BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA DEL ROCK RADIKAL VASCO (1)
Club de lectura de verano
Publicado en magazine ON (diarios Grupo Noticias) 18/07/2020
RRV, o Rock Radikal Vasco. Esa era la etiqueta que se colgó a aquellos grupos de punk, rock, ska, reggae, que en la década de los 80 brotaron como bonguis a lo largo y ancho de toda Euskal Herria (Hertzainak, Eskorbuto, Barricada, La Polla Récords, Kortatu, RIP, Tijuana in blue, Cicatriz…) y de la que todos ellos renegaban, pero que el tiempo ha demostrado que, cuando menos, resultaba muy práctica.
La lista y la discografía del RRV son extensas, pero no sucede lo mismo en cuanto a su bibliografía—al menos comparándolo con la magnitud que para muchos de nosotros tuvo el RRV en nuestras vidas—. Hoy, y en la siguiente entrega de este club de lectura de verano, vamos a intentar hacer un somero repaso (no están todos los que son pero son todos los que están, etc.) a los libros que de una u otra manera, desde la biografía, el ensayo o la ficción, se han acercado a este fenómeno.
Hertzainak, la confesión radikal
Una de
los primeras obras dedicadas a grupos del rock radikal fue esta biografía oral
que publicaron a mediados de los 90 Pedro Espinosa y Elena López y que se
reeditó veinte años después por la editorial Pepitas de Calabaza, con nuevas
fotos y testimonios, ilustraciones, y con un apéndice final en el que aparece
todo el cancionero de la banda. Hertzainak fue un grupo clave dentro del RRV, que
quizás no tuvo el tirón que han tenido o han mantenido con el paso del tiempo
otros como Kortatu, Eskorbuto o Barricada, pero que fue pionero y en el que
estaba contenida toda aquella explosión de furia y creatividad. Ellos fueron,
por ejemplo, quienes volcaron por primera vez al euskara el punk y el ska. Eran
—puestos a usar etiquetas manidas— los The Clash vascos. Alrededor de Hertzainak
se gestaron las procesiones ateas de Vitoria, las radios libres, el Euskadi
Tropical… Herztainak era una especie de colectivo, un planeta alrededor del
cual giraba otros satélites, otros grupos como Cicatriz, Potato (grupo al que
pertenecían los autores de Hertzainak, la confesión radikal),
Ruper Ordorika, Karra Elejalde —que escribió alguna de las letras de
Hertzainak—, Gamma, el cantante original de la banda, que con el tiempo
acabaría siendo el escritor Xabier Montoia… Un grupo, en definitiva, que
aglutinaba muy bien todo el espíritu rebelde, festivo y combativo de la época y
que se recoge muy bien en este libro, con ese formato de biografía oral, es
decir, en el que no hay un narrador sino que aparecen diferentes personas que
han tenido relación con la banda y que van contando sus vivencias y recuerdos
relacionados con ella.
Eternas cicatrices
Una de las autoras de Hertzainak, la confesión radikal, Elena López, lo es también de otro libro pionero, Del txistu a la telecaster, uno de los que abrió el camino en cuanto a un estudio, un recuento, una crónica del rock vasco, que se antojaba de todos modos inabarcable, a pesar de las referencias a decenas de grupos. Quizás los que más presencia tienen en estas páginas son Cicatriz, de hecho el título está extraído de unas declaraciones de Natxo, el cantante del grupo, en las que decía que ellos aspiraban a sustituir el txistu y el tamboril por la telecaster (un modelo de guitarra eléctrica).
Y por seguir el hilo, Cicatriz también tiene su propia biografía, Eternas cicatrices, esta más reciente, de 2016, pero tras la que está el trabajo de toda una vida por parte del autor, Juan Carlos Azkoitia, un fanático de la banda que ha dedicado dos décadas de su vida a escribir este libro, en el que recoge la trayectoria de seguramente el grupo más salvaje de Euskal Herria (recordemos que se formó en un pabellón psiquiátrico o que prácticamente todos sus miembros murieron como consecuencia de las drogas). Cicatriz, después de todo, encarnan la crónica de una década, los 80, y de una juventud que pasó por ella como un ciclón, arrasando con todo y a menudo consigo mismos: heroína, botes de humo, delincuencia… Una juventud inconformista y autodestructiva que, desde luego, no recorrió de puntillas ni mirando para otro lado la época, difícil, convulsa, cambiante que le tocó vivir.
