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Entrevista a Santi Escribano

Oct 7, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

“Es muy fácil cantar proclamas, pero menos llevarlas a cabo”

Santi Escribano (periodista)

Foto: Montse García

Santi Escribano reúne en “La hoguera” varias historias de canciones que usan la música como herramienta de combate o hablan de luchas políticas y sociales

Patxi Irurzun/ Iruñea

La hoguera, editado por Ovejas Negrax, forma parte de una trilogía que se inició con “La Mecha” y culminará con una tercera parte en la que sumará nuevas “Historias de política y rock”, ese es el subtítulo de esta serie de libros. El periodista madrileño desglosa en esta segunda entrega qué relato se esconde o cuál fue el chispazo que hizo prender temas como “Solidarity”, de Angelic up stars o “Bahía de Pasaia”, de Barricada, entre otros… En la selección, por cierto, hay canciones de varios grupos vascos: La Polla, Negu Gorriak, Piperrak… o se hace alusión a otros como los estadounidenses Body Count, con el conocido rapero Ice T al frente, quienes decidieron ofrecer su único concierto en Europa en 1994 en el Gazte Topagune de Zaldibia.

Cuéntenos cómo surge este proyecto y con qué objetivo.

Lo que busco es reivindicar cómo el rock – y variantes – han sido una parte fundamental en la formación política, cultura, social, personal… de mucha gente. En mi caso, vería el mundo de un modo distinto de no haberme topado en mi adolescencia con Reincidentes, Negu Gorriak o algo después Sin Dios. Desde entonces me divierte buscar, ampliar, qué nos contaban esas canciones en tres minutos, qué referencias tenían explícitas u ocultas. Y para no darle la barrila a mis colegas, desde 2016 lo hago en “100Fuegos, política y rock” programa que ahora emitimos en Radio XATA, emisora comunitaria de Pinto, y quise llevarlo al formato libro porque lo impreso luce mucho más y creo que escribo mejor que hablo.

Libro La Hoguera

El rock, o una parte del rock ha sido a menudo una herramienta política, o una manera de denunciar, mostrar disconformidad… ¿Cree que eso se sigue manteniendo?

Creo que sí, aunque también haya un rock conservador, reaccionario, comercial e individualista. Cada generación de gente protestona ha tenido su banda sonora: coplas antifascistas en los años 30, cantautores y folk en los 70… y el punk rock ha sido en buena parte la de quienes nacimos en los 70 u 80. Sigue habiendo rock de denuncia, aunque (salvo quizá en el streetpunk) la media de edad es alta. Ahora la chavalería con ganas de mostrar esa disconformidad lo hacen con la música urbana o el indie. Y bien que hacen.

Además de hablar de diferentes luchas, también hay un componente sentimental o biográfico en muchas de las historias que cuenta. ¿Cómo ha sido la selección de las diferentes canciones?

Hay canciones que te ponen la historia en bandeja: “Ustelkeria” de Negu Gorriak, “Bahía de Pasaia” de Barricada, “Reggae fi Peach” de Linton Kwesi Johnson o “Solidarity” de Angelic Upstarts… Otras veces es menos obvio: Agua Bendita contando cómo “Billy Joe” se engancha a la heroína me lleva a narrar cómo lo hizo el que era mi mejor amigo de adolescente; Extremoduro mencionando “Cáceres II, Alcalá Meco, Puerto de Santa María” me sirve para hablar del sistema penitenciario español; o descubrir que “Canto” de El Último Ke Zierre era el último poema de Víctor Jara fue la excusa perfecta para recordar su nada rockera pero muy política figura.

En esa selección llama la atención que haya varias historias relacionadas con grupos vascos, ¿el Rock Radikal Vasco, por ejemplo, ha sido un referente para mucha gente, también fuera de Euskal Herria?

Desde luego, el rock vasco, y mucho más allá de la etiqueta del RRV, es un referente imprescindible. Por hablar de mi entorno, Madrid, somos muchas las personas que en un momento dado hemos sufrido de “vasquitis”, viendo con envidia sana esa combinación de “jaia ta borroka”, esa fuerza para dotar de contenido social lo musical y lo lúdico, que hay en EH.

¿Piensa que el rock, o cierto tipo de rock, puede estar ligado a una clase social, a la clase obrera, en concreto?

En su momento el punk, el rock, el heavy… eran cosas de barrio obrero, aunque siempre hubiera pijos disfrazados. Ahora es todo muy raro, ves precios de festivales, las zonas VIP acotadas para Metallica ¡o a La Raíz! y piensas en qué momento esto se nos fue de las manos. Imagino que en el mismo en que alguien por tener una hipoteca a treinta años para un pisito pasó a creerse clase media y más cercano al patrón que a quien friega las escaleras.

¿Y cree que las canciones pueden ser una herramienta de transformación, que pueden llegar a cambiar algunas cosas?

A veces nos flipamos, porque es muy fácil cantar proclamas, pero menos llevarlas a cabo, y llega la decepción al ser tres mil en el concierto y treinta en la manifestación. Pero, cuando me puede el pesimismo, recuerdo que el enemigo sí tiene claro que lo cultural es una herramienta política de primerísimo orden: el rock como arma contra el bloque soviético con “Wind of change” de los Scorpions acompañando la caída del muro de Berlín, Israel haciendo “pinkwashing” en Eurovisión… Si a ellos les sirve, ¿por qué no a nosotras?

¿Hay alguna historia de las que recoge por la que sientas especial predilección?

Del volumen 1, “La Mecha”, mi favorita es la del peluquero Vidal Sassoon pateando fascistas en el Londres de posguerra, a la que metí con calzador la canción “Antinazis” de KOP. En este volumen 2 me gusta cómo hilo lo personal y lo local con una causa mucho mayor, la de los deportados de Pinto, Pego y Guiamets a campos de concentración nazis, con banda sonora de La Gossa Sorda. También la fascinante historia de la anarquista vizcaína Julia Hermosilla, que “casi nos libra de Franco en dos ocasiones” y sale en el himno feminista “Las que faltaron” de Mafalda. Y “Bahía de Pasaia”, porque es un buen ejemplo de cómo, a través del rock, se ha conseguido que no se olvide un caso gravísimo de guerra sucia y represión.

¿Y alguna que se haya quedado fuera?

Quise dedicar un capítulo al 3 de marzo de Vitoria-Gasteiz, con Betagarri, S.A. o Mossin Nagant como gancho; y uno a Comandos Autónomos con Hertzainak, pero como finalmente hay un capítulo dedicado a los crímenes de la Transición con los leoneses Hachazo de percha, me pareció redundante. Quizá vayan al tercer volumen, como otras historias que tengo en mente como Banda Bassotti y los años de plomo italianos, los Rolling Stones y Angela Davis, Estopa como héroes de la clase obrera o la revolución que supuso la fecundación in vitro cantada por Toy Dolls. 

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