UN CUENTO SOLIDARIO, JA.
…se llama Jocelyne y es una flor en un basurero. Jocelyne vive en Payatas, el gran vertedero de Manila, en el que además de Jocelyne viven y se ganan esa vida otras sesenta mil personas. El nombre de esta gran ciudad-basurero, sin embargo, ni siquiera aparece en los mapas de la capital filipina. Y eso a pesar de que desde algunas lomas de Payatas, tras un smog de polución, se distinguen los rascacielos de los ministerios, los lujosos centros comerciales, los edificios de oficinas de Makati, en los que se trazan esos mapas incompletos… Otra Manila, en definitiva, otro mundo desde el que, por el contrario, no se ve Payatas. Es como si ese lugar no existiera, como si Jocelyne tampoco existiera. Jocelyne es solo una cifra, una estadística. Como los niños de dos o tres años que muchas mañanas amanecen muertos en el vertedero, a consecuencia de una simple diarrea; o como las más de doscientas personas que en julio del año 2000 desaparecieron enterradas por un alud de basura.
Desde aquel día terrible, la tiendita de Jocelyne está tras la barrera de seguridad –una cinta de plástico roja y blanca– de una de las dos smokey mountain, las gigantescas y humeantes montañas de basura. Jocelyne, la niña más lista del mundo, vende biscotes, cigarros y Pop-Cola en bolsas transparentes a los scavengers, los trabajadores del basurero, y a los militares que vigilan celosamente quién entra en él.
No es fácil entrar al basurero, sobre todo para los periodistas extranjeros.
–Se trata de una cuestión de seguridad –se excusan los soldados, pero nunca explican a la seguridad de quién se refieren; o tal vez sí, cuando se les escapan frases como “¿Por qué no se van a preguntar y sacar fotos a las playas de Boracay, que son mucho más bonitas?”
De vez en cuando, sin embargo, algunos periodistas testarudos consiguen un permiso para visitar el basurero. Entonces Jocelyne les da feliz la bienvenida y les dice orgullosa que además de atender la tienda va una hora cada día al cole, y cuando los scavengers o los militares compran algo en su pequeño ultramarinos ella, a toda velocidad, casi sin querer, saca las cuentas, o si alguien se expresa mal en inglés (los españoles son los peores), rápidamente les corrige…
Sí, Jocelyne es la chica más lista del mundo, pero a veces no sabe cómo responder a las preguntas de los periodistas.
—¿Dónde está tu mamá, Jocelyne? —le preguntan.
La madre de Jocelyne murió en el alud de basura del año 2000. Cuando piensa en ello a la cabeza le viene el estruendo estremecedor que oyó aquel día. Como si el mundo se acabara. De hecho, aquel día una gran parte del pequeño mundo de Jocelyne murió, quedó en silencio para siempre.
-¿Y tu papá, Jocelyne, dónde está tu papá?
El papá de Jocelyne trabaja en una de las smokey mountains. Conduce un bulldozer, con el que aplasta la basura, y bajo las ruedas metálicas de su gran excavadora oye cada mañana el mismo estruendo del día del alud. Parece que la tierra –esa tierra formada por capas y más capas de inmundicia compactada– fuera a tragárselo. Pero el papá de Jocelyne no tiene miedo, ni le guarda rencor a la montaña que sepultó a su mujer.
–El basurero es una bendición para nosotros, los pobres, aquí podemos ganarnos la vida –le repite a su hija, y cuando lo hace le viene el recuerdo del sabor a sangre en la boca, subiendo desde un estómago acuchillado por el hambre, antes de emigrar a Metro-Manila desde el sur de Mindanao.
A Jocelyne, por contra, no le gusta nada el basurero. Lo que a Jocelyne le gusta es ver Betty la fea en la tele, porque en esa serie las chicas listas, feas o pobres se convierten en mujeres felices y acaban trabajando en una gran oficina, como las de Makati, el distrito financiero de Manila. Por todo eso, enseña a los periodistas que de vez en cuando entran al basurero cómo hace las cuentas a toda velocidad, casi sin querer, o cómo habla en inglés, sin errores.
Y es entonces cuando ellos, aterrorizados, se dan cuenta: Jocelyne, la niña más lista del mundo, seguramente nunca saldrá de su tienda del basurero. E igual que Jocelyne tantas niñas en Africa o Latinoamérica que solo existen en los mapas de la pobreza, que solo son cifras sin nombre.
Y por eso, porque los periodistas creen que deben, que pueden solucionar esa injusticia dicen:
–No te preocupes, Jocelyne, en cuanto vuelva a mi país, hablaré con los hombres importantes y ellos te mandarán dinero para que vayas cinco días a la semana a la escuela, y luego a otra escuela en Manila, y luego a la universidad… Te lo prometo, Jocelyne.
