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Archive from diciembre, 2021

Entrevista en GARA/NAIZ

Dic 27, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

“Sabemos mucho del asesinato de Kennedy, y muy poco del de Cánovas, en Arrasate”

Gara 26/12/21
Foto: Juan Lemus


Patxi Irurzun vuelve al género histórico con “El tren de los locos”, una novela sobre la caída en desgracia del aristocrático balneario de Santa Águeda de Arrasate y su conversión en manicomio tras el magnicidio del presidente español Antonio Cánovas del Castillo en 1897.

Tras la buena cogida de sus novelas sobre el rock radical vasco, Irurzun cambia de registro y recrea en “El tren de los locos”, publicada por Harper Collins, el magnicidio en Arrasate de Antonio Cánovas del Castillo a manos del anarquista italiano Michele Angiolillo,  y  junto con él el esplendor y decadencia del famoso establecimiento termal en que tuvo lugar, que en apenas unos meses se convirtió en hospital psiquiátrico (el famoso manicomio de Mondragón). Los pasillos y jardines que antes frecuentaban familias reales o presidentes, con todo su séquito, pasaron a acoger enfermos mentales, que llegaron a Santa Águeda en trenes especiales desde hospitales de Zaragoza o Valladolid. La novela nos lleva desde los ambientes distinguidos y frívolos de la belle epoque a los bajos fondos y el ambiente prerrevolucionario de París, Barcelona o Madrid, todo ello desde los ojos de Maurizia, una de las trabajadoras del balneario, y de su novio, el pelotari anarquista Xalbador, en una novela en la que además del género histórico convergen otros como el negro o el erótico.

Vuelve al género histórico después de su incursión en el rock radikal vasco…

En realidad también se podría decir que Tratado de hortografía y Chucherías Herodes son novelas históricas, que hacen memoria sobre una época y la reivindican, en este caso los ochenta, el rock radikal vasco… E incluso que hay hilos conectores entre ellas y El tren de los locos. El anarquismo, por ejemplo. De hecho, escribí esta historia entre medio de las otras dos; pero sí, quizás es cierto que se han publicado muy seguidas, a veces pasan esas cosas, los ritmos de escritura y de publicación son distintos, los últimos dependen de circunstancias ajenas a uno, y en este caso El tren de los locos es una novela que se retrasó como consecuencia de la pandemia y sale ahora, cuando yo siento que sigo muy metido en ese mundo del rock radikal vasco: todavía ando con alguna presentación de Chucherías Herodes, o haciendo entrevistas para Chile y México, donde se ha editado Tratado de hortografía… Mientras no me vuelva loco o líe unas con otras (bueno, igual tampoco estaría mal)… En fin, tampoco me voy a quejar, hay que aprovechar, lo mismo dentro de cinco años nadie me quiere publicar nada, o se ha acabado el papel, como dicen algunos…

¿De dónde surge la idea para esta nueva novela?

La novela tiene dos chispazos iniciales, por una parte está la historia del manicomio de Mondragón, su origen, que siempre me había llamado la atención: cómo un establecimiento que originalmente era un balneario muy distinguido  al que iban a veranear reinas, presidentes, cae en desgracia como consecuencia del atentado contra Cánovas del Castillo, en 1897, y en menos de un año se convierte en un hospital psiquiátrico (es decir, esta vez no se trataba de construir una historia a partir de un personaje, o un argumento, sino de un escenario, un lugar); y por otro lado, la escena inicial, una idea que me rondaba la cabeza, que era arrancar la novela con ese sonido de una pelota golpeando una pared, tan parecido a un disparo… A partir de todo eso es cuando empiezo a construir la historia, a imaginar los personajes, a ambientar el contexto histórico…

Hay dos personajes principales, Maurizia y Xalbador, que son ficticios pero alrededor de los cuales urde toda la trama histórica. Háblenos de ellos.

Cada uno de ellos podría estar relacionado con esos dos chispazos iniciales. Maurizia es una trabajadora del balneario que siempre ha vivido en él, conoce todos sus rincones, sus secretos. Y es además una persona que no ha tenido afectos, en cuya vida los demás siempre han entrado y salido muy deprisa, siempre han estado de paso. En cierto modo, Maurizia es el propio balneario, lo personifica. Y después está Xalbador, su novio, un pelotari, a través del cual nos adentramos en ese ambiente de la pelota, los frontones, por una parte, y por otra, viajamos a ciudades como París, Barcelona, Madrid, conocemos mundos como el de los fotógrafos de muertos, los cafés cantante, la delincuencia…

El viaje de Xalbador nos lleva a los márgenes de la sociedad de finales del XIX, a la periferia de esas ciudades, sus bajos fondos…

Sí, en un momento del libro se dice que la periferia de las ciudades está más cerca de la periferia de otras ciudades que al centro de la suyas propias, y Xalbador, que tras el atentado en Santa Águeda tiene que huir, recorre lugares como los barrios de París, dominados por entonces por bandas juveniles, los apaches, como los llamaba la prensa, que tenían sus propia cultura juvenil, su ropa, sus bailes, sus armas, y que aunque estaban enfrentadas entre sí tenía un enemigo común: la policía. Eran todos ellos los hijos o nietos de los revolucionarios de La Comuna, no tenían nada que perder porque ya lo habían perdido todo, venían del anarquismo, aunque estuvieran desideologizados, pero iban de nuevo hacia él; Xalbador también va a parar a la Barcelona de los bajos fondos, y a una Barcelona prerrevolucionaria, golpeada por la represión brutal contra los anarquistas; o al Madrid de los descampados, el Rastro…

Y los frontones.

