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Un fragmento de DIOS NUNCA REZA

Dic 27, 2010   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment


Para José Ángel Barrueco y Marta, con mis mejores deseos.

Martes 19 de agosto

Hoy hemos tenido ecografía. Con el anterior embarazo, Malen y yo no llegamos a convencernos realmente de que seríamos padres hasta la mañana en que vimos por primera vez a Urko en el monitor. Hasta entonces todo parecía sólo una prolongación de ese juego despreocupado de enamorados en el que se inventan nombres para hijos que no nacerán todavía, que quizás nunca nacerán. Malen y yo habíamos jugado muchas veces a aquel juego. Supongo que estábamos muy enamorados. Por lo menos tanto como todos los enamorados.

Nos conocimos en el barnetegi, un internado para estudiar euskera, en Lazkao.

Los dos estuvimos allá casi un año, un paréntesis en nuestras vidas mientras decidíamos qué hacer con ellas. Después yo hice el viaje a Filipinas y cuando volví ella todavía estaba esperándome. Durante los primeros meses de nuestra relación hablábamos entre nosotros en euskera, incluso hacíamos el amor en euskera. Después, un día, de repente, nos pasamos al castellano, y poco a poco nos fuimos olvidando de todo lo aprendido. Es curioso, mi vida ha sido una sucesión de cursos que no me han servido para nada, de esperas en las colas de las oficinas de empleo, de idiomas que se olvidan, de novelas en las que inventaba ese limbo al que van a parar los niños que nunca nacen pero tienen nombre. Como si en lugar de una vida fuera un simulacro. Al menos fue esa parte de mí, la que nunca llegaba a suceder realmente, la que hizo que Malen se enamorara de mí.

—Me gustó que fueras escritor. Me halagaba pensar que alguien sensible e inteligente se fijara en mí —solía decirme.

Pero a mí lo que me gustó realmente de Malen fue su culo. Todavía me seguía gustando. Mucho. A veces, cuando paseamos por la calle, dejo que se adelante unos metros sólo para mirarlo hipnotizado; o cuando por las noches nos acostamos y ella se coloca de espaldas a mí mi pene se desenrosca inmediatamente, como una serpiente encantada. Incluso a pesar de que sepa que no haremos el amor.

Malen, por su parte, nunca se ha sentido especialmente atraída en lo físico por mí y no tardó en comprender que a los escritores es mejor no conocerlos, que en realidad no son ni tan sensibles ni tan inteligentes, y de ese modo su pasión -al menos estos últimos meses- se ha ido escurriendo igual que un helado de una fruta de nombre exótico pero un sabor de regusto insulso.

—Es el cambio hormonal. El embarazo —trata de disculparse.

Como si June fuera una extraña que se ha entrometido en nuestras vidas, en nuestra propia cama. La niña, sin embargo, se esfuerza para que le hagamos caso. Esta mañana su pequeña figura ha aparecido plácidamente tumbada boca arriba, mostrándose con descaro. Incluso ha sacado la lengua cuando la ginecóloga ha enfocado su rostro.

—¡Uy, que descarada! —ha dicho Malen.

La he mirado sonriendo a los ojos y en el charquito que resplandecía en ellos he visto reflejado todo lo que quedaba en medio de la atracción física o intelectual, todo lo que realmente hace que nos queramos: el mismo sentido del humor, el mismo inconformismo, la misma capacidad de sorpresa, todavía y a pesar de todo, ante la vida…

Después he vuelto la mirada hacia el monitor y he distinguido un puntito que palpitaba agitado.

-Es el corazón- ha dicho la ginecóloga. Su voz sonaba fría, desprovista de emoción. Pero era normal. Tan normal como la vida misma. Para nosotros ese latido es el latido del mundo, pero ella descubre un nuevo corazón cada cuarto de hora.

-¿Qué tal tiene el pie? -ha preguntado Malen.

En la anterior ecografía nos dijeron que tal vez el pie derecho de June estuviera torcido. Apenas hemos vuelto a hablar de ello, tan solo haciendo bromas que traten de disimular nuestra preocupación (a veces la llamamos la cojita). Pero es pronto para asegurar nada, dicen los médicos.

-Yo no veo nada raro, pero es difícil apreciar algo así, en todo caso es algo que se soluciona con ortopedia, durante el primer año, no tenéis que preocuparos, la niña está muy bien, y es muy grande, muy hermosa -ha dicho la ginecóloga.

Cuando hemos salido de la consulta he vuelto a tener la misma sensación que con las ecografías de Urko, o el día de su parto, o cada noche cuando lo acuesto, la sensación de que mi existencia, al fin, deja de ser sólo un simulacro y se convierte en algo real.

