LA TRISTEZA DE LAS TIENDAS DE PELUCAS según INAXIO GOLDARACENA
Conocí la prosa de Patxi Irurzun hace un par de años, gracias a alguna revista literaria que publicaba un relato suyo, ganador de algún premio. Después he seguido a distancia su blog (ajustedecuentos.blogspot.com) hasta que hace estos días tuve la oportunidad de leer su última recopilación de relatos, La tristeza de las tiendas de pelucas.
A pesar de conocer ya su estilo, audaz y desinhibido, la sorpresa me ha acompañado en cada relato. Admiro a cualquier escritor o poeta, que sea capaz de asombrarme, y Patxi lo consigue, desde el título (algo que cuida mucho) hasta el punto final (es capaz de todo). En todos ellos mantiene el suspense adherido a un estilo vivo, desenfrenado, con abundantes dosis de humor, de frases largas, donde juega con el lector, a veces asfixiándolo con un ritmo de imágenes y metáforas, otras, haciendo -con excelente maestría- que detenga su mirada en una frase ingeniosa, en una crítica más o menos velada. En este juego, sin distracción, va esculpiendo retratos sociales (El mundo es un autobús), crea personajes surrealistas (Fray Spray) o simplemente se pone en la piel del Príncipe Felipe, contraponiendo en el personaje, humor y ácida crítica.
Patxi es un tío sensible, alguien comprometido que no escribe gratuitamente; en sus relatos dibuja la nostalgia con la precisión de un poeta, denuncia la xenofobia o une en unas pocas líneas el retrato de las clases más desfavorecidas. También un tipo capaz de imaginar unos Sanfermines sin encierros o un Spiderman cuyo traje le tira de la sisa y se le mete por la raja del culo.
Un detalle de su exquisita prosa y aguda reflexión:
Tenían miedo, y el miedo los volvía más vulnerables, aunque pensaran precisamente lo contrario, que los protegía. El miedo no era su escudo, era su puñal clavado en el pecho. Miedo a perder su trabajo de mierda, malpagados y aniquilantes. Miedo a las colas del paro, a los cursillos, a los exámenes que no querían hacer para convertirse en algo que no querían ser…Miedo a perderlo todo mientras se iba perdiendo y ellos participaban en la ceremonia del miedo, votaban, miraban la tele, el fútbol, los programas de corazón, su Twiter… o mientras se dirigían, como algunos de los que iban en ese autobús- aunque yo entonces no lo sabía-, a espantar su miedo agitando banderas al paso de un príncipe, un jefe de las fuerzas armadas, un generalísimo, un extraterrestre, con el que lo único que tenían en común era que nunca se habían mirado de verdad en el espejo.
http://halcondelanoche.wordpress.com/2013/06/17/la-tristeza-de-las-tiendas-de-pelucas-patxi-irurzun/