Pero después los periodistas vuelven a su país y no pueden hablar con los hombres importantes, porque estos están muy ocupados, y ellos, los periodistas, también, deben pagar el seguro del coche, o escribir un artículo sobre los grandes basureros del mundo, y al final todos se olvidan de Jocelyne, y ella sigue vendiendo biscotes y cigarros y Pop-Cola en bolsas de plástico, mientras espera preguntándose cuándo llegarán más periodistas para contarles sus sueños…
Y de vez en cuando, solo muy de vez en cuando, los sueños de Jocelyne se enturbian, y se dice a sí misma que tal vez lo que haya fuera del vertedero no sea para tanto, porque aunque ella, la niña más lista del mundo, esté condenada a vivir y trabajar en un basurero, los camiones que traen a Payatas la basura, toda esa inmundicia, vienen siempre desde esa otra Manila, ese otro mundo que se divisa a lo lejos, en un horizonte gris y contaminado; un horizonte a través del cual, a pesar de todo, se abren paso también luminosos rayos de sol, como rosas de luz, como flores en un basurero.
GENOCIDIO
Lo ha dicho la radio
Esta mañana han muerto
en un nuevo bombardeo
Iker Casillas
Xavi Hernández
y David Milla.
Esto ya es demasiado
Hace unos días tirotearon
al presidente
Rodríguez Zapatero
Y otra bomba mató
al ministro de interior
Alfredo Pérez Rubalcaba
¿Y no viste como los soldados remataban
a Gervasio Sánchez,
el fotoperiodista?
Estaba tirado en el suelo,
indefenso,
y le dispararon
una
dos
tres
veces,
hasta que la cámara se separó de su mano
y murió.
Es el noveno periodista que se cargan.
Por no hablar de la gente de mi barrio,
Manuel, Eva, Aitor,
mi panadero,
tu peluquera,
el hijo de nuestro vecino,
ya hemos perdido la cuenta,
dicen que son más de 1.000
Y esto ya es demasiado.
¿Qué, que no me crees?
Bueno, solo tienes que sustituir
sus nombres por los de
civiles, periodistas, políticos
palestinos
Y sobre todo por el de sus futbolistas.
Igual de ese modo
empieza a preocuparte de verdad
este genocidio
UNA MUJER EN TIERRA FIRME
La escritora ecuatoriana Carla Badillo, una fuerza de la naturaleza, hizo etapa en Pamplona el pasado invierno durante su viaje por España. Vino de la mano de mi buen amigo Pepe Pereza, otro huracán humano (que no hace honor a su apodo-apellido, pues no para, es actor, guionista, escritor y excocodrilo en el show de Xuxa) con el que tengo algún proyecto entre manos… Carla está recorriendo medio mundo y estableciendo una red que nos une, por ejemplo, directamente con nuestro hijoputa preferido, Charles Bukowski, pues ella estuvo por San Francisco y trabó amistad con Neeli Cherskovski, el biografo y amigo de Hank, o con la viuda de este, Linda Bukowski, y con varios autores de la generación beat, como Ferlinghetti. Por cierto, que entre los regalos que Carla trajo, había una foto que el padre de Neeli sacó al viejo indecente, con un poema manuscrito por Carla en la parte posterior, un recuerdo que guardo como oro en paño. Compartimos cigarros, bebimos cervezas, nos fotografiamos junto a un Hemingway robusto como una estatua de bronce en el Café Iruña y chupamos mucho frío, aunque no llegó a nevar (me hubiera gustado mucho, Carla nunca había visto la nieve y que lo hiciera junto a nosotros hubiera sido algo sin duda memorable).
Todo esto para decir que en la guía de viaje que Carla va escribiendo me menciona y escribirá en breve un capítulo. Copio aquí lo que dice en su etapa en Logroño, junto a Pepe Pereza:
Y este es su blog: http://mujerentierrafirme.blogspot.com/
Lo que en verdad me anima es esa llamada de hace un momento entre Pepe y Patxi, Patxi Irurzun. No sabía que Pepe y Patxi eran amigos. Patxi me da buena espina. Él, junto a Vicente, coordinaron la antología de Resaca/Hankover que el Kebran me envío a Kitu, y que posteriormente me acompañó en tierras norteamericanas. Pero a pesar de ello no tuvimos contacto contacto sino hasta mi estancia en Frisco, cuando Patxi me envió un mail con un reportaje muy interesante -realizado por él- sobre el mural de resistencia de Chiapas, que está justo en la parte posterior de la librería de Ferlinghetti, la legendaria City Lights Bookstore. Patxi había reconocido el mural en una foto que me saqué precisamente ahí. Para mí fue una novedad que ese escritor de nombre tan particular, al que según había visto en su blog, había publicado hace poco un libro de nombre no menos especial y sugerente: La polla más grande del mundo, y que entonces de pollas y tallas estrambóticas Patxi se pasará a Chiapas y a la resistencia de su pueblo, me llamó mucho la atención. En fin, durante la llamada escuché que Pepe le hacía bromas a Patxi sobre monjas y curas. Y luego escuché mi nombre. «Sí, Carla está aquí. Mañana?…. (Pepe hizo una pausa y me dijo: que te parece mañana ir a Pamplona. Patxi quiere verte. Nos invita a tomarnos algo y a conversar). Uff, qúé emoción, Pamplona no estaba en mis planes, pero ahora lo está, claro que lo está. Buen tipo Patxi, mañana nos espera. Y yo tengo que estar bien, tengo que sobreponerme como sea.
