EN LITERATURAS.COM. Reseña de Esteban Gutiérrez Gómez
Según el diccionario, «entrañable» es un adjetivo que viene a calificar a una persona, objeto o a un acto como íntimo, como muy afectuoso. No parece muy apropiado calificar de «entrañable» un libro de cuentos de Patxi Irurzun, dada su merecida fama de escritor cañero, comprometido, irreverente, antisocial y nada oficialista; sin embargo, es el calificativo que me viene a la cabeza cuando acabo de leer La tristeza de las tiendas de pelucas.
En esto del cuento, Patxi es un maestro, uno de los mejores. Sabe condensar en unas pocas páginas una historia, atrapa al lector desde el primer párrafo y no lo suelta hasta el final, con la respiración contenida. Mantiene la tensión narrativa, sabe salpimentar los momentos íntimos en el relato, darle la distancia precisa, esconder la información para que sea el lector el que la descubra entre líneas. Maneja todos los mecanismos que la narrativa breve ofrece al escritor, y sabe utilizarlos en el momento preciso en el que la historia, el cuento, lo demanda (punto de vista del narrador, estilo) para conseguir el efecto deseado.
He pasado unas horas divertidas, con relatos en los que podía adivinarse una ironía tan afilada como el escarapelo de un cirujano. «El vértigo de Spiderman» es un buen ejemplo de esa puya contra la actual sociedad, consumista y deshumanizada, aunque hay más referencias. «Fray Spray» es uno de mis relatos preferidos. Las andanzas del alberguero al que le roban los peregrinos del Camino de Santiago es una de las más divertidas y tristes a la vez, combinación agridulce que Patxi utiliza con maestría en muchos otros cuentos. Pero entrañables son en verdad los cuentos con los que se abre y cierra el libro. «Mi padre, los libros de Reno, Ned Flanders y los beats, todo en la misma frase» es en realidad un homenaje a la figura de su madre, que ejerció también de figura paterna con él y sus hermanos desde que el padre muere en un accidente. Una historia real, porque Patxi Irurzun busca lo extraordinario en lo cotidiano, y sabe encontrarlo y ofrecerlo al lector. Y entrañable es «El cangrejo valiente», una metáfora de la vida vista por un niño, mejor dicho, escrita desde el punto de vista de un niño, con toda la indefensión que le otorga su inocencia.
En resumen, otro libro imprescindible del escritor navarro, como sus diarios (Dios nunca reza y Atrapados en el paraíso) y el resto de su producción narrativa (tanto las novelas, como los libros de cuentos, que son bastantes, y que recomiendo). Unas lecturas que se agradecen, porque nos emocionan. En los tiempos que corren (malos tiempos) la literatura de Patxi Irurzun nos permite por un lado reírnos de la realidad y por otro enternecernos con las historias íntimas, muy afectuosas, que esa realidad ofrece.