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LES LUTHIERS PASAN CONSULTA
“Nunca nos ha resultado sencillo eso de hacer humor”.
Carlos López Puccio (Les Luthiers)
Llevan más de 45 años sobre los escenarios, por suerte para quienes estamos abajo, que necesitamos más que nunca reírnos. Les Luthiers, el quinteto argentino, son especialistas en humor brillante, contorsionistas de la palabra, tañedores de exorcítaras o bolarmonios, músicos reciclantes, capaces de transformar una rumba en una lección de filosofía… Vuelven a Euskalherria con su último espectáculo, Lutherapia, en el que convierten las butacas de los teatros en sillones de psicoanalista y nos proporcionan una cura de risa a través de diez piezas musicales hiladas por la presencia subconsciente de su más famoso personaje, el maestro Johann Sebastian Mastropiero. Hablamos con uno de los cinco doctores-luthiers, el humorista y director de orquesta y coros, Carlos López Puccio.
Patxi Irurzun. Iruñea
-45 años de creatividad, música, ironía… ¿El humor no caduca, no se agota nunca la imaginación?
Para dar una respuesta definitiva sería necesario completar las pruebas científicas, hasta ahora creemos haber demostrado que el humor no se agota en 45 años. Seguiremos investigando mientras podamos.
-¿Y qué es más gratificante para vosotros, el proceso creativo, hacer todos esos malabares con el lenguaje y con la música hasta dar con la pirueta perfecta o ejecutarla sobre el escenario y escuchar las carcajadas del público?
Ambas cosas, porque son dos instancias del mismo proceso. No se puede estar seguros de haber inventado la pirueta perfecta si las carcajadas del público no corroboran esa perfección. Muchas veces sucede, uno cree que su malabar es impecable y el público —con su silencio— demuestra lo contrario.
-En Lutherapia, a diferencia de otros, hay un hilo conductor entre las diferentes piezas ¿Os atreveríais a decir que es vuestra obra más redonda?
En el grupo goza de amplia mayoría para el puesto de favorita. Algunos creemos que es la más redonda, otros que es la más rectangular. Hay quien afirma que es la más pentagonal, pero no explica por qué (tal vez porque somos cinco)
—¿Qué vamos a encontrarnos los que vayamos a psicoanalizarnos en esta Lutherapia y en qué va mejorar nuestra salud mental?
Dos horas de diversión franca e inteligente es algo, si no terapéutico, por lo menos balsámico.
A Ramírez, ese hilo conductor, la tesis sobre Maestropiero y su descomunal obra lo está volviendo loco. ¿A vosotros os pasa lo mismo, es imposible despegaros de vuestro personaje? ¿Estáis somatizando esta posesión a través de Ramírez?
Nada de eso, a Mastropiero y a su obra le debemos muchos años de buen vivir, de trabajo fecundo y de enormes alegrías. Sólo tenemos agradecimiento para con su infinita torpeza.
-¿Aconsejaríais incluir en los planes de estudio como asignatura obligatoria el humor? Y por la misma regla de tres, ¿habría que aprender epistemología mientras se baila rumba?
Si esa asignatura existiera a nosotros nos gustaría mucho poder cursarla. Y la recomendaríamos; nunca nos ha resultado sencillo eso de hacer humor. En cuanto a la Epistemología, es altamente aconsejable saber todo sobre ella y practicarla aún cuando no se baila la rumba. Sirve para entender mejor la vida. Y hasta para crearla.
-En Lutherapia nos encontramos con nuevos instrumentos, como la Exorcítara. ¿Es duro ser luthier en la época de la obsolescencia programada?
Por el contrario, las nuevas corrientes del reciclaje nos han aportado mucho material útil.
-Volvéis al País Vasco, donde sois muy apreciados. ¿Tenéis algún recuerdo especial?
Muchos y entrañables. Tal vez el más fuerte, después de la belleza de sus ciudades, sea la cocina. Desde los pinchos a los grandes cocineros. Confieso que ya he hecho algunas reservas en esos templos del buen comer.
-Para acabar: con uno de nuestros instrumentos tradicionales, la txalaparta, algunos músicos han experimentado, sustituyendo las tablas de madera por bloques de hielo… ¿Se os ocurre, como luthiers que sois, alguna aportación a la música vasca (por ejemplo, un pand-eros que al tocarlo hiciera enamorarse perdidamente a quien lo escuchara…)?
