PAN DURO EN DIARIO DE NOTICIAS DE NAVARRA
Patxi Irurzun ‘humoriza’ en blanco un ‘Pan duro’ para “jóvenes de todas las edades”
El escritor navarro publica con Pamiela una novela marcada por el realismo mágico y el ‘amanecismo’ fílmico de Cuerda
FERNANDO F. GARAYOA – OSKAR MONTERO – Viernes, 17 de Abril de 2015
PAMPLONA – El escritor navarro Patxi Irurzun de nuevo lució ayer su característica sonrisa contenida, lo que viene a significar un alto grado de alegría y satisfacción. Y no era para menos, ya que su nueva novela, Pan duro, vivió oficialmente el amanecer de su andadura y se presentó oficialmente ante los medios y los lectores.
En esta ocasión, Irurzun ha dejado a un lado su humor más adulto para hundir sus teclas en una historia que bebe del realismo mágico, radicada en el cuasi imaginario pueblo de Zarraluki, un montañoso lugar que cuenta con faro y equipo de remeros.
LOS INGREDIENTES Y LA SALSA Patxi Irurzun, haciendo honor al tono que preside su nueva novela, recordaba ayer el refrán Cuando hay buen unte, no hay pan duro, una excusa perfecta para desgranar los entresijos y las claves de su libro cual si fueran ingredientes y salsa del mismo. “Esta novela se ha amasado con diferentes ingredientes, con diferentes ideas, casualidades, que yo he ido echando en la bolsa del pan duro durante algún tiempo. Una de ellas, la que me llevó a escribir el libro, surgió durante una temporada en la que estuve viviendo en un pueblecito del Goierri, aprendiendo euskera, en el que había un bar rockero que tenía un inconveniente, y es que cuando el dueño se enfadaba con su novia, lo cerraba y nunca sabías cuando lo iba a volver a abrir, o si la pareja se iba a reconciliar”. Bajo esa premisa inicial, Irurzun escribió un cuento, titulado El pan nuestro de cada día, que se desarrollaba en un pueblo llamado Zarraluki, “en el que había un panadero que cuando se enfadaba con su novia, no hacía pan, por lo que todos los habitantes dependían de su relación amorosa”.
Como el cuento gustó bastante, incluso se tradujo al italiano, Irurzun decidió convertirlo en novela, “entre otras cosas porque en él había conseguido crear un territorio mítico, un espacio imaginario”, cuestión inherente a la literatura del autor navarro, creador ya de lugares comoCiudad retrete o Jamerdana. Solo que en esta ocasión la dificultad era doble, ya que Patxi Irurzun, cosmopolita donde los haya, se sumergió en una realidad que desconocía absolutamente: la rural. “Siempre había tenido la idea de escribir alguna novela ambientada en un pueblo, y de hecho lo había intentado, pero sin éxito, probablemente porque en realidad, desconozco ese mundo. Pero creo que, precisamente, esa ignorancia es lo que me atraía, la que me podía permitir imaginar por completo ese pueblo, partiendo de cero, y así fundar ese territorio mítico y mágico en el que cualquier cosa fuera posible, por ejemplo, que las vacas llevaran herraduras con plataforma, a lo drag queen, o que, a pesar de que en este caso fuera un pueblo de montaña, contara con equipo de remeros”.
EL TERRITORIO DE LO ABSURDO Bañado en surrealismo mágico, para Irurzun, “Pan duro transcurre en ese territorio de lo absurdo, lo fantasioso, lo surrealista… Y esa era también otra de la pretensiones, de los ingredientes del libro, crear un lugar en el que lo extraordinario, lo absurdo, lo diferente se viviera y se contase con absoluta normalidad o naturalidad. A la manera en la que lo hace el realismo mágico o películas como Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda. Y es que el estilo de la novela va un poco por ahí, es quizá una mezcla de ambas referencias, un estilo poético y, a la vez, divertido. Yo quería escribir una novela bonita y divertida a la vez”.
Un jumelage fundacional al que Irurzun fue, poco a poco, “añadiendo otras pizquitas, otras historias que yo iba conociendo, como, por ejemplo, la de la Torre Iznaga, sita en Trinidad, Cuba; una torre vigía en un ingenio azucarero que, según cuenta la leyenda, la levantó el hijo del un terrateniente para impresionar a una joven de la que estaba enamorada, pero de la que también estaba enamorado su hermano, el cuál, para competir con él, perforó un pozo de la misma longitud… Pues bien, en Zarraluki también hay un faro y un pozo hermanados con esta historia”. Y así fue sumando la prolífica imaginación de Irurzun, “ideas u obsesiones, más o menos locas, sobre las que siempre había querido escribir…”.
