LLENANDO ESTADIOS
A la charla del otro día en Alsasua vinieron treinta personas. Eso para mí es algo así como llenar un estadio. Pero lo mejor de todo es que muchas de esas personas venían leídas de casa, porque el día anterior hubo una tertulia en el club de lectura de la biblioteca sobre ‘Atrapados en el paraíso‘ (por cierto, me dicen desde la red de bibliotecas que han pillado el libro para los clubs de lectura, a ver si alguno se anima y me salen más bolos, yo encantado). También me dicen que las encuestas indican que la charla fue amena e instructiva. Y todo eso sin fotos ni spoken word ni ninguna otra modernez de esas. Por una vez, haremos caso a las encuestas.
Pero lo que yo quería decir es que, sobre todo, me emocionó la presencia de un hombre de 87 años, con quien estuve hablando un rato, que también había leído el libro y se presentó allá con un montón de notas sobre el mismo. Ahora mismo, José Mari Saez de Muniain también debe de andar por la biblioteca de Alsasua, riéndose mientras lee «De la alpargata al seisicientos«, de Juan Eslava Galán. Jose Mari se pasa todas las tardes por ahí y es un devorador de libros. En invierno, según me dijo, tiene más hambre. El frío invita más a refugiarse en la biblioteca.
Jose Mari me contó algunas cosas sobre sus lecturas, y sobre la guerra, y sobre sí mismo… Yo me quedé encantado. Hay que hacer más caso a nuestros mayores porque, es triste, pero como dice El Drogas, sabemos más de Belén Esteban que de nuestras abuelas.
Pero había más gente y también quiero dar las gracias a todos ellos. A las bibliotecarias, Mª Luz y Elena, que me escribió una bonita presentación de la cual pego abajo un fragmento. A las mujeres del club de lectura. Al marido de MªLuz y su compañero de Whipala (que me ayudaron mucho cuando descubrí en un muro de Alsasua el mural de Taniperla), con quienes luego estuve echándome un vino (bueno, yo cocacola, que había que conducir)… Esto, ya lo sé es más aburrido que la gala de los Goya, pero yo es así como me siento. Como si me hubieran dado un Goya. Como si hubiera llenado un estadio. De hecho, aunque solo hubiera venido Jose Mari, habría sentido que llenaba un estadio.
Pero lo que yo quería decir es que, sobre todo, me emocionó la presencia de un hombre de 87 años, con quien estuve hablando un rato, que también había leído el libro y se presentó allá con un montón de notas sobre el mismo. Ahora mismo, José Mari Saez de Muniain también debe de andar por la biblioteca de Alsasua, riéndose mientras lee «De la alpargata al seisicientos«, de Juan Eslava Galán. Jose Mari se pasa todas las tardes por ahí y es un devorador de libros. En invierno, según me dijo, tiene más hambre. El frío invita más a refugiarse en la biblioteca.
Jose Mari me contó algunas cosas sobre sus lecturas, y sobre la guerra, y sobre sí mismo… Yo me quedé encantado. Hay que hacer más caso a nuestros mayores porque, es triste, pero como dice El Drogas, sabemos más de Belén Esteban que de nuestras abuelas.
Pero había más gente y también quiero dar las gracias a todos ellos. A las bibliotecarias, Mª Luz y Elena, que me escribió una bonita presentación de la cual pego abajo un fragmento. A las mujeres del club de lectura. Al marido de MªLuz y su compañero de Whipala (que me ayudaron mucho cuando descubrí en un muro de Alsasua el mural de Taniperla), con quienes luego estuve echándome un vino (bueno, yo cocacola, que había que conducir)… Esto, ya lo sé es más aburrido que la gala de los Goya, pero yo es así como me siento. Como si me hubieran dado un Goya. Como si hubiera llenado un estadio. De hecho, aunque solo hubiera venido Jose Mari, habría sentido que llenaba un estadio.
El lector se encuentra en las obras de Patxi Irurzun con personajes sacados de la vida normal y corriente, divertidos en unas ocasiones, irónicos, absurdos, fracasados en otras. Son críticos consigo mismos y con su entorno, buscan ser queridos y los lleva hasta situaciones límite. Nos trasmite lo que piensan y en ellos se ve una gran vida interior. Trabaja sus obras, el lenguaje, los personajes, dando como resultado textos ágiles en unas ocasiones, descarados en otras e incluso en otras, más barrocos. Siempre encontramos una dosis de humor, que hasta en las circunstancias más duras, nos hace sonreír e incluso reír.
Etiquetas: bolos