La txalaparta con bloques de hielo no me agrada: es un instrumento efímero, sobre todo en verano. En cuanto al pand-eros, más que inventarlo me gustaría que me permitieran tocarlo un rato ante las audiencias femeninas.
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LUTHERAPIA, EL DIVÁN DE LA RISA
Consideran que es su espectáculo más redondo (o más pentagonal). En Lutherapia hay cebras cuadriculadas, orgías ratunas (ratificado, cada vez hay más ratas), tarareos conceptuales, blues interpretados con pelotas de plástico… Diez piezas musicales hiladas por una sesión de psicoanálisis, en las que el paciente Ramírez (Daniel Rabinovich) intenta sobreponerse a la ansiedad que le provoca la tesis que debe escribir sobre Johann Sebastian Mastropiero, el legendario personaje creado por Les Luthiers, de vasta obra y vida basta. A lo largo de la terapia, conducida por Carlos Mundstock, la conversación irá derivando de forma rocambolesca, dando pie a introducir los diferentes números: operetas, rock, arias…, en los que el virtuosismo musical de los argentinos compite con la genialidad, la ironía y el instrumento mejor afinado de su repertorio, la carcajada que siempre saben despertar en el público. Les Luthiers retuercen las palabras de forma inverosímil, sus textos son pura música y sus piezas musicales rezuman literatura. En Lutherapia, el espectáculo con el cumplen media vida (larga) sobre los escenarios, ejercen además de nuevo de luthiers, en su sentido literal, y a sus tapas de retretes transformadas en liras (el lidorodo) y demás y sorprendentes instrumentos, suman otros nuevos como el bolarmonio, 18 pelotas naranjas convertidas en órgano, o la exorcítara, un arpa electrónica compuesta por coloridos tubos de neón.
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LES LUTHIERS, REFERENTE DEL HUMOR INTELIGENTE
Ocho millones de personas han visto al grupo desde que se fundó en 1967, tras una actuación en un concurso de coros universitarios en la ciudad de Tucumán, en la que Les Luthiers ya esbozaban los rasgos (el humor, los instrumentos artesanales, el virtuosismo musical…) de la que iba ser una larga carrera que ha creado escuela y les ha convertido en un referente del humor inteligente. De esos ocho millones, por supuesto, muchos de ellos han repetido, han visto al grupo en más de una ocasión, porque allá por donde pasan llenan teatros y dejan seguidores fieles. Hay una decena de libros, videos, discos grabados, y numerosas páginas en internet dedicadas a ellos (por citar solo dos: una bastante completa, www.lesluthiers.org; y la oficial, www.lesluthiers.com) e incluso a sus personajes, como Johann Sebastian Mastropiero, su personaje recurrente, un músico de vida azarosa y obra inabarcable (incluyendo plagios). Les Luthiers (Jorge Maronna, Carlos Nuñez, Carlos López Puccio, David Rabinovich y Marcos Mundstock componen el elenco actual) han compuesto, ellos sin recurrir al plagio, más de 170 piezas repartidas en 33 espectáculos diferentes y han recibido numerosos premios, como un Grammy latino a la excelencia musical. Actuarán en el Euskalduna de Bilbao los días 1, 2 y 3 de marzo, en el Kursaal de Donostia el 6, 7 y 8 de marzo, y en el Baluarte de Iruñea el 18, 19, 20 y 21 de marzo. Quien no pueda ir, quizás les pueda ver también comiendo pintxos en los bares de los cascos viejos.
(Publicado en Gara: http://www.naiz.info/eu/hemeroteca/gara/editions/gara_2014-02-21-06-00/hemeroteca_articles/la-version-teatral-de-los-miserables-llega-a-irunea-a-lo-grande)
LOS MISERABLES, A LO GRANDE
El lunes comenzó en Iruñea el espectacular montaje del musical que se estrena hoy en Baluarte.