En este sentido, confrontando la realidad que nos toca vivir con esta literatura de lo absurdo, a Irurzun no le queda otra que claudicar… “Ha llegado un momento en el que el surrealismo es el nuevo realismo, casi naturalismo. Yo solía recopilar noticias curiosas que luego pasaba por la turmix del esperpento de la literatura, pero es que ahora la realidad es de por sí surrealista, es algo contra lo que no puedes competir… Ahí están los ejemplos recientes de una consejera de cultura que en 19 líneas comete más de 30 faltas de ortografía o unos adolescentes que pasean lechugas en China”.
TEMÁTICA “Con Pan duro he querido reivindicar esos aspectos fundamentales de la literatura como son la imaginación, la fantasía, la evocación… Aspectos a los que no podemos renunciar y que, de hecho, nos resultan muy útiles en los momentos difíciles, nos permiten soñar”, explica Patxi Irurzun a la par que bucea en las profundidades de los sueños. “Uno de los protagonistas de la novela también sueña con escapar de Zarraluki porque se siente atrapado en esa normalidad de lo extraordinario. Pan duro habla también de eso, de la diferencia, del derecho a ser diferente… En este pueblo lo que sucede es que todos son diferentes, todos son raros, y lo que le pasa a Oihan, el personaje que quiere huir, es que quiere ser normal, buscar su propio camino y su libertad”.
Otro de los temas que bifurcan los caminos de Pan duro es la muerte. “Zarraluki es un pueblo en el que no están muy claros los límites entre realidad e imaginación, entre el sueño y la vigilia… y también entre la vida y la muerte. Los personajes se mueven en medio de esa niebla, de esa bruma algo indefinida que no se llega nunca a disipar”, apunta Irurzun, para, rápidamente, cambiar de tercio al que, posiblemente, sea el tema principal de la novela… y de la vida: el amor. “La historia de amor entre el panadero y maestra es la que determina la vida de todo el pueblo. Ambos la viven de una manera un tanto traumática porque está siempre en el punto de mira de todos los habitantes, que acaban condicionándola.
Pan duro, en palabras de su autor, es una novela para todos los públicos, “para jóvenes de todas las edades… Una novela divertida, tierna, a pesar del título, y poética también… Una novela con mucho unte”.
PRÓXIMOS PROYECTOS Escritor impenitente, apostador nato por el oficio y por intentar vivir del mismo, Irurzun ya está embarcado en un nuevo proyecto, entre otros muchos. “Estoy haciendo, para el comedor París 365, un trabajo en el que relato diez historias de usuarios del comedor. Un proyecto con el que estoy encantado ya que era algo que siempre había querido hacer, mezcla de crónica y periodismo literario. En principio, verá la luz antes de final de año. Son historias increíbles de gente que, por ejemplo, ha atravesado África hasta llegar a España en patera. Para mí es todo un reto y una responsabilidad”.
GUIÑOS, CURIOSIDADES…
La banda sonora. El título de la novela recuerda inevitablemente al temaPan duro, de Marea: “Es una canción que me gusta mucho pero que no tiene que ver con la historia, ha sido una casualidad; pero se lo comenté a Kutxi Romero y le pareció bien porque dijo que así nos retroalimentábamos”.
Txema, el panadero. Con 44 años a sus espaldas, Irurzun pertenece a la generación que creció con Barrio Sésamo, por lo que resultaba casi inevitable que el panadero del pueblo se llamara Txema. “Estuve dudando porque me parecía obvio que se el panadero se llamara así, pero también creo que este libro lo puede leer gente muy joven que no conoció Barrio Sésamo. Pero sí, cuando pensamos en un panadero, a los de nuestra generación nos viene Txema a la cabeza”.
Zarraluki. “El pueblo también tiene sus guiños ya que, aunque no se puede ubicar geográficamente, especifico que los valles limítrofes son Obama, Umbría o Yoar, recordando este último a Antoñana”.
Pedro Osés. La portada y las ilustraciones han sido obra de Pedro Osés. “Para mí ha sido un lujo que un artista de su categoría y de su trayectoria haya ilustrado la novela, creo que su estilo era perfecto para retratar Zarraluki y su tono le venía muy bien a la novela”.