Eternas cicatrices adopta igualmente el patrón narrativo de la biografía oral (aunque recoge además una especie de memorias inconclusas de Natxo Cicatriz) y por sus páginas vemos desfilar, entre otros muchos, a otro de los capos del rock radikal: el comandante Muguruza, de cuyas andanzas en diferentes grupos, como Kortatu o Negu Gorriak , también se han recogido testimonio en algunos libros.
Kortatu y las pegatinas de los bares
El estado de las cosas. Kortatu. Lucha, fiesta y guerra sucia (2013) fue escrito por los periodistas Roberto Herreros e Isidro López, dentro de una colección llamada Cara B que publicó durante una temporada la editorial Lengua de Trapo, en la que se analizaban discos significativos de diferentes grupos (por ejemplo, el Omega de Morente y Lagartija Nick; o, en el caso de Kortatu, El estado de las cosas, el último del grupo en castellano). Más allá de lo musical, este libro es también un análisis del contexto social y político en el que se compuso el disco, e incluso de las claves que hicieron que surgiera el propio rock radikal vasco. Bernardo Atxaga describe en el prólogo, de una manera muy visual, lo que fue aquella época, resumida en la imagen de algunos bares con las paredes llenas de pegatinas de todo tipo: ecologistas, feministas, presos, radios libres, gaztetxes… “Un maremágnum de cosas y —como escribe el propio Atxaga— afectando a todo, marcándolo todo, la violencia”.
Hay algún otro libro más referido a Kortatu, o, mejor dicho, en este caso a Negu Gorriak, como es Ideia Zabaldu Tour 95, en el que la autora, Garbiñe Ubeda, hace la crónica de una gira del grupo por Europa.
Eskorbuto, demasiados enemigos
Otro de los grupos que ha generado abundante literatura es Eskorbuto (y todo indica que la seguirán generando, a juzgar por la proliferación de pintadas con el nombre del grupo que todavía siguen descosiendo las paredes de muchos barrios y que no creemos que esté haciéndolas alguien de sesenta años). Eskorbuto es, de hecho, quizás el grupo que con el paso del tiempo va adquiriendo más categoría de leyenda, hasta tal punto que, en efecto, la mayoría de sus seguidores son jóvenes que no los conocieron en vida y que nunca estuvieron en ninguno de sus conciertos (Eskorbuto, además, no se prodigaron mucho). Buena muestra del interés que desata la banda son el documental Generación Anti Todo (2018), de Iñigo Cobo, o la anunciada película de ficción Demasiados enemigos de Aitor Gutiérrez que producirá Alex de la Iglesia.
En cuanto a la literatura, el primer libro dedicado a Eskorbuto, después de algunos fanzines y dossieres o del propio periódico que el grupo editó en su maqueta Ya no quedan más cojones, Eskorbuto a las elecciones, fue seguramente Historia Triste, de Diego Cerdán, una biografía bastante completa del grupo, que incluía algunas memorias del propio Iosu Expósito, todas las letras de las canciones, recuerdos de personas que estuvieron próximas a ellos —Fermín Muguruza, Roberto Mosso…—, fotos inéditas o artículos periodísticos de algunos de quienes más y mejor han escrito sobre el rock radikal: Pablo Cabeza, Josu Arteaga, Óscar Beorlegui…
Historia triste se publicó en 2001 y posteriormente aparecerían más biografías, como parafraseando una de las canciones del grupo, Rock y violencia, de Roberto Ortega, que se publicó en tres tomos, o más recientemente La mejor banda del mundo, de Anjel Landa y Crisóstomo Amezaga, un libro que está a caballo entre la biografía y la novela y que además tiene la particularidad de que Amezaga es el fundador de una de las compañías discográficas por las que anduvieron deambulando Eskorbuto: Discos Suicidas; es decir, que los conoció de primera mano y tuvo que sufrirlos, porque los Eskorbuto no se andaban con chiquitas y, por ejemplo, entraron en una ocasión en las oficinas de la casa discográfica para llevarse por la fuerza el máster de uno de sus discos y venderlo a otra compañía.
(Continuará)