Patxi Irurzun. Iruñea
Los Miserables, el famoso musical que se representará desde este viernes 21 hasta el sábado 1 de marzo en Pamplona, no hace honor a su título, al menos en lo que a su montaje técnico se refiere: 11 trailers, 90 toneladas de material, 37 técnicos más personal local y de apoyo hasta sumar 60 personas trabajando para que todo esté en su sitio cuando esta tarde se levante el telón en Baluarte. Los datos los proporciona Francisco Grande, jefe técnico de montaje, mientras a sus espaldas los operarios lanzan cables o tiran de poleas y podemos ver toda la tramoya amontonada: los cañones de pega, las piedras de cartón piedra, la fachada desmantelada del Café Musain, en el que en la obra de Víctor Hugo se reunían los estudiantes para conspirar…
Llevan trabajando desde el lunes, cuatro días con sus noches, para que todo esté en su sitio exactamente igual que en el resto de auditorios y teatros donde se representa este musical, el musical por excelencia, que está en cartelera ininterrumpidamente desde hace 28 años y que llega a nosotros (primero en Iruñea y más adelante en Donostia, en junio, y en Bilbao en diciembre) de la mano de Stage Entertainement, en un espectáculo que intenta ser lo más fiel posible a la producción original de Cameron Mackintosh. “Es un montaje complicado, con mucha infraestructura y que requiere mucha sutileza. Los Miserables se representa tal y como es, siempre igual en todas las plazas. No adaptamos la representación a cada espacio, sino al revés, el espacio a ella, lo cual requiere mucho trabajo, visitas técnicas previas…”, dice Grande. Montajes y desmontajes, de hecho, se solapan en las diferentes ciudades en las que Los Miserables desembarca como otra pequeña ciudad rodante, poblada por las decenas de actores, músicos, técnicos … que recrean las calles del agitado París retratado por Víctor Hugo en su descomunal novela; ese París que fue definido como un vientre por Emile Zola, y que ahora, durante el montaje, también lo semeja, en este caso el vientre del auditorio, con las marañas de cables como serpientes eléctricas, las poleas tensas como nervios, los focos descolgados… Parece imposible poner todo eso en orden, digerir todas las complicaciones que exige un montaje como este, pero Grande se muestra tranquilo: “Para mí es un reto, pero también un honor, un trabajo duro y gratificante”, dice, y a continuación cuenta más detalles técnicos, como la alternancia de sistemas manuales y automatizados en los cambios de los 40 escenarios distintos, los diferentes vestuarios empleados en la obra… Toda el trabajo que queda entre bambalinas y que el público nunca ve, pero que hace posible que empiece la función.
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Víctor Hugo en Iruñea
El musical de Los Miserables ha sido visto por más de 65 millones de espectadores, representado en más de 42 ciudades, 300 ciudades… “Es una historia atemporal, cuyos valores perduran en el tiempo”, leemos en el dossier de prensa. Y también: “Un siglo después los temas tratados en la novela de Víctor Hugo aún siguen vigentes: la lucha por la libertad, el coraje, o la revolución”. Pero sería curioso saber qué opinaría sobre este espectáculo —cuyas entradas cuestan entre 40 y 69 euros— el propio Hugo, quien pasó por Pamplona en 1843, y recomendó , tal y como describe en su libro “Viaje a los Pirineos y los Alpes”, que el primer hombre con criterio que bombardeara la ciudad empezara por el edificio en obras, de trazas neoclásicas, que veía desde su habitación y “que parece un teatro” (aunque también cabe pensar que podría tratarse del Palacio de Navarra, donde hoy se encuentra la Diputación).
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Una melancólica luminosidad
Una de las partes destacadas del musical son las proyecciones de dibujos que el propio Víctor Hugo realizó. Matt Kinley, el escenógrafo de la obra, señala el aspecto visionario de Hugo como pintor y sus experimentos con diferentes medios y procesos, desde carboncillo, sepia, lápiz, tinta y hollín hasta impresiones enlazadas o papel plegado con tinta. “Esta melancólica negritud y luminosidad parecieron ser la perfecta encarnación para muchos de los personajes y líneas argumentales del espectáculo”, dice Kinley. Muchas de las proyecciones de esos dibujos se hacen fusionándolas con fotos francesas del siglo XIX, todo unido a telones pintados basados directamente en el trabajo abstracto y paisajístico del escritor francés. Una faceta, la de pintor, de Hugo, menos conocida, y que sin embargo, en opinión de Delacroix, podía haberle hecho eclipsar a la mayoría de artistas de su siglo.
Colaboración para ON. Rubio de bote, por PATXI IRURZUN
Hace unos días se murió mi tío Fructuoso. El que quemaba libros. Era un tío de mi madre, al que yo solo recuerdo haberlo visto dos o tres veces, cuando era niño. Y sin embargo, fui a su funeral, en misión diplomática: mi madre estaba de vacaciones y a mí me tocó ejercer de vicepresidente checo, ese que se dejó el micro abierto y, enterado de que tendría que viajar a las exequias de Mandela, saltó: “Joder, macho, no me apetece nada ir. Si eso está en el quinto pino”, y todos lo escuchamos con condescendencia porque hemos pensado o dicho lo mismo alguna vez en la intimidad de nuestras casas, donde, de momento, no hay micros.
