BILBAO – Hay una segunda vida en las irrespirables montañas humeantes, en las Smoky Mountains de Manila. Se reedita, se recicla estos días en papel facturado por Pamiela un segundo tiempo de un libro de 2004 acotado en un mundo basurero cohabitado de Filipinas, humeante de literatura firmada por Patxi Irurzun (Iruñea, 1969). Existe ya una segunda parte. En ella hay, además, una segunda parte contratante de este periodista en su libro Atrapados en el paraíso: Es la vida en Papúa Nueva Guinea. Indómita.
Lectores de esta publicación (ya) de culto, insurgentes, muy fans, dignos, universitarios de New Jersey, el cantante de Marea, recolectores entusiastas, enamorados, el bajista de La Banda del Abuelo, cáusticos… han sido los que han empujado a que este vaporoso tomo de viajes novelado vuelva a las librerías en nuevo formato y con anejos extras. Es lo que el mago de Sarriguren denomina «segunda oportunidad».
Arribados hasta aquí: la primera parte de la segunda parte pone en el mapa a un no-aventurero Irurzun en un basurero-ciudad en el que conviven 60.000 personas que se consideran privilegiadas si el camión llega a tirar los vómitos de la metrópoli de 15 millones de habitantes a su enclave. Doscientos habitantes perdieron la vida días antes de llegar el navarro a sus colinas por un derrumbe. La segunda; trata de respirar en Oceanía en Papúa Nueva Guinea.
Irurzun viajó cuatro meses a nuestros continentes más lejanos en busca de párrafos de… viaje que atraparan al lector, de amor -acababa de enamorarse y atrapar relación con Malen, su hoy compañera-, líneas que de forma inconsciente le pusieron a prueba o dejar escrito cómo quedaba atrapado en situaciones descontroladas fuera de las paredes de su seguro hogar, atrapado en la burocracia de la diáspora. La bitácora daba también para tergiversar una crónica periodística al uso o volver a casa con ropa que olfateaba a muerto. La nariz no fue lo que más sufrió. Los ojos no acababan de creer lo que vivía. En Payatas sobre y bajo el hedor había bodas, nacimientos, escuelas, familias cantando karaokes mientras velan a su pariente muerto desafinados con botellas de ron… Y al otro lado de las montañas en las que Irurzun escarbó dignidad tuvo contacto con exministros de Corazón Aquino o con los pelotaris de Manila. Todo con un equipaje de mano cargado con mudas literarias de humor. Para viajar aseado de tópicos. Y de allí a cerca, 5.000 kilómetros, al Río Sepik, autopista acuífera de aldeas con culturas chocantes. La moneda de cambio era la solidaridad entre pescadores. Aún se le empañan gafas a Irurzun con aquel aliento. Quería reflejar en sus quevedos la dignidad de pasear bajo las montañas humeantes, «en lo más bajo de todo», describe quien considera su suerte como «peripecias de un escritor tímido».
CRUCE DE CAMINOS Compañeros de tinta de Patxi Irurzun recomiendan a DEIA este libro. Así, el periodista Josu Arteaga estima que Atrapados en el paraíso «se trata de un libro vital e iniciático. De esos que no escriben los grandes nombres sencillamente porque no pueden. Es literatura para releer un ciento de veces porque nace de la necesidad. Una sacudida que incomoda pero que a la larga se agradece».
Óscar Beorlegui también aporta a este diario su visión. «Es un retrato de Patxi tratando de huir de sí mismo o de buscarse, de encontrarse en su laberinto. En el auténtico cruce de caminos que le estaba tocando vivir. Bajo la excusa de un aparente viaje por el mundo, lo que se le ofrece al lector es mucho más: una inmersión en primera persona en el ser de Patxi. Un emocionante viaje a pecho y corazón abierto realmente introspectivo».
Habla el cantante de Marea y escritor, Kutxi Romero: «Patxi sabe que no es un libro: es un espejo. Y lo único que espera es que nos miremos en él y allá nosotros con nuestra cuchara». El lector como Kutxi, Beorlegui o Arteaga quedan atrapados en la dignidad: «A veces me cuesta hablar de la dignidad -cuenta Irurzun-, porque hay palabras que se manosean tanto que se reducen a tópicos, pierden valor. Pero es eso, conservar la alegría incluso cuando te han despojado de todo, de todo lo material, demostrar que hay cosas que nunca podrán quitarte, porque eres humano, sigues siendo humano, incluso cuando intentan invisibilizarte, borrarte, reducirte a una estadística… Es difícil explicarlo».