Imaginen un escritor que escribe un cuento maravilloso y emotivo sobre la figura de la madre y del padre. Y que es capaz de escribir la imaginativa narración de unos sanfermines sin toros (el típico cuento de sabor local). Un escritor que es capaz de escribir sobre un escritor que ha escrito el mismo cuento 35 veces, como si los escritores no escribiéramos continuamente sobre lo mismo. Un escritor que es capaz de escribir una road-moviesucia e irónica (como tiene que ser). Y que nos ofrece su primer relato, escrito con 16 años: El mundo en un autobús, una pequeña muestra de lo que vendría después. Un escritor que se adentra en un gran tópico español: los Baltasares pintados de betún. Que es capaz de crear un personaje como Fray Spray, el cura asesino. O que escribe un inquietante cuanto sobre pelirrojos, ¡oh maravilla!. O un cuento futurista triste, exactamente como tienen que ser los cuentos futuristas. Un escritor que escribe la historia de un cangrejo valiente. Un escritor que es capaz de escribir los cuentos más maravillosos del mundo, llenos de sensibilidad, de sentido del humor y de una calidad inalcanzable. El escritor es Patxi Irurzun, y estos cuentos (y alguno más) se pueden encontrar en La tristeza de las tiendas de pelucas (Pamiela, 2013). Maravilloso título, maravilloso libro, maravilloso autor. Si lo leéis, me comprenderéis.