HÉROES RADIOFÓNICOS
El miércoles pasado estuve en la radio, con Dios (nunca reza). Me gusta mucho la radio. Siempre me ha gustado y siempre la he oído, en casa, en el coche, en los trabajos… Pero ahora esa pasión se ha fortalecido, gracias a los podcast (como el del programa del otro día, que os dejo abajo y en el que hablé, o algo parecido, de mis libros, de cómo la literatura me dio para comer una semana y para viajar varios meses, etc.).
El caso es que el otro día en la radio pude saludar a uno de mis héroes radiofónicos: Chus Luengo. Aunque él probablemente ni me viera. Le dije adios cuando salía del estudio (era la única persona que había en ese momento en la oficina) y él contestó sin apartar la vista del ordenador «Hasta luego, hasta luego». Pero para mí es más que suficiente. Chus Luengo es periodista deportivo local. Sus retransmisiones de los partidos de Osasuna son un clásico. Yo he visto a través de sus ojos cosas que nunca imaginaríais, los goles de Urban y Larrainzar en el Bernabeu el día del 0-4, el de Treziak del ascenso, etc. El tono de Chus Luengo no tiene nada que ver con el de esos locutores gritones y que hablan como el del anuncio de Micromachine y que a mí me ponen muy nervioso. Son más bien como ver un partido con un amigo mientras te tomas un pacharán. O dos. Chus Luengo (o uno muy parecido a él) fue, por lo demás, Chus Cuenco en mi cuento Ese Tocho, un pequeño homenaje a uno de mis héroes radiofónicos (aunque el personaje literario saliera un poco desmejorado, y por eso mejor el «Hasta luego, hasta luego»; supongo, de todos modos, que no habrá leido el relato, ni él ni Yolanda Barcina, que también inspiró a otra de las protagonistas (pobrecilla -mi personaje, digo-).
Otro de mis héroes radiofónicos fue Joseba Zabalza, alias Flash, a quien escuchaba mucho en Abortos prematuros, el programa de la Eguzki Irratia y uno de los programas radiofónicos con el que más me he reido, inlcuso descojonado en mi vida,. Joseba además es el autor de un documento radiofónico histórico, la entrevista a tumba abierta con Eskroto o Gavilán, el cantante de Tijuana in blue y de Kojón prieto y los Huajolotes, un tipo peculiar donde los haya, una leyenda del punk (y de la música mexicana), que algún tiempo después se suicidaría (Eskroto, digo)
A Joseba lo conocí primero a través de las ondas herzianas, que se dice, y luego en persona, tuvimos sintonía y me fui con él, que además era y es fotógrafo, a Payatas, el basurero de Manila. Después, a la vuelta, desenchufamos la radio, perdimos la onda, y no hemos vuelto a vernos. Como Almodovar y la Maura durante aquella temporada.
Con Carlos Pérez Conde tuve mi primera entrevista en la radio, cuando publiqué mi primera novela, que se llamaba Cuestión de supervivencia, porque no me dejaron ponerle La virgen puta (y probablemente tenían razón, y si se hubiera llamado así no habría ido con Pérez Conde a la SER). Recuerdo que yo estaba un poco asustado, porque Carlos tiene una voz que intimida, y sus preguntas se las traen, pero en un momento de la entrevista dijo «Y ahora la información metereológica», y lo vi salir corriendo a la calle, mirar al cielo, chuparse el dedo, y volver para decir, «Cielo nublado, viento fuerte». Eso fue en el año 98, de ahí a la página de la AEMET ha llovido mucho. A mi aquello, de todos modos, me hizo relajarme un poco. Después Pérez Conde me llamó puntualmente con cada libro que saqué, era de los pocos que lo hacía y en cada uno de sus programas me sentí muy cómodo, me dejó explayarme a gusto. En uno de ellos hasta coincidí con Angelita Alfaro, la gran cocinera, que me regaló unos canutillos de crema para chuparse los dedos. Pérez-Conde dejó la SER, o creo que más bien habría que decir que le hicieron dejarla, y ahora tiene los domingos una colaboración en Diario de Noticias en la que escribe como hablaba en la radio.
Y ha habido muchos más, Carlos Pina y su Rompehielos, por supuesto Jose Luis Moreno-Ruiz y Rosa de Sanatorio ( a ambos también los pude conocer con el tiempo gracias a la antología Simpatía por el relato), la Caravana de Hormigas de Radio 3…
Pero para auténtico superhéroe radiofónico, y todavía volando con la supercapa a través del éter contra el huracán facha, Javier Gallego. Cada una de las editoriales, de las entradillas con las que arranca el programa (y el propio programa, Carne Cruda) son un grito (a veces de rabia, pero otros mucho de ayuda, de llamada a la organización, a la desobediencia), un disparo de palabras con muy buena puntería, el calmante o el excitante que cada día es necesario tomar para seguir adelante dando guerra. Javier Gallego es un héroe, el último mohicano rodeado por el séptimo de caballería, disparando hasta morir, un ejemplo de dignidad, coherencia y valor. Los podcast de su programa acabarán convertidos con el tiempo en documentos que atestiguarán toda una época, aquello que no salga en los libros de texto o historia. Yo he tenido el privilegio de estar en uno de esos programas, de verlo en directo (y otra vez de entrar por teléfono) y es increible, Javier es un monstruo de las ondas. Y como todo los superhéroes,cuando se quita la capa y sale del estudio, un tipo cercano y sencillo. Un gran tipo. En fin, os dejo con el podcast de aquel programa y como diría el Señor Crudo, ¡que la radio os acompañe!