También, es la época en que los grandes frontones se ponen de moda, todavía no existía el fútbol, y en las ciudades empiezan a construirse frontones muy suntuosos, el Condal de Barcelona, el Beti-Jai de Madrid, el Jai-Alai de Donosti… pero paralelamente a esto existía otro submundo de frontones más pequeños, como el de La Mañueta de Iruña, aunque no sale en la novela, en los que se hacían apuestas rocambolescas (un pelotari contra tres, o contra otro con un perro atado a la pierna), en los que predominaba la picaresca y por los que se mueve Xalbador…

Volvamos a Maurizia ¿diría que es el personaje principal?

Sí, yo diría que ella es alguien que se está preparando para alzar el vuelo, mientras que Xalbador busca lo contrario, tiene un ala herida y necesita un lugar donde posarse. Maurizia además, aparte de la protagonista del libro, es testigo de primera mano de lo que sucede en Santa Águeda, el magnicidio de Cánovas del Castillo.

¿Esas páginas sobre el atentado son las que más se alejan de la ficción y se ciñen a hechos reales?

Bueno, no deja de ser nunca una novela, yo no soy historiador. Pero sí, es la parte que he intentado describir con mayor rigor histórico: el propio atentado, los últimos días de Angiolillo, su ejecución a garrote vil en la cárcel de Bergara, de la que se conservan algunas fotografías (por cierto, hay una gran carambola del destino y un pequeño acto de justicia poética en el hecho de que la cárcel de Bergara sea hoy un gaztetxe y la celda de Angiolillo una biblioteca que lleva su nombre).  Buceando en las hemerotecas uno puede llegar al detalle de saber qué periódico estaba leyendo Cánovas cuando Angiolillo le disparó, y hay alguna cosa curiosa, como que en ese periódico hay un folletón de Juan Valera en el que un personaje pronuncia esta frase:  “¡Abre paso, tunante, o te levanto la tapa de los sesos!” Yo, por supuesto, fantaseo con la idea de que Cánovas estaba leyendo precisamente eso cuando recibe el primer tiro.

Para muchos el magnicidio de Cánovas en Santa Águeda es desconocido ¿Qué destacaría de la figura del político español?

Es curioso, porque sabemos mucho sobre el asesinato de Kennedy y muy poco sobre el de Cánovas. Respecto a la figura política de este, con señalar que es uno de los referentes de Aznar y la derecha española yo creo que está todo dicho. Cánovas restauró a los Borbones, impulsó el turnismo, que todavía sufrimos, suprimió los fueros vascos, y sobre todo reprimió atrozmente el anarquismo, de hecho, Angiolillo atentó contra él en venganza por las torturas y ejecuciones indiscriminadas qué Cánovas ordenó contra anarquistas catalanes tras el atentado del Corpus Christi en Barcelona.

Otro personaje al que retrata con luces y sombras es al Padre Menni.

Es cierto que Menni impulsó la creación de los primeros manicomios en el País Vasco y con una metodología moderna, más humanitaria, pero lo que quizás no es tan conocido es que fue acusada por la madre de una paciente de abusos sexuales, practicarle abortos… y que invirtió una gran cantidad de dinero en lavar su imagen y en el juicio, del que finalmente salió absuelto, todo eso no lo digo yo o me lo invento en la novela, está en la prensa de la época, en la que lo atacaban de una manera muy virulenta, llamándolo truchimán o violador.

¿A qué se refiere el título de la novela?

El título hace alusión a los trenes especiales en los que los pacientes de Santa Águeda fueron trasladados desde manicomios como los de Zaragoza o Valladolid, a donde se enviaba a los enfermos mentales vascos (cuando no se los escondía en ganbaras o cuadras), pues por aquí no había establecimientos psiquiátricos, hasta que Menni los impulsó. Hay algunas anécdota real y divertida, que yo adapto en la novela,  como aquella en la que uno de esos trenes llega a al manicomio de Iruña (que se llamó, por cierto, hospital psiquiátrico vasco-navarro), en la que el director pregunta a una de los locos si es epiléptico y él responde que no, que de Cascante.

El libro se presenta como una novela histórica pero con incursiones en el género negro y el erótico, ¿le pega usted a todo?