Malen yo nos hemos besado. No ha sido un beso como los de antes, cuando nuestras lenguas se convertían en dos látigos que azotaban el corazón y le hacían sangrar esperma y jugos vaginales, pero ha sido un beso de verdad, de dos personas que todavía se aman.

Dios nunca reza (Patxi Irurzun) se publicará en 2011

ANTICUENTO DE NAVIDAD NÚMERO UN MILLÓN

Dic 24, 2010   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

Otro cuento, recuperado e ilustrado por Exprai (aunque creo que también aparecía en La polla más grande del mundo), muy a tono con las fiestas. Por cierto, Feliz Navidad a todos menos a los pelmas de Movistar (me imagino a sus expertos de marketing, con sus bombillitas iluminadas: «Venga, el día de la lotería, a enviar mensajes a tutiplén, que la gente está más vulnerable, después de no haberse comido un rosco y de cargarse en los niños de San Ildefonso -por no decir en el niño dios-, mensajes, mensajes a saco, que seguro que alguno pica y se cree que le va tocar la casa, el coche, el viaje…». Anda y que se metan sus mensajes por el culo 2207 veces).

ANTICUENTO DE NAVIDAD NÚMERO UN MILLÓN

—¡Señor López, acuda a recepción, señor López, acuda a recepción!– repetía por la megafonía una voz impersonal, casi con código de barras, de no ser porque al eco enlatado se le escapaba un retintín de urgencia.

El Señor López era el encargado de que en la inauguración de los grandes almacenes todo saliera como era debido. Un perfecto inútil: a lo largo del día todo habían sido contratiempos; los problemas se le habían acumulado como una pila de muertos sobre el curriculum profesional.

Primero aquel Olentzero. Él mismo lo había contratado, después de un rigurosa selección en la que había primado el parecido físico. El elegido, cabezón y tripontxi, parecía perfecto, la personificación de una de aquellas figuritas del popular carbonero que tan bien se estaban vendiendo en la sección de adornos navideños, claro que, a diferencia de éstos, el de carne y hueso se había metido tanto en su personaje que en lugar de quedarse tranquilamente sentado fumándose su pipa, había acabado por convertir en un “slalom” sus repetidas visitas al puesto de degustación gratuita de sidra y ahora ya ningún niño se atrevía a pedirle los regalos: entregarle sus cartas hubiera sido como echarlas por la alcantarilla pestilente en la que se había convertido su boca, y con la cual intentaba atraerlos sin éxito, al grito de: –¡A ver el siguiente! ¿Tú también quieres el puto Picachu ese?

Después aquel Papa Noel. Tras mandar a casa al Olentzero el Señor López había tenido que hacer lo propio con uno de los papanoeles que habían colocado en cada una de las puertas, todos ellos igualmente contratados por él. En este caso el procedimiento de selección utilizado había sido el algo menos riguroso del enchufe, y los resultados igualmente desastrosos. ¿Cómo le contaría el señor López a su mujer que había tenido que despedir a uno de sus primos porque preguntaba con una insistencia algo sospechosa a los niños si, oh, oh, querían un pirulí?

—¡Señor López acuda a recepción, señor López acuda a recepción!– repetía la voz enlatada.

—Ya va, ya va ¿Que pasará ahora?– se preguntó.

Hasta los Reyes Magos le habían fallado aquel día; o mejor dicho él había propiciado el fallo, colocándolos en la sección de iluminación, bajo aquella constelación de lámparas, todas ellas encendidas, con sus aparatosos atuendos, las espesas barbas, y en el caso de Baltasar el maquillaje que el calor espantoso iba desfigurando, haciendo caer chorretes de betún sobre la capa, los cuales dejaban al descubierto una piel decepcionante blancucha. El señor López no imaginaba una forma más cutre –pero también más sincera– de revelar que los reyes eran los padres que aquella, en unos grandes almacenes.

Y ahora aquello.

Cuando el señor López llegó a recepción se encontró con que alguien había colocado en el Belén que allá se encontraba una alambrada, y desparramados entre las figuritas, sobre los ríos de papel de plata, varios trocitos de carne de ternera cruda y espongiforme, unos cuantos soldaditos de plástico, algún que otro asentamiento de clicks de famobil

—Han sido unos proetarras– le informó un guarda jurado – Han dicho no se que de un acto de apoyo a la causa palestina.

—Señor López, acuda a la sección de lencería, señor López acuda a la sección de lencería– decía la la megafonía.

El Señor López no aguantaba más. Necesitaba un respiro. Salió a fumar al aparcamiento. ¿De que se trataría ahora? ¿Algún pastorcillo “voyeur”?. Veía esfumarse su futuro profesional al tiempo que el humo de su cigarrillo.

—Todo ha salido mal– pensó.

