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MALASOMBRAS

Abr 11, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Publicado en Rubio de bote, colaboración para suplemento ON de diarios de Grupo Noticias (8/4/2020)

Lo más socorrido y lo que te pide el cuerpo es pensar que son unos enormes pedazos de mierdas a los que habría que torturar hasta la muerte, por ejemplo haciéndoles escuchar audiolibros de Alfonso Ussía en bucle, pero yo intento buscarle una explicación lógica a su comportamiento. Y no se la encuentro. Me estoy refiriendo a esos subhumanos que, mientras sanitarios, mujeres de la limpieza, cajeras… se están dejando la vida por salvar la de otras personas, se dedican a fabricar bulos, a fabricarlos con toda su (mala) intención, colocando el membrete oficial de algún ministerio en un documento en el que advierten de que tal o cual ciudad va ser sitiada por el ejército (bueno, esto al final ha sido más o menos así), o haciendo pasar en una foto al Niño Polla, el conocido actor porno, por un joven investigador que ha muerto víctima del coronavirus y el 8M… 

Mientras cientos de personas mueren de verdad cada día y sus familiares ni siquiera pueden despedirlas ni enterrarlas, o mientras hay cuidadores que deciden encerrarse a pasar esta cuarentena en el epicentro del epicentro de la pandemia, las residencias de ancianos, hay gentuza que se dedica, por ejemplo, a hackear los sistemas informáticos de los hospitales, o a enviar emails en los que intentan secuestrar el número de cuenta bancaria de las personas que son despedidas y enviadas al paro durante esta crisis, o a intentar que los sin papeles víctimas del virus paguen los gastos de sus ingresos hospitalarios… ¿Por qué lo hacen? En algunos casos esa explicación al hijoputismo que trato de buscar tiene su lógica, por muy perversa que sea: en el último de ellos (el de los sin papeles), se trata simplemente de quienes proponen la medida son unos putos nazis; y en el de los intentos de estafa a los desempleados, el objetivo es enriquecerse, aunque sea a costa de los más débiles. Pero ¿qué lleva a alguien a intentar derribar las redes informáticas de un hospital, justo cuando estos se encuentran al límite de sus posibilidades, con sus trabajadores extenuados y los pacientes cayendo como moscas? ¿O qué tipo de tara mental hace que alguien lance una fake new a esas arenas movedizas que son estos días las redes sociales, sabiendo que habrá cientos de miles de personas que se dejarán tragar por el pánico o el aburrimiento y darán pábulo a sus patrañas? No lo entiendo, trato de meterme en la cabeza de esas personas y analizar todas las grietas como abismos de su mente por la que se despeñan sus ideas y no le encuentro explicación. ¿Actúan, quizás, por compensación, para mantener el equilibrio, una sofisticada ingeniería moral que permite que la balanza se incline al lado del bien? Es decir, ¿propagan los bulos para poner a prueba nuestro sentido crítico, para afilarlo, para que nos adiestremos en diferenciar la información real de la falsa en situaciones límite? (de hecho, quiero pensar que durante esta crisis estamos aprendiendo a marchas forzadas a cribar las patrañas, a distinguir las fuentes seguras y a contrastar las noticias). ¿Tiene, en fin, que haber alguien que haga el trabajo sucio, que se sacrifique y se dedique a pintar las sombras para que la luz resplandezca con más fuerza? Sí, puede que se trate de eso, y que toda esa gente, en el fondo, sean bellísimas personas que se comportan de ese modo por nuestro bien y que salen todos los días a las ocho de la tarde a los balcones a tocar la bubuzela.    �*�* |�

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