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“CHOLITA VOLADORA MARCIANA TENDRÍA QUE PERDURAR, HACER UNA MUESCA”
El escritor Patxi Irurzun y el dibujante Ernesto Murillo “Simonides” unen sus talentos en Cholita voladora marciana, una novela con casi cien ilustraciones y una historia delirante y sarcástica en la que una Iruña futurista se ha convertido en un parque temático de los sanfermines
M. Lacalle/ Iruñea
“Mezclar a Patxi Irurzun y a Simonides es combinar lejía con amoniaco… con resultados positivos”, escribe en una de las solapas de Cholita voladora marciana el dibujante y escritor granadino Juarma. Y lo cierto es que el artefacto que estos dos navarros flacos e irreverentes acaban de publicar en Pepitas de Calabaza es tan descacharrante como incendiario. Estamos seguramente antes una de las novelas más marcianas -nunca mejor dicho- y divertidas del año, pero que bajo el colorido y exagerado traje del payaso esconde un cinturón explosivo. Claro que a quien conozca las trayectorias del escritor de Iruñea y del komikilari de Murchante tampoco les sorprenderá.
Ciencia ficción gamberra
Cholita voladora marciana es y no es una novela de ciencia ficción, una novela negra, una novela de humor… Todas esas etiquetas se le pueden colgar y a la vez ninguna de ellas sirve para definirla en toda su dimensión. En ella se cuentan las peripecias de Samy Lamuy Grourgrour, una mestiza, mitad extraterrestre, mitad euskoboliviana, que en una Iruñea futurista, convertida en un parque temático permanente de los sanfermines, sufre una extorsión sexual por parte de un grupo de fanáticos ultra-religiosos (o requete-católicos), a los que se enfrenta. Ese podría ser la sinopsis rápida de una historia, ilustrada con casi noventa dibujos de Ernesto Murillo “Simonides”, y en cuyo hilo argumental se insertan perlas como la facultad de periodismo Belén Esteban o el PNE (Partido Nacionalista Español).
“¿Pero cómo se le ocurren todas esas majaradas”, preguntamos a Patxi Irurzun. “Por necesidad”, nos contesta. “El escritor boliviano Claudio Ferrufino-Coqueugniot me pidió un relato para una antología que estaba coordinando con la visión de autores extranjeros sobre su país. “¡Pero si yo nunca he estado allí!”, le dije. “¡Pues te lo inventas”, me contestó él. Y eso fue lo que hice, me traje Bolivia a Iruña, imaginé Bolivia-Txikia, un barrio boliviano en un futuro en la que los barrios de la ciudad se amontonan unos sobre otros, en estratos subterráneos (cuanto más abajo más pobre) y en el que convivían humanos y alienígenas. El cuento no se publicó nunca, pero a mí me gustaba mucho, enredé un poco con ese mundo y la ciencia ficción-gamberra, escribí algún otro relato (Patapún, que apareció en Once millones de ejemplares vendidos, y donde ya anticipaba algunas cosas que uso en la Cholita), y al final me di cuenta de que ese cuento en realidad estaba sin cerrar y era más bien el primer capítulo de una novela”.
Los dibujos de Simonides
“¿Y cómo entra Simonides en toda esto?”. “No lo recuerdo muy bien, si sé que, con la novela acabada, yo quería hacer algo parecido a lo de Sempé y Goscinny en El pequeño Nicolás, dibujitos casi en todas las páginas, pero para adultos, y pensé en Simonides, del que soy muy fan. Pero no recuerdo cómo se lo propuse”, explica el autor navarro. Es el propio Simonides, histórico komikilari, fundador del TMEO y creador de inolvidables personajes como El Zestas o Paco el Txota, quién lo aclara desde Gasteiz, donde vive desde hace años: “Fue poco después de salir Once millones de ejemplares vendidos, precisamente, en donde yo había hecho un dibujo para uno de los cuentos. Recibí su “proposición indecente”: ilustrar una novela en la que iríamos a medias en las ganancias. Esas ganancias eran muy dudosas, porque todavía no disponía de editorial ni de posible distribución. A pesar de ello, como soy fiel lector de Patxi, comencé a leer la novela. Antes de acabar el primer cuarto le contesté que sí. Mi primera impresión fue que Cholita voladora marciana era graciosa y la escritura fluía como el agua. Conforme me adentraba en la lectura descubrí que, además, tenía buenas dosis de rebelión y mala hostia”.
