ENTREVISTA A EL DROGAS (PATXI IRURZUN/GARA)
“Me siento un guerrillero, más que un referente o un modelo a seguir”
Enrique Villarreal Armendáriz, El Drogas
Tras acompañar a La Polla Records en su multitudinario regreso a los escenarios El Drogas arranca la gira de presentación de su último trabajo, Solo quiero brujas en esta noche sin compañía, un disco quíntuple con 42 canciones con diferentes estilos, llenas de recovecos, puertas de entrada y laberintos. El artista txantreano desguaza en esta entrevista uno de esos temas en exclusiva
Patxi Irurzun/Gara 30/11/19
Timbre equivocado
Cuando, hace años, El Drogas se cortó el pelo pasó de ser el melenas de Barricada al del pañuelo pirata en la cabeza. De un día para otro. Y siguió siendo, en realidad y simplemente, El Drogas. El Drogas podría, cualquier día, quitarse el pañuelo de la cabeza y tatuarse en ella en verde fosforito un poema de Leopoldo María Panero, y seguiría siendo El Drogas. Solo alguien con personalidad puede conseguir algo así. Solo alguien con un alias como el suyo puede haberse ganado el respeto de todo el mundo menos el de aquellos que nunca han oído una de sus canciones, o que si las han oído no la han escuchado. El Drogas no escribe canciones para quienes solo oyen canciones sin escucharlas o hacen chistecitos a cuenta de su apodo. Su último disco, Solo quiero brujas en esta noche sin compañía, es un piloto suicida a la contra de la industria musical, la tontería y las canciones desechables: 42 canciones diseminadas en cinco discos, cada uno con su propio timbre (oxidado, canalla y de bullanga, equivocado, acústico y fundido).
Timbre acústico
La primera parte de la gira de presentación del quíntuple disco arrancó en Murcia la semana pasada. Todo ello apenas finalizados los conciertos en los que junto a su incombustible banda (Txus Maraví, Brigi Duque y Flako Txarrena) telonearon a La Polla Records en su histórico regreso a los escenarios.
“Ha sido algo importante, inolvidable, pero eso, los conciertos masivos, no son mi sitio natural. Mis preocupaciones ahora mismo van más, por ejemplo, por aprender a tocar mejor el piano, o la guitarra, no tanto por buscar virtuosismo o ser más reconocido públicamente, es sobre todo por mí. No lo digo en plan soberbio, quiero intentar cuidar más a la gente que entiende mi modo de hacer las cosas. Y este convencimiento me hace trabajar de una manera muy concreta. Ahora, por ejemplo, que empieza la gira, sé que lo primero que tengo que conseguir es meter quinientas personas en cada sala, para que económicamente sea viable. Yo sé batallar en todos los lados, y hay pocos que me vayan a ganar, esto sí lo digo con soberbia, con toda la soberbia del mundo, pero no busco eso… El otro día alguien me dijo que era un guerrillero, y me siento más de ese modo que como un referente o ejemplo a seguir. Si acaso soy un ejemplo a no seguir”.
El Drogas nos cuenta todo esto en su casa de la Txantrea. En el patio de la misma la lluvia intenta borrar envidiosa las paredes que sus nietos han pintarrajeado de colores. En una de las puertas de la casa hay un 69. No es la dirección real de la casa, pero es la que cuenta. Otra puerta lleva a su txoko, en el que han compuesto buena parte de las canciones. Sobre el piano todavía reposan las ilustraciones que el mismo Enrique Villareal dibujó para el arte de uno de los cinco discos (Timbre fundido). Las estanterías están repletas de libros. Entre ellos, los Cuentos completos del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro, uno de los cuales, Fénix, ha inspirado el disco Timbre fundido.
Timbre fundido
“No tenía ni idea de quién era Ribeyro pero un día en vez de ir a pasear hacia Iruña tiré para Atarrabia, empecé a callejear y de repente me encontré un puesto con discos y libros de segunda mano. Empecé a mirar, y de repente di con uno gordo: Julio Ramón Ribeyro, Cuentos completos, ocho euros… Lo primero que me vino a la cabeza fue “¿Toda una vida en ocho euros? ¿Quién será esta persona?”. El caso es que lo compré, me lo llevé a casa, empecé a leerlo, un cuento, otro, y de repente, entre medio el cuento Fénix, uno de esos hallazgos, esas casualidades que a los que nos dedicamos a esto a menudo nos pasan (porque yo llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de hacer algo sobre el tema del circo, y ese cuento narra la historia de uno). Son como subidones en los que te dices, “¡Qué suerte dedicarme a este oficio!”, nos cuenta un Enrique Villareal cada vez más interesado en la lectura y la escritura.
