2ª edición de PAN DURO
Parece que el PAN DURO se despacha bien y ya hay SEGUNDA EDICIÓN. Apenas un mes después de la primera hornada. Y es que ya sabéis: ¡No hay pan duro cuando el unte es bueno!
Parece que el PAN DURO se despacha bien y ya hay SEGUNDA EDICIÓN. Apenas un mes después de la primera hornada. Y es que ya sabéis: ¡No hay pan duro cuando el unte es bueno!
http://alreves.net/book/al-reves-sarriguren-no-18-mayo-2015/
El patrullero Mancuso se levantó con el cuerpo crujiendo como un mueble viejo, después de una noche demasiado corta en la que sin embargo le dio tiempo a despertarse un millón de veces. Se había quedado hasta tarde repasando la circular en la que les recordaban el reglamento a aplicar para un día como aquel, jornada de reflexión, y en su cabeza le daban vueltas todas las prohibiciones que especificaba la nueva Ley Candado. No obstante, una vez iniciada la patrulla, no tardó en entrar en acción y desentumecer los músculos. A la salida del supermercado inspeccionó el carrito de la compra de un sospechoso y descubrió varias latas de cerveza.
—¿Acaso no sabe usted que hoy está prohibido el consumo de bebidas alcohólicas?
—Por supuesto, patrullero, pero las estoy reservando para mañana, cuando den las doce de la noche y los primeros resultados anuncien que hemos ganado las elecciones.
El patrullero Mancuso se rascó la cabeza. Aquel listillo seguramente le estaba tomando el pelo, pero su argumento era irrefutable. Sin embargo, el comentario que había hecho ¿podía ser considerado como proselitismo? Sí, ¿pero a favor de quién? ¿Qué significaba ese “hemos”? ¿Le incluía a él? ¿O era aquel tipo un comunista?…
—Y además, son sin alcohol —añadió el sospechoso, antes de escurrirse con su carrito hasta su coche, que, para más inri, estaba perfectamente estacionado.
Pero pronto el patrullero Mancuso descubrió a un grupito de delincuentes con los que resarcirse. Eran diez o doce, todos llevaban coleta y estaban apoyados sobre una pared fumando y escupiendo circulitos de humo. Un caso flagrante de propaganda electoral. Mancuso decidió acercarse a ellos de incógnito, disfrazado de rapero, con la gorra del revés, una de las galletas María de su almuerzo colgando del pecho y la camiseta remangada hasta el ombligo para dejar al descubierto los calzoncillos-faja. Se metió tanto en su papel de antisistema que mientras avanzaba hacia ellos, al ver aquel humo elevándose al cielo, vino a su memoria un recuerdo infantil que lo torturaba desde que tenía conciencia democrática: aquella tarde en que, durante otra campaña electoral, al salir de la escuela junto con otros compañeros hicieron acopio por sedes de partidos y mitines de todo tipo de propaganda —folletos, papeletas…—, la apilaron en un descampado, prendieron fuego y vieron como todos los rostros de los candidatos, sus programas y promesas, se consumían y subían al cielo en una columna negra, que el viento acababa por difuminar.
Trató de borrar aquella imagen horrible de su mente y se centró en la conversación de los sospechosos: “¡Buah, primo!”, dijo uno de ellos, “¡Primo, buah!”, contestó otro, y así estuvieron durante media hora. A no ser que hablaran en clave, nada de aquello parecía atentar contra la Ley Candado. De modo que tras tragar pasivamente el humo de aquellos cigarrillos, que olían muy raro, el patrullero Mancuso continuó su ronda, amonestando alegremente a gente que hablaba en grupos de más de tres personas, o en idiomas autonómicos, y también tuvo que echar una mano a los antidisturbios en seis desahucios y un motín en la cola del banco de alimentos. Después, al acabar su jornada, regresó a casa y se puso a reflexionar, pero solo estuvo un rato, porque él ya tenía muy claro desde hacía tiempo quién le pagaba y a quién iba a votar, aparte de que si pensaba mucho al patrullero Mancuso le dolía la cabeza.