Mi tío, además, Mandela no era. Una vez me quemó un libro, que yo leí en casa de mis abuelos, donde empezó a ahogárseme Robinson Crusoe y le puse pantalón largo al Pequeño Nicolás con otras lecturas menos apropiadas para mi edad como la del libro en cuestión, que se titulaba ‘Los helechos arborescentes’. No recuerdo, sin embargo, nada de la novela, a excepción de que su autor, Francisco Umbral, movía el famoso sonajero de su prosa y tintineaban algunas palabras como lefa o Durruti. El caso es que, enterado mi tío, decidió hacer un auto de fe en la huerta y quemar aquellos helechos arborescentes, los cuales se elevaron hasta el cielo en volutas de humo que escribían en el cielo el “Yo, pecador”; o al menos eso era lo que leía (aparte de los libros que quemaba para que no leyeran los demás) el meapilas de mi tío Fructuoso.
Como represalia diferida el día de su funeral llovía —un mal día para quemar libros— y yo en lugar de entrar a la iglesia me quedé en un bar que había frente a ella tomándome una caña con mi amigo Juantxo el jipi. Mejor para todos, porque a nosotros a veces en los funerales nos da por reírnos. “Ah, ¿pero encima hay que pagar?”, me dijo Juantxo en una ocasión, cuando un monaguillo salió a pasar la cesta. Y a mí me entró ese tipo de risa, la peor risa del mundo, esa risa floja, incontrolable, que te convierte en una olla a presión, con el pitorro haciendo fiufiú, hasta que no puedes más y revientas y todo se llena de una metralla insolente, aunque también a veces la onda expansiva lo que hace es contagiar las carcajadas y una vez hasta el cura (que en los funerales es como el intérprete de signos en el funeral de Mandela, pues dice cosas sobre el difunto que nadie entiende) comenzó a reírse y después sus feligreses y las risas llegaron fuera de la iglesia y se rio una señora con patillas que pasaba por allí y la suya era una risa como un virus, se iba transmitiendo a todos con quienes se cruzaba y estos la contagiaban a otros y en poco tiempo el mundo fue un lugar mejor, en el que nadie sufría ni pasaba hambre ni quemaba libros…
Vale, además de la caña Juantxo el jipi y yo nos fumamos también un porro.
Después, como se hacía tarde y nadie salía de la iglesia y llovía cada vez más fuerte, decidimos entrar a hacer de vicepresidentes checos. Fue, una vez en el templo, cuando me eché la mano al bolsillo de la chupa, en la que siempre llevo algún libro cargado por si acaso, cuando vi que el de esta vez se titulaba “Alpinismo bisexual”. Y me pareció muy apropiado para la ocasión, y creí que, muchos años después, se ejecutaba algún tipo de justicia poética contra mi tío Fructuoso. Amén.
Todos los días tengo ganas de borrarme, de desaparecer, de convertirme en un fugitivo dentro de este mundo virtual, de poner la bomba que se lleve por los aires todas las espoletas desactivadas e inofensivas de los “me gustas”, todas las escupideras de los comentarios, los tuits, toda la basura servida en la bandeja de entrada… pero siempre, cada día, hay algo que brilla entre la porquería y solo por eso sigo teniendo dos vidas, y ya no sé cuál de las dos es la auténtica, de cuál estoy huyendo, ni que es verdad ni qué mentira.
Cuento todo esto porque hoy, en el correo de este blog, he recibido uno de esos mensajes luminosos, extraños, que me ha dejado desconcertado, como caído de un caballo. Lo firma un tal Amado Rey, que se define como “periodista y cristiano”, y que me remite una entrevista con Ángel Casto y Los honestos, el grupo que teloneará a El Drogas en próximas actuaciones del grupo (la primera el próximo sábado en Madrid):
“Sé que tú tienes algún tipo de relación con Enrique Villarreal, que has escrito por ejemplo, el prólogo de su libro”, me escribe Amado Rey . “He intentado ponerme en contacto con él, a través del Facebook y otros medios, sin conseguirlo. Tanto yo como el grupo (Angel Casto y Los honestos), estamos muy interesados en explicar a los seguidores de El Drogas el porqué de esta colaboración, la gira conjunta, que sin duda les sorprenderá, y creemos que quizás tú puedas ayudarnos publicándola, moviendo en algunos medios alternativos y compartiéndola en redes sociales. Te lo agradecería de todo corazón. Que Dios te lo pague”, concluye su sorprendente mensaje, en el que adjunta un archivo con la entrevista.