LOS CAMINOS DE LA RESACA SON INESCRUTABLES (Una historia real)
Copio y pego aquí desde nuestro blog Hank over la rocambolesca historia sobre un spam y unas pastillas para la resaca. Increíble pero cierto:
No es una broma. Eso de ahí arriba no es una broma de alguno de los hijos de Satanás que entran en este blog y se ponen creativos. Es un correo basura real que recibí en mi dirección (bueno, en la del curro). Los caminos de la resaca son inescrutables. Un diseñador piratilla utiliza la imagen de la portada de Resaca /Hank over, de Miguel Ángel Martín, saqueada en Google para un anuncio de unas pastillas contra la resaca y ese spam acaba llegando a uno de los dos antólogos del libro. Tras unos correos cruzados con alguno de los implicados (autor del dibujo, editor del libro…), esta es la respuesta que enviamos a los distribuidores de ese producto milagroso:
Hola: hoy he recibido un email publicitario de unas pastillas contra la resaca, llamadas RU-21. En la promoción de la misma aparece una imagen que, casualidades de la vida, es el dibujo que Miguel Angel Martín hizo para nuestro libro Resaca / Hank over. Un homenaje a Charles Bukowski, que he coordinado con Vicente Muñoz, y que es una antología en la que aparecen 37 autores españoles. Nos gustaría que dado que la están usando sin autorización, al menos citaran su procedencia: Dibujo de Miguel Ángel Martín para la antología Resaca / Hank over. Un homenaje a Charles Bukowski (Editorial Caballo de Troya). Además, nos podrían compensar enviándonos unos cuantos botes de pastillas que nos vendrán muy bien, porque todos los que participamos en ese libro somos bastante borrachos. Les ruego que en cuanto rectifiquen la promoción nos envíen el nuevo formato, de lo contrario quizás tendríamos que tomar otras medidas (el autor del dibujo o la editorial, que pertenece al grupo Mondadori). Patxi Irurzun.
(Mientras nos contestan desde Imprextom, una breve información sobre las pastillas RU-21. Al parecer son un compuesto ideado por un médico ruso para que los agentes de la KGB pudieran soportar las descomunales borracheras en las que obtenían información de las personas a las que espiaban; en el año 2000 se comercializó para el público en general, con gran éxito, también en otros países como Estados Unidos –de donde procede su nombre, RU-21 viene a ser algo como “Autorizado solo para mayores de 21”-; y ahora están desembarcando en España –bueno, eso es lo que dice Google, y está visto que tampoco hay que fiarse mucho-).
Bien, después de esta peli de espías, el caso es que sin que pase apenas una hora, desde la distribuidora de las RU-21 nos contestan disculpándose por haber usado la imagen sin permiso, añaden la frase alusiva al autor y al libro que les proponemos, nos piden una dirección para enviarnos unos botes de pastillas, que dicen que son increíblemente efectivas, y de paso –menudos fenómenos- nos piden que les enviemos un Hank over para incluirlo en su catálogo.
De nuevo correos cruzados entre los implicados y al final consenso: los spam nos harán una publicidad colateral o indirecta estupenda, sin comerlo ni beberlo, y hasta puede que los de Inexprom nos vendan algún libro. En cuanto a las pastillas haremos uso de ellas después de una orgía etílica para celebrar este historia con final feliz para todos.
Es una situación sin duda algo grotesca –pero real, insisto, esto no es un cuento, o una coña-, y sin embargo impregnada de puro espíritu hankovero. Supongo que si nos ponemos tontos, podíamos haber rascado algún dinerillo, pero hemos preferido echarnos unas risas y aprovechar la ocasión por el bien de nuestro libro (no sé cómo llaman a esto los marketinianos, ¿una acción viral?, ¿publicidad indirecta?). Además, hay cosas que no se compran ni con todo el dinero del mundo y si esas pastillas contra la resaca realmente funcionan esta rocambolesca historia no tendrá precio.