Timbre fundido es un disco conceptual, una pequeña ópera rock con tintes industriales, pero en Solo quiero brujas en esta noche sin compañía (el título, por cierto, es un verso de Leopoldo María Panero) hay también blues, tangos, rock, canciones acústicas… El lado punkarra y reivindicativo se desborda en Europa (Timbre oxidado), en el que aparece la lengua más peleona de El Drogas, que no se puede contener cuando se charla con él y asoman inevitablemente la actualidad política o social:
Timbre oxidado
“En el estado español quitando Catalunya, Euskal Herria y Galiza no hay partidos a los que se pueda agarrar una izquierda, sin tener que ser necesariamente nacionalista o independentista, y es complicado tomar conciencia de izquierdas sin referentes claros, lo digo con cierta tristeza porque Podemos comenzó capitaneando una indignación que no se debía de haber abandonado, porque además los motivos para ella siguen presentes, el tema bancario, eclesiástico, o el militar… La Legión, por ejemplo, no sé, haz un grupo de teatro que siga levantando al Cristo, pero que quede claro que es un grupo de teatro. Estás en un país en el siglo XXI, asimila lo que eres”.
Un trabajo, en definitiva, el último de El Drogas, peleón, atrevido, complejo, para escuchar y degustar una y otra vez y que lo tendrá en la carretera durante meses, cantando las cuarenta: en los conciertos de presentación tocarán 15 canciones de todas las épocas y 25 canciones de tres discos de este trabajo quíntuple; y a inicios de 2020 volverán para presentar los dos discos restantes. Este mismo sábado estará en Gasteiz (Jimmi Jazz, 21:00), durante el puente foral en Iruña y Atarrabia (viernes 6, sala Totem, 22:00; sábado 7, Zentral, 21:00, y a inicios de enero en Bilbo (sábado 4 de enero, Kafe Antzokia, 22:00).
¡Pasen y vean! ¡Y escuchen!
Desguazando una canción de Timbre canalla y de bullanga
Las erratas son inevitables en cualquier trabajo artístico. Pero El Drogas, que siempre ha confesado que para él la vida es aprendizaje continuo, saca partido de ellas y aprovecha una de ellas, detectada en el libreto de Solo quiero brujas en esta noche sin compañía, para desguazar en exclusiva para Gara, de una manera improvisada y casual, una de sus canciones y contarnos cómo puede llegar a ser de minucioso su trabajo creativo. Se trata de la canción La mujer del aguacero, incluida en Timbre canalla y de bullanga, el disco en el que resuenan ecos de tango y, sobre todo, la temática y el vocabulario lunfardos, por los que El Drogas siente fascinación, y que trae a su terreno, llenando, en este caso, uno de esos términos lunfardos, la palabra zaguanera, de simbolismo y plasticidad.
“En La mujer del aguacero hay una palabra que no sale en el libreto, una corrección que se me pasó. Siempre pasa, por mil veces que lo revises. En el libreto pone “La que, sin bostezo, dijo adiós”, y en la canción se escucha “La que zaguanera dice adiós”. Zaguanera, como tal, no existe, ni siquiera en el lunfardo. Existe zaguanero, que es el dedo corazón, pero entendiéndolo como el dedo que da placer sexual a la mujer. Ese es también el dedo que, para todo el mundo, simbólicamente quiere decir “Que te den por saco”. Y la imagen que a mí me viene de la mujer zaguanera es la de la que manda todo a tomar por saco, con ese gesto del corte de mangas (la famosa imagen de Rosie, la remachadora y el We cant do it!). Una imagen del empoderamiento, la fuerza de la mujer… En fin, en mi cabeza le di vueltas a todo eso hasta llegar a esta palabra que no existe y que, como otras que uso en este disco, por ejemplo “Hicimos vena al último policía”, si las traduces no tienen realmente ningún significado literal pero que son expresiones que están como dibujadas en el aire”.
Patxi Irurzun