Bueno, al final son etiquetas que las editoriales usan para clasificar los libros y saber dónde colocarlos, yo en realidad no pienso en eso cuando escribo las novelas, no me digo “Voy a escribir una novela de género”, o no al menos en cuanto a seguir sus patrones, hombre, está claro que es una novela histórica por la época en que se ubica, y que puede ser una novela negra porque hay una historia de persecución y venganza, una intriga (aunque ¿en qué novela no la hay?), en cuanto al erotismo en realidad mi idea inicial es que estuviera más presente, que rozara incluso la pornografía (algo que ya había hecho en otras novelas, en realidad, como ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis!), porque lo pedía el escenario, el balneario, con sus historias de frivolidad y coqueteo, la propia época, con los albores de la pornografía o en la que se publican obras como Las once mil vergas, de Apollinaire o La virgen de la pieles de Masoch, pero después la cosa se quedó en algunos episodios que, eso sí, yo diría que se acercan a lo que hoy se llama sexo bizarro, o relacionado con perversiones y anomalías sexuales (por ejemplo, hay un personaje con dos penes).

Para acabar, como diría La Polla Records, ¿y ahora qué?, ¿qué será lo siguiente, volverá con la serie del rock radikal vasco, escribirá más novelas históricas?

No lo sé, siempre que acabo una novela histórica me digo que me voy a quitar, porque es un género muy exigente, pero después empiezan a rondarme ideas, yo las intento apartar de mi cabeza, pero vuelven…  Ahora estoy más centrado con las novelas de Los Tampones, las del rock radikal vasco, de ellas habrá nuevas entregas, o libros relacionados con ellas, pero más adelante, quién sabe… Si todavía queda papel, claro.

LOS MEJORES LIBROS DE 2021

Dic 27, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
El Rey Juan Carlos sufre un tropiezo en Zarzuela - Los tropiezos de los  famosos - Foto en Bekia Actualidad

Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal en magazine ON (diarios Grupo Noticias) 24/12/21

Como cada año desde esta sección elaboramos el ranking de los mejores libros de 2021, tras realizar una rigurosa votación entre destacadas personalidades del sector, como los editores que publican esos libros, las librerías que los colocan en escaparates pagados por esos editores o los críticos literarios que los recomiendan en periódicos de los mismos grupos editoriales que las novelas seleccionadas.

Esta es la lista:

PERO SIGO SIENDO EL REY

Después del éxito de su anterior novela, El campechano, un longseller que copó la lista de libros más vendidos durante más de cuarenta años, Juan Carlos Rey regresa con una nueva novela en la que se relatan, a ritmo de road movie,  las peripecias de un delincuente internacional en el ocaso de su carrera. Tras huir de la justicia a un lugar seguro, el protagonista rememora sus años dorados, aquellos en los que nadie podía pronunciar su nombre en vano y la vida le sonreía: amoríos, golpes, yates, motos, safaris… Ahora, otro más joven y de su misma ralea ocupa su lugar, pero él no se ha rendido: todavía sigue siendo el rey. “Volveré. Volveré y, además, me sacaré la chorra”, promete el protagonista en un apasionante y crepuscular capítulo final.  

TOBILLOS VÍRGENES

La nueva entrega de esta saga juvenil, tras los éxitos anteriores Pantalones cagados, Nalgas tatuadas  o Chándal , es un canto a la adolescencia, esa época en la que todavía no han sido descubiertas las bondades de los calcetines gordos y las camisetas térmicas y los chavales se enfrentan a la vida y al invierno a tobillo descubierto y con la mascarilla por debajo de la nariz. Yónatan,  el protagonista de la exitosa serie, vivirá bien de movidas, en plan aventuras, fantasía, y toda esa vaina, primo.

LA SÉPTIMA OLA

Sentada en la playa, Angustias reflexiona sobre su vida y las decisiones cruciales que debe tomar: ¿Vacunará a sus hijos? ¿Se pondrá ella la tercera dosis? ¿Tiene que colocarse la mascarilla para salir del bar si la puerta está solo a dos metros?… Mientras la atormentan todas estas dudas y otras (¿Sabe realmente alguien qué está pasando? ¿Entonces por qué todos menos ella tienen una opinión clara y tajante sobre el tema?…)  a lo lejos, en el horizonte, una cresta de espuma blanca anuncia la llegada de una nueva e inquietante ola que solo cuando acabemos la lectura sabremos si deja sobre la arena el cadáver de otro ahogado o una botella con el antídoto o el plano del tesoro.

2022

Finalizamos la lista con un clásico de la ciencia ficción, escrito por el visionario escritor Nostraladamus, y que nos traslada –perdón por la redundancia— de una manera premonitoria a 2022, el año a cuyas puertas nos encontramos. Así comienza la novela: “Eran tiempos oscuros y desesperanzados. El sol se había tornado negro y la bestia verde gobernaba la tierra. Los ríos se convirtieron en mares y los mares en montañas. Las plagas devastaron las ciudades y muchos humanos mutaron en ratas asesinas. Nada de todo ello, sin embargo,  pudo evitar que otros muchos continuaran sonriendo, haciendo el amor o  fabricando raticidas. “¡Feliz 2022!”, se deseaban entre ellos. Y era esa, en efecto, una buena forma de empezar a conjurarse contra tanta desgracia y desaliento: ¡Feliz 2022!”.