Yo la cuelgo tal cual. Después, si eso ya me arreglaré con Dios para cobrar. Aunque sea a hostias
Patxi Irurzun
LA EXTRAÑA COMUNIÓN DE EL DROGAS Y ÁNGEL CASTO Y LOS HONESTOS
Amado Rey. Madrid.
Jeseys de pico, melenitas beatle, crucifijos al cuello… Su aspecto, su música y su mensaje no casan muy bien —no desde luego por la iglesia—, con los de los miembros del otro grupo, El Drogas, a quienes no solo van a telonear, sino también a patrocinar, “porque podemos permitírnoslo”, dicen, y porque están dispuestos a todo con tal del triunfar en el mundo del rock melódico y cristiano. Incluso a medirse con el mismo demonio. Ángel Casto, líder de Los honestos, que ya empieza a sonar con gran éxito en las emisoras cristianas, nos desvela los porqués de esta extraña comunión.
Ángel, no puedes negarnos que es sorprendente esta devoción por un cantante y un grupo que no ha dudado en tocar, por ejemplo, frente a la Catedral de Pamplona en tono claramente desafiante o que no deja dudas respecto a lo que piensa sobre –o contra- la iglesia en sus temas. Cuéntanos cómo conociste a El Drogas, qué os llevó a colaborar con ellos…
La devoción es pura y estrictamente musical. Evidentemente no nos identificamos en absoluto con su mensaje, pero queremos comenzar a trascender un poco el circuito indie católico. Somos un grupo de rock cristiano y por ello nuestras canciones buscan llevar la palabra de Dios a todos los rincones. Hemos decidido empezar por los que están más alejados de nosotros. Nos gusta el rock de El Drogas, creemos que es un grupo con tirón entre los jóvenes con inquietudes y, quizás, algo desorientados espiritualmente, y consideramos que ir de su mano es una buena manera de introducirnos en ese mundo.
¿Hay por tanto una misión evangelizadora en todo esto?
Sin lugar a dudas, empezando por el propio grupo al que telonearemos, a quienes estamos convencidos de que lograremos transmitirles los valores cristianos que nos mueven. No los conocíamos previamente, fuimos nosotros los que contactamos con ellos y desde el primer momento se mostraron muy interesados (y para los más suspicaces, no hablamos solo de los 2000 famosos euros que les vamos a pagar a cada uno), e incluso hemos notado una empatía entre los dos grupos. Nos sentimos, de un modo extraño, almas gemelas, las dos caras de una misma moneda.
Hablando de monedas, efectivamente el tema del dinero se ha comentado mucho. Es extraño que un grupo que empieza avale económicamente a unos veteranos…
Bueno, en nuestro caso está claro por qué lo hacemos: queremos triunfar y estamos dispuestos a todo. Afortunadamente venimos de familias acomodadas (los de El Drogas nos llaman “niños pijos”), y podemos permitirnos esta inversión. Sobre sus motivaciones para aceptar el trato, son ellos los que debería contestar, pero está claro que en el mundo del rock no es oro todo lo que reluce, los grupos están atravesando una etapa dura, y si nosotros podemos echar una mano… Hay, pues, también algo de caridad cristiana. Podemos, en definitiva, permitirnos esta inversión, repito, porque además nosotros, a diferencia de ellos, no tenemos vicios, somos muy austeros: en la santísima trinidad del sexo, droga y rocanrol nos sobran dos partes.
Has hablado antes de afinidades estilísticas. ¿Cuál es vuestro repertorio?
No queremos desvelar demasiado sobre él, queremos sorprender al público. Por supuesto tocaremos algunas de las versiones que ya se están escuchando en las emisoras cristianas, como Anduriña, y es evidente de qué fuentes hemos bebido: los grupos de catequesis, las versiones adaptadas de Bob Dylan, Simon&Garfunkel, el Alabaré… Todo ello, por supuesto filtrado por el tamiz del rock, el glam y nuestro propio estilo.