Publicado en la sección Rubio de bote del magazine ON (Grupo Noticias)
Patxi Irurzun (Iruña, 1969) es un todo terreno de la literatura. Desde 1989 ha publicado novelas, libros de relatos y de viajes, mucha literatura infantil y juvenil, y ha coordinado las antologíasResaca/Hank Over, un homenaje a Bukowski, Simpatía por el relato, historias escritas por rockeros yTiros libres. Relatos de baloncesto. Además ha ganado multitud de premios, entre ellos el de Creación Literaria del Gobierno de Navarra con Atrapados en el Paraíso, en el que narra su experiencia personal en el vertedero de Payatas, en Filipinas. También recogió en un volumen, Mi papá me mima, sus divertidas y agudas reflexiones como padre que fueron publicadas en una revista.
Pan duro supone su retorno a la novela. Una novela que pudiera parecer un relato escrito para jóvenes, pero que esconde tantas verdades, tantos recovecos y tantas tristezas, que un lector adulto podrá extraer de él toda una lección sobre la vida y el destino. Se dice de este libro que bebe de películas como Amanece que no es poco y Bitelchús. Es una comparación acertada. Con la primera tiene en común el punto de absurdo surrealista y la concepción de los personajes que parecen estar interpretando papeles que en cualquier momento podrían ser intercambiados. Con la segunda tiene en común una realidad de los lectores comprenderán cuando terminen de leer el relato, aunque algo se atisbe durante la narración.
La acción tiene lugar en el imaginario pueblo navarro de Zarraluki. A esta localidad perdida en las montañas, llegan en su “furgoneta de los sueños locos”Puravida y su padre, al que rebautizarán pronto como el Ventrílocuo. Los recién llegados venden cosas muy raras: sandalias con capota para la lluvia, espejos con peluca especiales para calvos, matamoscas con agujeros para dar “una oportunidad al insecto” y herraduras con plataformas para ponis. El lema vital de los puravidas es: “estamos a favor de todo lo que nos pueda ayudar a estar en contra”.
Zarraluki es famoso, según sus habitantes, por su Faro del Fin del Mundo, por el Campeonato Internacional de Lanzamiento de Huesos de Aceituna, por sus fiestas patronales de Todos los Santos y, sobre todo, por su portentosa trainera que en los últimos años ha ganado la Bandera de la Concha, a pesar de que en el pueblo no hay lugar donde puedan entrenar. Pero los zarralukitarras tienen un problema, desde hace un tiempo no pueden comer pan recién hecho porque el panadero y su novia, la maestra, se han enfadado y cuando se enfadan el panadero se marcha de casa y deja de hacer pan. Normalmente son enfados que se solucionan pronto, pero esta vez ha debido pasar algo muy grave porque Txema el panadero parece haber buscado refugio en el faro del Fin del Mundo y Elena Conache la maestra está desconsolada. Los forasteros se ven en la obligación, por las atenciones recibidas, de deshacer el entuerto, y con la ayuda de Oihan, un joven fantasma corporizado de 113 años, perdidamente enamorado de Puravida, emprenden la aventura.
La novela de Patxi Irurzun es deliciosa. Los lectores tenemos prendida en la cara en todo momento una sonrisa de felicidad que a veces se transforma en carcajada. Pero el prisma de la vida esconde muchas caras, y por eso en la novela no es raro encontrar picos de tristeza y melancolía, también de gran intensidad lírica y de profunda ternura. Cuando terminamos la novela tenemos la sensación de que alguien nos ha leído un cuento fantástico antes de dormir. Un cuento que, como niños excitados, volveremos a pedir que nos lean antes de echarnos a dormir al día después. Porque Pan duro es una historia circular, repleta de fantasmas, de personajes reales y de personajes que creen que son reales sin serlo ya. Por cierto, que hermosos son los dibujos creados por Pedro Osés, subliman el relato.
Enrique Martín
http://www.blogseitb.com/pompasdepapel/2015/05/15/y-dios-patxi-irurzun-creo-zarraluki/
Reseña de Kike Martín en «Pompas de papel» (a partir del 00:57:44)
Entrevista de Félix Linares y Kike Martín en IFlandia (a partir del 1:00:31)