Entrevista a Maialen Gurbindo (Chica Sobresalto)

Dic 14, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

“Me inventé a Chica Sobresalto para hacer todo lo que a Maialen le daba vergüenza”

Publicada en magazine ON (diarios Grupo Noticias) 11/12/21

Con su segundo trabajo, Sinapsis, publicado tras su paso por OT, la artista navarra ha alcanzado el número uno en las listas de ventas. Pero los focos no la  deslumbran, ella sigue su propio camino, en busca siempre de una canción mejor. Ese es su verdadero triunfo.

Patxi Irurzun

Maialen acude a la entrevista acompañada de su perro Murphy, un galgo también superhéroe (fue rescatado de una cuneta). Murphy, de hecho, lleva puesto un chaleco que recuerda ligeramente al estilismo que Chica Sobresalto utilizó en su primer disco, Sobresalto. Entre este y el segundo, Sinapsis, publicado recientemente y que la llevó  al número uno en las listas de ventas, la cantante de Villava pasó por OT, una experiencia que recuerda con cariño y a la que  llegó preparada, con los superpoderes intactos para que la fama no se volviera una villana: pagó, por ejemplo, aquel primer disco con lo que consiguió ahorrar trabajando duro como limpiadora; perdió el miedo escénico actuando en pequeños locales que, medio vacíos, parecían campos de fútbol; o, ya convertida en triunfita, decidió desoír cantos de sirena -o de pirañas- y grabar Sinapsis con El Dromedario, la discográfica de Iruña que le dio la primera oportunidad y con la que  se siente como en casa, pues respeta su ritmo, su visión de la música y el camino propio que se ha trazado. Un camino que Maialen recorre sin prisas, sin dejarse atropellar, con la vista puesta siempre en  su sueño desde que era niña: la canción perfecta, el disco redondo,  el sobresalto, el orgasmo creativo final, que tal vez no llegue nunca pero cuya persecución es lo que le permite volar. 

¿De dónde viene su afición por la música, ha querido ser artista desde pequeña?

Esto de la música empieza por el aita, a mi aita le encanta la música y escuchaba mucha en casa, recuerdo, por ejemplo que me ponía vídeos de Madonna haciendo cosas superincreíbles y que yo decía “¡Ostras yo quiero ser como ella!”, luego, la gente no me cree, pero mi mayor referente desde pequeña es Shakira, me encantaba. Pero el aita me ponía de de todo, Rammstein y luego Mike Oldfield, que le flipaba, y me decía “Ponte aquí, que se escucha mejor”, y yo también flipaba, quería ir a la escuela de música… Empecé en Hilarión Eslava, en Burlada, primero guitarra, luego hice canto, acabé en la escolanía, cantar en coro me pareció increíble… Y así. Por otra parte,  siempre que veía a una chica punki con guitarra y que hacía cosas “trambólicas” me gustaba muchísimo, y me pegaba todo el día en mi habitación haciendo yo también mis supershows…

Las escuelas de música han sido una gran cantera de artistas en Navarra…

Sí, yo en Hilarión Eslava hice todos los cursos posibles, de hecho hice incluso la preparación para el conservatorio, aunque luego nunca fui, pero como veía que en aquellos cursos podía aprender muchas cosas… Además tuve la suerte de que estaba en ese momento María Eugenia Echarren dando clases de canto, estuve con ella desde los once a los dieciséis, luego entré al Orfeón Pamplonés, estuve también en una electrocharanga, luego, con diecisiete años hicimos nuestro primer grupo, que se llamaba Biluzik. Me gustaba todo. Y paralelamente siempre con la guitarrica, que la había dejado de lado para hacer canto, pero a los trece años, como he tenido insomnio toda mi vida, la saqué del armario una noche, comencé a ver tutoriales, a aprender acordes… Y como me aburría me decía “Pues canto por encima”. Y de repente vino un día mi cuadrilla a casa y les dije “Estoy haciendo esto últimamente” y una de ellas va y se me pone a llorar.  “Pero, Maialen, ¡que has hecho una canción!”, me decía, y yo “¿Cómo voy a hacer una canción?” Porque no fue ni a posta. Yo quería hacer música, siempre había tenido la idea de que acabaría haciendo música, pero aquella vez ni siquiera fui consciente. No sabía cómo había pasado, cómo lo había hecho, pero a la vez fue algo que no había sentido nunca, una liberación brutal. Y realmente a mí lo que más me gusta del mundo y de la profesión, es eso, el momento de componer, siento algo que no me ha dado nunca nada más en mi vida.

¿Qué pasó con esa canción?

