EN LA TELE
A partir del minuto 11:25
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Grandísima noche ayer en la peña Anaitasuna de Pamplona, presentando ‘La tristeza de las tiendas de pelucas’. Gran idea (potes y libros), gran asistencia, gran ajoarriero (lo hice yo), gran ambiente… Muchas gracias a todos los que vinisteis, os llevasteis mi libro -gran libro-, os acercasteis para que lo firmara… Y muchas gracias a Carlos Erice, y a la peña por el detallazo del pañuelo personalizado. Una gran noche, sí, señor
Y el día anterior, en Mondra, en el gaztetxe. El ajoarriero de Iruña estaba tan bueno porque lo anduve paseando previamente por allí, para que le dieran los aires del Amboto. Un día inolvidable, otro más, con Josu Arteaga & famili, y no solo por la alubiada que nos prepararon, también por la compañía, Oscar Yegua verde Beorlegui, Kutxi, Iosune, Tasio, Peru… Lo pasamos de maravilla. Gracias a todos los que se acercaron al gaztetxe. Volveremos.
Cada vez que me acerco a uno de los libros de Patxi Irurzun sé que saldré del encuentro con una sonrisa, un poco de inquietud vital y unas buenas dosis de ternura. Irurzun, uno de los mejores cuentistas de su generación, de la mía y de la próxima, tiene la habilidad de lo cotidiano y el buen gusto del que sabe que la risa es la mejor herramiento en estos tiempos de rabia. El relato con el que se abre este volumen, Mi padre, los libros Reno, Ned Flanders y los beats, todo en la misma frase es de una melancolía incontenible. Un relato que emociona, casi frisando el diario íntimo, un espacio en el que Patxi se siente cómodo y que domina a la perfección como lo demostró en su libro Dios nunca reza. Nada de bruscos ritmos de batería (uno lo entendería así puesto que estaba incluido en una antología de homenaje a los beatniks: Beatitud que coordinaron Vicente Muñoz y Nacho Escuín ), para el ácido compuesto allí está Reliquias y jorobas, miedo y asco en la meseta, el auténtico relato para los amigos del Dharma. El año de la lengua azul es un viaje psicótico al corazón de una de las manifestaciones patrias que más seducen a Patxi, los Sanfermines. Amor y odio para un pamplonica que busca su lugar entre la tradición y el cachondeo, entre el ayer calimochero y el hoy de mañanas en parques aguantando el olor a orín.Peaje juega con la chispa apagada de los barrios rebeldes, obreros cansados que no saben que Ballan y Patxi Irurzun escriben sobre ellos, como tampoco nadie recuerda a los cantantes melódicos imposibles en Superpop (un regalo de Patxi, gracias amigo) u homenajea con tanto gusto a la subcultura andergrauncon un tributo muy retorcido a Celine en el relato real (por la parte monárquica, más que nada) que es Espejo de príncipes. He tenido el placer de compartir antologías, fanzines e incluso habitaciones de hotel con Patxi (nada de cama, eso es un tema de cuando éramos jóvenes) y cuando llega a mis manos la nueva entrega de Vinalia Trippers busco en el índice el relato de Irurzun y es el primero que devoro: en este libro aparecen la tristeza pop de un hombre araña desolado en la onda de «El adversario» de Carrere en «El vértigo de Spiderman» y una especie de inquietante guiño a la imaginería de Chicho Ibáñez Serrador y sus pueblos abandonados en «El censo del miedo». Estos son dos de los mejores relatos de un libro sobresaliente en el que la pluma de Patxi alcanza su expresión máxima, donde se define el estilo único de Irurzun es en¿Para qué vamos a perder el tiempo hablando si podemos arreglarlo a hostias?,homenaje a las películas del oeste, a la sociedad que lo rodea, al oscuro y risible mundo que nos toca vivir.
Un gran libro. Como siempre.
Según el diccionario, «entrañable» es un adjetivo que viene a calificar a una persona, objeto o a un acto como íntimo, como muy afectuoso. No parece muy apropiado calificar de «entrañable» un libro de cuentos de Patxi Irurzun, dada su merecida fama de escritor cañero, comprometido, irreverente, antisocial y nada oficialista; sin embargo, es el calificativo que me viene a la cabeza cuando acabo de leer La tristeza de las tiendas de pelucas.
En esto del cuento, Patxi es un maestro, uno de los mejores. Sabe condensar en unas pocas páginas una historia, atrapa al lector desde el primer párrafo y no lo suelta hasta el final, con la respiración contenida. Mantiene la tensión narrativa, sabe salpimentar los momentos íntimos en el relato, darle la distancia precisa, esconder la información para que sea el lector el que la descubra entre líneas. Maneja todos los mecanismos que la narrativa breve ofrece al escritor, y sabe utilizarlos en el momento preciso en el que la historia, el cuento, lo demanda (punto de vista del narrador, estilo) para conseguir el efecto deseado.
He pasado unas horas divertidas, con relatos en los que podía adivinarse una ironía tan afilada como el escarapelo de un cirujano. «El vértigo de Spiderman» es un buen ejemplo de esa puya contra la actual sociedad, consumista y deshumanizada, aunque hay más referencias. «Fray Spray» es uno de mis relatos preferidos. Las andanzas del alberguero al que le roban los peregrinos del Camino de Santiago es una de las más divertidas y tristes a la vez, combinación agridulce que Patxi utiliza con maestría en muchos otros cuentos. Pero entrañables son en verdad los cuentos con los que se abre y cierra el libro. «Mi padre, los libros de Reno, Ned Flanders y los beats, todo en la misma frase» es en realidad un homenaje a la figura de su madre, que ejerció también de figura paterna con él y sus hermanos desde que el padre muere en un accidente. Una historia real, porque Patxi Irurzun busca lo extraordinario en lo cotidiano, y sabe encontrarlo y ofrecerlo al lector. Y entrañable es «El cangrejo valiente», una metáfora de la vida vista por un niño, mejor dicho, escrita desde el punto de vista de un niño, con toda la indefensión que le otorga su inocencia.
En resumen, otro libro imprescindible del escritor navarro, como sus diarios (Dios nunca reza y Atrapados en el paraíso) y el resto de su producción narrativa (tanto las novelas, como los libros de cuentos, que son bastantes, y que recomiendo). Unas lecturas que se agradecen, porque nos emocionan. En los tiempos que corren (malos tiempos) la literatura de Patxi Irurzun nos permite por un lado reírnos de la realidad y por otro enternecernos con las historias íntimas, muy afectuosas, que esa realidad ofrece.