POCABALLO
Publicado en semanario ON con diarios de Grupo Noticias 07/09/2019
BESTIARIO
(DRAGORRIONES, CULEBRACAS, TÓPAROS Y OTROS BICHOS RAROS)
Patxi Irurzun & Belatz
El escritor Patxi Irurzun y el dibujante Belatz dan rienda suelta a su imaginación con esta colección de bichos raros-raros-raros. Un catálogo estival de criatura híbridas e imposibles que se recomienda leer en familia
POCABALLO
Uno de los animales más raros entre todos los animales raros del mundo es el pocaballo, que no se sabe muy bien si es un caballo tan pequeño como un pollo o un pollo que se puede montar como si fuera un caballo. Es decir, un caballo para duendes, elfos y otras criaturas imaginarias y diminutas.
Hay quien dice, incluso, que los pocaballos no existen. Que nunca han existido, ni tampoco los dragorriones, los elepeces, los armarillos… A Doña Luz Azul, que es una de las mayores especialistas en animales raros del mundo, esa gente incrédula y sin imaginación le pone de muy mal humor.
Los papás de Doña Luz Azul, que tiene el nombre capicúa, eran campeones del mundo de palíndromos, es decir, frases que se pueden leer igual del derecho o del revés, como por ejemplo “Yo hago yoga hoy” o “No maree, Ramón”.
Doña Luz Azul creció en un hogar en el que siempre estaban inventando cosas, personajes, juegos, palabras, y nadie le puede negar que todo eso era tan real como un billete de quinientos euros o una oficina o un programa de cocina de la tele.
Así que Doña Luz Azul siempre anda investigando, haciendo estudios sobre los dragorriones o los pocaballos, tratando de fotografiar a alguno, viajando hasta los lugares en que alguien dice haber visto un ejemplar de estos extraños animales que según algunos no existen más que en nuestra imaginación o en los libros de cuentos.
Hace unos días, recibió un email desde Khorogo, la capital del país senufo, al norte de Costa de Marfil:
“Querida Doña Luz Azul: me llamo León Noel y hace años que sigo con interés su trabajo. Usted es para mí una maestra, de la que he aprendido mucho y que me ha animado a comenzar mis propias investigaciones, a pesar de todas las dificultades con las que nos encontramos los jóvenes científicos en África. Eso no me ha hecho rendirme y desde hace algunos meses sigo el rastro de una manada de pocababallos. Hasta hace poco no tenía más pistas que algunas huellas, alguna pluma y algún testimonio de gente de la zona, pero hace unos días conseguí ver uno ¡con mis propios ojos!
Era un pocaballo precioso, con plumas doradas y la cresta roja y, lo más sorprendente, sobre él cabalgaba un jinete, un pequeño hombrecito que me recordó mucho al hombre del tiempo del telediario. Era igualito a él, con sus gafas y su traje y su corbata y su hollito en la barbilla. Lamentablemente no me dio tiempo a fotografiarlo porque mi cámara es una patata y se queda sin batería enseguida y porque, además, en cuanto el hombrecito me vio comenzó a decir asustado palabras extrañas, como anticiclón o mar arbolada, le arreó a su pocacaballo un golpe en un costado y los dos desparecieron tras un arbusto.
Me gustaría mucho que usted me ayudara a continuar con mi trabajo, viajando hasta nuestro país con una cámara en condiciones y los cincuenta mil francos africanos que he calculado serán necesarios para continuar con la investigación y que puede transferir ya al número de cuenta corriente que le hago llegar.
Reciba un caluroso abrazo:
León Noel.
A Doña Luz Azul algunas partes de ese mensaje le parecieron sospechosas, como por ejemplo lo de la cresta roja (por lo que él sabe los pocaballos se caracterizan por tener la cresta azul), pero no dudó en hacer las maletas y trasladarse inmediatamente al país senufo.
Lleva allí varios meses y de momento no ha visto ningún pocaballo ni a Leon Noel, pero está siendo uno de los viajes más importantes de su vida, porque ha descubierto un montón de nuevas especies de animales raros, como el perrato, el cerdolí o el rinoceróntamo, que Doña Luz Azul muy pronto dará a conocer en un nuevo libro.
FIN
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