Pues se me ocurrió subirla a Youtube, en 2008 o así, con quince años, y de repente todo el instituto la había visto, y la cantaba, me pareció increíble y pensé “Pues sigo” y allí estaba yo en mi casa con la cámara digital que me había regalado Olentzero, subiendo canciones, hasta que me engañaron para hacer un concierto en un bar, el Ziaboga, que fue mi primer bolo de cantautora con diecisiete años, y lo pasé fatal, me cagué, porque allí estaba toda mi gela, mi familia, mi cuadrilla, todos a tope conmigo… Así que me dije “Yo no hago más esto”.

Pero siguió adelante, de hecho, ahora toca en conciertos multitudinarios, o en platós de televisión ante millones de personas. ¿Cómo superó aquel momento de pánico?

Me ayudó un montón el momento cómico, cuando empecé a hacer chistes entre canción y canción, yo no sabía qué hacer, me encontraba como muy desnuda delante de todo el mundo, hasta que me di cuenta de que cuando la gente se reía me sentía arropada. Pero sí que es cierto que yo he ido muy despacio, hasta que he podido gozar en el escenario. Es verdad que cuando estás con la banda estás más protegida, pero ahora también me encanta ese momento kamikaze, sola. Y en cuanto a lo del plató, en realidad en Operación Triunfo solo he estado a gusto en el escenario dos veces, como mucho, porque era otra cosa distinta, pero a la vez me ha dado muchas tablas, el hecho de haber estado incómoda tantas veces ahora hace que me sienta relajada y que tenga la sensación de que nada es para tanto, de que por muy parda que la líes no se va acabar el mundo.

¿Es usted tímida, le transforma el escenario?

Sí, de hecho en la vida real hace años yo no era capaz ni de llamar por teléfono a un sitio, para reservar para cenar con la cuadrilla, por ejemplo, yo me preguntaba cómo era posible que me pasara eso y luego me subiera al escenario a cantar y a contar chistes malos, no sé muy bien por qué pasaba. Y de ahí salió en parte lo de  inventarme un personaje, una superheroína que sí se atreviera a hacer todo lo que a Maialen le daba vergüenza.

Chica Sobresalto, ese personaje, es su nombre artístico y el de su primer disco. ¿Cómo consiguió sacarlo adelante, fue costoso?

Fue bastante horrible, porque no sabía dónde me estaba metiendo, quería juntar las canciones que había ido haciendo durante esos años y grabar un disco. Y me encontré con todos los problemas del mundo. Primero porque yo no podía pagarlo, con lo que ganaba limpiando. Después no tenía ni idea de cómo se subía un disco a Spotify, empecé a ver tutoriales en Youtube, que estaban en inglés, y yo no sé inglés… Recuerdo que nos fuimos a Zestoa a grabar con Eñaut Gaztañaga, que se portó genial con nosotras, y era levantarse superpronto, hacer comida para todas, coger el coche, llevar a todo el mundo… De todo aquello aprendí un montonazo, a base de cagarla, eso sí.

¿Cómo nace Chica Sobresalto, era algo ya pensado previamente o que se le ocurre tras grabar el disco?

Recuerdo que Eñaut me dijo que con aquel nombre de “Maialen canta”, que era como yo ponía en los carteles, no iba muy lejos. Me di cuenta de que necesitaba un nombre artístico. Toda mi vida me ha divertido hacer listas de palabras favoritas, palabras que me gustan, por cómo suenan o qué significan  (por ejemplo, “trombólico”). Iba haciendo un ranking, que solía escribirlo en clase -por eso suspendía todo- y en ese momento estaba la primera sobresalto, y eso se juntó con lo de la superheroína (así era como yo me sentía, sacando adelante aquel disco que tanto me había costado), o sea, que decidí que sí, yo era una superheroína  y mi misión iba a ser mostrarle a la gente que la vida no es un suspiro, sino un sobresalto. Así fue como nació Chica Sobresalto.

Poco después de ese primer trabajo, de repente se cruza OT en su vida. ¿Cómo llega hasta allí?

Al principio está ese romaticismo, tú sacas tu disco, todo es maravilloso, vas con toda tu ilusión, piensas en tocar en todas partes, que va a gustar a todos, hasta que te das cuenta de que eso no es así, o no lo fue en mi caso, yo mandaba como unos veinticinco emails cada día, tenía un Excel con discográficas, festivales, salas… cogía la guitarra y me iba con un blabacar al quinto huevo, perdía pasta por un tubo… Y así, hasta que ya con veinticinco años me planto, me doy cuenta de que me estaba quemando, porque si al menos viera que iba hacia arriba, despacito… pero no funcionaba. Yo había visto OT de siempre, pero nunca me había planteado ir a la tele, aunque me gustaba el programa. Vi que en los casting iban a valorar el tema de componer, y entonces pensé que podía encajar, y decidí ir a uno de ellos, con la idea de que no me iban a coger pero como esos casting iban a ser visibles igual eso me venía bien. Con que me siguieran quinientos seguidores más en instagram me valía, igual así iba a tocar a Madrid y venían a verme veinte personas, en vez de cuatro. Y así fui pasando casting,  sin querer, de hecho, al casting final casi ni voy, porque estaba cagadísima, pero yo veía que pasaba y cuando ya llegué a los dieciocho de la gala cero, me dije “¿A que entro? ¿Y ahora qué?”. Y de repente era como “¡No, no, no quiero!”, pero entré, y la primera noche estaba asustadísima, hay un vídeo que se ve cómo vamos todas a la habitación a elegir cama y yo aparezco la última, con una cara de susto, como una niña pequeña el primer día al cole. Luego me lo pasé muy bien, eso sí.