Vocación de perdurabilidad
El dibujante señala efectivamente una de las claves de la novela. Su carcasa es la de una novela de humor, pero bajo ella y bajo el género de la ciencia ficción se agazapan una serie de temas de actualidad y de profundo calado que nos van asaltando con fiereza: el auge de la extrema derecha, el racismo y la xenofobia, la gentrificación, el turismo de masas… “Sí, seguramente habrá quien se quede en esa primera capa, el humor, a veces algo bruto, muy navarro, a veces escatológico, y al que que la novela le parezca una gansada, pero me parecería una lectura muy pobre de la misma. Es un riesgo que se corre siempre con el humor: que no se tome en serio. O que no permita apreciar el valor literario, el trabajo, las referencias, las figuras y recursos estilísticos. La novela, en general, creo que es arriesgada, bastante marciana, pero yo ya no tengo nada que perder. Sí es cierto que estoy algo nervioso, más que con otros libros, porque no sé muy bien a dónde o a quién va a llegar mi cholita. Desde luego, no es un best-seller para todos los públicos, pero −aunque está mal que lo diga yo− sí que creo que es una novela que puede o que debería perdurar, hacer una muesca, a la que no debería tragarse esa vorágine que engulle las novedades en un mes: primero porque si no la primera −que no lo sé−, es una de las primeras, o de las pocas novelas en el Estado en usar lenguaje inclusivo, o no sexista, aunque sea solo como un rasgo de estilo, un rasgo futurista; y después por la conjunción de astros −bromea−: Simónides y yo. Eso no se ve todos los días, es como cuando cantaron juntos Freddie Mercury y la Caballé (o bueno, igual mejor Albert Pla y Manolo Kabezabolo)”.
Una conjunción de astros, añadimos, a la que se suma Pepitas de Calabaza, una editorial −se define a sí misma− con menos proyección que un cinexin, pero que se ha convertido en un sello de referencia y calidad. Cholita voladora marciana se publica de su mano y se presentará en Iruña el día 22 (12:00 h, Elkar Descalzos), el 10 de abril en el Komiki Boom de Antsoain y el día 8 de mayo en Zuloa de Gasteiz.
Despiece
Nosotrxs lxs marcianxs
En las últimas páginas de Cholita voladora marciana aparece una supuesta nota de la RAE, fechada en 2085, en la que esta recomienda el uso del lenguaje inclusivo de género y fija una serie de normas al respecto. El mismo lenguaje inclusivo (con, por ejemplo, los plurales en x: nosotrxs, marcianxs, etc.) que se utiliza en la novela de Patxi Irurzun. “No es que yo escriba o hable habitualmente así. Lo empleo como un rasgo de estilo, futurista, una hipótesis según la cual este uso del lenguaje se habrá normalizado dentro de unos años. Una de las pocas cosas que aprendí cuando estudié la carrera de Filología fue que no es la norma la que hace el uso, sino al revés, y yo creo que el lenguaje inclusivo se va abriendo camino, de una forma natural y lógica, y tarde o temprano llegará a naturalizarse, le pese a quien le pese. Lo que no se puede negar u ocultar, o excusar con argumento como la economía del lenguaje, es que el español ha sido a lo largo de la historia un idioma machista, eso es una evidencia. Otra cosa es que las soluciones que vayamos aportando o proponiendo sean más o menos prácticas, pero de eso, de volverlas prácticas, también se encargará la propia lengua y su uso. Yo, en la novela, simplemente lo dejo caer, imagino el futuro del idioma de ese modo, como una posibilidad”, concluye el escritor iruindarra.