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Club de lectura de verano 2022

Ago 23, 2022   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

NARRACIONES EXTRAORDINARIAS, de Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe - Wikipedia, la enciclopedia libre

Si existe algún escritor que se pueda considerar un icono pop es desde luego Edgar Allan Poe. Hay camisetas, tazas, bolsos con su rostro estampado —y eso que guapo, lo que se dice guapo, no era— y, como veremos más adelante, es posible encontrar reminiscencias de sus obras en infinidad de canciones, películas, cómics, series de televisión…

Puede que muchos de quienes llevan camisetas de los Ramones no sean capaces de tararear ninguna de sus canciones, pero en el caso de Poe, sus cuentos y poemas (El cuervo, Los crímenes de la calle Morgue, Annabel Lee, El corazón delator, El gato negro…), una vez leídos, no se despegan ni con agua hirviendo de nuestra memoria ni de las entretelas de nuestro tembloroso corazón… A ello contribuyen varias cosas: el uso de imágenes poderosas (por poner un ejemplo, una gran cuchilla balanceándose y descendiendo en cada vaivén sobre el pecho de un hombre amarrado al suelo, en El Pozo y el péndulo, relato que, por cierto, transcurre en una mazmorra de la inquisición en Toledo), la impresionante capacidad del autor para crear atmósferas (las claustrofóbicas catacumbas de El barril de amontillado) o el magistral uso psicológico del ritmo y el lenguaje (el latido creciente y enloquecedor de El corazón delator, o el estribillo incesante de El cuervonevermore, nevermore— cuya traducción al español se la debemos a uno de los más ilustres “poélogos”: Julio Cortazar)…

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Espeluznos y terrores atávicos
En la literatura de Poe hay algo que interfiere de una manera casi eléctrica con nuestro cerebro. Tal vez tenga que ver con la presencia en sus obras de elementos que apelan a nuestros espeluznos y terrores más atávicos. Son recurrentes, por ejemplo, las escenas de enterramientos o emparedamientos en vida (en tres de los cuentos que ya hemos mencionado: El gato negro, El corazón delator o El barril de amontillado); el temor a enloquecer o la consciencia de estar haciéndolo; la aparición de seres o entes de naturaleza desconocida; la existencia de un doble o un doppelgänger que usurpa nuestra personalidad…

Pero no se trata solo de eso, sino, sobre todo, del modo en que Poe maneja todos esos materiales, se desliza sobre los surcos de la mente de sus protagonistas, desciende a los precipicios de sus almas o convierte estas, sus cerebros y sus corazones, en los nuestros propios. De eso y de la manera en que Poe concibe el género del relato, como un organismo vivo en el que cada palabra, cada frase es una víscera sin la cual las demás no funcionarían, todo el conjunto estaría tullido, cojearía, perdería el equilibrio, se estrellaría, dejaría de respirar…

Crímenes y detectives
En cuanto a Narraciones extraordinarias, en realidad no es un libro que fuera publicado como tal mientras Edgar Allan Poe estuvo vivo, sino un título que se repite en diferentes antologías posteriores, sin que los relatos de las mismas siempre coincidan. Y es también un título redundante, que, por una parte, alude a la temática común de los cuentos, y, por otra, a la calidad de los mismos, pues los cuentos de Poe siempre son, efectivamente, extraordinarios.

Por lo demás, Poe no solo escribió cuentos de terror, que son los que tienden a compilarse en las diferentes ediciones de Narraciones extraordinarias, también firmó relatos de ciencia ficción, de humor, de misterio… Y así, en estas antologías no suele fallar uno de los relatos más famosos del escritor, Los crímenes de la calle Morgue, un cuento de detectives; o mejor dicho, tal vez el primer relato de detectives; o mejor mejor dicho, seguramente el primer relato de un tipo de relatos de detectives: los crímenes de habitación cerrada que se resuelven por un método racional o deductivo y que encontrarán continuidad en el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, la Miss Marple de Agatha Christie, o su émula televisiva la ceniza Jessica Fletcher, que allá donde va aparece un muerto. Personalmente tengo un anécdota con este cuento, que leí durante un viaje a París en el que me alojé en un hotel de la calle Lamartine, la cual apareció sorpresivamente citada en el relato (es decir, lo leí sobre el terreno). Esa casualidad me provocó un escalofrío, como si yo estuviera dentro del relato. Y esa noche, claro, soñé con gorilas.

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Aunque hablando de estar dentro de un cuento de Poe, él mismo parece haber ideado el misterioso y novelesco final de su vida: fue hallado por las calles de Baltimore delirando, con ropas que no le pertenecían, tras haber pasado unos días en paradero desconocido. Murió en un hospital días después, repitiendo su propio nevermore, el nombre de un tal Reynolds, de quien nunca se ha sabido a ciencia cierta si era el nombre del explorador que inspiró uno de sus personajes (el de su única novela, La narración de Arthur Gordom Pym) o tal vez uno de los agentes electorales que reclutaban en los bares a incautos dispuestos a votar repetida y fraudulentamente a cambio de unos tragos. A Poe, al parecer, beber le afectaba de una manera extraordinariamente rauda y perjudicial y se ha especulado, respecto a su desaparición, con el delirium tremens y la posterior muerte por alcoholismo.

El Poe pop
Hemos dejado para el final lo referido a la influencia de la obra y el universo de Poe en otras expresiones artísticas o en la cultura pop. Más allá de su repercusión en la propia literatura, desde los simbolistas franceses, pasando, como hemos visto, por la literatura de misterio o policial hasta la ciencia ficción (Julio Verne escribió una secuela de La narración de Arthur Gordon Pym titulada La esfinge de los hielos), más allá de eso, hay cientos de películas y series inspiradas en relatos y poemas de Edgar Allan Poe: La caída de la casa Usher (1929), de Jean Epstein; El cuervo (1935), de Lew Landers, con Bela Lugosi y Boris Karloff; Historias de terror (1962), de Roger Corman, con Vincent Price (el actor de películas de terror de bajo presupuesto que también puso la cavernosa voz en el Thriller de Michael Jackson); o algunas de las Historias para no dormir de Narciso Ibañez Serrador (quien escribió el prólogo de una de las numerosas ediciones de Narraciones extraordinarias), por citar solo algunas.

En cuanto a la música, el rostro de Edgar Allan Poe es uno de los que aparecen en la portada del famoso disco Sargent Pepper’s de los Beatles (cada miembro del grupo debía elegir a varios personajes y fue John Lennon quien incluyó al escritor), aparte de que también es citado en una canción de otro disco del conjunto británico: I am the Walrus. Además, una de las mejores canciones de Bob Dylan, Just like Tom Thumb’s Blues, está en parte inspirada en Los crímenes de la calle Morgue, al igualque el tema Murders in the rue Morgue de Iron Maiden. Y, en castellano, están por supuesto la adaptación del poema Annabel Lee que hizo Radio Futura en la canción homónima, y la Trova de Edgardo de Silvio Rodríguez.

Por último, Los Simpson homenajearon al escritor en uno de sus capítulos, La casa del árbol del terror, una adaptación sui generis de El cuervo en la que Bart es el cuervo, Marge es Leonor y Homer Simpson interpreta al poeta, en cuyo caso no sé si se puede realmente llamar un homenaje, pero sí lo convierte en la expresión máxima, en la confirmación —más allá de las camisetas, las bolsas o las tazas estampadas— de que Poe es efectivamente un icono pop, cuyo legado permanece y sigue latiendo como el corazón delator de un genio como ha habido pocos en la historia de la literatura universal.

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