Por cierto, en aquel primer casting usted cantó Contra todos de Robe…

Sí, porque me daba cuenta de que no pintaba nada allí y aquella canción me representaba. Aunque también canté Madonna por ser fiel a la Maialen pequeña. Y en el segundo casting una de mis canciones, Navegantes, con mi guitarra. ¡Yo que sé! No sabía ni que estaba haciendo, la verdad.

¿Una vez dentro de OT, siente vértigo, se siente de nuevo desnuda, expuesta?

Bueno, al entrar ya con veinticinco años y sabiendo para qué lo hacía estaba tranquila, no me planteaba estar más de una semana, ni pensé nunca en ganar, competir, quería aprender, yo no daba clases desde Hilarión Eslava o el Orfeón, entonces para mí era muy guay tener clase, no tener que ir a trabajar, me hacían comida especial para mí, vegetariana, no había que pagar facturas, estaba contentísima. Bueno, las tres primeras semanas lo pasé fatal, pero porque me nominaron y yo pensaba que me iba… Yo en OT hice lo que me dio la gana, cuando me plantearon sacar  Oxitocina dije que quería que fuera con mi banda, y así fue, dije que quería que Ibai, el bajista de mi grupo,  hiciera la portada y la hizo… Se respetó todo lo que yo propuse. Y además la gente que conocí era majísima.

En cuanto a esto, al trato con sus compañeros, las relaciones afectivas, ¿es cierto eso que se dice de que “los sentimientos se magnifican” o es un tópico?

Se magnifican porque estás encerrada, no tienes ningún estímulo exterior, todo es raro, no es la vida real, y el vínculo que estableces con cualquier persona no se parece a ningún otro. Son personas a las que igual nunca en tu vida te habrías acercado… Por ejemplo, yo la primera vez que vi a Nia pensaba que no tenía nada que ver con ella, sin embargo ahora tengo con ella una relación brutal, o ahora estoy en Madrid, me rayo un día, llamo a Samantha… Nos entendemos un montón, aunque hagamos cosas muy distintas, son relaciones raras, pero me alegro un montón de tenerlas.

¿Qué piensas sobre los prejuicios que se tienen a veces sobre ustedes, los triunfitos, y sobre el programa?

Es que a mí me pasa lo de siempre, voy a OT, no pinto nada, salgo de OT, tampoco, entonces ¿no pinto nada en ningún sitio?, ¿qué soy? Hay muchísima gente que no ve OT pero sabe que has ido, y de repente te encasillan en que no compones, que te ha llovido la suerte del cielo… Esa es otra, yo llevaba años de trayectoria y había comido bastante mierda antes de entrar, pero… ¿y si no?, ¿la peña no se merece que le pase algo bueno de repente? Además, por mucho que hayas estado en OT, si no curras, todo lo que has tenido allí, los seguidores, la fama, es mentira, es efímero, te coloca en una posición en la que no estás, y poco a poco vas a volver a la tuya… Entonces yo ese tipo de prejuicios, todo eso de la triunfita… ¿Cómo te vas a quitar esa etiqueta? Yo no quiero quitármela. Puedo ser muchas cosas que a ti te choquen, puedo ser la triunfita pero al mismo tiempo estamos intentando entrar en la escena indie porque nos gusta mucho y es donde más cómodas estamos, y a la vez somos más punkis que la hostia… Soy todas esas cosas  y a quien le choque, pues, bueno, enhorabuena…

De hecho usted entró con su disco, que publicó una discográfica de Pamplona, El Dromedario, salió, ha seguido con ellos.  Parece tener bastante claro su camino y quién quiere que le acompañe en él…

Sí, porque creo que el sitio en el que estés tiene que ser afín a ti y a tu proyecto, para mí, por ejemplo, mi banda es la mejor del mundo, tengo que estar en un sitio con gente donde esté a gusto, que me eche mis risas en la furgo, que si estás rayada tengas a tus colegas al lado… Creo que lo he hecho bien en el sentido de que me voy todos los días a dormir superagusto.

No hemos hablado todavía se su disco nuevo, Sinapsis, otro disco de alguna manera conceptual, relacionado en este caso con la química. ¿Qué nos puede contar sobre él, cuál sería la sinapsis de sinopsis?