Estarás de acuerdo conmigo, Ángel, en que habrá mucha gente que no se crea una palabra de todo esto
Sí, y lo entiendo, pero es una cuestión de fe. Solo puedo decir a quienes no la tengan que ejerzan de santomomases y se pasen por la sala el día del concierto, el sábado a las 19:15 en la Shoko Live de Madrid, y verán que no estamos mintiendo, que estaremos allí. Os animamos a todos a venir, estamos convencidos de que va ser el principio de algo, de una comunión entre gente aparentemente alejada espiritual e ideológicamente. Rezamos cada día para que todo salga bien y sabemos que Jesucristo está con nosotros. Y con El Drogas y los suyos. Y con sus seguidores, aunque ellos todavía no lo sepan.
Los anuncios de colonia apestan. Yo no me iba de copas ni borracho con una de esas tipas paliduchas y lánguidas que salen en ellos y te miran en cámara lenta con sus pupilas alunadas, ni con esos marineros que no saben programar la lavadora —esos marineros con trajes encogidos, marcando paquete—, ni siquiera con esas mujeres fatales que se alimentan de corazones empalmados mientras a su alrededor revolotean ratas con alas. Qué miedo. Parece que se han escapado todos de un psiquiátrico.
Las pasadas navidades, mientras entre bloque y bloque de publicidad echaban trocitos de una película, nos endosaron 17 anuncios de colonias seguidos. 17. Que los contamos, y en casa tenemos muy buena memoria. Luego, eso sí, empezó otra vez la peli y ya no nos acordábamos de qué iba. O sea, que la publicidad de colonias tiene una influencia incuestionable en el discurso fragmentario y líquido de la cultura visual y narrativa contemporánea, pero eso que lo estudie alguno que tenga más tiempo.
17. Menudo empacho. Y todos iguales, o muy parecidos. Supongo que hay una ley o alguna subvención o algo que obliga a rodar esos spots a genios cinematográficos en ciernes o a adictos al LSD. Lo que ya no sé es si son rentables (seguro que hay algún latinajo marketiniano —aunque los latinajos en este caso se escupen en inglés— para describir esta relación causa-efecto). Quiero decir, que no sé si alguien decide comprarse una de esas colonias después de ver los anuncios en cuestión, ni mucho menos cómo pide los parfums en las tiendas: “Sí, chica, ese en el que sale una diosa vikinga haciendo yoga y de repente bosteza y de la boca le salen dos colibrís haciendo el amor, uno de ellos en calcetines de deporte, y entonces la chica se inquieta y su alma se hace pedazos en una constelación de pequeños planetas que flotan como pétalos, y la diosa ya siente que ha cumplido como demiurga y se rebela ante su condición inmortal, así que finalmente decide cortarse su melena rubia como el sol y como la cerveza con tijeras de podar y a tazón, ¿sabes cómo te digo?…”. “¿Uno con estética steampunk?”, le pregunta entonces intrigada la dependienta”. “No, ese no, el que yo digo tiene más bien influencias del afterpop bosquimano, tía”. Etcétera.
Es cierto que nuestra pituitaria es una máquina del tiempo, y el olfato un sentido muy asociado a la memoria y en consecuencia muy dado a masturbar sus recuerdos, la reconstrucción de los mismos, lo que pudo haber sido y no fue, los sueños… Pero precisamente por eso, quizás con algo más sencillico nos apañábamos, algo más emocional, más de andar por casa que gente frotándose desnuda con un caballo blanco que cabalga por una playa lunar… No sé si me explico, así que voy a poner un poco de música: “Mi primera colonia, Chispas”. Ese es el anuncio que yo recuerdo de colonias, los demás, tan subiditos, me cuesta retenerlos, me da pereza o ganas de mearme en la cama, cuando salen vampiresas locas o geipermanes con perilla puntiaguda (a la cama, por cierto, yo me voy con un pijama gordo en vez de con una gotita de Chanel, está claro que Marilyn podía permitirse una buena calefacción). En definitiva, que un anuncio diferente de colonias, en mi opinión, sería uno en que alguien se cruza en el súper con otro u otra, se detiene y se acerca a preguntarle qué colonia lleva “porque huele muy rica”, o “porque me ha recordado a una chica del insti que me gustaba y que llevaba la misma”, después si follan o se toman un café es cosa ya de ellos. Quizás con esta nueva tendencia perderemos por el camino al Buñuel del siglo XXI, pero mira, es su problema, que se ponga a rodar perros andaluces en lugar de spots de colonias. Una colonia, después de todo, es solo el frasco que está al lado del cepillo de dientes en el cuarto de baño.
http://www.franziska.es/es/mi-primera-colonia-chispas