Pero a sus espaldas, a lo largo de la carretera de acceso a los nuevos grandes almacenes, una interminable cola de coches se perdía en la lejanía, difuminada entre las luces de la ciudad.

SEGUNDA EDICIÓN Y PREMIO PARA ‘SIMPATÍA POR EL RELATO’

Dic 22, 2010   //   by admin   //   Blog  //  3 Comments

En apenas tres semanas la primera edición de Simpatía por el relato -nos comunica nuestro editor- se ha agotado, así que en breve habrá otra. Además, esta tarde recibiremos un premio, al mejor libro de rock en los premios ‘Carlos Pina’ (en la fiesta actuarán Vintage y X-PAIN Rock Circus, grupo formado por miembros de los legendarios Coz, Asfalto, Panzer o Burning). Y en otros premios, los que convoca la revista Garrido Rock también estamos nominados. Ahí andamos compitiendo con colegas como Dani Insolenzia o Kutxi y Sor Kampana. Como estos últimos nos sacan dos cabezas os animamos a votarnos aquí. De buen rollo. En la foto de arriba los dos antólogos del libro como locos de contentos.

TORTURA Y CENSURA

Dic 22, 2010   //   by admin   //   Blog  //  No Comments


La editorial Txalaparta envió ayer un comunicado de prensa a cuenta del libro publicado en su catálogo, Manual del torturador español, de Xabier Makazaga, que como denunciaban varios bibliotecarios del País Vasco en una carta pública, ha sido retirado de al menos una biblioteca (la de Basauri) -y otras están recibiendo presión para hacer lo mismo- después de que medios de ¿comunicación? como ABC o La Razón y partidos como el PP y el PSE enredaran un poco, porque ya se sabe, en el estado español no se tortura, se ponga como se ponga la ONU y Amnistia internacional y los propios fiscales y forenses –muy pocas veces, pero pasa-. ¿Censura, tortura? ¿Aquí? Venga ya, pero si nosotros tenemos a los jueces más cojonudos del mundo, paladines de la libertad y de los derechos humanos (siempre que sea en otros países), cómo van a mirar ellos para otro lado, con la de “supuestos torturados” que han pasado ante sus democráticos ojos… Y a ver, ¿dónde hay un wikileaks que lo diga? Y si lo hubiera –que no lo habrá—, como con todo lo demás, ¿a quién le importa? Después de todo son terroristas, asesinos, se lo tienen bien merecido, a mí nunca me va a pasar. Hasta que pasa. O le pasa a alguien que conoces, y entonces te caes del guindo (conozco algunos casos de esos), y te enteras de las patadas en la puerta a medianoche, de los registros salvajes, de la incomunicación, de la familia que no sabe ni siquiera dónde está el detenido, de los traslados al hospital de estranjis, de la bolsa en la cabeza, los golpes, las amenazas, y a menudo de la prisión preventiva y la puesta en libertad algunos meses o años después sin cargos y sin que los medios de comunicación que se saltaron la presunción de inocencia rectifiquen…

La jugada de Txalaparta ha sido buena. Para el que quiera saber algo más sobre el tema, han colgado gratuitamente, con el consentimiento del autor, en su web el libro perseguido. Lo podéis descargar aquí.

DOS PINTXOS DE ‘¡OH, JANIS, MI DULCE Y SUCIA JANIS!’

Dic 21, 2010   //   by admin   //   Blog  //  No Comments


Yo ya no sabía, no discernía la realidad de los sueños, estaba en el puto séptimo cielo, y este era una fiesta de un pueblo de la Ribera de Navarra, lleno de chicas morenas, que se reían en voz muy alta, que se ponían brazos en jarras para cantar una jota y de la boca les salía un pajarico, mientras la falda blanca de tablas les hacía pinza justo en la raja del culo, un culo duro y respingón como un pan de pueblo, y en la blusa se les marcaban los pezones igual que nueces, aquellas chicas que te llevaban a lo oscuro y te daban besos con lengua que sabían a zurracapote, o te la cascaban, sin dejar nunca de reírse, mientras sus novios hacían recortes a las vacas, aquellas chicas que te hacían una mamada, sin sacarse la polla de la boca, y repitiendo despacito el nombre de su pueblo, Fustiñana, Cintruénigo, Ribaforada…


Mi polla era la polla de todos los muertos de hambre del mundo, de todos los enfermos y salidos, yo los alimentaba con fantasías, sanaba los carcinomas que habían hecho engordar la religión, la moral, el pudor, el rechazo, sí, mis películas interesaban a alguien, se convertían en objetos de culto, yo había nacido para eso, había nacido con ese don, aquella minga como una grúa, capaz de levantar todas la basura del mundo y arrojarla a la papelera –junto con unas cuantas servilletas de papel—.


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