El disco nace en un momento en el que estoy estudiando psicología por la UNED. Yo siempre me había peleado con la ciencia porque creía que las emociones no se podían estudiar de una forma pragmática, porque eran demasiado poéticas para ello, pero de repente me pongo a estudiar esto y me doy cuenta de que sí, de que la manera pragmática de estudiar el cerebro humano es increíble y no le resta su poesía, me pareció muy guay todo ese mundo, las palabras, las imágenes. Encima, entendí muchas cosas sobre mí misma, que me tranquilizaron, me ayudó a comprender que no soy tan especial, lo cual fue un respiro. Y así fue cuando empecé a pensar cuál sería el nombre de las canciones, de esas canciones que hablan de emociones. La primera canción, por ejemplo,  Oxitocina habla sobre mi sexualidad.

¿Ha ido acomodando las canciones a ese tema o ha sido algo que ha ido surgiendo?

Al principio fue algo casi sin querer, después ya lo fui forzando un poco, o se fue hilando. Por ejemplo,  quería hablar sobre la endometrósis, para contar la historia de mi prima Laura, como ella ha convivido con eso y con el hecho de ser madre, y pensé “Ya tengo Progesterona”,  o mi abuelo se puso muy malito y le escribí una nana y pensé “Ya tengo Melatonina”. Era como que en mi cabeza todo se iba uniendo.

No sé si se puede contar, pero hay incluso una canción escondida, como en los discos de antes

Sí, sí, se puede contar, ya la subimos a Spotify y todo. Se llama Inconstantes vitales. Cuando yo escuchaba música de pequeña con el aita pasaba eso en algunos discos, se acababa la última canción, había varios minutos de silencio y luego sonaba una canción secreta, me parecía superguay y pensaba que algún día lo iba a hacer yo. Me hizo ilusión además porque casi todas las canciones son previas a OT, y al pasarme algo tan tocho,  quería dejar plasmado cómo estaba yo por dentro en ese momento, y en verano, al salir de OT, compongo la canción, además con el método que Zahara nos explicó en el programa, que seguí a rajatabla.

Ha citado a Zahara, que aparece en el disco. Háblenos de las colaboraciones de Sinapsis.

Sí, está Alex, de Nixon, el grupo que me llevó de gira de telonera, y fue superbonito, y me apetecía que estuvieran ahí porque habían formado parte de mi historia; y luego otra parte muy importante de mi carrera, aunque ella no lo supiera es Zahara, a la que tengo como un referente, no solo musical, me parece una revolucionaria, así que le propuse participar y me dijo que sí, y de todas las veces que me han dicho sí en la vida es una de mis favoritas.

¿Se puede decir que esa popularidad que le ha dado OT le ha permitido este privilegio de tener acceso a artistas que admira?

Claro, y es muy guay, hace poco, por ejemplo, le escribí a Santi Balmes, de Love of lesbian, porque me hacía ilusión mandarle una camiseta y un disco, y así es mucho más fácil que si no me conociera, o no tuviera ni idea de quién soy.

El disco incluye también un pequeño libreto sobre la manera en que usted compone las canciones… ¿Se puede explicar el momento creativo? A veces usted lo compara con un orgasmo.

Igual es algo que me lo estoy inventando, pero a mí me da la impresión de que hay como dos formas de componer, una más visceral, menos premeditada (por ejemplo, en este disco Fusión del núcleo es una canción “escupida”, al cien por cien) y otra en la que está más estudiado. Yo creo que lo mejor es un equilibrio entre las dos. En mi caso llevo mal la segunda parte, la de pensar. Yo sabía algo de armonía pero no lo sabía usar para componer, entonces ahora estoy dando clases para nutrir esa parte y ser mejor compositora cada vez, eso es lo que más me obsesiona del mundo, hacer canciones mejores cada vez, ese es mi objetivo vital, hacer no las mejores canciones del mundo, sino las mejores para mí. Hay una cosa en ese sentido que me preocupa y es que creo que cada vez que acabo una canción pienso que se ha gastado la creatividad, que no da más de sí, porque como no sé hacerlas a posta, pienso que no va a volver a salir, y por eso quiero hacer esa gimnasia compositiva, no quiero dejar a la suerte de la musa todo, aunque me sienta poderosa y me sienta increíble cuando eso pasa, por eso lo asemejo a veces a los orgasmos y la sexualidad, porque me hace sentir dueña de lo que quiero hacer con mi vida y con mis cosas.

¿Esa sensación de que ha agotado su creatividad tiene que ver también con algo que comenta en ese libreto, con la idea perseguir siempre la canción o el disco perfectos, redondos?

Sí, es esa idea que tengo desde pequeña, la de hacer una obra increíble, el disco de mi vida, igual resulta que esa obra es todo, o igual no existe, yo qué sé, es una paranoia a la que igual hay que no hacer mucho caso.

“A todo y toda aquella que tiene prisa en esta industria de pirañas sin talento”, escribe en la dedicatoria de Somatropina.  ¿Una puya a la industria musical, las prisas, las presiones a los artistas?

Sí, yo entro en ese mundo y me doy un susto increíble, veo como la gente quiere correr, no han terminado y una canción y ya necesitan otra porque hace falta un single tras otro… Yo no quiero que me atropelle eso, no busco una estrategia, o sí, pero quiero que mi estrategia se adapte a mí, y no al revés, no yo a una estrategia que no sé de dónde sale ni quién dice que es la buena, no quiero que a mí me pase eso, que la prisa perjudique al proceso creativo.

