay que ir siempre, y además que hace ilusión que para ellos sí, para ellos soy gente de la cultura, y que ellos si me conocen y me hacen sentir importante. El París hace falta, convierte eso tan abstracto que llaman «la crisis» en personas de verdad, a quienes dan de comer y también a quienes colaboran: los voluntarios del comedor social son unos trescientos, todo un ejemplo de solidaridad. Para importantes ellos, por cierto, yo solo me hice una foto. El París365, por lo demás, tiene en realidad siempre sus puertas abiertas, tanto para quien quiera echar una mano como ayudar económicamente. Se puede uno hacer socio desde 20 euros al año: aquí.
Bon soir

La foto con la gentelacultura

En Diario de Noticias
En Diario de Navarra

Beatiful Rhodesia

Dic 16, 2011   //   by admin   //   Blog  //  4 Comments
Esta tarde, estaré acompañando a Carlos Erice en su debut como novelista ( y arranca como un campeón: ganó con esta obra el certamen López Torrijos). Será a a las 20:00 h. en la Sala Calderería (Calderería, nº 11) de Pamplona-Iruña
También estará el editor de Ledoria, Jesús Muñoz. Si andáis por ahí, igual os viene bien un alto en la post-comida de empresa e igual hasta se os ilumina la bombilla para regalar un buen libro. Un etnothriller, no digo más.
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