ROJO Y NEGRO
Lo de la Semana negra fue toda una experiencia, que creo que solo podría contarla escribiendo un cuento (seguramente eso sea lo que haga). Pero antes tengo que quitarme de encima una sensación, un traje que no me gusta cómo me sienta, que no me corresponde. Mi amigo Kalvellido y yo hicimos el viaje a Gijón desde Madrid en el tren negro, figurando como actores muy secundarios. A llegar a Gijón la comitiva que viajaba en ese tren (escritores, prensa, etc.), fuimos recibidos por banda de música, autoridades, medios de comunicación… y por un ruidoso grupo de trabajadores de la fábrica de Chupa-Chups, de la que van a despedir a varios de ellos, la asamblea de parados de Gijón, sindicatos… Aprovechaban, y hacían bien, la ocasión para dar una colleja al presidente autonómico -que incluso lo fue en el sentido literal-, pero también nos afeaban a los escritores el hecho de pasar allá unos días chupando del bote con la que está cayendo. Yo no me pude contener, porque a nosotros dos al menos (al resto no sé) el hotel y el viaje nos lo pagaba nuestro editor y ello con el dinero de los libros que iba vendiendo trabajosamente en su puesto (que es como decir que nos lo pagábamos nosotros), las comidas y la sidra corrían de nuestra parte y porque tanto Kalvellido como yo estamos ambos en paro y con familia a cargo. Así se lo dije a uno de los de la manifestación, y lo comprendió, nos dimos la mano… Pero me quedé con una sensación amarga. Tiene cojones que para una vez que nos llevan a algún sitio, aunque sea por la puerta de atrás, pase algo así. Y tiene cojones acusar de chupopteros a escritores, invitados con todos los galones o no, me da lo mismo, porque demuestra un desconocimiento absoluto sobre el mundo de las literatura y sus penurias. Aunque, siendo honesto, creo que eso solo fue algo anecdótico y la protesta se dirigía casi exclusivamente contra los políticos y buscaba el altavoz mediático del acontecimiento.
Por lo demás, nuestra presentación fue un pequeño acontecimiento, la carpa se llenó, firmamos bastante libros, y estuvo divertido. Eso sirvió para compensar esa otra sensación amarga de haber entrado en la Semana Negra en plan polizón, o como quien se cola en una fiesta privada…
De vuelta a Pamplona, tocó aguantar la euforia futbolera, que a mí ni me va ni me viene, excepto cuando hay gente paseándose junto a ti armada, o si un campeonato del mundo da licencia para incumplir todas las normas de tráfico; o si por ejemplo, te aborda una cámara de televisión (porque les parece muy entrañable la imagen de un padre con su niña a hombros) a la que repetidamente le dices que no deseas aparecer, y le da igual, te mete la alcachofa en la boca, lo mandas a la mierda y encima tú quedas como el aguafiestas, el amargado…
Y todo lo demás, los sanfermines con los niños, las barracas, alguna noche de juerga…
De todo esto, de la semana negra y los sanfermines, de nuestra virgen puta y nuestros movimientos, hay un pequeño rastro en prensa e internet que iré subiendo a este blog. Para empezar, esta colaboración que apareció ayer en Diario de Noticias, de Fátima Frutos, a quien no conozco, y que hablaba del rojo y del negro y de mi novela y mi paso por Gijón, entre otras cosas:
Nuestro representante navarro en este 2010 es Patxi Irurzun con su Cuestión de supervivencia que retorna a su título original en una nueva reedición, generando una inusitada expectación, ya que todo apunta a que va a repetir éxito entre el público lector de Semana Negra.