Camina sin prisas. ¿Cómo se imagina más adelante, dentro de un tiempo, por ejemplo con cincuenta años, piensa en eso?

Sí, yo, por ejemplo, veo a Love of Lesbian y quiero ser como ellos, ves cómo evolucionan, como se quieren, como han ido construyendo poquito a poco lo suyo, y yo quiero eso, no quiero esas prisas, quiero ir despacito y poniendo unos cimientos sólidos. Eso es lo que me gustaría, a donde quiero llegar. Y así es como me veo dentro de unos años: componiendo. 

PERSONAL

Nombre:  Maialen Gurbindo

Fecha y lugar de nacimiento: “Soy de Atarrabia”, aclara, “porque en muchos sitios ponen que soy de Burlada y luego me riñen. Y del 94, eso también lo suelen poner mal, me quitan un año”

Trayectoria: Estudió música en la escuela de música Hilarión Eslava, formó parte del Orfeón Pamplonés y de una electrocharanga. Su primer frupo fue Biluzik. En 2017 ganó los Encuentros de Arte Joven. Su primer trabajo, Sobresalto, lo publicó ya con el nombre de su alter ego, Chica Sobresalto.  En 2020 se convirtió en una de las triunfitas de OT. Un año después , con su segunda trabajo, Sinapsis, en el que colaboran artistas como Zahara, ha llegado al número uno de las listas de ventas. 

CON LOS OJOS ABIERTOS

Dic 13, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Con los ojos abiertos” - Ayuntamiento de Villava / Atarrabiako Udala
Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal en magazine ON (diarios Grupo Noticias) 11/12/21

Ahí arriba a la izquierda, justo encima del título de esta columna —que en realidad son dos columnas— puede leerse “Opinión”. Es como una advertencia.  Un “cuidado con el perro”. Un articulista de opinión por lo general suele dedicarse a gruñir, a morder y a ladrar (más a ladrar que a morder, en realidad). Desaprovechamos en muchas ocasiones este espacio privilegiado despotricando, arremetiendo contra aquello que nos desagrada o ante lo que nos sentimos amenazados,  lo malgastamos de una manera un tanto inútil, pues por lo general nuestros lectores comparten con nosotros los mismos enemigos (buscamos, por lo tanto, más que hacer sangre, caricias en el lomo que nos apacigüen, que calmen nuestra ira o nuestro estupor). Lo que quiero decir es que, por el contrario,  son muy pocas las ocasiones en que hacemos partícipes a los demás de nuestros momentos de felicidad, de emoción o de belleza (en las columnas de opinión y en la vida real).

Hoy me gustaría hacerlo, escribir sobre uno de esos momentos que he podido disfrutar recientemente gracias a una obra de teatro y recomendarles la misma, puesto que se ha estrenado hace apenas un mes y todavía están a tiempo de verla –o de contratarla—.

Se trata de “Con los ojos abiertos”, la dramatización de la vida y la muerte del poeta Miguel Hernández que ha llevado a los escenarios la compañía Iluna Producciones, de la mano de Miguel Goikoetxeandia, que es quien — tras sumergirse en un océano de letras, cartas personales, documentos penales, biografías del escritor— firma y dirige la obra.

A Miguel Hernández —y a eso alude el título— no pudieron cerrarle los ojos, cuando con solo treinta y un años murió enfermo de tuberculosis y tifus en una prisión de Alicante al término de la Guerra Civil, en la que había combatido como miliciano y como poeta. Esa desobediencia de sus párpados resume en un gesto póstumo la personalidad del escritor y la inmortalidad de su mirada poética, que Iluna homenajea en los escenarios y que traslada vivamente al espectador, en un intenso y entretenido recorrido por la infancia del poeta, sus primeros amores y amistades, el descubrimiento de la poesía —ese rayo que no cesa y atraviesa toda su existencia—, su activismo político y su detención y muerte (los poetas en España han muerto demasiadas veces tristemente: asesinados, exiliados, enfermos, olvidados…).

Uno asiste a todo ello desde su butaca con una extraña congoja, con ese estremecimiento que tiene a la vez algo de placentero, que pone en piel de gallina el corazón pero a la vez le hace recordar que aún palpita, que es una víscera y no un mecanismo artificial, el motor de una máquina sin alma; y con la emoción de saber que la cultura puede llevarnos a ese estado. Todo ello gracias al meritorio trabajo de los actores, de David Larrea, que se trasplanta la piel de Miguel Hernández en una interpretación impresionante, plena de emoción, y muere sobre las tablas arrebatado de dolor hasta en el aliento; y del propio Goikoetxeandia, que se multiplica en varios personajes, convirtiendo su diafragma en un acordeón que siempre da la nota atinada y tras cuyo fuelle se adivina el exhaustivo y apasionado trabajo que ha empeñado en esta obra, una obra, en fin, de lo más recomendable.

Esa es, al menos, mi opinión.

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